En marzo asumirá en propiedad el cargo este estudiante de Pedagogía en Matemática que promete revolucionar las aulas municipales enseñando de manera distinta. Será “un desafío mayor”, dice este puertomontino que añora la lluvia del sur y apuesta por un fortalecimiento del movimiento estudiantil en las calles y por una izquierda permanente en la FEC, aunque su lista haya resultado electa por cuatro pelagatos -1.912 votos-en segunda vuelta. Este año, dice, se cristalizaría la semilla de lo que visualizan como un “cogobierno” futuro en la U. de Concepción: un claustro triestamental para analizar el proyecto estratégico de este centro de estudios superiores.
De mirada dulce y arito en la oreja es este revolucionario que llegó desde Puerto Montt a estudiar Pedagogía en Matemática y que este año veremos en pantalla como vocero de la zona sur de la Confederación de Estudiantes de Chile -el Confech, como él lo llama- intentando convencer a la opinión pública de la legitimidad de las acciones del movimiento estudiantil para la consecución de su principal objetivo: educación gratuita para los chilenos.
Porque en 2013 -anticipa- volverán a estar en la calle, el lugar casi natural para sus demandas más que haciendo lobby con políticos o en el Congreso, camino que erraron en 2012. “Para nosotros es fundamental dar la lucha en todos los frentes y uno central -donde podemos demostrar nuestra fuerza estudiantil y social- es en la calle. Ahí mostraremos cuántos somos y la fuerza que tenemos para hacer los cambios nosotros mismos”, dice.
Con 22 años recién cumplidos, Javier Miranda Sepúlveda es el nuevo presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción. Es buen alumno, dice. Tiene un promedio 5,7 y sus ramos al día. Este año espera aprobar algunos pendientes -“en 2012 tomé sólo la mitad para hacer bien mi pega de vicepresidente de la FEC”-, cumplir con su práctica y tesis y egresar.
Con el rector Sergio Lavanchy no se han estrechado formalmente la mano aún, pero antes que termine enero pretende cumplir con las formalidades del cargo y en marzo entregarse de lleno al trabajo de la Federación. A Javier Miranda -con nombre de jesuita- le complica hablar de la autoridad del plantel, porque concuerdan -dice- en ciertos planteamientos, aunque “él tiene que velar por una U que hoy se rige por una lógica que no es la que a nosotros nos gusta; él está al lado o tiene que estar por la defensa de ese sistema y nosotros por cambiarlo, pero nuestras relaciones en general han sido buenas, incluso durante la movilización que desarrollamos; yo creo que este 2013 se van a mantener de la misma forma: con diferencias, pero trabajando en conjunto”.
Y tan así es que, concluyendo 2012, el recurso de protección interpuesto en contra del presidente Recaredo Gálvez y él, como vicepresidente de la FEC, por el ataque que sufriera el rector en el curso de las últimas movilizaciones, quedó sin efecto. “Lo retiraron”, aclara.
En un liceo de hombres le gustaría trabajar y contribuir al crecimiento de los alumnos: “Enseñar historia o filosofía desde un ángulo crítico es común; tratar de enseñar matemática de manera distinta es un desafío mayor”, plantea este socialista de ojos azules, militante de la Unión Nacional Estudiantil (UNE), organización nacional que surgió en 2011, quien añora la lluvia de su tierra natal, su casa sureña acogedora y calientita y los regaloneos de Sergio y Marcela, sus padres, y de sus hermanos menores. “Sí, llueve bastante, pero la lluvia duele menos que acá, porque uno llega a la casa y tiene donde secar la ropa; acá es mucho más difícil”, reflexiona, aunque tampoco quiere desvincularse de las bondades de una ciudad universitaria y compleja, donde aprendió a conocer bien el pensamiento e influencia del MIR en los 70 y de sus exponentes -los hermanos Miguel y Edgardo Enríquez-, entre otros.
Y del hijo de Miguel, dice: “Conozco las ideas del PRO y del movimiento que ha tratado de generar Marco Enríquez-Ominami. Es un aporte a la Izquierda construir diferentes alternativas; de todas formas no es una que yo comparta, porque sigue siendo muy cercano a la Concertación y en ese sentido no somos afines en términos políticos”.
El consumismo enoja a este dirigente y en el plano más personal, la irresponsabilidad o la inconsecuencia. “Eso no me gusta”, dice. Y asegura que él mismo se levanta temprano, se informa, estudia y participa de las reuniones, viaja a Santiago y a Valparaíso donde, se quiera o no, se desarrolla la política nacional y poco tiempo queda para el carrete y el pololeo, aunque comparte con su pareja, su hermano mayor y algunos amigos un departamento en Concepción que costean las respectivas familias.
En diciembre, en segunda vuelta, la lista E que agrupa al colectivo UNE, a la Fuerza Universitaria Rebelde (FUR) y al Frente de Estudiantes Libertarios (FEL), se impuso por 1.912 votos a la lista H de los sectores conservadores de la U que consiguió 1.540 adherentes. Para ambos bandos fue una bajísima participación considerando los casi 25 mil alumnos de la UdeC. En primera vuelta sufragaron 5 mil 178 y en segunda, 3 mil 535 universitarios. Ciertamente, no son los miles de estudiantes que esperaban tener, pero hay avances concretos de mayor participación en asambleas y consejos generales, dice, esperanzado.
-¿Por qué a la Izquierda le cuesta tanto unirse en un sólo frente?
-Ése es el esfuerzo que se está haciendo ahora; es el segundo año en que vamos juntos. Esta federación es una suerte de continuidad de la anterior. Nos esforzamos por desarrollar el trabajo en conjunto, por tratar de superar diferencias que hoy se ven en lo abstracto, pero no en la práctica, en lo concreto. Es una dificultad que a lo largo de la historia la Izquierda ha tenido que enfrentar y ahora lo estamos haciendo por lo menos a nivel estudiantil; hay cuestiones ideológicas que no van a ser superadas, pero tenemos que reconocernos los unos a los otros como compañeros para poder trabajar en conjunto.
-¿Ambiciones de poder los separan?
-De ninguna manera; son concepciones de hacia dónde deberían apuntar los movimientos a largo plazo y de cómo en esa proyección estratégica se van dando definiciones en el corto plazo que, de repente, tienen matices distintos. Creemos que a partir de esos matices y el poder confluir en ellos es que podemos ir construyendo en conjunto.
-¿A qué aspiran ustedes como UNE?
-A convertirnos en una organización que sirva -para dotar de política- al movimiento estudiantil, una herramienta para cambiar los objetivos que como movimiento nos planteamos en 2006 y en 2011. Nuestra línea es unir a trabajadores, juntas vecinales y estudiantes, confluir y generar unidad a través de las diferentes luchas para poder avanzar en un proyecto común y generar confianza entre los distintos sectores. Ya hay algo avanzado con la unión de trabajadores portuarios, el sector de la construcción y otros rubros.
-¿Llegar a La Moneda y producir desde allí transformaciones?
-Soy socialista, soy parte de la izquierda revolucionaria y aspiramos a una transformación completa del modelo económico en que hoy vivimos. Para eso, los caminos pueden ser diversos y vamos a tener que definirlos a medida que enfrentemos diferentes situaciones.
-Pero, ¿seguirá a la sombra de Recaredo Gálvez o quiere darle un sello propio a esta federación?
-Creemos que esto es una construcción colectiva; a mí me toca dirigirla, pero como parte de un grupo amplio que pretende dejar la huella de que la izquierda es la que debe estar en la federación. No da lo mismo quien la dirija; debe ser la Izquierda y quienes estamos trabajando constantemente, porque sólo así vamos a proyectar los cambios que queremos dentro de la U.
-¿Y cuáles serían esos?
-Tienen que ver con un proceso de democratización efectivo del espacio universitario, donde estudiantes, trabajadores y docentes seamos partícipes de las decisiones que se toman al interior de las universidades a niveles académicos, administrativos, de investigación, de extensión y a partir de eso, ir cambiando el enfoque que hoy tiene la U.
-¿Una suerte de cogobierno?
-Sí, en un futuro es al cogobierno. Hoy hablamos de triestamentalidad. Ya existe el compromiso por parte de la Universidad de desarrollar un claustro en 2013 para ver temas relacionados con su proyecto estratégico. Es una de las tareas fundamentales en la que tenemos que avanzar y, por otro lado, está el asumir como federación la vocería que tenemos desde el año pasado del Confech. En base a eso queremos avanzar en el posicionamiento de nuestras demandas del nivel nacional.
¿Movimiento estancado?
-Usted declaró a poco de ser electo que “es fundamental que la FEC y el movimiento estudiantil sirvan de articulador de las diferentes luchas y conflictos que se desarrollan en otros sectores”. ¿Cuál es el alcance de este propósito?
-De la irrupción de los movimientos sociales en el país, uno de los más potentes es el estudiantil. Es indiscutible que tenemos que hacernos cargos de ese rol que estamos jugando y servir de articulador entre los diferentes movimientos sociales que se están levantando, de las diferentes demandas, hacernos cargo para potenciar la organización en otros sectores sociales.
-¿De verdad cree que está creciendo este movimiento? ¿No se estará estancando? Los 1.912 votos a su lista así lo reflejan…
-Analizar el movimiento estudiantil -y los sociales en general- de una manera lineal es erróneo. Nosotros creemos que el movimiento estudiantil está instalado y las demandas son conocidas por todos. La educación es un tema que se conversa día a día y, por lo tanto, el conflicto ya está puesto en el tapete de lo que debemos hacer: volver a levantarnos, a realizar acciones que pongan en jaque a las autoridades que tienen las posibilidades de hacer que este movimiento vaya cumpliendo ciertos objetivos.
Los movimientos sociales se han levantado incluso con anterioridad al de los pingüinos, en 2006. Hubo movilizaciones importantísimas en el cobre, salmoneros en el sur y forestales que marcaron un precedente y demostraron que existe un descontento, descontento que comienza a hacerse sentir en las calles. Eso se refleja en movilizaciones como lo de Aysén, Magallanes y Freirina. El movimiento estudiantil tampoco es lineal: es un conjunto de movimientos sociales que hoy están surgiendo en diferentes sectores. Nuestra tarea es tratar de unificar esos movimientos y encauzarlos hacia un objetivo común.
-¿E incluyen en este propósito a los mapuche de las regiones del Biobío y de La Araucanía?
– Es parte de los movimientos sociales, pero tiene una característica muy distinta: la lucha del pueblo mapuche es de cientos de años; no es una cuestión nueva. Se puede enmarcar dentro de los movimientos sociales y eso va a depender de que comprendamos esa lucha, de cómo la podemos vincular -un esfuerzo que se trata de hacer- pero que en cierta forma tiene ribetes muy distintos a los que pueden alcanzar las nuestras. La lucha de los mapuche tenemos que asumirla en términos de solidarizar con un pueblo que se ve hoy oprimido y con sus derechos vulnerados –principalmente de tierra, autodeterminación- que se tienen que respetar.
U. del Mar, un botón de muestra
– ¿Se han contactado con sus compañeros de la U. del Mar (cerrada por su mala calidad educativa) para apoyarlos?
-No directamente, pero sí a través de los compañeros de federaciones de la Quinta Región y de Santiago.
-¿Cuál es el análisis que hacen al respecto?
-El caso de la U. del Mar es el botón de muestra de lo que es el sistema universitario hoy día; el fiel reflejo de lo que ocurre cuando el sistema neoliberal y la privatización se llevan a extremos, que es lo que se está viviendo con el sistema universitario en Chile. La U. del Mar no es una excepción a la regla, no es un problema de administración. Si bien los administrativos fueron descarados en sus prácticas de robo, no escapa a lo que están realizando otros dueños de universidades privadas, centros de formación técnica, institutos profesionales y colegios subvencionados. En definitiva, todo responde a la misma lógica: a este Estado que no es partícipe de la educación chilena y que deja en manos de privados un derecho social que pertenece a todos. Cerca de 18 mil estudiantes han quedado a la deriva y están dando la pelea con algunas sedes en tomas; están luchando por terminar con sus estudios y eso hay que respetarlo. La U del Mar debe ser administrada por sus funcionarios que están dispuestos a eso, pero el Estado tiene que hacerse cargo en términos económicos.
-¿En esta crítica incluye a las tradicionales, a la U. de Concepción también?
– Están incluidas porque se ven obligadas a estar dentro de este mismo sistema que tiene que ver con el auto financiamiento y sistema crediticio.
– ¿Le resulta sensata la propuesta de la ministra Matthei en orden a que alumnos con bajos puntajes PSU opten por una carrera técnica y no pierdan recursos en universidades de dudosa calidad educativa?
– Al igual que muchas declaraciones de personeros de Gobierno, incluso del Presidente Piñera que hoy critican a las universidades privadas (y sus resultados), yo digo que siguen el modelo que ellos mismos instauraron. Es un descaro de estos personajes hablar que hay que tener cuidado con el sistema de acreditaciones –que ellos mismos instauraron, además-; y aconsejar así a estudiantes que no alcanzan los puntajes y que tiene que ver con la lógica del “universitarismo” que se ha instalado en la sociedad. El que todo el mundo tenga que ser universitario- cuestión que no es así, pero nos lo hacen creer- ha hecho que todos traten de ser universitarios. En base a eso mismo se abren universidades y miles de carreras independientes de las necesidades productivas reales del país, lo que ha hecho que las carreras técnicas pierdan su valor. Son muy pocos quienes lo ven como una alternativa real.
Es parte de la misma construcción simbólica del neoliberalismo en Chile que las carreras técnicas no se vean como una opción y también esto de la “movilidad social” en torno a la U. Es una premisa del sistema que nosotros consideramos una falacia. Todos tratan de llegar y alcanzar un estatus mayor, pero eso es falaz: muchos podemos ser universitarios, pero eso no asegura que a futuro no estemos en las mismas condiciones de cualquier trabajador.
Lo que se viene en 2013
-Si llega a cambiar de signo el Gobierno, como refleja la última encuesta CEP, ¿estos movimientos sociales tenderían a apagarse?
-Puede que pase eso si los movimientos sociales se quedan callados y nosotros también; si no planteamos una alternativa real a lo que hoy día están haciendo la Concertación y el PC, porque hoy la Concertación se está cubriendo de un manto social; está diciendo que se está abriendo a los movimientos sociales y gente de los movimientos sociales son parte de sus candidaturas. Si eso ocurre y nosotros no somos capaces de mostrar una alternativa real, entonces, lo más probable es que volvamos a quedar en el olvido. Nuestro esfuerzo está por levantar algo, por presentar una alternativa al conjunto de la sociedad, algo que haga ver que existe otra forma de construir sociedad y que no está al amparo del proyecto de la Concertación ni de la Derecha ni de MEO.
-¿Qué se viene este año 2013 en materia de demandas estudiantiles?
-Esperamos profundizar en las demandas que ya se levantaron en 2011 y que durante 2012 estuvieron latentes, pero un poco más acalladas; nos perdimos un poco en el Confech, en ir al Parlamento, en hacer lobby político. Creemos que eso no es el camino que se debe retomar. Lo es volver a tomar las consignas, articularnos con otros sectores que puedan hacerlas suyas y dar esa pelea en conjunto; seguir denunciando todas las falencias que tiene el sistema actual desde lo educativo teniendo como eje central el tema del lucro: Ya se develó en la educación superior y en la educación media -está dicho desde 2006- y ahora se comienza a develar también en la previsión, salud, vivienda y trabajo.
-¿En qué sentido?
-El trabajo es un derecho y al entenderlo como tal, como una acción propia de las personas, las remuneraciones y la forma en que se distribuyen los ingresos por el trabajo que se realiza, no es equitativa ni igualitaria. Son unas cuantas familias solamente que se hacen ricas a partir del trabajo de todos los chilenos. Nosotros lo vemos como un lucro y una forma de profundizar en la desigualdad en el país y en el mundo.
-Si bien los requerimientos de una educación de calidad y gratuita es un tema asumido por la sociedad, también ésta se muestra muy crítica con los hechos de violencia ocurridos en 2011 y 2012…
-La violencia es algo que mediáticamente se ha puesto como el punto central. Existe una manipulación mediática muy grande respecto de lo que es la violencia y cómo se genera. Nosotros comprendemos la violencia dentro de los movimientos sociales -no por gusto ni porque hayan infiltrados- porque es una reacción natural a la violencia que día a día vivimos, simbólica o no, que puede no ser física, pero que la estamos viviendo.
– Si no es física ¿cómo se manifiesta o la perciben ustedes?
-Es violento para un estudiante que ayer recibió el resultado de la PSU haber estudiado 12 años en la educación municipalizada y darse cuenta que no le alcanza el puntaje para alguna carrera que esperaba. Es violento también que la sociedad mire en menos a un chico egresado de cuarto medio por no entrar a la U. Son hechos de violencia simbólicos que hoy están latentes y que a través de los diferentes medios e ideología que hoy se reproduce en el sistema educativo, se están desarrollando.
Logros
-¿Qué han conseguido concretamente en estos dos años aparte de leyes como la rebaja del 6 al 2% de interés en el crédito, y su traspaso a una entidad fiscal?
-Si no nos hubiésemos movido, nos estarían cobrando el 7 o acaso el 10%. Son avances, pero no cumplen las demandas que estamos exigiendo. Es un alivio material concreto en el bolsillo de esa familia y de ese estudiante cuando egrese. Sin embargo, nuestros objetivos van mucho más allá y plantean un cambio de forma y fondo en el sistema educativo. Los logros que hemos alcanzado no se han visto en términos concretos como logros muy potentes, pero sí en términos de posicionamiento en la agenda política, en la agenda mediática y en cómo la sociedad hoy discute y propone soluciones en torno a la educación.
-¿Qué cosas concretas deberían ocurrir este año?
– En términos económicos, en cómo vamos alcanzando la demanda que genera más revuelo, que es la educación gratuita. Ya se han planteado ciertas fórmulas que tienen que ver con que el Estado se haga cargo de las universidades a través de aportes directos a la institución y no al estudiante. Cambiar esa lógica, ya es un avance concreto como también el hecho de generar mecanismos para conseguir esos recursos; por ejemplo lo que propusimos el 2011 –una reforma tributaria que, efectivamente, le cobre más impuestos a las empresas- y no a las personas que en términos reales pagan más impuestos que los grandes consorcios. Y por otro lado, avanzar en temas de recursos naturales. Hoy están siendo saqueados por las grandes multinacionales y para Chile no queda nada. De hecho hasta tienen franquicias tributarias; nosotros también estamos peleando porque el cobre o el litio vuelvan a ser chilenos.