En el cerro Caracol de Concepción se ubica esta construcción que originalmente se llamó Torre Bismarck y que data de 1921. Es una obra que mandó a construir el pueblo alemán en honor al canciller germano Otto von Bismarck, pero que con los años se convirtió también en un símbolo de las relaciones chileno-alemanas. Se levantaron 240 monumentos de este tipo en el mundo y el único de América está en Concepción. Recordamos la historia de este hito, hoy prácticamente en ruinas, que está pronto a conmemorar su centenario.
Por Natalia Messer
Autoridades, vecinos y descendientes de alemanes concurrieron en masa un 1 de abril de 1921 al parque Ecuador de Concepción. Portaban antorchas flameantes para guiar el camino. Era tarde, y hace 96 años la luminaria pública era escasa, por lo que la luz proveniente del fuego fue una buena manera para iluminar el ascenso a la cúspide del cerro Caracol.
El objetivo de la procesión era la inauguración de la única Torre Bismarck que se había construido en América -de las 240 que se erigieron en todo el mundo- como homenaje a Otto von Bismarck (1 de abril de 1815 – 30 de julio de 1898), el artífice de la unidad alemana y quien siendo canciller, desde 1871 hasta 1890, instauró el derecho electoral y los sistemas de protección social, como el sistema de jubilación o el seguro médico.
La torre hecha de piedra tenía unos 10 metros de altura y se emplazó aproximadamente a una altura de 80 metros, en la cima del cerro que flanquea al parque Ecuador. Con el tiempo y dadas sus características, se convirtió en un concurrido mirador citadino, desde donde se podía observar una hermosa panorámica de la capital regional. Los penquistas lo bautizaron como Mirador Alemán.
El plan germano
La Primera Guerra Mundial había terminado, y Alemania tenía que asumir las consecuencias del conflicto. A través del Tratado de Versalles (1919), un acuerdo de paz que firmaron más de 50 países, al país germano se le obligaba a pagar la cuantiosa suma de 132.000 millones de marcos oro-alemanes a los países aliados (Francia, Imperio Británico, Rusia, Italia, Estados Unidos, entre otros).
A pesar de la precaria situación económica de esa nación -tuvo una gran hiperinflación en 1920- surgió lentamente una especie de nacionalismo germano, especialmente con figuras políticas como el propio Otto von Bismarck, por su significativo legado para la unidad nacional.
La manera de realizar aquel homenaje fue mediante un ambicioso plan que incluyó el bautizo de calles con su nombre y la construcción de monumentos, entre ellos las hoy famosas torres Bismarck. Pero como había crisis económica se buscó apoyo en los países donde la colonia alemana era numerosa para, de este modo, financiar los proyectos.
El plan original fue construir más de 410 torres en diferentes países del orbe, como Polonia, Francia, Dinamarca, Rusia, República Checa, Austria, Papúa Nueva Guinea, Camerún, Tanzania y Chile, por nombrar algunas. Aunque la mayoría se concentraría en Alemania.
Sin embargo, los alemanes sólo pudieron levantar 240 torres por el mundo, probablemente a causa de la carencia de fondos para la construcción o bien por los estragos que había dejado la Primera Guerra Mundial.
En Chile, y específicamente en Concepción, sí se consiguió el objetivo, la que finalmente quedó como la única de su tipo en el continente, porque si bien en 1905 hubo un intento por construir una Torre Bismarck en Nueva York, el proyecto falló por razones que se desconocen.
Las piedras de Junge
El ingeniero agrónomo Arturo Junge Sahr, hijo de alemanes provenientes de la localidad de Friedrichstadt, fue el gestor de la construcción de la Torre Bismarck de Concepción.
Arturo Junge llegó a Concepción en 1889, para hacerse cargo de la filial de una empresa textil en Santiago, perteneciente a su cuñado, Albert von Borries. Estando aquí, adquirió la quinta Agua de las Niñas en el sector de Pedro de Valdivia, de la capital regional, que luego convirtió en una cantera.
Como descendiente de alemanes, siempre tuvo estrechos vínculos con su colonia (fue cofundador del Colegio Alemán y promovió la creación del Sanatorio Alemán). En 1917, y con la ayuda de los clubes deportivos alemanes de Chile, planificó la construcción de aquel monumento en la cima del cerro Caracol.
La bisnieta de Arturo Junge, Karin Carstens, cuenta que su bisabuelo donó una hectárea de terreno del cerro para situar la torre. “También regaló piedras de granito que tenía en su propia cantera, además de mil pesos chilenos para su construcción”, agrega.
La torre fue diseñada por el arquitecto chileno Roderich von Stillfried y estuvo lista para 1921. La arquitectura se asemejaba un tanto a la Torre Bismarck que se encuentra en la ciudad alemana de Salzgitter. La única diferencia es que el segundo nivel de este último monumento se construyó de metal y no de piedra, como su par penquista. Aunque también la bisnieta de Arturo Junge agrega que siguió el modelo de la Torre Bismarck de Bergedorf, cercana a Hamburgo.
En 1922, se integraron a la parte interior del monumento planchas de mármol grabadas con los nombres de soldados alemanes y también de chilenos muertos en conflictos acaecidos en el país. La obra también sería una especie de memorial para los caídos en combates, especialmente, aquellos fallecidos durante la Primera Guerra Mundial.
La fiesta
No fue casualidad que la Torre Bismarck en Concepción se inaugurara un 1 de abril de 1921. Ese día el canciller Otto von Bismarck habría cumplido 106 años.
El evento fue muy concurrido, como detallan fotos de la época y también unos escritos que aún conserva Karin Carstens, que además cuentan que ese día se izaron en la cima del cerro Caracol las banderas chilena y alemana como símbolo de amistad.
La mayoría de quienes estuvieron presentes en la ceremonia eran descendientes de alemanes. Aunque también ese día se encontraban vecinos penquistas y autoridades que presenciaron la ceremonia y luego disfrutaron de un acto musical a cargo de la orquesta del Regimiento 6º de línea Chacabuco.
Para el final de la ceremonia un gran número de personas se encontraba disfrutando de la gastronomía chileno-alemana, pues “a mi bisabuelo siempre le gustaba agasajar a sus invitados con comida”, dice Karin Carstens.
Esta inauguración marcó un hito en la historia del monumento y se convirtió en una de tradición durante más de una década, que hacía que cada 1 de abril se encendieran antorchas alrededor de la Torre Bismarck.
“Se organizaba la misma caminata siempre. El recorrido partía desde la Quinta Junge, propiedad del bisabuelo, y que se encontraba muy cercana al cerro Caracol. Era una larga marcha pero se hacía siempre en grupo”, relata la bisnieta de Junge.
En la cúspide del cerro los visitantes, mientras admiraban Concepción desde lo alto, aprovechaban de comer y beber los mejores mostos de la época, siempre acompañados de algún número musical invitado. Allí también se daba espacio a los discursos que destacaban los vínculos entre Alemania y Chile. Los medios de comunicación de entonces seguían siempre con interés esta celebración anual.
Sin embargo, y hacia 1939, todas estas actividades chileno-alemanas se vieron interrumpidas, cuando el terremoto, con epicentro en Chillán, que dejó a más de 5 mil muertos, afectó considerablemente a la torre.
La fuerza del movimiento botó el segundo nivel y agrietó por completo la construcción. Desde entonces, este monumento nunca más se utilizó como mirador citadino por el riesgo inminente de derrumbe.
El remezón
El remezón de 1939 fue devastador para la estructura del monumento a Bismarck. Concepción también sufrió los efectos del terremoto. Alrededor de un 95 por ciento de sus viviendas resultaron dañadas.
A esto se suma que Arturo Junge, años después, se fue de Concepción. Por este motivo dejó el cuidado de la torre a los clubes deportivos alemanes de Chile, para que fueran éstos los encargados de recuperar la estructura y que así volviese a tener la mística de comienzos de 1920.
Pero eso no sucedió. Los graves daños en la estructura, que se agravaron con los terremotos de 1960 y 2010, más la falta de recursos imposibilitaron su restauración. De hecho, a la Torre Bismarck penquista se le conoce en Alemania como “la resiste terremotos” (en alemán Der erdbebenresistente Turm).
La construcción tampoco escapó del vandalismo. La torre fue constantemente saqueada y se terminó convirtiendo en una especie de vertedero de toda clase de desechos. “Las planchas de mármol con los nombres de soldados alemanes y chilenos desaparecieron”, cuenta la bisnieta de Junge.
En la actualidad no es posible acceder al interior de la torre, por el riesgo de derrumbe. Para volver a destacar su valor histórico, el pasado 2016 autoridades de Gobierno, a través del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, anunciaron la intención de recuperar los pocos vestigios que quedan y que son parte del circuito turístico del Parque Metropolitano Cerro Caracol, la mayor área verde del Gran Concepción.
“El monumento debe apreciarse como una especie de puente entre dos naciones; ese sentimiento nacionalista alemán que originó su construcción ya no se volverá a sentir, porque vivimos otros tiempos”, cree Klaus Bornhardt, actual director del Club Deportivo Alemán de Concepción.
Conservadas y destruidas
El historiador alemán Jörg Bielefeld publicó, junto al fotógrafo Alfred Büllesbach, el libro Torres Bismarck: Arquitectura, Historia y Experiencias del Paisaje, donde cuenta a través de imágenes, la desconocida historia de estos monumentos únicos, que se encuentran por todo el mundo, incluido Chile, y dedicados al canciller Otto von Bismarck.
“Las torres se erigieron en su mayoría hacia finales del siglo XIX y fueron financiadas y construidas -casi exclusivamente- por el pueblo alemán. Además, la mayoría de estos monumentos tenían la particularidad de que en la punta de la torre se podía hacer fuego, para que en fechas conmemorativas se viesen esas llamas desde lejos”, explica Jörg Bielefeld, quien se ha dedicado a estudiar estos monumentos en profundidad.
El historiador alemán cuenta, asimismo, que el objetivo del fuego en ciertas fechas conmemorativas era para que “se formase una especie de red luminosa sobre todo el Reich alemán, de este a oeste, de norte a sur”, dice.
Y si bien la Torre Bismarck de Concepción se encuentra hoy deteriorada, y ya no es posible que se ilumine su cima, hay ejemplos de otros monumentos de este tipo bien preservados, y que se encuentran hoy presentes, incluso tras haber sobrevivido guerras mundiales.
“En la ciudad alemana de Remscheid hay una Torre Bismarck que se reconstruyó en 1960 y se le dio uso de observatorio. Hoy es posible disfrutar del cielo estrellado gracias a esta iniciativa de conservación”, cuenta Jörg Bielefeld.
El historiador relata que en Alemania, donde actualmente sólo quedan 146 torres en pie, existen iniciativas exitosas para preservarlas, como ocurre con los cerca de 15 clubes Torres Bismarck que se han agrupado con el fin de obtener donaciones y reparar los monumentos que quedan en ese país.
El historiador agrega que durante las últimas dos décadas muchas torres Bismarck fueron renovadas y abiertas al público, ya que ofrecen buenas panorámicas por encontrarse en sitios de altura. Por eso no es raro que algunas de ellas se hayan convertido en hoteles, como la de la ciudad alemana de Naumburg, que se transformó en hotel y ofrece diversos programas turísticos, o la Torre Bismarck más alta del mundo, con 45 metros de altura, que se encuentra en Glauchau, Sajonia, y que entre 1924 y 1972 también funcionó como una especie de hostal-apartamento. Hoy en su planta baja, cuenta con un salón de honor a los caídos de la Primera Guerra Mundial.
El lazo binacional
Lo que convierte a estas torres Bismarck en únicas -como explica el historiador Bielefeld- es que “surgen de una política voluntaria y sobre la base de las donaciones”.
Especialmente el Mirador Alemán del cerro Caracol, que nace gracias a la donación de Arturo Junge. El monumento, que tiene casi un siglo de vida, se ha convertido con los años en un símbolo chileno-alemán y no sólo en una huella para la historia moderna germana.
Una estrecha relación entre dos naciones que se forja durante la segunda mitad del siglo XIX, cuando a Chile llegan a la zona sur del país cerca de 40.000 inmigrantes provenientes de Alemania.
“Esperamos que esta torre vuelva a tener vida…quizás las ceremonias que se realizaban cada 1 de abril no se repitan, pero a lo mejor se podría construir un segundo piso para que vuelva a tener ese aspecto de antes”, opina Klaus Bornhardt.
El monumento Bismarck de Concepción reflejó una época histórica, tanto para Alemania como para Chile. Hoy sólo sus escombros hablan de un desconocido hecho, y que cada 1 de abril, por más de una década, iluminó el cielo penquista, en la cima del cerro Caracol.