El comercio tradicional y detallista del centro de Concepción fue uno de los rubros más afectados por la pandemia y sus consecuencias en la economía. Fueron numerosos los locales que se vieron obligados a bajar sus cortinas definitivamente, y los que volvieron a abrir han debido adaptarse a restricciones sanitarias que cambiaron su forma de acceder al público y de vender. Pero la garra de los comerciantes penquistas se ha mantenido, y muchos han logrado adaptarse a los nuevos tiempos; ya sea reinventándose en sus mismos rubros, o afirmándose en la fidelidad de sus clientes y su tradición de décadas en el centro de la ciudad.
Por Rayén Faúndez.
Desde marzo de 2020, cuando llegaron los primeros casos de Covid-19 a Chile y en el país comenzaron los confinamientos, un total de 399 locales comerciales del centro de Concepción se han visto en la obligación de cerrar sus puertas de manera definitiva. Un quiebre doloroso para el rubro y sus trabajadores, quienes se vieron afectados de manera crítica por la situación sanitaria. Así, dejaron de existir locales emblemáticos del centro, como la tienda Hush Puppies, ubicada en la esquina de Barros Arana y Aníbal Pinto, que por años fue lugar obligado de encuentro para los penquistas, o el tradicional local en la galería Giacaman de Irvin Navarrete, talentoso sastre que por casi siete décadas vistió con elegancia a los hombres de Concepción.
Las extensas cuarentenas vividas durante gran parte de 2020 y los primeros meses de 2021 serían las principales responsables de los cierres de locales en el centro penquista, siendo los más afectados por esta situación el comercio detallista y los negocios tradicionales, que se vieron obligados por la autoridad sanitaria a bajar sus cortinas ante la prohibición de funcionamiento
de rubros determinados como no esenciales.
Asimismo, para abril de este año el comercio penquista registraba caídas en las ventas de hasta un 80%, una negativa situación que comenzó a revertirse el 10 de mayo, cuando luego de 10 semanas consecutivas de cuarentena- el centro reabrió masivamente sus puertas, con la esperanza de no volver al confinamiento.
Este complejo escenario, y sus nefastas repercusiones, han sido muy difíciles de sobrellevar para los comerciantes, dice Sara Cepeda Pinto, presidenta de la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo AG de Concepción. “En su mayoría, los locales no pudieron aguantar esta gran mochila económica y se vieron obligados a cerrar. Otros, lo hicieron debido a las consecuencias emocionales de la pandemia, ya que muchos socios de la Cámara perdieron a familiares por el Covid”, detalla la dirigenta, agregando que el cierre de algunos locales emblemáticos también tuvo que ver con que muchas pymes del centro de Concepción estaban en manos de personas mayores, que no se atrevieron a dar el paso para modernizarse y vender a través de Internet.
Y tiene razón, pues justamente la clave para quienes sí lograron capear la tormenta y mantenerse a flote fue la adaptación a esta nueva realidad, que los impulsó a poner todas sus energías en las ventas digitales. Pero la reinvención constante no es nueva para los comerciantes que, desde hace ya varios años, han debido incorporarla a su quehacer como estrategia para mantenerse vigentes y sobrevivir primero a la irrupción de las grandes tiendas y, ahora, a la desatada proliferación de comercio ambulante en la capital regional.
Ver el problema como oportunidad
Tres décadas de existencia tiene el taller de confección Costuras, ubicado en la galería Remodelación Catedral, en el centro de Concepción. Su dueña, Bárbara Gómez Rojas, dice que el secreto para haber logrado mantenerse por tantos años es estar siempre atenta a las necesidades de los clientes, y adaptarse a sus nuevos requerimientos. Por ello, cuando inició la pandemia y vio que al taller ya no llegaban prendas para reparar, tomó una decisión: migrar hacia la confección de mascarillas reutilizables.
Y es así como comenzó, junto a las 10 trabajadoras del local, a elaborar mascarillas de la más alta calidad, las que además entregaba a domicilio a sus clientes. Gracias a su rápida reacción, y el entendimiento del nuevo escenario como una oportunidad de negocio, a poco andar empezó a recibir grandes pedidos de empresas, que solicitaban hasta 500 unidades.
Pero no todo fue fácil, pues debió lidiar con las dificultades propias del periodo de pandemia, que le complicaban la adquisición de insumos y materiales para confeccionar sus mascarillas.
Pero no se rindió, y logró seguir adelante. Y ante la aparición de competencia y de nuevos requerimientos de sus compradores, una vez más decidió innovar, y pasó de sus primeros modelos, más bien simples, a ofrecer mascarillas personalizadas, que incorporaban bordados y aplicaciones.
“Todas íbamos dando ideas, y aprendiendo unas de otras, forjando una cooperación muy bonita. Siempre nos vamos reinventando, porque sabemos que es la forma de sobrevivir. Gracias a eso, pudimos seguir trabajando y no tuvimos que cerrar. Y eso es importante, pues la mayoría de quienes trabajan conmigo son personas mayores y jefas de hogar. No podía abandonarlas”, dice Bárbara Gómez.
Añade que en su negocio también tomaron resguardos para protegerse, como cabinas plásticas para cada una de las trabajadoras, y que apenas pudieron se volcaron a la venta online, a través de redes sociales. En este proceso, la colaboración de su familia fue clave, tanto en la gestión de las plataformas digitales como en el tema de los repartos, labores en las que la apoyaron su hija y su esposo. “La única forma de salir de esta crisis es a través de la cooperación, aceptando el cambio, implementando nuevas ideas y poniéndole hartas ganas”, puntualiza.
Fidelidad y tradición
La boutique La Rueda, así como la tienda de ropa infantil Conejín, ambas ubicadas en la galería La Hechicera, en Concepción, también han logrado mantenerse en pie de la mano de su dueña, Verónica Pinto Oliver. Y es que con 20 y 40 años de existencia, respectivamente, ambas tiendas cuentan con una larga tradición en la zona, cualidad que utilizó su propietaria -junto a aforos restringidos-, como una oportunidad para conectar de manera más profunda con sus clientes “de toda la vida”.
Pero también debió superar algunos obstáculos, como las restricciones de movilidad, que le hicieron reducir sus viajes a comprar “mercadería”; la imposibilidad de revisar y escoger una a una las prendas y artículos para sus tiendas; el cierre de los locales de algunos proveedores e importadoras, y la incertidumbre ante el escenario pandémico, que le impedía proyectarse a largo plazo, como estaba habituada. Pero, sobre todo, lo que más afectó sus ventas fue que las clientas no pudieran revisar y probarse las prendas de vestir en la boutique, donde la posibilidad de encontrar una pieza única y ver su calce de manera directa es la principal ventaja.
Frente a esta situación, dice, la clave fue bajar las expectativas y avanzar más despacio. “En nuestro rubro hay que adelantarse, hacer inversiones por temporada, pero ahora ya no se podía, así es que hemos aprendido a pensar solo en el día a día, o a proyectar la situación con tranquilidad, semana a semana”.
Y así, a pesar de las complicaciones, Verónica no perdió la esperanza y depositó toda su confianza en la fidelidad de su clientela, conformada principalmente por mujeres, embarazadas y madres. Y no la decepcionaron, pues siguieron prefiriendo comprar en sus tiendas. “Gracias a nuestra experiencia y conocimiento de nuestros clientes, sabíamos lo que buscaban, así es que empezamos a ofrecer ir a dejar los pedidos a sus casas y brindamos facilidades para el retiro de los productos. Además, como el aforo permitido era solo de 2 o 3 personas en los locales, cambiamos nuestro sistema de atención, que se hizo mucho más personalizado”, detalla Verónica Pinto.
Recuperar el centro
Finalmente, y con Concepción en Fase 4, la realidad del comercio penquista ha mejorado bastante. “Hoy la situación es positiva, después de tanto tiempo confinados. Hemos estado activándonos económicamente y las ventas muestran un crecimiento, ya que las compras han ido incrementándose, pensamos, debido a la mayor circulación de dinero por los bonos y ayudas estatales”, dice la presidenta de la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo AG de Concepción, Sara Cepeda.
Paralelamente, relata, la asociación gremial ha trabajado en reforzar la alfabetización digital de sus socios y socias, capacitándolos respecto del comercio electrónico, para que más negocios incorporen la modalidad de venta digital y se adapten a los nuevos requerimientos de los compradores. Y el resultado ha sido positivo, porque cada vez son más los locales comerciales que trabajan de manera mixta, con atenciones presenciales y ventas online a través de una página web o redes sociales.
Durante lo que resta de 2021, añade la dirigenta, el desafío de su gremio será lograr recuperar el centro de Concepción, controlando el comercio ilegal que se ha tomado las calles y que habría aumentado progresivamente a partir del “estallido social” en octubre de 2019. Con esto, estarían protegiendo la subsistencia del comercio minorista y los negocios tradicionales, así como a los clientes. “Las personas deben tomar conciencia del daño que el comercio ilegal hace al comercio establecido, sobre todo, al detallista, pues debemos financiar los sueldos de los trabajadores y pagar impuestos, entre otras cosas. En el informal, en cambio, no existen boletas, contratos de trabajo ni nada de eso”, sostiene.
Misma opinión tiene Bárbara Gómez, quien enfatiza que “es muy difícil competir con quienes no pagan ninguna obligación ni exigencia”, y también Sara Cepeda, quien dice tajante: “Necesitamos recuperar el centro de nuestra ciudad, para dar seguridad a la comunidad y permitir el libre tránsito de todos”.