Su último triunfo en el Campeonato Nacional de Rodeo, junto a su compañero Eduardo Tamayo, le permitió alcanzar la marca de Ramón Cardemil y entrar a la galería de los grandes de este deporte criollo.
Pero este récord, lejos de conformarlo lo motiva a seguir con esta pasión que heredó de su padre y que, por elección propia, transformó en su oficio. Desde el Criadero Santa Isabel responde nuestras preguntas con la misma sencillez que demuestra dentro de la medialuna.
Es una fría mañana en la comuna de Futrono y en el Criadero Santa Isabel –de propiedad del dueño de El Mercurio, Agustín Edwards- Juan Carlos Loaiza (50) junto a sus compañeros de rodeo ha terminado una práctica más en la medialuna. A través de una extensa hilera de árboles, el siete veces triunfador de un Campeonato Nacional de Rodeo aparece cabalgando y saluda cordialmente a la distancia.
Desde hace un tiempo vive en el mismo criadero en una casa amplia de madera, donde guarda parte de sus trofeos. Los otros están en Temuco, en el departamento de su madre, Nelly, de 80 años.
Aunque la temporada preparatoria más intensa comienza en julio, Loaiza es de los que no descansa, pues sabe que ésta es la única receta para alcanzar los triunfos.
Parece que el frío no impide la práctica…
No, aquí se trabaja con frío, lluvia y viento. En esta zona donde llueve casi siempre, hay que ponerse una buena manta y tratar de no mirar el cielo. Y si hace frío uno se abriga, pero aquí todos los días se trabaja.
¿Y se trabaja muy duro para ser campeones?
Lo que pasa es que esta es mi pasión y, claro, también es mi trabajo (es jinete profesional del Criadero Santa Isabel). Acabamos de terminar una práctica, pero nuestros ritmos son diferentes a los de otros deportes. Por ejemplo, no te puedo decir cuánto tiempo ejercitamos al animal, porque todo depende del caballo y a éste no hay que presionarlo para que exista un buen aprendizaje.
Como todo hombre de campo, Juan Carlos Loaiza se muestra reservado, de pocas palabras, aunque poco a poco comienza a abrir su intimidad para relatarnos que desde que nació estuvo cerca de los caballos, por el trabajo de su padre, Ernesto Loaiza. “Él se ganaba la vida como arreglador de caballos en Melefquén, un lugarcito cerca de Panguipulli. Ahí tenía su criadero “El Tani”, con el que yo continúo hasta ahora con caballos que tengo en Valdivia, camino a Niebla, y algunos aquí, en el Criadero Santa Isabel”.
En un tono campechano reconoce que “algo se le pegó” y que por eso continúa vinculado al rodeo desde hace 40 años.
¿Entonces su padre fue su maestro?
El viejo fue mi maestro. Haciendo collera con él gané mi primer rodeo, en 1977, precisamente aquí en Futrono. Él se desvivía por su pasión, que también ahora es la mía. Era de los que dejaba de lado la trilla para ir al rodeo. Era su razón de ser.
¿Y me imagino que para Ud. es lo mismo?
Sin duda. Fíjate que yo desde los dos años que estoy arriba de un caballo y no pienso bajarme todavía.
EL LOAIZA FUTBOLISTA
Aparte de su cercanía con los caballos ¿cómo recuerda su niñez?
Como la de cualquier cabro de campo. Al igual que mi madre, que era profesora, caminaba 5 kilómetros para ir a la escuela rural. En el camino matábamos un par de zorzales con el “tirador” junto a otros compañeros que se sumaban en el trayecto y de regreso en la casa me subía al caballo, cuando se podía.
Parece que pudo varias veces, porque le ha ido bien…
Sí, pero mi madre siempre me dijo que primero tenía que estudiar y eso hice, aunque los caballos me tiraron más.
A diferencia de otros corredores Ud. tiene una formación universitaria ¿por qué no se dedicó a su profesión?
Por ahí debe estar ese título. Soy ingeniero en ejecución agrícola de la Universidad de Chile, sede Temuco. La que ahora es la Universidad de la Frontera, pero mi amor por el rodeo fue más fuerte.
¿No le interesó otro deporte?
En ese tiempo de la universidad, en los años setenta, yo jugaba por un equipo de fútbol de Lanco, el “Juventud”, y me estuvieron tentando para irme al Green Cross. No era malo, jugaba de delantero, pero como te digo, me gustaban más los caballos.
NUNCA HE MALTRATADO UN ANIMAL
“Hay rodeo para rato. Ahora hay mucha competencia escolar y también universitaria. Quizás falta más difusión, pero se ha ido avanzando, ahora hay mucho más cobertura de este deporte que antes”, cuenta orgulloso Juan Carlos Loaiza
¿Cómo siente las críticas que acusan maltrato hacia los animales en el rodeo?
Todo el mundo tiene derecho a opinar, cuando hay algo que no le guste. Pero este es el único deporte auténtico, criollo, nacional. Si esto surgió del trabajo de reunir el ganado en la cordillera, para arrear, marcar y hoy es un deporte muy disciplinado. Hay normas tanto para proteger al novillo, como a los caballos.
Pero se aprisiona al novillo y se espuelea a los caballos…
Yo nunca he maltratado un animal. El novillo lo único que hace es sufrir (entre comillas, precisa Loaiza) tres apretones durante todo el rodeo y te aseguro que ese animal no vuelve nunca más a una medialuna
O sea ¿el animal no sufre?
Lo menos posible, porque las atajadas están acolchadas y son circulares para afectar lo menos posible al novillo. Todo está muy normado, hay mucha preocupación por eso.
Si lo comparamos con el pasado ¿podríamos decir que ahora se hace un rodeo de élite?
Probablemente ahora lo sea, porque ha ido evolucionando. Hay gente con más recursos que se ha ido metiendo y están haciendo las cosas bien. Eso es lo importante.
¿Y eso cómo se nota?
En su mayoría son profesionales. Abogados, ingenieros, médicos que se compran su terrenito y en ellos instalan su pequeños criaderos y así van creciendo. Me dicen, oye, se me metió el bicho, ahora no puedo parar, igual como me pasó a mí. Y se nota, porque aumenta el mercado de los caballos y eso da trabajo.
PURO “TALENTO”
Montando a “Talento”, un caballo de 16 años y que en 3 ocasiones ha ganado el más importante rodeo de Chile, en la medialuna de Rancagua, Juan Carlos Loaiza igualó la marca de Ramón Cardemil, de 7 triunfos en torneos nacionales. A pesar de la importancia de esta marca, dice que en ningún caso siente que ha desplazado a “don Ramón” y que sólo ve este récord como una anécdota.
¿Cómo una anécdota?, si con este triunfo entró en la historia del rodeo nacional…
Para mí todos los rodeos tienen la misma importancia. Cada triunfo lo gozo como el primero. Ahora claro, éste fue especial, porque igualé la marca de don Ramón Cardemil y yo trabajé con él antes de venirme al Santa Isabel. Pero también fue especial, porque gané un rodeo donde el nivel estaba muy peleado.
Dando muestras de su modestia, se apura en agregar que el triunfo es parte de un trabajo de equipo, donde junto a su compañero, Eduardo “Lalo” Tamayo, lograron sacarle provecho a los novillos y a los caballos. Cómo no va ser bonito, dice, juntar 5 voluntades para una buena corrida y atajada.
¿Entonces está conforme con lo que ha logrado hasta ahora?
Gané el 87 y el 88. Luego el año 1994 y con el Criadero Santa Isabel triunfé desde el año 2000 al 2002 y ahora el 2007, estoy más que conforme. Sería un mal agradecido si dijera lo contrario. El rodeo me lo ha dado todo. Satisfacciones, es mi trabajo, es mi pasión, al igual que los caballos.
¿Y económicamente es rentable?
No he ganado millones, pero obviamente el trabajo de años me ha permitido tener mis cosas. Pero fíjate que para mí lo material no es lo importante. Esto me ha permitido tener la amistad de mucha gente, porque si bien puede existir envidia, somos un círculo de amigos. Y lo principal, tengo a mi madre viva y tengo a mis hermanos y sobrinos, que me apoyan.
¿Podremos esperar nuevos triunfos?
Yo espero que sí, que haya Loaiza para mucho rato más. Ojalá tenga salud y vida para seguir compitiendo, porque a “Talento” (su caballo) aún le queda algo que dar.
TEXTO: Rodrigo Aguilera