Si bien es casi imposible sustraerse de la compleja situación de protestas, saqueos y violencia que desde hace prácticamente dos meses ahoga nuestro país, en esta oportunidad no me referiré a ello, sino que abordaré la reiteración de las elecciones en España y las lecciones que podemos sacar de ahí para nuestra democracia.
Pues bien, hace un par de semanas se repitieron elecciones en España, luego de que ningún partido tuviera mayoría suficiente para formar gobierno. En la segunda convocatoria, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) las ganó, obteniendo 120 escaños a favor de su candidato, Pedro Sánchez, quien llegó al poder sin haber pasado por unos comicios, sino por el derribo del gobierno de Mariano Rajoy.
Desde la vuelta a la democracia, nunca se había vivido una atomización del voto como la que se está viendo hoy. El sistema político, tradicionalmente, se había organizado en torno a dos ejes: izquierda y derecha, PSOE y PP, más los distintos bloques nacionalistas, ya sean catalanes, vascos o gallegos. Sin embargo, a la fecha, ese eje tradicional de dos partidos fuertes ha saltado por los aires, pues han aparecido nuevos actores y formaciones: Unidas Podemos, la extrema izquierda de Pablo Iglesias cercana al chavismo y financiado -supuestamente- desde Venezuela e Irán. Otro caso es el de Ciudadanos, un partido de centro, liberal, liderado hasta hace poco por el catalán Albert Rivera.
Una formación que en un principio se declaró socialdemócrata, pero que luego se escoró a la derecha, intentando arañar votos a los populares, perdiendo identidad, y que luego de las segundas elecciones perdió 47 escaños, quedando solo con 10 representantes. En tercer lugar está Vox, de extrema derecha, liderada por Santiago Abascal, quienes fueron los grandes ganadores de estas segundas votaciones, subiendo de 24 a 52 representantes.
¿Qué lecciones podemos aprender de dicho proceso? Varias cosas. Primero, que la atomización del voto obliga a negociar sin tener que renunciar a los principios y valores, puesto que si no se hace, los electores luego se encargan de “cobrarlo”. Segundo, que los constantes cambios de posición también pasan factura: ver el caso de Ciudadanos. Rivera hoy ya no es su líder, siendo probablemente sustituido por Inés Arrimadas. Y, tercero, que las posiciones extremas, como los populismos, son peligrosos para la estabilidad democrática y encuentran tierra fértil en la atomización política.
Una última cosa, cada vez más evidente e importante es el papel que han jugado los espías rusos, las redes sociales y los nuevos medios como herramientas de difusión, propaganda y desinformación con las llamadas fake news durante periodos de elecciones.
Ante ello, y como aconsejan especialistas en estas materias, es necesario ser más críticos con los datos que nos envían por redes sociales, no reenviar cualquier información que nos llega, verificar cuál es la fuente de la noticia, así como comprobar lo que nos dicen por medio de otras fuentes.