La pandemia nos ha desafiado durante el último año como sociedad y como personas, pero también, a las empresas.
Un ejemplo fue lo sucedido durante los cuatro primeros meses de la pandemia, donde se había registrado un aumento de 15 % en las licencias médicas por trastornos de salud mental que la SUSESO atribuyó a las cuarentenas, a los cambios en las formas de trabajo y a la incertidumbre propia de los tiempos que estamos viviendo.
Como consecuencia de los problemas asociados a cambios en los estados de ánimo y al agotamiento, están apareciendo de manera recurrente tanto en quienes trabajan de forma remota como en quienes lo hacen de manera presencial, síntomas como irritabilidad, angustia, insomnio o cansancio. A ellos se suman temores por la sensación de incertidumbre, crisis de pánico, estrés, angustia, depresión o situaciones de violencia intrafamiliar.
Pero también se advierten ciertos cambios en las rutinas personales y laborales que han modificado la cotidianidad. A muchos trabajadores, por ejemplo, les ha resultado más efectivo el teletrabajo que su situación anterior, debido a que los tiempos de desplazamiento han cambiado y eso ha hecho que la productividad en el trabajo aumente y sea mayor también el tiempo para estar con la familia.
Una realidad que de cierta manera se condice con el hecho de que más del 70% de las empresas planea continuar con esta modalidad una vez superada la pandemia.
De todo lo anterior podemos concluir que la forma en que enfocamos esta contingencia genera resultados absolutamente distintos, dependiendo de las medidas y acciones que emprendamos.
De allí que los llamados desde el inicio de esta pandemia fueron a separar los espacios domésticos de los destinados al trabajo, a respetar horarios, a establecer límites y a generar pausas durante la jornada. Pero ha quedado demostrado que se debe hacer más, que es necesario establecer estrategias de resiliencia organizacional para que los trabajadores sepan cómo sobrellevar estos problemas que los aquejan y cómo ocupar las herramientas disponibles para mitigarlos. Asimismo, que aunque la mayoría esté en teletrabajo, los empleadores deben seguir muy pendientes de la salud de sus colaboradores.
En ese sentido, las empresas pueden hacer la diferencia,anticiparse y prevenir estos problemas, generando espacios remotos o presenciales, grupales e individuales, para conversar sobre lo que les pasa o sobre lo que sienten sus colaboradores, creando instancias de confianza y de contención para expresar sus vivencias en un momento donde la necesidad de ser escuchados es tan importante como la ayuda que podamos prestar a sus requerimientos.
Estas oportunidades de encuentro se materializan en talleres que están orientados a ayudar a los trabajadores para poder identificar, diferenciar y elaborar estos problemas, ya que existen situaciones esperables en este escenario de pandemia y otras que requieren mayor atención, orientación y, si es necesario, derivación a otros profesionales de la salud.
Con la generación de estos espacios, los trabajadores se dan cuenta que no están solos y, asimismo, experimentan sensaciones de alivio al saber que otros están pasando por algo similar a ellos.
De esta manera las empresas pueden incrementar el bienestar de sus trabajadores y ayudarles a sobrellevar esta complicada etapa.
En resumen, una oportunidad de intervenir para colaborar en este periodo donde todos necesitamos ser escuchados, apoyados y contenidos.