Muy pocos han oído hablar de la Reserva Nacional Altos de Pemehue. Honor a su estatus. En sus casi 20 mil hectáreas aloja especies emblemáticas y valiosas en términos de biodiversidad. También una fauna única e impresionantes vistas que la hicieron acreedora de la categoría de área protegida. Sin embargo, todavía un enorme candado frena su entrada. No hay recursos para financiar la infraestructura básica que requiere el desarrollo del ecoturismo ni tampoco para construir una casa-habitación para un guardaparques.
Tan escondida como hermosa, esta nueva Reserva Nacional de 18.854 hectáreas aún no abre formalmente sus puertas a quienes deseen visitarla, pues no se ha priorizado el financiamiento para implementar la infraestructura que permita ejecutar programas de turismo sustentable, actividades que favorezcan la conservación de su biodiversidad y nuevas oportunidades de desarrollo para las comunidades aledañas. Y es ese detalle precisamente el desafío de la Reserva Nacional Altos de Pemehue. La Reserva de Quilaco.
Ideada como medida de compensación para el proyecto de generación hidroeléctrica Ralco, en Alto Biobío, el Decreto Supremo N° 80 del 17 de agosto de 2009 confirmó su estatus de Reserva Nacional, por lo que actualmente es administrada por la Corporación Nacional Forestal (Conaf).
Originalmente, este terreno era conocido como Fundo Porvenir, propiedad privada de Endesa que luego fue traspasado al Ministerio de Bienes Nacionales, institución que, para la creación y formalización de esta nueva reserva, la cedió al Ministerio de Agricultura, cartera de la cual depende Conaf.
Sus atractivos son indiscutibles. Su potencial también. Sus espectaculares vistas alojan especies emblemáticas y valiosas en términos de biodiversidad, como la Araucaria (Araucaria araucana), Roble (Nothofagus obliqua), Raulí (Nothofagus alpina) y Coigüe (Nothofagus dombeyi). Entre su fauna destaca el Puma (Puma concolor), el Zorro culpeo (Lycalopex culpaeus), el Carpintero negro (Campephilus magellanicus) y el Cóndor (Vultur gryphus).
Aún más relevante es la presencia de un bosque escasamente representado en Chile, como es el de Robles con Araucarias, un ecosistema dado únicamente en la Región del Biobío -y particularmente en esta Reserva Nacional- al ser definida como una zona de transición entre ecosistemas que varían de acuerdo con el clima que define geográficamente a nuestro país. Es en ese escenario donde se ha desarrollado históricamente una vida de ritmo y cultura arriera o “vaqueana”, marcada por veranadas e invernadas, una otrora tala indiscriminada, quebradas y pasadizos.
El primer desafío: ingresar
Está ubicada a 90 kilómetros de Los Ángeles y a 45 kilómetros al oriente de Santa Bárbara, en la comuna de Quilaco, provincia de Biobío, en el sector adyacente a la Central Hidroeléctrica Pangue, Posee una superficie aproximada de 19.000 hectáreas, de las cuales 98% son de aptitud forestal para conservación y el restante de uso agrícola – ganadero.
Para llegar a ella existen dos alternativas: la más sencilla es por el sector Alto Biobío a través de una balsa apostada en el sector “Balseadero”, ubicado en el kilómetro 40 del camino a Santa Bárbara. Esta alternativa es apta sólo para vehículos livianos. Luego se debe continuar por el camino de tierra, eso sí sólo en automóviles de doble tracción.
El segundo acceso es mediante la ruta que une Santa Bárbara con Quilaco y Loncopangue, y su prolongación desde esta localidad hasta la entrada del predio es de aproximadamente 24 kilómetros, subiendo por la ribera Sur del río Biobío. Es ahí cuando enfrentará otra particularidad: un enorme candado aún impide el paso, en un acto absolutamente fuera de norma, pues se trata de un camino público en el que nadie puede imponer obstáculos. La solución vendrá con la asignación de recursos para infraestructura.
Aún considerando el daño ambiental producido por la extracción de especies arbóreas nativas y ganadería intensiva que por décadas sufrió el área, en la zona ya no se realizan faenas madereras. No obstante, existe todavía un uso por pastoreo extensivo ilegal en el periodo estival, como las veranadas, momento en que se reúnen entre 400 y 500 animales en la zona, cuyos propietarios, también de manera ilegal, queman el renoval para asegurar la regeneración de los pastos para la temporada siguiente. Esta situación es la que impide una recuperación normal del bosque e intensifica la erosión y pérdida de suelo de los sectores alterados. Esta es otra amenaza que su estatus de Reserva Nacional debe controlar.
Conservar contribuyendo al desarrollo local
La Reserva Nacional Altos de Pemehue se creó para proteger sus recursos naturales y para contribuir al desarrollo local. Para lo anterior se creó una mesa de trabajo público-privada para esta zona que actualmente define estrategias para la preservación de la diversidad biológica del país y de paisajes de valor considerable, contribuir a la conservación de los valores y tradiciones pehuenche, realizar un uso sustentable de recursos del tipo forestal Roble-Raulí-Coigüe, preservar cuencas para la producción de agua, propiciar el desarrollo participativo del ecoturismo y la investigación aplicada al manejo de recursos, realizar planes y programas de educación ambiental de la comunidad local y actividades de restauración de suelos degradados.
De acuerdo con información de la seremi del Medio Ambiente de la Región del Biobío y la Fundación Sendero de Chile, la Reserva Altos de Pemehue destaca por poseer la formación vegetal de Bosque Caducifolio Andino del Biobío y Bosque Caducifolio Alto-Andino con Araucaria. Por su ubicación geográfica, relativo aislamiento, tamaño considerable y proximidad a actuales asentamientos pehuenche, el predio posee gran capacidad de autonomía ecológica y potencial para el desarrollo de estos grupos étnicos, situación que permitirá y facilitará las labores de protección y conservación de sus recursos naturales.
Con la incorporación de la nueva Reserva Altos de Pemehue al Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Estado (Snaspe), que administra Conaf, el porcentaje cubierto por formaciones vegetales boscosas aumentó a 55,4%. La Región antes del 2009 contaba con 103.596 hectáreas incorporadas al Snaspe, que equivalían a 2,8 % de la superficie regional, mientras que esta nueva área aumentó la representatividad a 3,3 % permitiendo conservar en mejor forma la biodiversidad del país. Es la segunda reserva de la Provincia y la cuarta en la Región.
Quitar el candado
El 2010 entró en vigencia la nueva institucionalidad ambiental que modificó la Ley Nº 19.300 de 1994. Uno de los objetivos de este cuerpo legal y sus reglamentos que la operativizan es crear un organismo que se encargue de la administración y supervisión de las Áreas Silvestres Protegidas del Estado. Por tanto, corresponderá crear un Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas en el corto o mediano plazo, que deberá favorecer la recuperación y conservación de los recursos naturales que serán competencia del Ministerio del Medio Ambiente.
Debido a la importancia de esta Reserva Nacional y a la necesidad de utilizarla de manera racional, resulta fundamental elaborar un instrumento de gestión participativo para regular los usos y actividades que allí se desarrollen. Por ello, se requiere confeccionar un Plan de Manejo que considere los intereses de todos los actores interesados, desde una perspectiva biológica, social y económica.
La Corporación Nacional Forestal continúa desplegando sus esfuerzos y gestiones para administrar el Snaspe. No sin dificultades. Una muestra es la Reserva Nacional Altos de Pemehue, que hasta la fecha no ha dispuesto de los recursos necesarios para implementar infraestructura básica para el desarrollo de actividades vinculadas al ecoturismo o de beneficio ambiental, o construir una casa-habitación para Guardaparques. Los recursos dependen de la priorización que Conaf le asigne a la zona y a la búsqueda de proyectos del Gobierno Regional o de otros servicios públicos, como la colaboración y contribución del sector privado. No ha sido una labor del todo fácil, pero es necesario concentrar las funciones y competencias de conservación en una sola Cartera para, como en este caso, habilitar accesos suficientes, la infraestructura necesaria y las voluntades multisectoriales para romper definitivamente el candado de la Reserva Nacional Altos de Pemehue. La naturaleza es para vivirla.