Como ingenuo e inocente. Así se define en esta entrevista el agricultor angelino que aceptó ser parte del Gobierno de Piñera, sin imaginar que sus vínculos con Colonia Dignidad le cerrarían las puertas de La Moneda para siempre.
Fue el primer gran dolor de cabeza para Sebastián Piñera. Una publicación del diario electrónico El Mostrador que recordaba las relaciones de José Miguel Stegmeier Schmidlin (52) con Colonia Dignidad y lo ligaban con operaciones de lavado de dinero detonó su prematura salida del Gobierno. Sólo alcanzó a estar un par de días en el cargo de gobernador de la provincia del Biobío. Tras la versión de prensa se le llamó a dar explicaciones a La Moneda. Pero de poco sirvieron. Igualmente fue destituido.
“Esta es la forma de actuar con la verdad, con energía y oportunidad… esa es la posición del Gobierno y es la misma posición que vamos a tener cada vez que pensemos que alguna designación del sector público no es la mejor o la que Chile requiere y merece”, sentenció el Presidente Sebastián Piñera, refiriéndose al ahora denominado “gobernador express”.
-Mucha gente se pregunta ¿cómo no imaginó que las acusaciones que lo vinculan a operaciones de lavado de dinero aparecidas en la prensa hace ya varios años podían ser reflotadas al asumir un cargo público?
Lo que pasa es que uno puede ser ingenuo en este sentido, pero yo no tengo ningún tipo de proceso hoy sobre esas materias, ni tampoco se me ha imputado algún delito de esa naturaleza. Segunda cosa, yo tengo la conciencia tranquila, porque jamás he hecho lavado de dinero ni tampoco he participado en sociedades con los alemanes de la Colonia Dignidad. Por lo tanto yo estaba tranquilo y nunca pensé que esos rumores, basadas en declaraciones de algunas personas, se transformarían en una bomba.
-¿Jamás fue tema entre usted y la gente que lo postuló al cargo?
Yo planteé el tema que siempre había tenido nexos con “Dignidad” y eso se sabe desde siempre, porque tengo una relación con ellos que va más allá de mi persona, sino que es un tema familiar. Mi papá fue amigo de ellos, recibió atención médica en el Hospital de la Villa Baviera y falleció incluso en ese recinto, entonces se generó toda una amistad con personas de allá.
-¿Incluso con Paul Schafer?
Yo no sé si con él, porque la verdad es que él era inaccesible, por lo que yo entiendo, era una persona prácticamente imposible de contactar.
-¿Ud. sí llegó a ser de los cercanos de Schafer?
Nosotros éramos muy niños todavía, yo era el mayor de los hermanos, pero el nexo con los alemanes siempre fue con otras personas. Con los colonos que venían a hacer contactos comerciales a Los Ángeles. Nosotros teníamos contacto también por el tema de la chancadora de Bulnes, les comprábamos material, pero don Paul jamás estuvo a cargo de eso, sino las personas que eran los ejecutivos del sistema. Ellos fueron los amigos de mi padre, los que lo ayudaron a llegar al hospital para que fuera atendido y los que siguieron relacionados conmigo luego de su muerte.
-Dice que pecó de ingenuo, pero su postulación estaba respaldada por parlamentarios de la UDI con experiencia, como el senador Víctor Pérez y el diputado Juan Lobos. Me llama la atención que ellos no hayan sido capaces de prever que estas acusaciones complicarían a La Moneda si salían a la luz pública.
El tema salió, le insisto, pero no como una cuestión que pudiera usarse de la manera en que se usó, porque no había ningún proceso en mi contra.
-Pero eso no le importó al Gobierno que igualmente anuló su nombramiento, argumentando que a lo menos parte de la información que apareció en un medio electrónico (El Mostrador) era efectiva.
La única información que es efectiva es mi nexo con ellos por lo que ya le conté, y la segunda situación, que fue lo grave para el Ministro Hiznpeter, y comparto que puede ser una cuestión complicada, es que hace 14 ó 15 años, declaré como testigo de conducta de don Paul, por todo lo que le cuento, que hubo una atención hacia mi padre, que hubo un conocimiento de estas personas en la buena. Entonces hice una declaración de conducta hacia él pensando en la Sociedad, en la gente que nos atendió. Dije que era una persona honorable, una persona a quien yo no le conocía ningún tipo de situación anómala y que nunca había visto alguna cosa que me pareciera delito en la Sociedad Dignidad. Eso fue lo más grave que consideró el Gobierno para que yo no fuera gobernador.
-Otros gobernadores también aparecieron cuestionados, pero no se les destituyó. ¿Por qué sólo con Ud. se aplicó esta mano dura?
No quiero decir que comprendo o que entiendo la reacción que tuvo el Gobierno conmigo. Solamente quiero decir que efectivamente el tema más maldito que existe en Chile es la Colonia Dignidad y eso hace que la gente se encrespe y se encierre, que no quiera escuchar nada más, ni argumentos ni a favor ni en contra. Ese es el punto de fondo. Aquí la situación de Colonia Dignidad en Chile es absolutamente terminal desde el punto de vista de la imagen.
Sí quiero aclarar que a pesar de todo lo que pasó sigo apoyando al Gobierno con todo mi corazón, porque creo que es el único que puede sacar al país adelante. Y sigo dispuesto a ayudar, aunque ahora será desde otro ámbito.
-Me refería al trato que recibió del Gobierno. Porque el Ministro Hinzpeter ni siquiera aclaró públicamente cuál era la información efectiva que sobre Ud. había aparecido en la prensa.
No estoy contento como fue la reacción, porque yo pretendía hablar ese día en La Moneda (el de su destitución) con los periodistas, pero el ministro Hinzpeter me propuso que era preferible que no lo hiciera y me dijo que él iba a manejar la situación.
-¿Le pidieron que no hablara del tema con la prensa?
No, pero me dijeron que era preferible que no lo hiciera. Además, ese día el ministro estaba tensionado por muchas cosas que ocurrieron, lo que hizo que la conversación no fuera fluida. Lo llamaban por teléfono, se paraba un rato. Creo que todo fue una desinteligencia de mi parte, por el estrés tremendo al que estaba sometido.
-Ud. asegura que destruyeron su imagen pública. ¿No fue el propio Gobierno el que le dio la estocada final al no creer en su inocencia?
Yo no quiero culpar al Gobierno, creo que claramente la estocada viene de otro lado.
-¿De dónde?
De donde se armó esta situación (las denuncias). Le insisto, no sé cómo se puede armar tal figura, en base a cosas que no están comprobadas para liquidar a una persona. No entiendo quién puede estar dispuesto a trabajar un tema de esta naturaleza.
-¿Me imagino que tiene algunas sospechas?
Yo no sé si seré excesivamente inocente o ingenuo, pero la verdad es que sería una injusticia de mi parte decir que tengo sospechas de alguien.
¿El origen podría estar relacionado con la disputa histórica que tienen la UDI y RN en la Octava Región y particularmente en Los Ángeles, donde ambos partidos querían imponer un candidato para la gobernación provincial?
No me lo puedo imaginar, porque lo que entendí desde el principio, y fue otras de las razones por la que acepté la gobernación, es que había un consenso absoluto en torno a mi nombre.
Las declaraciones del Dr. Hopp
Dentro del proceso por tráfico de armas en Colonia Dignidad, uno de los personajes más influyentes del enclave, el Doctor Hartmutt Hopp, declaró ante el ministro Jorge Zepeda que una sociedad formada por José Miguel Stegmeier en Los Ángeles era la receptora, en Chile, de los fondos que Schafer mantenía ilegalmente en el extranjero. Imputación que Stegmeier negó en una declaración por exhorto ante el mismo magistrado. “Nunca más fui requerido por la justicia. Esa sociedad fue liquidada. Pude comprar la parte de mis socios, endeudándome en varios bancos, lo que luego concentré en una sola institución. Hace un tiempo pagué toda esa deuda”, asegura.
-Ud. dice que ninguna de sus sociedades mencionadas en la prensa sirvieron para blanquear el dinero sacado por Schafer del país. Pero quien lo inculpa como parte de esta red es el propio Hopp ¿Qué razón podría tener él para querer inventar algo en contra suyo?
Eso es lo otro que no comprendo, porque además él no me menciona en forma directa, sino que da mi nombre por lo que le dijeron terceras personas. Y eso a mí me parece una carajada, desde el punto de vista de cómo se planteó la posición del Dr Hopp, porque lo que él dijo no es lo que sabía de forma directa. Por lo tanto se está usando una fundamentación que no tiene un argumento real desde el punto de vista procesal.
-¿Ustedes se conocían?
Lo ubicaba. Lo vi un par de veces en el casino, también a Hartmut una vez lo vi cantando en un acto público que hubo en el hospital, en el coro. Yo lo ubicaba perfectamente, pero no tengo idea cómo llegó a relacionarme con algo así.
-Imagino que alguna vez trató de contactarlo para preguntarle.
– No, nunca he tenido contacto con él.
-También se hicieron otras imputaciones, como haber escondido en el Fundo Santa Matilde a víctimas de abusos de Paul Schafer para evitar que declararan ante la justicia y se menciona que Ud viajó a verlo a Buenos Aires mientras estaba prófugo de la justicia chilena.
-Yo jamás tuve a alguien oculto en el campo Santa Matilde, que no es mío, sino de mi madre, jamás escondí a ninguna persona, menos a este joven Salvo que mencionan en la prensa. Sí he recibido visitas de gente de Dignidad desde siempre, alemanes que han estado eventualmente en el campo, pero jamás he ocultado a nadie ni tampoco estaría dispuesto a ocultar a alguien.
-¿Y sus viajes a Buenos Aires con sus ex socios en Tierra Negra?
A Buenos Aires he viajado en varias ocasiones como turista y también por asuntos gremiales y familiares. Con mis ex socios en Tierra Negra, Enrique Veloso y Edgardo Neumann, compartimos hasta hoy una amistad, entonces es lógico que alguna vez hayamos viajado a Argentina. Pero no fuimos a ver a don Paul. Olvídese, yo jamás pensé que él pudiese estar en Argentina.
-Las denuncias en su contra son muy graves ¿por qué nunca ha querido defenderse, por ejemplo, a través de una acción legal contra quienes lo acusan?
¿Contra quién lo voy a hacer? Contra gente que baja cosas de Internet. Yo lo he consultado con abogados y me dicen qué se puede hacer, contra quién te vas a tirar.
-¿Y Hopp?
No sé en qué contexto yo podría actuar contra Harmutt; no tengo el ánimo de querellarme en contra de él, ya el daño lo hizo y supongo que estará consciente de ello, pero no tengo ningún ánimo de querellarme sobre algo que no tiene ninguna solución.
Lo único que me interesa en este momento es limpiar mi imagen porque yo jamás me relacioné con la Sociedad Dignidad de la manera en que se me acusó. No lavé dinero, no escondí gente ni viajé a ver a Paul Schafer a Buenos Aires. Lo único que he hecho tanto en mi vida gremial como en política es intentar ayudar, en la buena. Lo que se confirma en la cantidad de gente que me está apoyando actualmente. He sido condenado sin que exista ningún juicio en mi contra y la única vez que estuve en algún tribunal fue sólo en calidad de testigo de referencia.
“Chitas, en qué me metí”
-Durante los allanamientos a Colonia Dignidad apareció declarando en el diario El Sur que le parecían infundadas todas las acusaciones que se hacían en contra de Paul Schafer. ¿De verdad jamás escuchó los comentarios sobre los abusos que allí se cometían?
Me llamaba la atención su modo de vida, que era tan distinto al nuestro, pero nunca me di cuenta, y no sólo yo, sino que muchos otros, jamás nos dimos cuenta que había algo distinto, oculto, era una aldea alemana donde todo el mundo se reía, todo el mundo andaba contento, a veces participábamos de sus obras humorísticas, era todo muy liviano y muy grato.
-¿Qué tanto conocía a Schafer como para defenderlo de las acusaciones de abuso?
A él lo vi dos veces. La primera cuando nos avisó de la muerte de mi padre en el hospital. La segunda vez también fue en el hospital, en una reunión masiva. Él se acercó a un grupo donde estábamos conversando. Llevaba puesto un sombrero blanco. Incluso de esa oportunidad es la foto donde aparezco con él que anda circulando por ahí.
-¿No se preocupó de investigar?
No, porque no tenía ninguna razón de estar investigando, yo dije, los conozco en la buena, jamás he visto un delito, lo que más llamaba la atención era que eran puritanos, puritanos. Uno llegaba ahí y decía: esto casi es un santuario, no se oían garabatos ni se hablada de temas sexuales. No me cuadraban para nada las denuncias.
-¿Cómo pudo ser testigo de conducta y defender de acusaciones tan graves a una persona que Ud. reconoce sólo vio un par de veces en la vida?
Porque fue dentro de un contexto, un contexto donde yo lo único que vi de ellos fue algo positivo. En ese tiempo se defendía a la institución con sus personas obviamente adentro. Yo estuve varias veces dentro del fundo. Cuando mi papá estuvo enfermo hasta dormí en el hospital y nunca vi nada raro, ni castigos hacia las personas, ni maltratos ni abusos de ningún tipo, yo decía, cómo dicen esas canalladas contra esta pobre gente si yo los conozco.
¿Está arrepentido de haber prestado estos apoyos a Paul Schafer y a la gente de Colonia Dignidad?
Tengo sentimientos encontrados. Por un lado yo ayudé a colonos a insertarse en la zona y de eso no me arrepiento. Ayudé a alemanes a que se educaran en la zona y tampoco me arrepiento, porque era gente que se salió del fundo y necesitaban ayuda para insertarse en una sociedad que no conocían.
Obviamente, cuando ya dejé de conocer a esa Dignidad que para mí tenía una cara, y me enteré de la otra cara dije: “chitas, en qué me metí”.