Conozca todos los esfuerzos que se están haciendo en el sector construcción como parte del proceso de reconstrucción, ya iniciado. También las recomendaciones que hacen expertos para mejorar las normas de seguridad para las edificaciones y las medidas que se requieren para agilizar la actividad del sector.
Arquitectos e ingenieros opinan: Último terremoto motivará cambios en el diseño de construcciones
Mayor rigidez en el control de las normas de construcción, dejar atrás la flexibilización y evitar la exacerbación de los diseños arquitectónicos son algunas de las enseñanzas que dejó a profesionales el reciente terremoto.
Iván Cartes, académico de la Universidad del Bío Bío, afirma que después del 27 de febrero es preciso que los arquitectos y las escuelas que imparten esta carrera modifiquen sus miradas, poniendo nuevamente de relieve la creación de diseños sobrios y libres de excesos.
La arquitecta Susana Herrera ratifica esta postura y añade que es necesario hacer una evaluación a las últimas modificaciones realizadas a las normas chilenas de construcción. “Chile tenía normas más estrictas, incluso que las de Estados Unidos. Claramente no fue acertado flexibilizarlas y deberemos realizar una revisión junto a los calculistas para enfrentar el futuro”, acota
Agrega que los ingenieros especialistas en mecánica de suelos también deben replantearse su forma de trabajar a partir de los aprendizajes que deja este megasismo, para otorgar mayor seguridad a las edificaciones. Y apunta que sería pertinente que los planos reguladores restrinjan la altura de las construcciones, en concordancia con la promoción de una mejor calidad de vida para las personas. “En lo posible hay que evitar que las urgencias y compromisos políticos fuercen malas decisiones de planificación territorial”, indica.
El ingeniero Andrés Fuenzalida, Sub Gerente Técnico VII y VIII Región de Socovesa, señala que debe destacarse que en su mayoría las construcciones de viviendas en el país respondieron positivamente, considerando la magnitud del terremoto. “Nos habíamos basado en las experiencias del terremoto del año 60, que fue el más intenso registrado en nuestro planeta”, acota.
Afirma que la norma es exigente, pero que lo que se requiere es mayor control de calidad a la industria. Comenta que es cierto que hay materiales que se comportan mejor frente a situaciones sísmicas y, de esos, la madera es un material de excelente respuesta. Sin embargo, añade, el evento que se produjo en la zona central es la mezcla de un terremoto y un tsunami y las viviendas de madera o de materiales livianos no presentan una buena respuesta ante el efecto de las mareas, por lo que no existe una receta con un material específico.
“El desarrollo completo de un proyecto debe ejecutarse con seriedad y con estricto apego a la norma, para lo cual debemos preocuparnos de un buen estudio de los suelos de la zona para construir, de modo que sirva de información para el diseño de las fundaciones y de la estructura de las viviendas; luego de la ejecución y revisión o supervisión de todos los elementos estructurales de la vivienda. Esta columna vertebral no debe ser descuidada. A nuestro juicio debiera ser inspeccionada por algún ente externo de control para garantizar su ejecución”, declara Fuenzalida.
Por su parte, el ingeniero estructural Mario Pinto, académico de la Escuela de Obras Civiles de la Universidad Andrés Bello y experto en daños sísmicos, señala que a partir de la experiencia recientemente vivida, supone habrá mayor énfasis en la inspección técnica. “En mi opinión, lo que va a suceder es que se realizará un control mucho más riguroso en el cumplimiento de las normas”, expresa.
Afirman especialistas en ingeniería: La seguridad es lo primordial
Revisiones a las actuales normas de cálculo antisísmico, aplicar nuevas soluciones para el mejoramiento de suelos, además de educar a la población sobre cómo comportarse ante la ocurrencia de un sismo son algunas de las indicaciones que hacen especialistas en ingeniería, como el consultor Juan Marcus y el ingeniero Jorge Guardia.
Juan Marcus señala que tras el terremoto del 27 de febrero, una de las primeras tareas es reconstruir las ciudades que han sido afectadas. Esto incluye habilitar servicios básicos como agua, luz, gas, fibra óptica, telecomunicaciones y telefonía, además de, en el menor plazo posible, reparar calles, edificaciones dañadas y construir un nuevo puente sobre el río Biobío.
Jorge Guardia, ingeniero de la Pontificia Universidad Católica de Chile, propone la incorporación de nuevos materiales, como los paneles SIP, que son planchas de madera aglomerada que van unidas a una plancha de poliestireno expandido, lo que lo hace muy liviano y resistente, características relevantes ante un evento como un sismo.Diseño y aislamiento
El diseño es un elemento fundamental en la resistencia de las viviendas, ya que generalmente una estructura que es simétrica o “cuadrada” se comporta bastante mejor que una que no lo es, pero eso también atenta contra la estética de las construcciones. Guardia agrega que esto es posible solucionar con un buen cálculo estructural que refuerce aquellas zonas en que la edificación es más original, aunque, obviamente, esto tiene un costo mayor a la de una construcción con arquitectura más sencilla.
Incentivos permitirán una reconstrucción más rápida
La necesidad de incentivos para agilizar el proceso de reconstrucción son compartidos por arquitectos, constructoras e inmobiliarias. Los mecanismos propuestos van desde la ampliación de las zonas urbanas de renovación; agilización de trámites en municipios y fondos extras para promover la venta de la actual oferta de casas y departamentos.
Arturo Maia Rodríguez, Gerente inmobiliario de Constructora Lagies, plantea ampliar la zona de renovación urbana hacia los sectores devastados por el terremoto y que presentan menor congestión vehicular, entre ellos Concepción centro y San Pedro Viejo. Asimismo, reactivar el debate sobre el descuento en el IVA de la construcción que desde el año pasado comenzó a afectar a las viviendas sobre 2.000 UF y ampliar el plazo para el DS40. A ello agregó la idea de retomar las medidas financieras que permitan flexibilizar el otorgamiento de créditos hipotecarios; tasas de interés mixtas (2 ó 3 años con baja tasa y saldo plazo a tasa pizarra, además del 100% de financiamiento, así como ampliar el radio de codeudores. “Medidas de ese tipo serían de gran ayuda para este año que se inicia con un escenario nuevo post terremoto”.
Maia pide la agilización de los trámites municipales; especialmente en la obtención de las recepciones municipales de algunas comunas y suspender el cobro del impuesto al mutuo, de modo de bajar los gastos operacionales, así como el beneficio tributario por pagos de interés de dividendos hipotecarios e incentivos en la contratación de mano de obra; capacitación y subsidios para trabajadores de zonas costeras afectadas.
Apoyar venta de viviendas
Fondos extras para promover la venta del stock de las soluciones habitacionales existentes es una de las propuestas que hacen las empresas inmobiliarias de la zona. Así lo plantea Andrés Viveros, Gerente de Ventas VII y VIII Región, de la empresa Socovesa.
Indica que le parece importante destinar fondos que no sean traspasos de otros programas ni anticipos de futuros llamados, para el stock disponible de entrega inmediata en el rango de viviendas de hasta 2.000 Unidades de Fomento (UF). Agrega que para el rango de 1.000 a 2.000 UF, y tomando en consideración la devastación provocada por el terremoto, debería generarse una modificación al DS 40.
Además, que es imprescindible mejorar los tiempos de respuestas, emisión de certificados y pagos por parte del Serviu, disminuyendo la incertidumbre que al respecto se genera en las empresas y los futuros propietarios. Señala para el mediano plazo y para las soluciones provisorias repetir el uso del DS04, que permite absorber una importante cantidad de mano de obra, problema que se sobreviene como consecuencia del terremoto.
Afirma Gian Mario Giuliano, doctor en Ingeniería Sísmica: “Se debe incrementar controles en la ejecución de proyectos”
Pilares, fundaciones, vigas, cadenas, machones, losas y fallas son vocablos que se harán populares entre quienes vieron destruidas o dañadas sus viviendas y departamentos, especialmente, edificaciones nuevas y ofrecidas como muy seguras.
“Sólo habíamos observado las consecuencias del terremoto de 1960, teníamos registros de lo ocurrido en 1985 y eso explica que no podíamos conocer cómo se iban a comportar las construcciones. Era posible intuirlo, pero no con certeza”, advierte Gian Mario Giuliano, profesor de la Universidad de Concepción, especialista en Ingeniería Antisísmica y miembro de la Asociación Chilena de Sismología de Chile. Agrega que el episodio del 27 de febrero es un hecho poco frecuente que se registra cada 1.000 años y del cual no había registros.
Explica que de acuerdo con la filosofía que inspira a la norma chilena antisísmica, es decir, evitar muertes y que los edificios no colapsen, todas las construcciones se comportaron bien. “Es necesario considerar que se trata de un fenómeno inédito, porque lo habitual es que en los terremotos subductivos (por roce de las placas), los movimientos sean de corta duración y en este caso nos enfrentamos a pulsos muy largos, con un periodo total muy prolongado. De este modo nos encontramos con una ingeniería estructural que cumplió con la filosofía”, acota.
Más control
Durante estos días, el doctor en Ingeniería Gian Mario Giuliano ha visitado como revisor y consultor muchas construcciones afectadas por el sismo y señala que uno de los aprendizajes que debe dejar este episodio es la necesidad de poner más control en los proyectos, tanto en su formulación como en su ejecución. “Hoy se realizan los cálculos y se exige la revisión por parte de un revisor independiente; pero, durante la construcción se producen algunos problemas, a veces por falta de claridad o precisión en planos o especificaciones”.
Destaca que hasta hace unos veinte o treinta años la ingeniería en Chile era un ejemplo que motivaba la visita de expertos extranjeros para estudiar la resistencia de sus construcciones, pero que durante el último tiempo se aprecia un cierto grado de “relajo”, que se ha traducido en que ahora las visitas sean para observar cómo nuestras construcciones se caen. “Pasamos de un sistema estructural con alta densidad de muros a estructuras tipo marcos. Además, hemos cedido a la osadía del diseño arquitectónico donde las formas son cada vez más irregulares, lo que dificulta la modelación y hace las estructuras más vulnerables. Deberíamos volver nuestra mirada a la naturaleza y observar que esta siempre opta por las formas más sencillas, que se comportan de mejor manera”, sentencia.
Insiste en que ha fallado el control durante la ejecución, en los cálculos de parte de la inspección de obra. Y comenta que ha observado juntas mal hechas, empalmes de armaduras no ajustados, lo que redunda en que debe ser mucho más cuidadoso en la ejecución de las obras.
Un paso más
Mario Giuliano señala que Chile debe dar un paso más allá de su actual posición de preocuparse de salvar vidas a uno donde se salvaguarde también el patrimonio. “Pero debemos estar dispuestos a pagar por asegurar ese patrimonio, es decir, si hoy pagábamos dos mil Unidades de Fomento por un departamento, para asegurar esa inversión debemos saber que nos va a costar ahora dos mil quinientas UF o algo más tal vez. Sin embargo, ésta es una decisión que debemos tomar como país”.
Otra crítica que hace el profesional es a la manera en que se define el crecimiento de las ciudades, “pues muchas veces no se hace con rigurosidad. Hay zonas donde los suelos no son viables y es preciso que se prohíba la edificación con destino habitacional o se exija la construcción con estándares más elevados”.
Zonificación
Ante la duda acerca de la existencia de una diferenciación de criterios para las exigencias de construcción por riesgo sísmico, advierte que la zona de más riesgo es la zona costera, la depresión intermedia tiene riesgo medio y la cordillera está calificada como de bajo riesgo.
Sin embargo, hace falta más información en relación con las zonas de inundabilidad y educar a la población sobre cómo actuar ante la ocurrencia de un evento como el terremoto del 27 de febrero.
Insiste finalmente, en que si bien la ingeniería cumplió lo exigido por la norma para un sismo de la intensidad registrada, es requisito asumir que éste era un evento no registrado anteriormente “nosotros, como país estábamos preparados para recibir a un ladrón, pero no conocíamos a este ladrón. Ahora tenemos mucha más información para actuar en el futuro en relación con todo lo que debe ser la nueva normativa y control de las obras que se ejecutarán”, concluye.
No se aprenden las lecciones: Sin medidas preventivas los impactos de maremotos y sismos serán mayores
El oceanógrafo y ex director del Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA), Alfonso Campusano, señala que Chile debe tener un sistema de comunicación a prueba de todo. Además un organismo que integre a todos los científicos de Ciencias de la Tierra para estudios permanentes sobre la evolución y riesgos de movimientos telúricos.
Quizás lo sucedido el 27 de febrero en el Gran Concepción podría recordarnos los hechos ocurridos hace más de 350 años y que fueran relatados por el historiador Francisco Encina, entregando antecedentes de grandes sismos y maremotos, cuya magnitud se desconoce por no existir instrumentos para medirlos, pero sí queda claro que fueron devastadores, lo que obligó a reconstruir Concepción en su actual ubicación, la que originalmente estaba en lo que hoy es Penco.
Así lo recuerda el oceanógrafo Alfonso Campusano Osores, académico de la Universidad Andrés Bello y ex director del Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA), quien enfatiza que Chile, junto con Japón, son las naciones más sísmicas del mundo, con una trayectoria de terremotos, erupciones volcánicas y tsunamis con los que debemos convivir.
Ante esa realidad advierte que es urgente para el país disponer de un sistema de comunicaciones a “prueba de todo” y de un organismo que congregue a científicos de Ciencias de la Tierra (geólogos, sismólogos, oceanógrafos, vulcanólogos, ingenieros, hidrólogos), que se encarguen no sólo de la alerta de los fenómenos, sino también de la educación de la población al respecto, de la revisión de los planes reguladores de las ciudades costeras y de las vías de evacuación ordenadas que sean necesarias.
Cuándo puede ocurrir un tsunami
Quien fuese director del SHOA en la década de los 80 recuerda que es necesario educar a la población, porque en Chile ocurre un terremoto con una frecuencia que bordea los diez años. Y afirma: “Si las personas saben qué hacer no sólo aumenta la posibilidad de sobrevivencia, además, se acrecienta la sensación de control de la situación, lo que mejora la calidad de vida después del sismo. Debemos aprender cómo evacuar a las personas en forma ordenada y segura, debemos evitar el pánico. Esto no es fácil, pero es necesario hacerlo”, comenta.
El experto señala que si una persona que está en una zona costera y siente un sismo lo suficientemente fuerte como para que le sea difícil mantenerse en pie o tenga dificultades para caminar, debe considerarlo como una alerta de la posibilidad de ocurrencia de tsunami y, consecuentemente, subir a la zona alta más cercana, pero con serenidad.
Aclara que la cota de seguridad razonable en caso de tsunami es entre 25 a 30 metros sobre el nivel del mar, lo que equivale, aproximadamente a la altura de un edificio de 10 y 12 pisos respectivamente. Y agrega que es importante que en todas las ciudades costeras exista indicación de cuándo se alcanza esa cota.
Agrega que el tiempo en que se puede producir un tsunami varía en función de la distancia del epicentro del sismo y de otros factores, pero en general, es posible considerar que el mínimo tiempo de llegada es de unos 10 minutos en la zona más cercana y aumenta en forma importante con la distancia del epicentro. “Si el sismo es lejano, la autoridad advertirá la hora de llegada”, comenta.
Cartas de inundabilidad
Acerca de las cartas de inundabilidad que publica el SHOA, acota que el reciente tsunami permitirá evaluar la confiabilidad de este instrumento, que indica, con color azul, la zona que probablemente sería inundada. Agrega el oceanógrafo que lo realmente importante es que sean lo suficientemente claras para las municipalidades, para que puedan demarcar y señalizar adecuadamente las zonas seguras en caso de tsunami.
¿Marejadas o tsunamis?
Expone que es necesario diferenciar entre marejadas y tsunamis para evitar confusiones. “Las primeras son olas de buen tamaño, pero producidas por el viento. No tienen absolutamente nada que ver con los tsunamis. Es más, la cantidad de energía de una ola de marejada (cuando se coloca una bandera roja en los balnearios en verano) es muy inferior a la de un tsunami en el rango de varios miles de veces menor. Una marejada es posible que genere la muerte de un bañista imprudente, o daños menores en la zona costera inmediata al mar, pero un tsunami es un fenómeno mayor, que puede ser altamente destructivo y que efectivamente suele manifestarse como una serie de tres a 11 ondas, con intervalos entre 10 minutos y 40 minutos”, define.
La reconstrucción
Para enfrentar la reconstrucción indica que es mejor no construir viviendas en zonas que han sido inundadas por tsunamis, pues en algún momento se repetirán episodios de inundación, como se ha observado en relatos históricos. Además, deben generarse planes reguladores que propicien espacios abiertos y fácilmente evacuables.
Dado que las zonas más afectadas en este último maremoto fueron caletas de pescadores, las planificaciones también deben considerar la historia del lugar y la idiosincrasia de sus habitantes. “Es normal que los pescadores estimen que deben vivir cerca de sus embarcaciones, por una cuestión de tradición. Pero aquí la solución puede darse con el uso de guardias, rondines o similares. Sería la forma lógica que se usa en otros países, para la salvaguardia de las vidas. Nuevamente es un problema de planificación. Y lo mismo debe hacerse en relación con la construcción de los puertos”, acota finalmente.
Una historia de sismos y maremotos
“A las siete y media p.m. del 15 de marzo de 1657 un espantoso terremoto, cuyo centro parece haber sido la costa de Concepción, sacudió el territorio desde el Cautín hasta el Maule. En esta extensa región, asolada poco antes por los indios, no quedaba más ciudad que Concepción. La sacudida derribó los templos y las casas, que al caer aplastaron a algunos de sus habitantes: Los víveres y los haberes de los pobladores se habrían podido salvar en parte si no hubieran seguido al remezón tres salidas consecutivas del mar.
A las nueve y media de la noche, advirtieron los habitantes que el mar se retiraba considerablemente de la playa, y poco después una ola gigantesca, que alcanzó hasta la plaza, arrasó con los muros agrietados que el temblor dejó en pie. El maremoto se repitió por dos veces más, en medio de fuertes remezones que se sucedían con cortos intervalos”…
“…Luego del Terremoto y contrariamente a lo esperado, la salida del mar tardó mas de media hora, y en este espacio de tiempo, todos los que estaban en estado de servirse de sus piernas lograron ganar las alturas vecinas, remontando sus flancos profundamente despedazados por el cataclismo. Desde la altura pudieron divisar que el mar se retiraba, dejando en seco más de tres leguas de playa, y que, como a los siete minutos, volvió con grandísima fuerza, encrespando ola sobre ola con tanta altura que excediendo sus límites, superó y coronó toda la ciudad entrando con más violencia que la carrera de un caballo. Retirose con gran fuerza y llevándose tras de sí todas las paredes aún no caídas y muebles de todas las casas, quedó esta ciudad como la plaza más escueta. Un buque que estaba surto en el puerto, se varó en medio de la ciudad en la primera salida del mar…”
“…No era cuerdo reedificar a Concepción en su antiguo asiento, donde estaba expuesta a los maremotos, y resolvió trasladar la ciudad a un sitio más alto.”
Fuente: Encina, Francisco. “Historia de Chile”.