La comunidad que vive en Barrio Norte se ha mantenido unida y consciente de que la prevención es la mejor arma en contra del coronavirus. Así lo aprendieron con la extensa epidemia de cólera que enfrentaron en su país.
Por Cyntia Font de la Vall
Sigue siendo fácil identificarlos en la calle. Sobresalen por sus rizos, su color de piel, su acento y su llamativa forma de vestir. Solo en Barrio Norte, en Concepción, esta comunidad suma cerca de 300 integrantes, cuya organización y redes de apoyo destacamos en un reportaje (El little Haití de Barrio Norte) de revista NOS en octubre del 2017.
Y es que los pobladores de este “little Haití” no solo se han mantenido unidos estos años, sino que han triplicado su número en el sector, afirma Carmen González, representante de la Fundación Unhibi (Unidad de Inmigrantes Haitianos Biobío), entidad que los apoya desde su masiva llegada a Concepción, ese mismo año.
Carmen cuenta que desde que aparecieron los primeros casos positivos de Covid-19 en Chile, y específicamente en Concepción, solo mantiene contacto con la comunidad haitiana por el WhatsApp de la Fundación, a lo que se suman ocasionales encuentros en las calles del sector, pues la mayoría de quienes no trabajan han optado por mantenerse en sus casas.
Y es que, contrario a lo que pudiera pensarse, estos extranjeros dan gran importancia a la prevención, pues la ven como la mejor estrategia para luchar contra el coronavirus. Tienen experiencia en crisis sanitarias y por eso lo saben. Tras la epidemia de cólera que golpeó a Haití, en 2010, provocando la muerte de casi 10 mil personas, y que recién se dio por superada en 2019, asimilaron que la prevención es la clave para no contagiarse. Y parecen tener razón, pues hasta la fecha, según asegura Carmen González, no hay registro de ningún migrante haitiano de Barrio Norte que haya dado positivo por Covid-19. “Al menos hasta donde sabemos”, añade.
Ernest Noel, técnico en Hotelería haitiano, a quien conocimos en 2017, cuando trabajaba en una panadería en Hualpén -a la espera de que se cumpliera el tiempo reglamentario para obtener su visa sujeta a contrato- es quien colabora más directamente con la mayor parte de la comunidad haitiana de la ciudad. Llegó hace tres años a Chile, junto a su esposa y a su pequeña hija, y cuenta con orgullo que además de haber sumado un nuevo integrante a la familia, ya obtuvieron la residencia permanente.
“Los haitianos sabemos cuidarnos”
Hace dos años, Ernest fue contratado en el Cesfam Tucapel como facilitador intercultural, “pero ahora estoy como administrativo”, aclara. Allí trabaja desde las 8 de la mañana hasta las cinco de la tarde. Pero ahora, a raíz de la pandemia, solo acude semana por medio.
Tras su jornada laboral en el Cesfam se va a atender su kiosco, en el que vende productos de marcas haitianas, como bebidas energéticas, y ayuda a sus compatriotas a enviar dinero a sus familias, y a hacer llamadas internacionales. “A mí siempre me gustó hacer negocios, y desde que llegué a Chile quería instalar un negocito. Mi kiosco abre todos los días, pero ahora no he podido proveerme de productos, por la contingencia, así que solo estoy con lo de las llamadas y las transferencias”, explica.
Su esposa, Milane, trabaja en Hualpén. Sin embargo, por la cuarentena decretada para esa comuna hasta el jueves 16 (cuando hicimos esta entrevista), estaba en casa con sus hijos.
-¿Cómo se están cuidando tú y tu familia durante esta pandemia?
“Mi señora y mis dos hijos están encerrados en la casa, en cuarentena. Yo uso mascarilla, y me cuido mucho, igual que todos los haitianos. Sabemos hacerlo y estamos muy preparados, porque en Haití vivimos la epidemia del cólera, que duró varios años. Ahí aprendimos a cuidarnos, y vimos que lo más importante era lavarse las manos constantemente para no enfermarse”.
-¿Qué te dicen tus compatriotas? ¿Están asustados de enfrentar esta enfermedad en un país extranjero?
“Hablo con los de Barrio Norte, Coronel, Hualpén, San Pedro de la Paz. Nosotros siempre los llamamos para saber cómo están, y darles recomendaciones o informaciones que nos llegan. Y ellos nos cuentan que sí se están cuidando, que usan mascarillas, guantes y todo… En general están tranquilos. Solo les da miedo que, aunque ellos se cuiden mucho, el que esté al lado no lo haya hecho, y resulten contagiados”.
“La comunidad está bien ahora”
-¿Sabes si alguien está en una situación económica difícil en este momento?
“De los que yo conozco, todos están trabajando, algunos con contrato y otros informales, pero hasta aquí todos pueden mantenerse. Hay algunos que están en cuarentena, y las empresas les están pagando una porción de su sueldo… La verdad es que no sé de ningún haitiano con necesidad extrema. Es que después de que cambiaron las condiciones para entrar a Chile, en 2018, no llegaron más haitianos a este país. Entonces, nosotros estamos bien porque llevamos dos o tres años aquí, nos hemos adaptado y ya casi todos hablan español… La comunidad está bien ahora”.
Corrobora esta apreciación Carmen González, quien con orgullo señala que “a los chiquillos les ha ido bien”, lo que en su opinión se debe a que han probado ser buenos trabajadores.
“He visto a algunos vendiendo distintos productos en las ferias libres, porque son inteligentes y se las ingenian para ganar dinero. Hay chicas que confeccionan ropa y la venden e, incluso, hay algunas que venden pelucas… y les va muy bien (ríe), porque a la mujer haitiana en general le gusta mostrar un pelo largo y bonito”, cuenta.
Le pregunto qué fue de Stanley, Ismael, Claude, Ronald y Emmanuel, los cinco jóvenes haitianos entrevistados en el reportaje de 2017, que en aquel entonces buscaban trabajo. “Todos están bien”, dice, detallando que, por ejemplo, Ismael pudo traer de Haití a su esposa y su hijito gracias a la visa de reunificación familiar; que dos de ellos se casaron acá con mujeres haitianas, que algunos ya tienen niños, y que todos están trabajando. Además, los cinco obtuvieron su residencia permanente.
“Stanley y Claudio viven a dos casas de la mía, y están contratados en una empresa, Abastible, creo. A ellos los veo pasar cuando vuelven del trabajo, y siempre vienen con mascarilla… son muy responsables con esto de la prevención”, detalla.
Puntualiza que, en general, los migrantes haitianos se han ganado el cariño de los habitantes de Barrio Norte, “porque son tranquilos, muy de su casa, no hacen ruido y son responsables con el pago de los arriendos… En verdad, hoy son parte de la comunidad”.