Hace unos días se dio el paso fundamental para la historia de la televisión chilena. Se optó por la norma que regirá las emisiones abiertas. Mejor imagen, mejor sonido y, lo principal, muchos canales para hacer zapping. Se aplaude la tecnología, pero se visualizan también otros desafíos: Hay que llenar la pantalla, para que valga la pena el salto digital. Que no sea sólo “mucha tele y pocas nueces”.
Chile y Venezuela se convirtieron en los dos últimos países en adoptar la norma japonesa de televisión digital y con ello han consolidado la tecnología nipona como la preferida en Latinoamérica para entrar en el mundo de las transmisiones en alta definición.
Después de nuestro país, Ecuador, Bolivia y Paraguay serían los próximos en plegarse al sistema ISDB–T (Integrated Services Digital Broadcasting), teniendo en cuenta que antes lo hicieron Brasil, Argentina y Perú. En el resto del continente, Colombia, Uruguay y Panamá se inclinaron por la norma europea, mientras que la americana sólo fue integrada por México.
Más allá de las discusiones sobre la decisión de optar por el modelo asiático, lo que debe importarle al 65 por ciento de los chilenos que sólo tiene acceso a la televisión abierta es que de aquí al 2011 comenzará paulatinamente una nueva era en la calidad de imagen, sonido e interacción televisiva. Es cierto que las personas conectadas al cable o televisión satelital ya manejan la lógica del sistema, pero lo interesante es que la tecnología desde ahora será gratuita y alcanzable desde monitores tan específicos como la pantalla de un celular.
Pasión de multitudes
En 2010 dos de las pasiones del público chileno se complementarán como espectáculo. La televisión de alta definición comenzaría sus operaciones a la par con el Mundial de Sudáfrica, según han manifestado entusiastamente las autoridades. Se habla de que es la revolución más grande en la historia de la pantalla chica, desde que se comenzó a emitir en color.
El Ministro de Transportes y Telecomunicaciones, René Cortázar, explica didácticamente que “la televisión digital permite que haya más y mejor televisión”. En definitiva, en nuestro actual sistema análogo, las señales van desde un canal que las emite hasta el receptor de TV por el aire, en una suerte de carretera. Por esta vía, donde hoy cabe una sola señal, en el nuevo sistema podrán correr 7 u 8 señales en forma simultánea. “La norma digital que tomamos (la nipona) permite el nivel de compresión más alto y, por ejemplo, sólo en la ciudad de Concepción habrá disponible 15 de esas señales”, enfatiza Cortázar.
Un lujo de imagen
“La mejor norma es la japonesa”, dice tajante Claudio Suárez Eriz, Gerente General de TVU y tesorero de Arcatel, entidad que agrupa a los canales de televisión regionales en Chile. “Técnicamente, construyeron su norma a partir de la experiencia americana y europea, y puntualmente significará enormes beneficios para los usuarios, fundamentalmente, en la mejoría de imagen y sonido. Hoy transmitimos con la norma estándar de las 525 líneas y pasar a una alta definición significa llegar a las 1.100. La resolución es excelente”, enfatiza.
Pero no sólo eso. Suárez, que tuvo la oportunidad de estar en Japón, describe que es un lujo poder ver televisión desplazándose en carreteras, en el teléfono celular o en otros dispositivos, sin interferencias y los típicos “ruidos” que generan las señales abiertas análogas.
En Chile existen 15,8 millones de teléfonos móviles activos. Quizás la popularidad de este instrumento haya sido decisiva a la hora de determinar la opción por la norma japonesa. “Este sistema permite que recibamos la señal en los celulares y da más opciones de movilidad, es decir, puedo andar con mi laptop, con un pendrive apropiado para esto, y puedo recibir la señal en él. Esto es importante, porque con el lenguaje digital lo que ocurre es que toda imagen, sonido y palabra, se traduce al mismo idioma. La calidad con que se recibe la imagen y el sonido hace que todas las señales, incluso las que no son de alta definición, tengan mucho mejor percepción en los hogares”, certifica el Secretario de Estado, René Cortázar.
Al consultársele por qué se optó por el sistema japonés en lugar del americano o europeo, el Ministro aclara que “primero, nos preguntamos cuál de estas normas permite el mayor número de señales. Respuesta, la japonesa y la europea. Segunda pregunta: ¿cuáles son las que permiten recibir la señal en los celulares? La única que lo tiene implementado comercialmente es la japonesa. Y, tercero, ¿cuál es la que tiene mejor calidad de recepción, tema importante en una geografía como la nuestra? El estudio que hizo la UC, además de los que se hicieron en Perú y en Brasil, mostraban que la mejor calidad la entregaba la norma japonesa”, enfatiza Cortázar.
Pero hubo una interrogante que determinó todo, según el Ministro, y fue ¿Cuánto le va a costar a las personas? “Lo que ocurrió es que en los últimos dos años, la norma que tenía los aparatos más caros (TV y decodificador) era la japonesa. Por eso fuimos postergando la decisión. Cuando Brasil optó por la norma japonesa, los televisores y decodificadores costaban US$400, pero en la americana y europea costaban apenas US$60. Entonces decidimos esperar y ocurrió lo que tenía que pasar: finalmente los precios de los televisores y decodificadores coincidieron en estas tres normas”, aclara la autoridad.
En efecto, para dejar la tecnología analógica y pasar a la digital, los usuarios tendrán que comprar televisores digitales o adicionar equipamiento extra a sus actuales televisores, lo que significará inversión que debería concretarse de aquí a 8 años más. Ahí vendrá el esperado “apagón analógico” que dará paso al nuevo sistema. Pero este tránsito será paulatino, pues por un tiempo ambas tecnologías estarán juntas en un período que se denomina simulcasting, y que en Chile podría durar hasta 10 años. Se habla de que éste es el nuevo negocio y que en nuestro país la inversión para asumir el cambio sólo de parte de los usuarios ascendería a los 180 millones de dólares. Otros 200 millones de billetes verdes estarían vinculados a inversiones de parte de los operadores de los canales.
Es un desafío grande para las estaciones pequeñas y por eso Claudio Suárez argumenta que es esencial conocer la ley que regulará la operación del sistema. “Lo que importa a los canales regionales es cómo va a funcionar la industria de la televisión. En esa regulación, como Arcatel estamos aportando con nuestra opinión, pues obviamente al ampliarse el espectro radioeléctrico van a poder transmitir otros canales, según lo determine el mercado. Los canales locales serán empresas que tendrán que subsistir como lo hacemos nosotros, pero también van a existir canales subsidiados, que funcionarán en la categoría de comunitarios”, indica.
Con tantas señales disponibles, eso sí, cabe la pena preguntarse cómo los operadores locales podrían multiplicar sus parrillas programáticas, si el costo de mantener una ya es bastante. Tratar de abarcar cinco canales más con programación diferente, para el nivel de generación de contenidos actuales es prácticamente imposible. ¿Hacia dónde va el manejo de las nuevas señales?
La Ley dice que un 40 por ciento del espectro televisivo está garantizado para las señales regionales, comunales y comunitarias. Lo que se espera es que los canales locales existentes puedan arrendar a otros sus señales, ya que ellos también deberán hacer inversiones potentes para subirse a la tecnología del gigante japonés.
TV link
Si va a cambiar la forma de escuchar y ver TV, también habrá profundos cambios en la forma de hacer zapping. “Se van a modificar los parámetros de la televisión abierta, pero lo principal es que se va a intensificar la bidireccionalidad de la comunicación”, explica Claudio Palacios, director de la carrera de Comunicación Audiovisual del DuocUC. Todos los nuevos formatos de distribución, sigue Palacios, aportan una nueva forma de interactividad. “En términos de experiencia va a ser una cruza entre TV e internet para el público. Va a permitir una zapping tipo link, es un cruce más interactivo que va a seguir incrementando su interactividad a través de menús que te permitirán decidir finales o votar por historias contadas de otro modo, en suma, modificar contenidos”, asegura el profesional.
La gran tarea para los profesionales del área es que habrá mayores exigencias para hacer una mejor televisión y, fundamentalmente, habrá opciones para desarrollar una nueva forma de realizar productos y también se elevará la cantidad de producciones. “Esta multiplicidad de opciones es una gran oportunidad para los profesionales de las comunicaciones para que se desarrollen y creen estos nuevos soportes. Creo que lo que se viene es más desarrollo televisivo, que no está sólo ligado a la torta publicitaria, sino también existirá televisión corporativa, regional y local. Las oportunidades de emisión dan para desarrollar algo mucho más allá de la emisión de noticias, sino contenidos de entretención, orientación, educación y deporte”, enfatiza Palacios.
Esa última apreciación es coincidente con lo planteado por la autoridad del ramo, quien propone que esta gran revolución de la TV abierta pretende enriquecer la forma de ver la pantalla, pero también sus contenidos. Existirán fondos concursables y otros beneficios en pos del desarrollo de una sólida programación. Se trata de elevar los contenidos y darle la importancia que merece este medio de comunicación que, tal como dice Cortázar, se transformó en nuestra plaza pública, donde virtualmente nos encontramos más personas conectadas y donde se hace patente la importancia de la cultura global.