Los incendios que han asolado la región de Valparaíso se manifiestan como la peor tragedia ocurrida en Chile desde el terremoto del 27 de febrero del 2010.
A los dos días de iniciados los siniestros, la cifra de muertos llegaba a las 122 personas, y la alcaldesa de Viña del Mar, comuna gravemente afectada por el fuego, señalaba que 190 vecinos seguían desaparecidos. El catastro oficial proyectaba en 15 mil las viviendas afectadas, y en 40 mil aproximadamente los damnificados.
Estas consecuencias refuerzan la idea de que los incendios forestales han emergido como una problemática crítica en Chile durante la temporada estival, con devastadores desenlaces, como los que el año pasado en esta misma fecha tuvimos en la región del Biobío y, especialmente, en la comuna de Santa Juana.
La ocurrencia de incendios forestales en un escenario de cambio climático, que hace que se superen con creces los 30 grados de temperatura, sin duda, favoreció las condiciones para desatar esta catástrofe en la Quinta Región, que se dio en sectores urbanos y habitados, lo que excedió con creces la capacidad para combatirlos, dadas las complejidades de acceso a los sectores siniestrados que tuvieron las instituciones de emergencia, y de escape, los afectados.
“Como evidencian las estadísticas de la temporada pasada, los elevados índices de accidentes o intencionalidad señalan que la sociedad en su totalidad no ha otorgado la debida atención al significativo perjuicio ocasionado por los incendios forestales originados por acciones humanas”.
Lo que sorprende y alarma todavía más es la posibilidad de que en el origen de esta tragedia exista intencionalidad, dada la simultaneidad con la que surgieron los focos de fuego. Una realidad que deja en evidencia que la prevención y la seguridad son cruciales, y que es imperativo adoptar medidas que reduzcan los incendios por causas accidentales e intencionales, fomenten la educación sobre riesgos -porque serán una constante con la que vivirá el país, sobre todo en verano- y fortalezcan la capacidad de respuesta ante estos desastres.
Una urgencia que no se debe perder de vista en la región del Biobío, que según consignó el Boletín Regional 13 de Faro UDD, presentó la cifra más alta de intencionalidad como causa de los incendios forestales durante la temporada 2023, seguida de La Araucanía, con 34%.
Ese año, también, Biobío fue la región más afectada del país, con un total 181.796 hectáreas afectadas por incendios forestales.
Como evidencian las estadísticas de la temporada pasada, los elevados índices de accidentes o intencionalidad señalan que la sociedad en su totalidad no ha otorgado la debida atención al significativo perjuicio ocasionado por los incendios forestales originados por acciones humanas.
Claramente, enfrentamos un desafío significativo en la actualidad. Es esencial promover de manera activa políticas gubernamentales que fortalezcan la capacidad preventiva y la respuesta comunitaria frente a los incendios forestales, que será una de las principales herramientas que tendrán las personas para afrontar futuras catástrofes de este tipo. Esto implica la colaboración de instituciones educativas, centros de salud, organizaciones sociales y comunidades en general.
La urgencia es ahora, y la responsabilidad recae en todos nosotros.