Los Bunkers: “Tratamos de mantener la honestidad con respecto a nuestro trabajo”

/ 17 de Diciembre de 2010

Hace diez años partieron casi con lo puesto desde Concepción a probar suerte en Santiago. Tras una carrera de ascenso continuo, marcada por pasos muy prolijamente planificados, hoy  viven en México, se proyectan a Iberoamérica y sueñan con tomar once en la casa de Silvio Rodríguez, a quien actualmente tributan con “Música libre”, su nuevo disco bajo el brazo.

bunkerEn el segundo piso de su búnker de operaciones en Chile, ubicado en el barrio Bellavista, Mauricio Basualto (baterista), los hermanos Álvaro y Gonzalo López (vocalista y bajista respectivamente) y Mauricio Durán (guitarrista) bromean mientras comparten rápidamente una pizza. Aquel es uno de los pocos momentos de dispersión que disponen desde que hace un par de días llegaron al país, entre tocatas, entrevistas y compromisos de promoción; de hecho, Francisco -guitarrista y hermano de Mauricio Durán- aprovechó de hacer una “escapada” y ver a su hijo.
Hace casi un año que no se reencontraban con Chile. Y hace dos que viven en México, país en el que -contrato con la multinacional Universal Music para grabar cinco álbumes, mediante- dirigen la internacionalización de su carrera. Un año de lejanía abundante y de cataclismos singulares que afectaron a su entorno, como el terremoto casi grado nueve que durante el verano asoló a su ciudad natal, Concepción.
Sin embargo, la ansiedad del regreso también tiene otro motivo, y ése es el lanzamiento en el país de “Música libre”, su sexto álbum de estudio, dedicado íntegramente a tributar al cantautor cubano Silvio Rodríguez, un ídolo personal que la banda no ha dudado en entronar “a la altura de John Lennon o Violeta Parra”. El disco se compone de doce relecturas de clásicos del trovador –no necesariamente grandes éxitos-, entre las que destacan los singles “Sueño con serpientes” (en clave rock sicodélico) y “Quién fuera” (con arreglos tipo The Byrds), además de un puñado de versiones para todos los gustos, como “Santiago de Chile” (en clave disco-funk), y –para muchos la más sorpresiva y sobresaliente- “El Necio” (cuyo característico sonido de cuerdas de nylon ahora es un poderoso riff de hard rock).
La propuesta, surgida casi de la casualidad mientras “jameaban” ideas para un nuevo disco, posee la adrenalina del riesgo, y lo saben. Por ello, esta vez se apoyaron en un buen equipo, comandado por Emmanuel del Real (que junto a su grupo Café Tacvba ya tenía experiencia haciendo versiones exitosas de clásicos latinos como “Ojalá que llueva café” y “Cómo te extraño”) e invitados más que ad-hok como el músico chileno Manuel García, que participa en canciones como “Al final de este viaje” y “La era está pariendo un corazón”.
-Las canciones de este disco no conforman el típico “Grandes éxitos” de Silvio ¿Cómo fue la selección de temas? ¿En qué criterios se basó?
-Mauricio Basualto: La selección de los 12 temas fue larga, yo diría que fue el proceso más largo de todos los que involucró la realización de este disco. Desde que partió el proyecto en la sala de ensayo -más o menos a finales del año pasado- hasta que se decidió el set list, yo creo se trabajaron más de 30 temas en general (…) Después, Meme del Real empieza a trabajar en la producción del disco y nos empieza a aclarar la película; a veces, por ejemplo, encontraba que la canción era genial y todo, pero lo que la banda hacía no era tan aportativo (sic). Ese fue el segundo filtro. Y el tercer filtro fue, finalmente, cuando antes de entrar al estudio se tomaron decisiones: se eligieron quince temas, de los cuales sabíamos quedarían doce. Todo eso pasó por mucha discusión, digamos, “a palabrazos”; después hubo otro descarte a guitarrazos (risas) y dio para todo. Pero fue entretenido, porque es como el espíritu del disco, que tiene una personalidad súper clara.
-¿A qué se refieren al decir que las canciones de Silvio ya tenían una aproximación rockera?
-Álvaro López: En el sentimiento que te da la canción. Por ejemplo, “Sueño con serpientes” para nosotros claramente era la canción más sicodélica de Silvio, por la personalidad que tiene, por la letra, los arreglos, siendo incluso bien acústica. Entonces, obviamente teníamos que irnos por ese lado.
-Mauricio Durán: En ese sentido, “El Necio” también es súper buen ejemplo, desde que lo escucha. Por una parte está la letra…
-A.L: La letra ya es punkie.
-M.D: Y por la forma como lo expresa e interpreta en el disco. Y segundo también, por la guitarra, cuando empieza tum-tututu-tutututuum… (Nota de la R: tatarea el coro principal) te das cuenta que el tipo está en un estado de ánimo súper rockero, cachai. O sea, no está viendo pajaritos en su cabeza como en otras canciones, y está bien. Claramente el tipo cuando escribió eso -y a quien haya querido decírselo- fue con una actitud de rebeldía.
-¿Les ha tocado alguna rasgadura de vestiduras o reclamos furibundos de círculos más ortodoxos por este disco?
-M.B: Noo, yo las estoy esperando. De hecho en Conce tengo un par de juntas programadas para eso. Las quiero disfrutar, porque necesito un poco de talibanismo.
-A.L: Pero sí hubo un poco de eso en el momento en que decidimos contarle a la gente que el próximo trabajo iba a ser sobre canciones de Silvio y no nuestras. Decían “¿cómo pueden hacer algo así?”, como criticando el proyecto. Ahí hubo más rasgaduras de vestiduras. Una vez que la gente escucha el disco, dice “ahh, es como un disco de Los Bunkers”.
-M.D: Este disco en cierta medida representa uno de los principios con los que nosotros siempre hemos visto a la música, y que tiene que ver con que, en el fondo, a uno le gusta la música que le conmueve y lo que uno cree que es bueno. Puede ser un tema de Violeta, o de Inti Illimani, o de Sex Pistols, o uno de Bowie, da lo mismo. Entonces, para nosotros en nuestra casa esos discos valen lo mismo, y esa ha sido siempre nuestra manera de afrontar la música y nuestro trabajo ¿Qué es rock o qué no es rock al final? Esa pregunta ha sido siempre súper tediosa. Sin duda que Silvio Rodríguez, de los compositores vivos latinoamericanos, es lejos el más importante. No creo que tenga un parangón en discografía, profundidad, en alcance. Y dos, que el tipo es mucho más rockero que muchos rockeros.
-¿El contacto con Silvio se ha remitido a Internet hasta ahora?
-A.L: Sí, a través de la cibernáutica. Lo primero fue que le informamos que había unos tipos que se llamaban Los Bunkers, que iban a hacer un trabajo basado en su obra y en sus canciones. Después, al tiempo le mandamos una pre-mezcla cuando tuvimos los temas grabados y más o menos peinados. Esperamos un tiempo en que estuvimos como ah… hasta que incluso se nos olvidó, nos metimos en el trajín del trabajo y dijimos “filo, sigamos”. Y un día nos llegó la respuesta y obviamente fue súper emocionante leer palabras de Silvio.
-M.B: “Es palabra de Silvio “(risas).
-A.L: Y le gustó, no me acuerdo si la palabra que usó fue magnífico, y le tiró loas a la producción.
-¿Hubo alguna versión que le gustó en especial?
-M.B: Mira, el piropo más grande fue constatar que el señor se dio la molestia de escuchar el disco más de una vez para el tipo de opiniones que dio. Luis Román (ingeniero que trabajó en el disco, y que se encontró con Silvio Rodríguez) dijo que el caballero le expresó con mucha vehemencia que en ciertas canciones habíamos logrado un resultado que él, en el momento que las hizo, lo estaba visualizando, como que había intentado llegar a algo parecido. Para nosotros fue así como “yaaa, too much”. O que significa que a él le gustó mucho el disco, y esperamos que cuando le mandemos su copia terminada y su edición vinilo, él lo disfrute mucho más.
-Gonzalo López: Y nos invite a comer a su casa (risas).
-M.B: Claro, y que se raje con una once, po.

Bunker-hits

Es la madrugada del sábado 4 de diciembre, en el concurrido local “El Huevo”, ubicado en calle Blanco, en pleno corazón de Valparaíso. En uno de los salones del gigantesco inmueble (suerte de “mall del carrete”) Los Bunkers despliegan, de forma sucesiva, un set list compuesto por casi 30 canciones que recorren la mayoría de sus principales hits. Las versiones de Silvio Rodríguez producen una mezcla de calma y curiosidad en el público; muy distinto al resultado de sus viejos hits como “La Culpa”, con el que la banda administra a la perfección los tiempos y pausas en la interacción con sus fans; finalmente, la reacción pasa a euforia con las canciones de “Vida de perros” (2006), la cuarta placa de su discografía, y que hasta la fecha (según consignan las biografías de la banda) es su disco más vendido en el país.
-“Vida de Perros” es una canción muy diferente a los singles anteriores: tiene un estado de ánimo mucho más sombrío ¿La letra es una referencia al manido “precio de la fama”?
-M.D: Es súper ridículo si te cuento la historia, pero te la contaré de todos modos. Estaba viendo un partido de Chile con Paraguay, me acuerdo que fue el partido que significó la crisis del proceso de Juvenal Olmos con la selección. Terminó el partido y la gente le gritaba “perro verde, perro verde, eres un perro”. Vi eso y después me quedé dormido, pero me quedé todo el rato pensando “oye, a este tipo le dicen perro y lo trataron como un perro”. Y más allá de eso, que fue como el hecho que gatilló todo, después en la noche me desvelé y la idea se traspasó en pensar “chuta, cómo se debe sentir un gueón que se siente como un perro”. Ya no tenía que ver obviamente con Juvenal Olmos, sino en general en qué pensaría un tipo que se siente un perro, un perro miserable. Me puse como el plano de un tipo que es tratado así.
-Todas las canciones del resto del disco hablan de rupturas amorosas, como de crisis… ¿no irá por ahí el tema también?
-Sí, y coincidía con eso también, que yo estaba pasándolo mal. O sea, gatilló lo que te decía del perro, pero también ocupé cosas que tenían que ver como conmigo.
-Una vez, junto a tu hermano Francisco dijiste “quizás nunca vamos a disfrutar lo que nos pasa”, como pensando permanentemente en otra gran meta ¿Todavía lo sientes así?
-Jaja. No, yo creo que ahora estamos un poco más relajados, digamos. Creo que también tiene que ver con otro factor, como que varios ahora somos papás, entonces cada proceso de un disco lo tratas de disfrutar más. Ya cuando haces un disco piensas “quiero hacer un disco que cuando mi hijo sea adolescente, por ejemplo, se lo muestre a sus amigos y no le dé vergüenza”, cachai (risas). Pero ahora lo disfrutamos más, y hay discos que los hemos disfrutado más que otros.

La verdadera popularidad

La fotografía en blanco y negro de la carátula de “Música libre” fue tomada en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, Ciudad de México (tristemente célebre por la matanza de estudiantes de 1968). En ella, la banda posa en fila india, con sus miradas apuntando a una iglesia italiana ubicada en la plaza, y delante de un antiguo y enorme complejo de edificios. La locación es un lugar más que familiar para ellos, pues fue allí, en el piso 21 de la Torre Coahuila, donde establecieron su primer cuartel y sala de ensayos cuando recién llegaron al Distrito Federal, en 2008.
El primer contacto con el público azteca ya se había dado dos años antes, cuando participaron en el Festival Vive Latino 2006. Desde entonces, no pararon más; Mauricio Durán estima que, a la fecha acumulan aproximadamente unas 300 presentaciones en el país donde golea el Chupete Suazo.
-Si se compararan ahora con la banda penquista que debutó en 2000 con el disco Los Bunkers ¿Se sienten muy diferentes?
-A.L: Me imagino que hemos cambiado, ojalá que hayamos cambiado. Yo creo que sí. Como personas tratamos de mantener la honestidad con respecto a nuestro trabajo y a las cosas que hacemos. Chile no es un país como para que uno se ande creyendo el cuento, se le anden subiendo los humos a la cabeza, no hay humos para que se te suban, nadie te alumbra. Entonces, si vas a ser músico en Chile, te vas a dedicar a hacer música, cachai. En otros países que tienen la industria mucho más desarrollada; acá en Chile ser músico significa andar al tres y al cuatro, parar con cueva la olla de la casa, y dedicarte a ser músico, entre cuatro paredes escribiendo. Como persona nosotros hemos crecido o acumulado experiencias; pero como músicos, no es que estemos cambiando el foco constantemente, sino que vamos ampliando el nivel de experiencia, de música que vamos adquiriendo.
-Pero igual algo le pasa al ego cuando estás en el top ten de las descargas de I-tunes en México…
-(Risas) A.L: …el otro día me contaron y fue como maní, cachai. No sabemos si eso es, por que le llegó a la gente, o por lo que la tienda le vendió al consorcio tanto o al supermercado Líder, entonces ese tipo de cosas no me interesan. Pero ponte tú, si veo un cancionero de nosotros en la calle, eso es mucho más significativo, cachai, de esos mula, que no le achuntan a ninguna nota, las letras cambiadas. Ahí te das cuenta que estás como, no sé, la cagó. La otra vez vi a un viejito en México tocando en un organillo “Mi viejo” de Piero. Esa música es como nueva igual para meterla ahí, entonces, yo pensaba, “estar en esas cuestiones debe ser el máximo de popularidad que puedes tener”.
-¿Sienten que cuando llegaron a Santiago fueron chaqueteados por el medio, por otros músicos?
-M.D: Mmm, el medio no sé. Yo creo que sí los colegas, aunque al día de hoy yo creo que ya están callados no más, porque es como “ya, que voy a seguir hablando”. Pero había tipos con los que nos juntábamos y después… por ejemplo, si somos colegas, y de repente yo hago una crítica constructiva a tu trabajo, y viceversa, podemos estar de acuerdo o no, y está bien. Pero eso de hablar contigo súper normal, y luego hablar por detrás, y con otra gente decir otra cosa… pero eso tienes que asumirlo, porque siempre va a pasar.
-¿Les cayó muy mal el comentario de “copiones” que algunos les achacaron?
-M.D: No, nos importa una raja. Nosotros éramos una banda que estaba recién empezando, y como todas las de la historia del rock & roll, mostrábamos nuestras influencias. Me da lo mismo. Es que sabes lo que pasa, si hay mucha gente que está chaqueteando lo que tú te levantas todos los días a hacer, y en lo cual crees, y la empiezas a pescar, te puedes volver loco, enrollar demasiado. Ahí tienes que decir “¿me importa lo que dice este tipo o no? No, no me interesa”. Porque si te empieza a interesar, en el fondo te empiezas a hacer caldo de cabeza, y la necesitas tranquila para hacer música. Uno tiene que trabajar en lo que cree, esforzarse al máximo por lo que uno siente que tiene que hacer, y eso es todo.
-Si recordáramos momentos claves en la carrera de Los Bunkers, ¿Cuál serían los primeros que se les vienen a la mente?
-A.L: Yo creo que la primera tocata en las Raras tocatas de la Rock & Pop… yo creo que eso fue importante. Fue la primera transmisión de nuestra música a nivel nacional, de partida. Y volamos algunas cabezas, creo.
-G.L: “El sueño existe” (Nota de la R: el homenaje a Salvador Allende a 30 años del golpe en 2003). Fue como la primera vez que el grupo presenció una reacción mayor, completamente masiva ante la música del grupo, o cómo tocan. Nunca habíamos sentido que se moviera el piso en el escenario.
-A.L: Haber tocado en el Estadio Nacional, con gente en la cancha, llena hasta las cachas (sic).
-G.L: Tocando con Claudio Parra… fue como too much.
-M.D: Esa tocata también fue súper especial, porque se sentía demasiado la energía de la gente. Creo que hubo como un antes y un después de eso, porque en cierta medida hubo un montón de artistas, y nosotros salimos y tocamos a toda raja, cachai, y sonamos súper bien. Más encima hicimos temas que son súper difíciles de interpretar como los de Los Jaivas. Fue como una confirmación.

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