Hasta el 7 de agosto se habían registrado 80 inscripciones en la Región del Biobío. Las parejas heterosexuales lideran en cifras, siendo 58, a diferencia de las del mismo sexo que hasta ahora suman 22.
Estas formas de convivencia hoy encuentran una regulación a través del Acuerdo de Unión Civil (AUC). En este reportaje contamos la historia de los primeros en tomar esta opción y recogemos las opiniones con las dos caras de la moneda.
Por Natalia Messer Molina
Desde su anuncio, el Acuerdo de Unión Civil (AUC) generó posturas a favor y en contra. El tema da para la discusión, porque mientras algunos lo ven como un positivo paso para regular las uniones de hecho y dar igualdad a las parejas del mismo sexo, otros lo tildan de “matrimonio disfrazado” o algo innecesario, especialmente, para las parejas heterosexuales, argumentando que si ambos tienen el estado civil de solteros, pueden perfectamente contraer matrimonio sin necesidad de recurrir a esta nueva institución social.
La ley que regula el AUC es la 20.830. En el país, desde el 9 de julio al 7 de agosto, ya habían solicitado hora 1.304 parejas. En la Región del Biobío se han inscrito 80 parejas, de las cuales 58 son heterosexuales y 22 del mismo sexo. Desde el 22 octubre podrán celebrar su unión ante un oficial en las diferentes oficinas del Servicio de Registro Civil e Identificación del país o bien hacerlo a domicilio.
Matrimonio y AUC
Para entrar en la discusión de esta nueva ley no se puede dejar de mencionar al matrimonio, la institución social más antigua del mundo. En Chile, desde 2013 a 2015 más de 160 mil parejas han optado por este compromiso. Y aunque en el vox populi se dice que los matrimonios son cada vez menos, y que sobre todo las generaciones jóvenes rehúyen de esta unión, los números aportados por el Registro Civil indican que la estadística se mantiene y bordea por año en los 60 mil matrimonios.
Aun así, la realidad de las parejas que optan por convivir sin contraer matrimonio no se puede desconocer porque también es amplia en el país. Según una moción presentada por parlamentarios en 2007 para regular las relaciones de hecho, existen en Chile más de 1 millón 300 mil parejas que viven en esta condición.
Esta Ley de Acuerdo de Unión Civil se trata de un contrato que pueden celebrar las parejas heterosexuales y homosexuales que hacen una vida común.
A ellas el Estado de Chile les reconoce el estado de “conviviente civil”, y además regula ante la ley diversos aspectos familiares, patrimoniales y de derechos de salud, laborales y previsionales en la relación.
Los beneficios son amplios. Se reconoce legalmente a los convivientes civiles como “familia” y se otorgan derechos como, por ejemplo, una pensión, en caso de que uno de los miembros de la pareja fallezca. El AUC, asimismo, valida como uniones civiles en Chile a matrimonios de personas del mismo sexo realizados en otras latitudes del mundo.
Dentro de los requisitos que exige esta ley está que quienes contraigan el vínculo sean mayores de 18 años, ser soltero/a, viudo/a o divorciado/a, tener libre administración de bienes y cédula de identidad o documento vigente (para personas extranjeras).
Como indica el Director Regional del Registro Civil e Identificación, Guillermo Miranda: “En Chile no somos libres de testar, porque el testamento tiene ciertas características y regulaciones (…) Con esta ley un conviviente civil podría quedar con todo, porque tiene derechos hereditarios, los mismos que el cónyuge”.
Otro de los puntos que destaca Miranda del AUC es que el contrato se puede terminar de una forma más sencilla que en el matrimonio, que requiere de un juicio o trámite. “El contrato se termina de dos formas: por mutuo acuerdo, en que se acercan a las oficinas nuestras, donde levantan un acta y la suscriben, o bien, por manifestación unilateral. Es decir, uno de los convivientes puede poner término al contrato. Lo único que se exige es que se notifique a la otra parte”, explica. Una vez finalizado, recuperan su estado civil previo al AUC.
El origen de esta ley data del 2011, aunque su nombre era distinto: Acuerdo de Vida en Pareja (AVP), iniciativa presentada por el senador Andrés Allamand y que buscaba regular las uniones de hecho entre parejas heterosexuales y homosexuales. Tuvieron que pasar cuatro años, para que en abril de 2015, y junto con muchas discusiones al interior y fuera del Congreso, el proyecto finalmente fuera aprobado y se transformase en ley.
Daniel y Lizardo
La historia de esta pareja comienza en la década de los ’90, cuando ambos eran estudiantes universitarios. Lizardo Gutiérrez Torres (46), dramaturgo y compositor, y Daniel Durán Sandoval (44), bioquímico de la Universidad de Concepción (UdeC), se conocieron en el ambiente de las artes.
Lizardo Gutiérrez recuerda cuando vio a Daniel bailando en el ballet folclórico de la UdeC, quien por cierto también comparte el gusto por las artes escénicas, paralelo a su formación científica. “Yo iba a verlo, aunque también me lo encontraba en discos. Nunca me atreví a hablarle, porque estaba en una relación de pareja, pero él me gustaba”, cuenta Lizardo.
Tuvo que pasar un buen tiempo para que la historia entre ambos comenzara a escribirse. Fue en 2005 cuando se conocieron formalmente y dicen que desde ahí no se han separado.
“Había terminado una relación en 2005 y dije: quiero conocer gente. Entonces, me metí a una página de citas, pero todos los que contactaba me pedían cámara. Así es que me compré una cámara y contacté a una persona que me gustó por su foto. Él me dice: dame cámara…yo le doy cámara y era Andrés (le llama así a Daniel). Entonces, empezaron los piropos y pensamos por qué no nos juntamos. Así es que dijimos ¿por qué no hoy? Y nos juntamos ese día en mi casa. Cuando abro la puerta era él. Me dije a mí mismo: ¡Yo lo ubico!…mmm ¡yo sé quién es!… y mientras caminábamos, le ofrecí un café, quedó la cagada, porque el café casi se lo tiré encima, choqué con la pared, temblaba, no me salían las palabras, porque era él, después de casi 10 años”, relata aún con emoción Lizardo Gutiérrez.
Desde aquel encuentro han pasado 10 años, y en julio pasado tomaron la decisión de contraer el AUC, por eso solicitaron hora en el Registro Civil. Sin querer, se convirtieron en la primera pareja del mismo sexo de la Región del Biobío en hacerlo.
Una de las críticas que hace Daniel Durán respecto a la discusión que se dio en torno a esta ley es que el tema se ha centrado mucho en “la sexualidad”, especialmente en las parejas del mismo sexo. Ellos opinan que éste es un tema que aún sigue siendo un tabú para la sociedad chilena. “No se habla en la mesa familiar”, dicen.
“Cuando se planteó el tema del AUC, el tema se genitalizó tanto que perdió el sentido que finalmente debiera tener este acuerdo, y que es un contrato entre dos personas, que de alguna manera quieren mantener una relación legal. No es una cuestión genital”, opina Daniel Durán.
La pareja dice que aceptó esta forma de contrato porque lo ven desde un punto de vista práctico, especialmente en el tema de regulación de patrimonio y también porque les da un respaldo legal. Ambos tienen proyectos en conjunto, como Santo Bordell, una compañía de teatro que hace nueve años organiza los “festines”, encuentros de teatros infantiles. La meta de ambos es que la cultura y el arte lleguen a todos, sin distinción.
Una de las garantías que más valoran del AUC es el reconocimiento estatal que se les hace como pareja. Eso sí, la idea del matrimonio sigue presente para ellos: “Nosotros queremos matrimonio. Si hablamos de inclusividad tiene que ser matrimonio. Éste es un paso…son las reglas del juego y las tomamos, pero nuestro norte es que seamos iguales”, cree Lizardo Gutiérrez.
Nelson y Victoria
Cuando Nelson Arias Hidalgo y Victoria Escobar García asistan el 30 de octubre al Registro Civil de Concepción para celebrar su Acuerdo de Unión Civil estarán ad portas de cumplir ocho años de relación. Dicen que quieren consolidarse como pareja e ir paso a paso, por eso tras pololear tanto tiempo, hoy creen que el Acuerdo de Unión Civil es idóneo para ellos.
“Estaba en cuarto medio y tenía una compañera que conocía a Nelson. Ella era amiga de él, entonces un día lo fue a ver a su trabajo y le mostró unas fotos de nosotros. Nelson me vio en una de ellas y le dijo: ¡ella me gustó!, ¿por qué no me la presentas? De eso pasó una semana y se contactó conmigo por chat. Nos pusimos de acuerdo y nos juntamos con Nelson y mi amiga. Conversamos un rato y después vino otra cita, y así pasaron un par de meses, saliendo, conociéndonos”, recuerda Victoria.
Nelson en un principio estaba inseguro de la relación, porque recién venía saliendo de una, por eso se separó de Victoria, pero su decisión no duró más de un mes, porque luego la contactó y desde ahí que están juntos.
“Estuvimos como siete meses sin pololear, conociéndonos. Un primero de noviembre me pidió pololeo”, cuenta Victoria.
La pareja tomó la decisión de vivir juntos cuando la mamá de Nelson falleció de cáncer en el 2013, y eso lo dejó viviendo con su padrastro. “Me estaba llevando mal con él, así es que le dije: ¡no puedo seguir acá! Y luego me fui a vivir por dos años con los padres de Victoria”, cuenta este ingeniero informático.
A pesar de que la relación con los suegros es buena, querían su espacio e independencia y es por eso que en marzo de este año se fueron a vivir juntos en un departamento de la ciudad. Dicen que la comunicación que tienen como pareja es excelente y comparten muchos gustos en común, como la música y las matemáticas, pues Victoria también es del área de la ingeniería. Está terminando la carrera de Ingeniería Civil Industrial.
La decisión del AUC la tomaron por la convicción que comparten con respecto a la defensa de la diversidad, “del amor libre”, de estar con quien yo quiero estar. “De hecho, nosotros pensamos que debería haber un matrimonio igualitario. Tomamos la decisión de firmar el Acuerdo de Unión Civil para decirle a la sociedad que también hay parejas heterosexuales que se van a favorecer y van a estar cubiertas de otra forma, sin querer matrimonio”, opina Victoria.
Pero también creen en la institución del matrimonio, por eso el AUC será sólo un paso y, a futuro, tienen la idea de casarse. Por ahora, es una buena forma de protegerse mutuamente, ya que Victoria no está trabajando y en temas de salud se ve un tanto desprotegida. “Ella está terminando la universidad y yo le puede dar ese apoyo”, dice Nelson.
En su caso, el matrimonio sí tiene una connotación religiosa y por eso es que esperarán un tiempo para concretarlo, aunque también ven en el AUC “una excelente opción para la gente que no cree en el matrimonio, pero que sin embargo quieren resguardarse”.
Dos caras de la moneda
También hay opiniones que consideran que esta ley es una especie de negativo o primo hermano del matrimonio y que su principal finalidad estuvo orientada, desde un comienzo, a darle un estatuto de convivencia a las parejas del mismo sexo. Así lo considera el abogado de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Gonzalo Montory. El también académico de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC) cree que esta normativa tendrá dos consecuencias directas en la sociedad chilena.
“Va a producir discriminación, porque las parejas que quieren mantenerse como parejas de hecho van a decir ¿ahora qué hacemos? ¿Vamos a tener que adoptar este estatuto que es parecido al matrimonio? Y ¿qué pasa si no lo adoptamos? Hasta ahora, a las parejas de hecho la justicia les reconocía algunos efectos jurídicos. Por ejemplo, ante una ruptura, cualquiera de los convivientes podía recurrir a un Tribunal y éste decir: Aquí hubo una convivencia de años, existe un patrimonio común, por lo que se ha formado una comunidad en que cada conviviente tiene un derecho cuotativo. Es decir, hasta antes de la entrada en vigencia de la ley 20.830 había algún grado de solución jurisprudencial para los aspectos patrimoniales de las parejas de hecho, e incluso la ley les reconoce algunos derechos en materia de seguridad social. Pero ahora, si no se suben a esta micro, simplemente no podrán optar a aquello, viéndose entonces obligadas a incorporarse a un estatuto similar al matrimonio, que es precisamente lo que han pretendido evitar”.
La segunda consecuencia, dice, tiene que ver con que la creación de este nuevo régimen debilitará fuertemente la organización de la familia fundada en el matrimonio, porque “las parejas heterosexuales optarán por este nuevo estatuto, más simple desde el punto de vista de las obligaciones recíprocas y también en cuanto a la forma de ponerle término”. Cree que con esto, “se podría estar vulnerando incluso la Constitución Política de la República, que dice que la familia es el núcleo fundamental de la sociedad, en concordancia con la Ley de Matrimonio Civil, que establece que el matrimonio es el núcleo fundamental de la familia, lo que nos está indicando que en nuestro ordenamiento existe una orientación en orden a proteger un tipo de familia fundada en la institución del matrimonio civil”, dice el académico.
En organizaciones como el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) consideran la aprobación del AUC como una celebración de un trabajo activo que dicen haber comenzado hace más de 12 años. “Fueron muchos años de lucha, de todo el equipo voluntario de nuestro movimiento, el que no se detuvo en ningún momento, pese a la fuerte pronunciación de nuestros férreos opositores”, dice Esteban Guzmán Rioseco, vocero del Movilh en la Región del Biobío.
Y si bien el AUC comparte algunas similitudes con el matrimonio, como en temas de regulación de patrimonio principalmente, el dirigente del Movilh explica que se está trabajando en regular algunas materias como, por ejemplo, que se revise la situación previsional de convivientes militares. “Hay diversas instituciones públicas y privadas que no se sienten capacitadas para enfrentar este nuevo proceso, no por discriminación, simplemente porque no saben”, explica.
El vocero también deja en claro que a pesar de las garantías que otorga este contrato, el matrimonio seguirá siendo un tema pendiente.
Por otra parte, el que las parejas del mismo sexo demanden el acceso al matrimonio se convierte también en una paradoja para el abogado Gonzalo Montory. ¿Pero cuál es la paradoja? “Que mientras el matrimonio ha venido siendo considerado, por quienes se dicen y se sienten progresistas, como una institución conservadora, rancia, arcaica y asociada al rito religioso, lo que ha determinado que las parejas heterosexuales tiendan a abandonarlo como alternativa, el mundo homosexual continúe, sin embargo, instando con fuerza por acceder a él”, señala. Sin duda, para el abogado, “esta nueva regulación constituye el primer paso para que se discuta luego el matrimonio igualitario con derecho a la adopción”. Y ello es así, según lo sostiene el letrado, “no por el matrimonio en cuanto tal, sino porque el mundo homosexual necesita de una institución tradicional con la cual poder legitimar su modo de vida diverso”.
Bajo esa premisa, el académico opina que “por el deseo de una minoría no se debería alterar una institución como la del matrimonio, que cumple un rol fundamental en la sociedad, y cuyos fines imponen el que se mantenga sólo para la unión estable y permanente entre un hombre y una mujer”, y lo que determina a su vez -según lo que expone- que la diferencia de sexo como requisito de acceso al matrimonio no sea arbitraria, sino por el contrario, indispensable. Esto siempre y cuando, sostiene, “estemos de acuerdo en que la finalidad del matrimonio no es meramente “certificar” una relación afectiva”.
Esteban Guzmán, del Movilh, explica que el enorme poder simbólico que tiene el matrimonio “sirve para validar el amor de pareja ante los ojos de la sociedad y la ley”. Por eso, cuenta que están trabajando como movimiento para que el Estado de Chile promulgue el matrimonio igualitario. Por eso, adelanta: “Lo que se está buscando es igualdad ante la ley, no construcción de guetos, ni de inventos como presenciamos hace algunos años con el matrimonio interracial en Estados Unidos (…). Chile se encuentra actualmente demandado por el Movilh ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por la denegación de matrimonio homosexual a tres parejas, y en este momento nosotros estamos trabajando, todas las semanas, con el Gobierno para buscar una salida amistosa a la demanda, pero tenemos más que claro que tendremos matrimonio igualitario a más tardar en dos años, porque la unión civil es una cosa muy distinta que no viene a cumplir con todas nuestras necesidades”.
Dentro de estas necesidades, también se incluye que se les permita, y con una regulación, a las parejas del mismo sexo poder adoptar. Guzmán cree que la sociedad chilena está totalmente avanzada en estos temas, porque en sus palabras, “la realidad se ha visibilizado”, y así como las convivencias de hecho encontraron un marco legal, a través del AUC, también lo pueden tener a futuro otros temas como la adopción homoparental y el matrimonio igualitario. Para allá va la discusión.