Durante el siglo XX, el rol político de la mujer, participando primero en elecciones municipales (desde 1934) y, luego, en las parlamentarias (desde 1952), representó una transformación radical en los procesos electorales, pues desde un comienzo significó aumentar el padrón electoral en aproximadamente un 30%, para alcanzar, al presente, una representación mayoritaria en el voto ciudadano.
Es durante el gobierno del radical Gabriel González Videla, cuando la mujer alcanza una participación plena en el ejercicio de sus derechos políticos, cerrando un ciclo que se extendió desde la segunda década de dicho siglo, cuando se puede constatar el desarrollo de distintas campañas destinadas a igualar los derechos políticos, obteniendo el sufragio universal.
Son varias las personas que merecen ser citadas como impulsoras de una ley que hacía justicia a las mujeres en Chile. La primera manifestación política a favor de la participación femenina electoral, la encontramos en 1865, cuando el líder católico- conservador, Abdón Cifuentes, manifestara de manera pública una iniciativa en pro de los derechos políticos de la mujer, que no tuvo el apoyo necesario para concretarse. Luego, en 1917, se presenta el primer proyecto de ley para establecer en Chile el sufragio femenino, idea del diputado conservador Luis Undurraga, respaldado por ocho parlamentarios del mismo partido, que tampoco logró respaldo político ni social.
Es, sin embargo, a partir de estas fechas, cuando comienzan a surgir mujeres, de sectores altos y medios de la sociedad, de diferentes corrientes políticas, que habían logrado completar niveles universitarios de educación, obteniendo títulos profesionales, promoviendo la igualdad de derechos ciudadanos, para solucionar una condición que resultaba indigna para la mitad de la población chilena. Destacarán entre otras representantes femeninas, en el desarrollo de esta campaña que se extendió por décadas: Amanda Labarca, Elena Caffarena, Delia Matte, Clara Williams, Georgina Purand, Aida Yávar, Raquel García, Berta Silva, Hilda Muller, Ana Figueroa y Miti Markmann, quienes en diferentes épocas impulsaron, fundaron, dirigieron y entregaron sus mejores esfuerzos, para que proliferaran instituciones que tuvieron como objetivo central obtener el sufragio pleno para las mujeres del país.
En 1934 se aprobó el ejercicio del voto femenino para las elecciones municipales, y ya al año siguiente, encontramos la primera alcaldesa en el país, Alicia Cañas. El 14 de enero de 1949 fue publicada en el Diario Oficial, la ley N°9.292, que aprobó el voto femenino en todas las elecciones del país, abriendo una nueva era política. Ha pasado largo tiempo desde aquel hito, y hemos sido testigos de la llegada a la presidencia del país, en dos oportunidades, de una mujer, Michelle Bachelet. Con anterioridad, prepararon el camino para que la mujer ocupara cargos importantes de representación popular, Inés Enríquez, la primera diputada en obtener su cargo por sufragio universal en 1951, por la provincia de Concepción, y el año 1952, podemos apreciar, por vez primera, la presencia femenina que se incorpora al senado con María de la Cruz, quien, además, había fundado una inédita y, al mismo tiempo, efímera agrupación política, el Partido Femenino de Chile.
La mención que rescata estos hitos de participación política femenina en funciones republicanas relevantes se completa, en particular, para Concepción, con el recuerdo de la primera alcaldesa, Ester Roa. Por último, debemos citar el nombre de Adriana Olguín, que fue la primera mujer que ocupó el cargo de ministra durante el gobierno de Gabriel González Videla.
Todas ellas allanaron el camino para la decisiva representación pública y de participación electoral que hemos visto especialmente en los últimos procesos. Una historia, que debe recordar, el compromiso y decisión de sus gestoras.