Qué se puede decir del Lago Budi sin quedar corto de palabras. Cómo explicar una belleza dicotómica sin el olor, color y sabor que su propia naturaleza expele. A priori: es el lago salado más austral del mundo y el territorio que posee la mayor concentración de población Mapuche que aún mantiene viva sus tradiciones ancestrales. Si ya se enamoró, vaya, de lo contrario, siga leyendo.
Llegar no es tan fácil, más aún si va en bus, pero vale la pena el esfuerzo y con creces. Lo primero es llegar a Temuco, capital de La Araucanía y cuna de la tierra de indomables.
Como esta es una ciudad relativamente ordenada, sólo debe tomar la Avenida Caupolicán hacia el sur y, justo al frente de un mega mercado, hacer una pequeña curva hacia la Avenida Manuel Recabarren, la que lo conectará con todo el sector oriente de la región.
Así, tras breves minutos, saldrá de la ciudad para encontrarse con exóticos y bellos parajes naturales, ríos, montañas y carreteras rodeadas de álamos. Pasará por la pequeña comuna de Labranza, seguida por Nueva Imperial, luego Carahue –poseedor de la mayor muestra mundial de locomóviles a vapor en su avenida principal-, para así llegar, tras noventa kilómetros de viaje, al mítico Puerto Saavedra.
Desde ahí sólo faltan 2 kilómetros para conocer el Budi, el lago salado más austral del mundo.
El sector es conocido como “boca budi”, una zona montañosa dominada por la inclemencia de la naturaleza. A esta altura del año, los pastos se vuelven barro, el mar se confunde con el oleaje del lago y ambos con el horizonte y el cielo.
Por esto, la pequeña cantidad de casas visibles en el sector está apiladas en las montañas, como a sabiendas que año tras año el agua deambulará por lugares que no le corresponden.
Conocer los parajes del sector es una experiencia única, partiendo desde la mítica y poco usual batalla del Océano Pacífico en contra del humilde, pero no menos despampanante, Lago Budi, los que convergen en un mismo punto, brindándonos una guerra eterna, de tiras y aflojas, sin un claro ganador.
Sin embargo, es este conflicto bélico el que hace al lago Budi tan especial, pues su agua, como era de suponer, es totalmente salada siendo el único en su tipo en América.
Pero estas luchas no son nuevas, ya que el sector ha sido testigo silente de grandes guerras y catástrofes: la primera ocurrió hace más de 400 años y se le denominó La Guerra de Arauco, donde cerca de 3.000 mapuches, entre hombres, mujeres y niños que se refugiaban en el sector, fueron brutalmente asesinados a manos de colonos. La segunda, el maremoto de 1960, inundó gran parte de la zona SurOeste de la Novena Región, modificando por completo la distribución que el ser humano, humildemente, había dispuesto de la tierra.
En sus alrededores viven más de comunidades mapuche-lafkenche, quienes cuidan y atesoran su cultura como nadie lo ha hecho en este país. Por ende, son ellos mismo los que ofrecen circuitos de etno y ecoturismo, contando mitos y leyendas que se han traspasado de generación a generación.
Los misterios del etnoturismo mapuche
En sus alrededores viven más de 110 comunidades mapuche-lafkenche, quienes cuidan y atesoran su cultura como nadie lo ha hecho en este país. Por ende, son ellos mismo los que ofrecen circuitos de etno y ecoturismo, contando mitos y leyendas que se han traspasado de generación a generación.
Basta sólo con bordear el lago para encontrar rukas que ofrecen comidas típicas del sector, artesanía y panoramas tan distintos como cabalgatas, paseos en carretas, en wuampo –una especie de bote- y expediciones. Siempre acompañado por un paraje, cuya flora y fauna convierte al lago en un verdadero paraíso para la observación ornitológica.
Con un poco de suerte puede encontrar a “el lobo”, todo un personaje del sector, quien le explicará sin mayores contratiempos la cosmovisión del pueblo mapuche-lafkenche y los orígenes de la creación del mundo, que ellos confieren al mito de Tren Tren (que representa a la serpiente que da origen a la tierra) y Cai Cai (serpiente que da origen y vida al mar). Y según la tradición mapuche, la confrontación de ambas genera la vida, pero cada cierto tiempo también se generan desequilibrios que hay que restaurar a través de ritos.
Esta zona tan rica en cultura, brinda la posibilidad de participar en actividades culturales, gastronómicas y, por sobre todo, conocer el significado mapuche de cientos de parajes naturales, como por ejemplo el cerro La Mesa y observar in situ un rito efectuado con ocasión del terremoto-tsunami. Y si quiere seguir excursionando, también puede descubrir el sitio del naufragio del buque “Joven Daniel”, la geografía donde vivió el cacique Pascual Coña y recorrer las tierras en que se desarrolló la última batalla entre el pueblo mapuche y el ejército chileno.
En definitiva una gran alternativa para los amantes del descubrimiento y la exploración, quienes podrán conocer paisajes rústicos, solitarios y, lo más importante, el patrimonio de los primeros habitantes de Chile, por mucho menos cantidad de dinero que las ganancias que otorga el valor cultural que ahí fluye.