Con el apoyo del Premio Nacional de Urbanismo, Sergio Baeriswyl, identificamos los barrios susceptibles de clasificar en el Programa de Revitalización de Barrios e Infraestructura Patrimonial que anunciara en mayo la Presidenta. Cual más cual menos, Lota, Tomé y Concepción defendieron su mejor opción para recuperar y restaurar lugares emblemáticos. Vecinos de las plazas Cruz y Condell gozaron como niños recordando juegos, bailes y paseos, mientras ex dirigentes mineros, organizados como siempre, ya tienen camino recorrido. Su cultura minera está viva y la defienden a morir. ¡Era que no! Lo propio está haciendo Tomé que, aparte de Bellavista, destaca los barrios textiles de Carlos Mahns y Fiap en el cerro La Pampa. “Hay como un despertar por organizarse y cuidar nuestros barrios!” Al menos, así lo perciben vecinos de “Los Carrera pa’ allá”, en Concepción, que ya comenzaron a echar de menos los adoquines de sus calles.
Por Sonnia Mendoza
Lota ya no tiene su mina, pero sigue rumiando lo que le debe el país por 150 años de carbón mal pagado, miseria y sufrimientos. Es que el asentamiento fundado por los Cousiño no pierde combatividad y ahora -con la misma esperanza de siempre por un futuro mejor- se apresta a fortalecerse como comuna histórico-turística sacándole provecho a sus monumentos.
Diez, al menos, tienen para exhibir aunque están en estado catastrófico por “decirlo suave”, como hace notar José Carrillo Bermedo, el ex presidente del sindicato 6 de Enacar. Justamente, el derruido edificio sindical, su teatro más bien, es otro de los inmuebles, incluido su mural, que quieren rescatar. A eso aspiran al menos.
Campeones para organizarse en un santiamén, no sorprende que a la iniciativa gubernamental de reactivar barrios con interés patrimonial en Arica y Parinacota, Coquimbo, y regiones Metropolitana y del Biobío, en lo que se conoce como Programa de Revitalización de Barrios e Infraestructura Patrimonial, anunciada por la Presidenta el 25 de mayo último, los lotinos se hayan anticipado y tengan bien claro lo que quieren: convertirse con sus poco más de 48 mil habitantes en la comuna piloto de este plan gubernamental.Y es que desde hace dos años al menos, 15 organizaciones con 120 personas están trabajando en lo que denominan Mesa del Patrimonio, Cultura y Turismo. En la industria sin chimenea cifran hoy sus esperanzas aunque piensen que no hay fuente laboral que compense el trabajo en la mina cuyo cierre, en abril de 1997, y su fallido proceso de reconversión fue una debacle para la comuna y para la Región.
Justo Espinoza Montanares, otro ex dirigente del carbón, está a la cabeza del asunto. Ahora se codea con la ministra de Cultura y la mismísima Presidenta aunque no sabe por qué el compromiso de haber declarado “zona típica ya” el eje cívico Carlos Cousiño, desde la Plaza Carrera hasta la Fundición, el 25 de mayo pasado no se cumpliera. Se quedaron con los crespos hechos, pero están esperanzados en que “para descentralizar un poco” la firma del documento se haga in situ, aunque de paso fustigan al alcalde DC Patricio Marchant, quien no estaría de acuerdo con esta zona típica, porque el Plano Regulador, en proceso también, puede reemplazarla.
“Las zonas típicas deben tener un valor patrimonial y, en este caso, es el rescate del valor histórico de lo que fue el movimiento social en Lota porque, la verdad, es que los pabellones han sido intervenidos”, agrega Paula Quiñones Constanzo, docente del Centro de Formación Técnica Lota-Arauco (CFT) e integrante de la Mesa.
De Los Carrera pa’ allá
Los barrios representan un aspecto especialmente sensible en las ciudades contemporáneas, ya que existen muchos indicios sobre el deterioro o simplemente destrucción de ellos en la medida en que la ciudad ha crecido. Por eso al Premio Nacional de Urbanismo, Sergio Baeriswyl Rada, la política de proyección de barrios patrimoniales anunciada por la Presidenta le parece “muy relevante y oportuna”. Y opina que en el Gran Concepción, Lota no es el único aspirante a recuperar barrios y lugares emblemáticos para potenciar sus capacidades sociales, comerciales y turísticas. También califican en la convocatoria presidencial el Barrio Bellavista, en Tomé; Maule y Puchoco en Coronel, Villa San Pedro, en San Pedro de la Paz; los barrios Cruz y Condell en Concepción mismo.
Y aunque sus barrios no fueron mencionados por el experto, hablamos con uno de los representantes de la Población Pedro del Río Zañartu, en pleno festejo por su centenario, Pedro Valenzuela Bravo, y con el dirigente de la junta de vecinos Prieto Cruz, José Neira Sepúlveda. Ambas poblaciones comparten el mismo límite: el cerro Chepe, cuyas entrañas atraviesa el túnel que desemboca en el puente ferroviario diseñado por Gustave Eiffel, construido en 1889 y de 1.889 metros de largo.
“¿Por qué no caminan un poco más los escritores y los historiadores y van al cerro Chepe?”, se quejó, en una oportunidad José Neira, tras representarles a los aludidos en una jornada cultural histórica que Concepción es más que el cerro Caracol, el Barrio Universitario y la plaza de la Independencia. “Es que de Los Carrera pa’ allá estamos los pobres y en Pedro de Valdivia, los ingleses y los comerciantes. La vida en la ciudad circulaba ahí”, dice, pero este hombre, tercera generación en su barrio Prieto Cruz, más conocido como Cementerio por su proximidad al Cementerio General de Concepción, donde marmolerías y florerías copan la actividad comercial, evoca los años 60, cuando a los muertos los llevaban las pompas fúnebres; en carruajes tirados por caballos si eran adultos y corceles blancos si eran “angelitos”. Los cocheros vestían uniforme y sombrero de copa; cuando pasaban, en el barrio les gritaban ¿y a la noche…? “Ocurre que, concluida la jornada, se cambiaban se ropa y volvían a ser los picantes de siempre”.
José Neira admite que -a diferencia de otros sectores de Concepción, Lota o Tomé- él es el único interesado en rescatar hitos, historias y recuerdos de su barrio. ¿El principal? El cerro Chepe, dice, que debe su nombre al cacique del mismo nombre; tiene una altura de 85 metros, posee un mirador -un hito urbano creado por Guillermo Otto, ex administrador del cementerio y del cerro-, para convertirlo en paseo público.
También existe allí una cruz de 20 metros que mira hacia la ciudad. Se levantó, cuenta, en paralelo al mirador (de cuatro metros de altura), en homenaje a las víctimas del “remolino” que cruzó la ciudad provocando destrozos materiales y humanos. Para llegar a ella, hay que subir 142 peldaños de una escalera que se ubica en calle Briceño; en su base, una placa dice: In memoriam XIX Centenario Redemptions XXXIX MCM XXXIII (30.9.1933).
Con 25 mil personas, el nombre de su población, todavía con calles de adoquines, rinde homenaje a los generales nacidos en Concepción: José Joaquín Prieto Vial; José María de la Cruz Prieto y Manuel Bulnes Prieto, ex presidente de Chile.
Su vecino, Pedro Valenzuela, evoca al filántropo Pedro del Río, quien donara los terrenos para construir la población. Ellos aspiran a recuperar la plaza y sus árboles; armar una biblioteca, tal y como les pidiera la profesora de todo el barrio, Irma Domínguez, y un reloj -aparentemente guardado en dependencias de la Municipalidad- cuyo destino era el cerro Chepe.
Odeones
De Los Carrera para allá “no existimos”, remata a su vez Marco Antonio Contreras Mella, de la Plaza Condell, quien apunta que a diferencia de sus vecinos de la Plaza Cruz, tienen Odeón, pero fracturado en su base después del 27/F. Recuperarlo es una de las aspiraciones de los vecinos que se lamentan haber perdido sus calles de adoquines. “Lamentablemente, en algún momento imperó el concepto progreso que era tener calles sin adoquines; la modernidad es hoy plástico y desechable, pero estas piedras las traían de las canteras de Laja y las perdimos”.
Al último terremoto, sucumbió también la Iglesia San Juan de Mata, construida en 1890 -un centro de reunión social importante que ahora es, “un container con vidrios”- y les urge recuperar la población Eleuterio Ramírez y la Remodelación Paicaví; sectores para recreación de los adultos mayores y, en lo posible, reeditar las regatas que se hacían en la laguna Las Tres Pascualas, otrora hábitat de bandadas de cisnes.
Reconstruir su propio Odeón es también una aspiración del grupo Cultura plaza artística sector Cruz donde, poco a poco han ido recuperando algunas tradiciones como la Cruz de Mayo, el Vía Crucis y la Fiesta de los Faroles, el 21 de septiembre. “Antes la gente ni se miraba ni se saludaba; no había unidad en el barrio, pero ahora hay como un despertar”, refiere Dina Schulz Tapia, bien orgullosa del avance que han logrado junto a los vecinos Georgina Gutiérrez Díaz, María Elena Vásquez y Roberto Abásolo Abril, el poeta.
“Tenemos la cultura en el barrio; hay una pintora y una artesana también”, cuentan y coinciden -cual adolescentes- en recordar los carretes de la época: bailes al aire libre en las plazas y donde las niñas en edad de merecer iban con sus padres. “En nuestra época, el respeto era tremendo”, dicen.
En la plaza, cuentan, todavía existe una pileta -otrora poblada con peces de colores- protegida con una reja de fierro que perteneció a la plaza de la Independencia.
Cultura minera
El Ministerio de Cultura está en proceso de modificar su legislación para incorporar el patrimonio intangible y armonizar distintas culturas, porque “se ha dado mucho valor a la cultura española y no a la de los diez pueblos originarios y en nuestro territorio a la cultura mapuche. Nosotros apoyamos y reconocemos distintas culturas que se han ido creando a través de esta mezcla: cultura criolla, campesina, minera”, dice Paula Quiñones.
Por eso -agrega- su grupo de Lota ha luchado por esa declaratoria de “zona típica minera”, porque todos los días ven cómo se pierde el valor patrimonial de la zona escogida. La declaratoria que esperan -y será desafío de la Mesa consensuar un modelo de gestión, según adelantan- permitiría proteger, conservar y educar a la gente en cómo cuidar ese patrimonio, pues a diferencia de la ciudad de Sewell, en Rancagua, Lota sí tiene la cultura viva y ése es el valor mayor: “Estamos con gente que ha vivido de la mina, que tiene hijos y nietos. Ese valor es único, por eso es importante y de manera urgente esa declaratoria de zona típica minera”.
La ciudad minera de Sewell, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2006 por su incalculable valor histórico y cultural para Chile y el mundo, pertenece a la comuna de Machalí; está emplazada a 64 kilómetros de Rancagua y empezó su construcción y poblamiento con el nombre de El Establecimiento en 1904, bajo la mano del ingeniero estadounidense William Braden, de la empresa minera estadounidense Braden Copper Company, dueña del yacimiento minero El Teniente. Quince mil personas llegaron a vivir en ese enclave cordillerano.
-Aquí, a diferencia de Sewell donde hay esperanzas, ilusiones, desafíos y tantos otros conceptos que trae aparejado el ciclo de la vida, ¿Cómo enfrentan ese desafío? ¿Hay proyectos concretos?, ¿Hay algo claro respecto de los recursos con que contarían?
Ése es el principal desafío. Una vez hecha la declaratoria, la Mesa tiene el apoyo y la asesoría del director de Consejos Monumentales, Alexis Muñoz; él nos ayudará a cuantificar qué significa la recuperación y restauración de esa zona típica. En el fondo, de todos los hitos que tenemos incorporados y que tienen más bien este valor histórico patrimonial. Lo que nosotros pretendemos es concentrarnos ahora, precisamente, en levantar esa información, porque además hay que pedir autorización a los dueños de las casas. Aquí no es como Sewell; aquí hay gente. La idea es hacerlo junto con ellos y en conjunto presentar un modelo de gestión de zona típica. Eso va a implicar trabajar con los barrios, con la comunidad. No queremos que sea una imposición, sino que se sientan parte y valoren la importancia de que ellos sean parte de una zona típica.
-Usted ha dicho que no cuentan con el respaldo del alcalde, pero sí de cuatro concejales…
Es un avance, pero la verdad es que ellos no tienen mucho poder de decisión; nuestra preocupación mayor es que no avanzamos en lo técnico y en lo legal que son las ordenanzas municipales asociadas al apoyo turístico para la comuna. Necesitamos de manera urgente un plan de desarrollo turístico comunal. Son instrumentos públicos que están bajo la responsabilidad de los municipios y que ayudan a desarrollar mejor, en el fondo, los modelos de gestión de zona típica. Y eso, la comuna lo adolece.
-Otras iniciativas que partieron mucho antes que ustedes, como Lota Sorprendente, por ejemplo, ¿Hay vínculos con ellos?
Son parte de la mesa. El circuito a través de su corporación Baldomero Lillo participa activamente en los encuentros. Hay que decir sí, que es uno de los hitos turísticos que hay que recuperar; hay que invertir mucho. Después del terremoto, el circuito en su conjunto –hasta Chivilingo- sufrió los desastres naturales y sociales. Se robaron casi todo en la hidroeléctrica lo que también pasó con el parque. Hay que invertir y quienquiera que esté a cargo de la administración necesita recursos. Es otro desafío.
-Y aparte de Chivilingo y el Parque ¿qué otros hitos consideran susceptibles de recuperar?
Los dos fuertes de Colcura y el fuerte viejo , el edificio del Desayuno Escolar y el ex sindicato n°6 en Lota bajo; la mina El Chiflón del Diablo, la Torre Centenario, el Pabellón 83, Parque de Lota, la Casa Gota de Leche, en Lota Alto. Aparte de eso, existen 20 mil carpetas laborales de Lebu, Curanilahue y Lota. Hay interés por rescatarlas y convertirlas en un gran centro de documentación laboral, junto a la de otras empresas como Huachipato y Tomé. Allí hay contratos de trabajo de niños de 9 años, de modo que los cuentos de Baldomero Lillo fueron reales. Hay una mirada sociológica importante ahí de los mineros (procedencia, entorno social, viviendas, feriados, ausentismo y otros). Enacar concluye su proceso de liquidación en 2015; guardar toda esa documentación requeriría la construcción de un edificio especial.
Bellavista, república independiente
Bellavista, en Tomé, donde hoy viven 2 mil personas, podría ser otro firme candidato del Programa de Revitalización impulsado por el Gobierno, y al respecto Álvaro Pinochet Flores, ingeniero agrónomo y presidente del Consejo Comunal para el patrimonio-Tomé, habla de su lucha por la preservación de la abundante riqueza patrimonial de la comuna y su aporte al desarrollo.
Asegura que para los tomecinos sería una gran oportunidad poder revitalizar barrios que representan el sentir y que son valorados por la comunidad, no sólo por los que allí los habitan, ya que conmemoran parte de su historia, de sus vivencias y son patrimonio vivo de la ciudad que deben preservar. “Sería una gran desafío que Tomé logrará acceder a este programa que potenciaría su vocación turística”, dice.
De Bellavista mismo, resalta su valor social, histórico, arquitectónico y cultural que hacen de él un ícono identitario del desarrollo de la industria textil en el país. Destacable -dice- es el tema social que ha trascendido en el tiempo, ya que en torno a la empresa se formó un barrio con características propias tan arraigadas en sus habitantes que hasta el día de hoy es una comunidad que se reconoce como un barrio familiar, que los identifica plenamente y del que incluso “nos referimos a la república independiente de Bellavista, ya que crecí también en este barrio. Por ello es que puedo decir que la fábrica es inherente al barrio de Bellavista y el barrio de Bellavista es inherente a la fábrica”.
Pinochet destaca el tema emocional. “También es muy importante ya que padres, hijos y abuelos formaron parte de los trabajadores y trabajadoras que integraron la mano de obra de esta industria, es decir, su importancia atraviesa varias generaciones”. En lo arquitectónico, recuerda que sus construcciones son representativas de un pasado industrial que -en su conjunto armónico- es de un estilo modernista art nouveau, representado por las construcciones de la industria, gimnasio y sindicato.
Asimismo, detalla que la arquitectura de sus viviendas representa la estratificación social propia de las ciudades industriales, con barrios para empleados con casas aisladas o pareadas de dos pisos y barrio obrero con fachada continua y viviendas de un piso.
Históricamente, la fábrica Bellavista, fundada en 1865, fue el motor del desarrollo industrial textil y portuario de Tomé, en torno al cual se sustentó el crecimiento de la comuna en conjunto con la actividad agrícola. “Actualmente -agrega- es nuestro interés y estamos apoyando junto a la comunidad y a la autoridad local la declaratoria de monumento histórico de la fábrica Bellavista”.
-Da la impresión que “el bloque” de edificios que se levantó en este sector, frente a la playa, opaca un tanto la Iglesia y otras construcciones existentes en ese barrio. ¿Los tomecinos lo ven así o es una impresión afuerina errada?
Los edificios construidos por la inmobiliaria Santa Beatriz en el eje Almirante Latorre, en un paño en el cual se encontraban las bodegas de la Fábrica Bellavista, representan un claro ejemplo de instrumentos de planificación, como lo es el plano regulador comunal, que no asumen las demandas de la comunidad en relación con la preservación del patrimonio arquitectónico y que son totalmente permisivas sin respetar el entorno existente.
No existe una política comunal capaz de visualizar formalmente cómo queremos proyectar nuestra ciudad. Efectivamente, hemos comprobado en nuestras actividades con la comunidad tomecina, especialmente del barrio Bellavista, de nuestro Consejo e incluso de afuerinos un sentimiento de rechazo a esta intervención urbanística, lo que no significa que la comunidad esté en contra del progreso y desarrollo de la comuna; sólo exige respeto por su identidad que en este caso se refleja en lo arquitectónico.