LA OPORTUNIDAD QUE OFRECE EL ESPACIO VACIO

/ 30 de Julio de 2014

col-USS-Stephane-Franck-USSStéphane Franck Demiddel
Académico y coordinador de Historia y Teoría Escuela de Arquitectura Universidad San Sebastián.

 

Después del terremoto del 2010, la demolición de varios edificios, dañados o destruidos por el movimiento telúrico, generó un dramático aumento de espacios vacíos dentro de la trama ortogonal histórica y tradicional de nuestras ciudades, que se sumaron a los vacíos generados por las famosas playas de estacionamiento.
En el caso de Concepción, el resultado específico es nada menos que 82 espacios, o el 15 % de la superficie construible. Lo mismo ocurre en otras ciudades de nuestra provincia. En Talcahuano la situación es aún más dramática y deplorable.
Considerando la cantidad, el tamaño y la ubicación de esos limbos (las esquinas de las manzanas siempre tienen un mayor impacto visual), éstos han sido fuertemente criticados asumiéndolos como caries de la ciudad que rompen con la continuidad de la tradicional trama ortogonal, limpia y ordenada.
En esta trama, donde las construcciones ocupan principalmente el perímetro de cada manzana, con una altura de tres a veinte pisos y donde existe una alta densidad ocupacional, el peatón forma ahora parte de un tumulto que busca desesperadamente su camino entre las paredes oprimentes a un lado y la amenazadora velocidad vehicular al otro. La trama se ofreció al automovilista, dejando al peatón en un pasillo o túnel.
En ese contexto, considerando el estado actual de la arquitectura que construye una ciudad heterogénea y desarticulada, nuestro paisaje y entorno natural se convirtieron en los principales valores de nuestra zona.
Sobre la base de lo planteado, se propone reevaluar el potencial de los mencionados vacíos como tremendas oportunidades para embellecer nuestras ciudades.
Aquello se puede lograr con la plantación masificada de árboles en esos espacios. Se puede hacer de forma particular o a través de instituciones públicas. Para ello, se puede usar el Acer, cuya altura destaca la relevancia de nuestras avenidas; el Ulmo, que cubre nuestras plazas de armas; el Haya, que colorea nuestras calles grisáceas; el Plátano Común, con su majestuosa protección, o el Acacio para mantener la escala del peatón. Es posible que sean árboles de hojas caducas para ofrecer una valorada sombra en el caluroso verano y el preciado calor del sol en invierno, o de hojas perennes que nos protegen de las lluvias invernales.
El estado de abandono o descuido de los muros ciegos de las edificaciones colindantes a esos vacíos ofrece una espantosa y deprimente imagen. Sin embargo, esos telones urbanos gigantescos son una oportunidad para exponer la destacada actividad pictórica de nuestras ciudades. Por ejemplo, de esta forma se logró embellecer magistralmente la plazoleta de la estación de metro Bellas Artes en Santiago.
Esos elementos naturales y expresiones artísticas son intervenciones puntuales, cuya suma genera un inevitable vínculo con nuestro paisaje y mejora notablemente la calidad de nuestras ciudades. Los programas y fondos institucionales existen. Faltaría actitud.

O’Higgins 680, 4° piso, Oficina 401, Concepción, Región del Biobío, Chile.
Teléfono: (41) 2861577.

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