Se sienten orgullosos de vivir en una población que se originó en los albores del siglo XX con el trabajo de sus antepasados. En ese tiempo, fueron sus abuelos o incluso bisabuelos los que llegaron a poblar y a convertir el agua en una tierra sólida que hoy alberga casas, colegio, iglesia y hasta un equipo de fútbol en el sector de la ribera norte del río Bío Bío.
La batahola que se armó con la construcción del Puente Bicentenario y la eventual erradicación de la población los hizo aparecer en la prensa. Alzaron la voz y dijeron que no dejarían el lugar, porque no son una “toma” y de ser reubicados tendrían que hacerlo en el mismo sector en el que llevan más de 80 años viviendo.
No es una coincidencia que la población Aurora de Chile, de Concepción, lleve el nombre del primer diario que existió en el país. La elección tiene que ver con que sus pobladores se sienten precursores y dueños de una tierra que, dicen, la construyeron a puro pulso, trasladando escombros en carretillas y rellenando lo que en ese entonces era todavía parte del río Bío Bío, en el actual sector de la Costanera. Hoy, bajo la tierra que se pisa en ese lugar, hay cerca de 10 metros de piedras y cemento que recogieron después de las destrucciones que dejaron los terremotos de 1939 y 1960 en la capital regional.
En un lluvioso día de junio, la secretaria de la Junta de Vecinos de la población Aurora de Chile, Priscilla Hernández, camina con tranquilidad por el lugar donde nació, estudió y se desarrolló como persona. Su apego hacia la “Aurora” es fuerte y siente que es una raíz de la que no es fácil desprenderse.
-Como dijo mi viejo: ¡De aquí no me sacan ni muerto! Y creo que ése es el sentir de muchos de nuestros colonos. ¡Son nuestras raíces, nuestra tierra!
Son como una familia. No es extraño que los vecinos estén siempre frecuentándose. Las barreras de la individualidad aquí no funcionan mucho. Todos se conocen y para estas fechas invernales también se preparan en conjunto para enfrentar las lluvias, el frío y el viento que ya bastantes malos momentos les han causado.
-Aquí se inundó en 2006 por el alcantarillado. ¡Reventó todo!, la gente que estaba más bajo del nivel de la calle sufrió mucho. La casa de mi papá se inundó casi a la altura de la puerta, recuerda Priscilla.
Los temporales siguen preocupando a los vecinos. En avenida Errázuriz, una histórica calle de la población y la más antigua de la “Aurora”, junto a la calle Manuel Montt, se ve bien equipado, con botas y traje de agua, a Marcos González, Presidente de la Junta de Vecinos y “aurorino” de esencia -como él mismo dice- ¡hasta la muerte!
-Estamos 24/7 en la población, viendo las goteras. Esperamos que no se levante el viento huracanado no más, dice Marcos.
Ese viento que se levanta junto al río los asusta, porque históricamente ha ocasionado voladuras de techumbres y otros daños a sus viviendas, pero al menos cuentan que las autoridades se han preocupado un poco más de las carencias que existen en Aurora de Chile. Sólo esperan dejar de ser “el patio trasero” de Concepción, como expresan se han sentido a lo largo de toda su historia.
La conquista
Con más de 100 hombres a pie y a caballo comenzó su expedición el español Pedro de Valdivia. La búsqueda de conquista y fama le tomó bastante tiempo, cerca de un año para arribar al valle del río Mapocho. A su llegada, se encontró con un lugar idóneo para establecer una ciudad, que luego se convertiría en la capital del país. La hazaña de Valdivia tenía un fin bastante individual, de conseguir fama y prestigio, digno de un conquistador español de la época. Algo muy diferente a lo que movió a los aurorinos que se instalaron en la ribera norte del Bío Bío. Sus fines no son de fama, pero al igual que Valdivia traían consigo un proyecto de vida, de asentamiento. En las tierras que, en ese entonces y literalmente, carecían de solidez, vieron una oportunidad para que sus casas se construyeran allí.
-Esta población nació en 1919, que es cuando la Fábrica de Paños Bío Bío empezó a operar. Eso quiere decir que dos o tres años antes de esta fecha ya había gente trabajando para construir esa empresa, cuenta Priscilla.
Efectivamente, las familias colonas que llegaron al sector fueron atraídas por la presencia de la Fábrica de Paños Bío Bío y también por la Empresa de Ferrocarriles. En esos años aparecieron los Matus, los Vielma, los Ferrada Poblete, los Ferrada Gavilán, los Gómez, entre otros apellidos, quienes se convirtieron en los “colonizadores” de esta tierra. Muchas de estas familias llegaron desde zonas lejanas. Norte y sobre todo sur de Chile.
Desde Valdivia llegó la familia de Priscilla a Concepción, en 1952, y a la población Aurora de Chile lo hicieron el año del terremoto de 1960. La tierra temblaba y el río se salía de su lecho, pero ya a esas alturas -y como cuentan los pobladores- el terreno era más sólido y los palafitos que allí se instalaron, al comienzo, estaban desapareciendo de a poco.
-Hasta 1975 fueron los últimos anegamientos que tuvimos, porque después se hizo un terraplén, que construyeron particulares. Eso hizo que el río ya no se saliera bruscamente hacia nuestro sector, explica Priscilla.
Esa solución les permitió evitar las enfermedades que aquejaron por bastante tiempo a muchos de ellos. La tuberculosis antes de la década de los 70 proliferaba y se llevaba vidas sin hacer distinción. Mujeres también perdieron a sus hijos por los efectos de la humedad y el frío que traían esos anegamientos.
-Mi abuela perdió una guagua por tuberculosis, cuenta Carolina Flores, directora en la Junta de Vecinos de la Aurora de Chile.
La fuerza de la identidad
Ser de la Aurora de Chile es señal de orgullo e historia para sus habitantes. Y aunque advierten que existe mucha estigmatización y prejuicio de la gente que no conoce la población, tienen completa convicción de que el reconocimiento pasa primero por ellos y luego por las autoridades y la comunidad.
-Creo que con nuestras gestiones hemos logrado que haya una presencia más fuerte del municipio de Concepción, dice Marcos González.
Como un mural lleno de colores, de esos que proliferan en la Región, y que hablan de la historia de la ciudad o de Latinoamérica, también los habitantes de la Aurora de Chile podrían con facilidad hacer un cuadro o imagen mental de la historia de su población. Desde la importancia que tuvo la Fábrica de Paños Bío Bío, hoy un edificio industrial deshabitado, hasta el Colegio Santa Catalina de Siena y el reconocido Club Deportivo Social y Cultural Huracán, fundado un 15 de marzo de 1939, que se ha coronado varias veces campeón en eventos regionales y nacionales.
El caso de la población Aurora de Chile, así como también de la Pedro del Río Zañartu o el sector Pedro de Valdivia Bajo entran en la categoría de barrios singulares. El arquitecto Carlos Inostroza Hernández, director de la consultora de arquitectura Estudio Cero, señala que el barrio de la Aurora de Chile es una creación que surge de la gente y que no se adapta al concepto de “toma”. “La línea del ferrocarril creó un fuerte límite. Entonces, esos terrenos inundables por ríos, esas franjas que tienden a no ser habitadas por la complejidad geográfica, se transforman en lugares en que grupos sociales desfavorecidos pueden acceder a un terreno cerca de la ciudad. Ellos empiezan a rellenar, a ganarle espacio al río, por eso técnicamente no calza con el tema de las tomas. Es un caso singular, donde la historia y los procesos sociales son particulares”, explica. Para el arquitecto lo ocurrido en la Aurora de Chile es algo parecido a lo que sucedió en la Patagonia chilena, donde sus habitantes se declaran “pioneros” y construyen sus propias casas.
-Hay gente que dice ¡estos se tomaron un espacio! (…) Esto no fue una toma de terreno. ¡Esto es la vida! Es tener una identidad. Es tener ganas de vivir y tener algo digno, expresa Priscilla Hernández, mientras se organiza también con el resto de la Junta de Vecinos para que la historia de la “Aurora” sea más conocida por los penquistas y las autoridades.
Marcos González, por su parte, sigue caminando y recorriendo las casas para ver que todo esté bien. No quiere que la lluvia moje los hogares de las personas, especialmente en las casas donde hay ancianos y niños, por eso carga sacos de arena para que el agua barrosa, que se forma en sus calles de tierra, no las inunde. Entre los varios problemas que tienen en la población, lo que más apremia y preocupa es la erradicación de familias por la construcción del Puente Bicentenario que atraviesa al sector. Esto se ha convertido en un dolor de cabeza para las autoridades y la empresa constructora que tuvo que detener la construcción del puente, pues los aurorinos no han sido fáciles de convencer.
El puente que corta
Después del terremoto de 2010 y con el severo daño que tuvo el Puente Viejo, y los otros dos que unen Concepción y San Pedro de la Paz, las autoridades decidieron que era necesario construir un nuevo viaducto. Aparece, entonces, “la mole”, como le llaman los aurorinos. Una obra que ha costado al Estado más de 40 mil millones de pesos. Para finalizar el puente de 2.000 metros de longitud se debe pasar, indefectiblemente, por la población Aurora de Chile. Para los pobladores esta decisión pasó por encima de ellos, pues aseguran que fue una falta de respeto del Gobierno al no prever su existencia histórica en el sector.
-¡Ese puente no tiene un estudio ambiental, social, ni vial! Si construyen un puente ellos debieron pensar en la población, porque somos personas, seres humanos, argumenta Priscilla.
¿Qué pasa con nosotros, los de la Aurora? se preguntan Priscilla, Marcos y Carolina. Cuentan que aún recuerdan las noches de construcción del puente: mucho ruido, polvo y la proliferación de roedores y otros animales que se acercaron al sector debido a la presencia amenazante de camiones, tractores y otras maquinarias pesadas.
-¡No hubo ningún respeto hacia nuestra población!, dice con rabia Priscilla.
-Ellos llegaron y empezaron a construir y no pensaron que se iban a encontrar con una población luchadora. Se acercaron y dijeron: ¡van a tener que salir igual!, recuerda Carolina.
Una de las críticas que se hace, y no sólo ante este tema, sino también a nivel nacional, es la falta de planificación que, a juicio del arquitecto Carlos Inostroza, es una utopía, vale decir, algo que nunca ha existido, y probablemente nunca exista en Chile, porque la lógica con la que aquí se toman las decisiones es otra.
“En el caso chileno el tema de la planificación es utópico, no existe, porque los países que desarrollan la planificación territorial son aquellos que tienen instalado el bien común como un elemento central de su desarrollo, de su cultura, de su política. En cambio en Chile, la Constitución que nos rige coloca la propiedad privada por sobre el bien común”, dice el arquitecto.
Pero ante esta inexistente o criticada falta de planificación, especialmente con la construcción del Puente Bicentenario, los pobladores de la “Aurora” determinaron no hacer caso a las peticiones de salir del lugar y se organizaron para exigir lo que ellos dicen es “su tierra”. El resultado de dicha movilización fue que la construcción del gigante de concreto quedó paralizada.
En la actualidad, las autoridades ya presentaron un Plan Maestro e hicieron un catastro, el pasado enero de 2015, donde dieron a conocer que en los sectores donde se encuentra la población Aurora de Chile viven aproximadamente 1.952 personas. De esta cantidad, el 75 por ciento espera una opción de vivienda en el mismo sector. ¿Es posible?
El seremi de Vivienda, Jaime Arévalo, cree que sí. De hecho, se encuentran a la espera de la contrapropuesta que deben hacer los aurorinos del Plan Maestro que se presentó. La propuesta considera la reubicación de 191 familias prioritarias, que son las que justamente se encuentran en la franja donde pasará el puente. Las soluciones habitacionales para el total de 671 familias por erradicar -para hacer las conexiones finales de la obra- considerará la historia de sus antepasados y los años que llevan viviendo en el sector (relevante será tener más de 50 años viviendo en el lugar). Se estima que cumplen con ese requisito 420 familias. Esto también porque la mayoría de los habitantes del sector no cuenta con un título de dominio, es decir, actualmente sólo un 9,8 por ciento posee la propiedad inscrita en el Conservador de Bienes Raíces respectivo.
Desde el Gobierno, a través del seremi Jaime Arévalo, se señala que se quiere reconocer la historia y el sentido de pertenencia de la población Aurora de Chile, donde lo cualitativo se imponga por sobre lo cuantitativo.
“El concepto de barrio es sumamente importante, porque creo que ahí se sintetiza lo que son nuestras ciudades. (…) Yo lo entiendo hoy y me paro frente al desafío Aurora de Chile, porque creo que el arraigo que tiene este sector de Concepción está vinculado con la historia. El arraigo y el sentido de pertenencia se dan en la medida en que los actores del territorio son aquellos que han sido parte de la construcción de su lugar de origen”, dice Arévalo.
La autoridad también reconoce el peso de la historia que tiene la población por más de 80 años: “Es una historia de mucha tristeza, de mucha segregación, en donde a pesar de aquello las familias a través del tiempo han ido logrando instalar un lugar que les ha permitido vivir hasta hoy”, expresa.
Bajo la mirada del diálogo, los dirigentes de la histórica población creen que el progreso podría llegar de manera rápida a la Aurora de Chile. El Plan Maestro busca ser participativo y, como aseguró el seremi Arévalo, la idea es que el sector, que está a solo 10 cuadras de la Plaza de la Independencia de Concepción, se convierta en un lugar más equitativo e integrado.
¡Nosotros queremos que se acabe la estigmatización del barrio! Creo que se ha forjado una imagen diferente. Tenemos un colegio y profesionales que han salido de aquí. Es más fácil hundir a un barrio que valorar lo que tiene, dice Marcos González.
Los vecinos esperan se pueda dar una interacción más continua y concreta entre el Estado y la población. Tuvieron episodios negros, dicen, que prefieren olvidar, como la extrema politización de la población en dos bandos: unos con el senador Alejandro Navarro y otros de parte de la ex intendenta Jacqueline van Rysselberghe (de ahí que se originó la polémica del video donde la ahora senadora prometía a los pobladores nuevas casas, haciendo pasar las viviendas como “terremoteadas”, en 2011). Otro capítulo poco agradable lo vivieron en la década de los ’90, específicamente en 1996, cuando los terrenos de la “Aurora”, pertenecientes a la Gobernación Marítima, y donde se encuentran sus hogares, fueron traspasados a Bienes Nacionales y luego éstos al Servicio de Vivienda y Urbanismo (Serviu). Ese hecho lo consideraron como un portazo a sus aspiraciones de conseguir por fin un título de dominio.
El orgullo “aurorino”
En las calles de la Aurora de Chile se respira el “orgullo aurorino”. Es algo que no se puede ver, pero que sus habitantes aseguran llevar en su más profunda esencia de pobladores de este histórico asentamiento. Es un privilegio para ellos haber nacido en la Aurora de Chile; haber educado a sus hijos en el Colegio Santa Catalina de Siena; haber visto un día un clásico partido de fútbol del equipo Huracán y haber observado y sido parte por años del progreso de la Fábrica de Paños Bío Bío, a la que ven como parte de la población y la misma empresa también reconoce así, como lo manifestó un ex ejecutivo de la empresa que estuvo presente en el recorrido que organizaron los pobladores durante el pasado Día del Patrimonio.
-Hay gente muy valiosa en esta población y desgraciadamente se nos ha estigmatizado. Lamentablemente el progreso tiene que pasar, pero tiene que ir de la mano con la gente, asegura Carolina Flores.
Es toda una vida la que se defiende, dicen Priscilla, Marcos y Carolina. Por eso es que la porfía que han hecho ver los aurorinos del río Bío Bío para ellos cuenta, porque cuando se tiene una raíz y una historia de años en común, la causa se defiende.