Ésa es la sensación, dice, que tiene la gente en Chile, ante la supuesta tolerancia de los órganos que imparten justicia frente a los casos donde están involucrados “moscos grandes”: gente con poder o visibilidad pública que, a juicio de la ciudadanía, recibiría tratos preferentes. Por eso apoya el trabajo que realiza el Ministerio Público en los mediáticos casos Caval, Penta y Soquimich, y aconseja a los fiscales no dejarse intimidar por las presiones, las mismas que recibió él cuando, como Presidente del Consejo de Defensa del Estado, contribuyó para que Manuel Contreras recibiera su primera condena de cárcel.
Por Pamela Rivero / Fotografías José Carlos Manso.
“Los días 25 y 26 de enero de 1995, todo el país escuchaba expectante los argumentos por parte del Presidente del Consejo de Defensa del Estado, Luis Bates, contra el general (R) Manuel Contreras y el brigadier Pedro Espinoza. Todo sucedía en la Cuarta Sala de la Corte Suprema, donde se realizaban los alegatos a la sentencia del ministro Adolfo Bañados contra los dos máximos jefes de la DINA. Este juicio público, televisado al modo USA (era el tiempo del gran espectáculo judicial de O. J. Simpson), enfurecía a las altas jerarquías castrenses… generales tan recios como Fernando Torres Silva, Jorge Lagos o Ernesto Videla asistieron no sólo para apoyar a sus colegas, sino también para notificar su enorme molestia a los ciudadanos a través de los micrófonos y las cámaras”.
Este extracto del libro Nueva crónica de la transición (2006), del periodista Rafael Otano, relata el momento de los alegatos finales del caso del ex embajador chileno asesinado en Washington, Orlando Letelier, donde Luis Sergio Bates Hidalgo intervenía por la parte acusadora, junto a los también abogados Juan Bustos y Fabiola Letelier. Como describió Raquel Correa en una de sus entrevistas de El Mercurio, allí Bates “se lució alegando contra Contreras”.
Cuatro meses después, la Cuarta Sala del Máximo Tribunal confirmó el fallo en primera instancia del ministro Bañados de siete años de cárcel para Manuel Contreras y de seis para Pedro Espinoza, condenados como autores de homicio calificado del ex canciller.
Luis Bates, abogado penalista, académico y ex presidente del capítulo chileno de Transparencia Internacional, recuerda ese papel que le tocó asumir como Presidente del Consejo de Defensa del Estado, que integró durante 35 años y que presidió entre 1993 y 1996. Fue un capítulo complicado. Las relaciones cívico militares estaban tensas, sobre todo después del Ejercicio de Enlace, de diciembre de 1990, y del Boinazo, de mayo de 1993, que amenzaban el avance del proceso democratizador.
“No fue fácil por las presiones que recibíamos, nos criticaban de todos lados, nos decían que nos iban a echar a todos, pero había que hacerlo no más. Y el resultado final de la historia fue que después obtuvimos puros aplausos”, señala.
Por ello, cuando se refiere a las investigaciones que lleva el Ministerio Público en casos como Penta, SQM y Caval, cuyo actuar ha sido criticado por los afectados, por políticos e incluso por ex autoridades de Gobierno, su respuesta es de total apoyo al trabajo del ente persecutor y de defensa hacia las características del nuevo sistema procesal penal, que conoce muy bien, pues él fue el encargado de terminar de implementarlo desde su cargo de ministro de Justicia del ex presidente Ricardo Lagos.
“Uno de los pilares de la Reforma Procesal Penal fue la publicidad, la transparencia y la inmediación, que es un concepto más jurídico que tiene que ver con la relación directa del juez no sólo con las partes, sino que también con los testigos, con los peritos y con todos los intervinientes del proceso penal. En eso fue un cambio radical respecto del sistema antiguo. Qué es lo que ocurre con esta visibilidad, que la gente que está afectada por ella y por las decisiones que adoptan los jueces, reclaman, porque para muchos la justicia existe sólo cuando favorece sus intereses, si no lo hace, entonces no hay justicia. Y lo vemos todos los días, en el ámbito político para qué hablar. Si afecta al partido o a la coalisión tal, acusan que los fiscales filtran información, que aplican criterios disímiles, pero para juzgar al rival, sobre todo político, ahí van con todo y no critican”.
-¿Por qué apoya el trabajo realizado por el Fiscal Nacional y su equipo en todos estos casos?
“Porque es una función muy dificil de desarrollar, pues por la visibilidad y publicidad siempre van a estar expuestos. Pero los fiscales tienen que hacer lo que en conciencia ellos creen que hay que hacer y olvidarse de las presiones externas, de las críticas políticas, sobre todo cuando tocan a gente con poder.
A mí me tocó el caso de la primera sentencia en contra del general Manuel Contreras. Se alegó en la Corte Suprema, se aplicó la condena de siete años por el asesinato de nuestro embajador en Washington. Fue un momento muy complicado por la situación que vivía el país, pero había que actuar, sin temores y sin hacer cálculos de corto plazo, como siempre le digo a los jóvenes”.
Durante su paso por el Ministerio de Justicia, Luis Bates también tuvo que enfrentar situaciones complicadas, como el caso MOP-Gate y la tensa relación que se vivía entre el Ejecutivo y el Poder Judicial, tras las denuncias de presiones -supuestamente de funcionarios públicos- que había recibido la ministra en visita Gloria Ana Chevesich, quien investigaba la salida ilegal de dineros públicos a través del Ministerio de Obras Públicas (MOP) de 1997 en adelante.
Su llegada al “área chica”
Cuando todavía no pasaba un año de haber dejado el Ministerio de Justicia, tras el término del periodo del ex presidente Ricardo Lagos, Luis Bates asumió un nuevo y para muchos sorpresivo desafío. En enero del 2007 fue elegido como integrante del Tribunal de Disciplina de la Asociacion Nacional de Fútbol, aunque su llegada a la ANFP no estuvo exenta de polémicas.
Como consigna el diario El Mercurio, en su edición del 17 de enero de ese año, a Bates, que era uno de los cinco candidatos del directorio, se le criticaba el haber sido inscrito fuera de plazo y no tener un pasado directivo en algún club. A pesar de ese episodio, donde el tema de la inscripción finalmente quedó resuelto, pues sí se ajustaba a los estatutos, salió electo con la tercera mayoría y, días después, en votación secreta, fue elegido como presidente de la segunda sala del Tribunal de Disciplina de la ANFP.
Y aunque era cierto que por muchos años había permanecido alejado del fútbol, a pesar que “de cabro iba por el Colo Colo”, como él mismo cuenta, su llegada a este tribunal fue motivada por una convicción que ha estado presente durante toda su carrera, hasta hoy, en que se desempeña como director del Centro de Educación Ciudadana de la Facultad de Derecho de la Universidad San Sebastián.
“Siempre he pensado que el fútbol es un instrumento de aprendizaje de valores y ética”, señala, y por ello, uno de los principales desafíos que manifestó en las primeras declaraciones como miembro de esta instancia del fútbol, fue que el tribunal no sólo debía cumplir una función castigadora, sino que también “en lo posible tenía que desarrollar una tarea cívica en la sociedad”.
–Si hoy fuese parte del Tribunal de Disciplina, ¿hubiese estado de acuerdo con sancionar a Arturo Vidal por haber protagonizado ese accidente de tránsito?
“El Tribunal de Disciplina de la ANFP tiene competencias para conocer de las situaciones vinculadas al fútbol. Todos los martes nos reuníamos a analizar los foul de la semana, las sanciones que se establecían. Pero el caso de Arturo Vidal, aunque cuesta decirlo y entenderlo, es de la vida privada, que no está relacionado con su desempeño en la cancha. Sin embargo, soy de la idea de que las personas que tienen prominencia pública, como los parlamentarios, los ministros de Estado, los funcionarios públicos de jerarquía y como es un futbolista, naturalmente, tienen que cuidar todos los aspectos de su vida, porque para ellos la esfera de su privacidad es mucho más reducida que la de un ciudadano común. Si en este accidente hubiese estado involucrado ‘Pedro Pérez’ no habría pasado más allá, porque felizmente no hubo muertos ni lesionados, aunque es delito igual, que es manejar en estado de ebriedad, existe. Por eso los personajes que son públicos, por así decirlo, tienen que cuidar su vida privada mucho más que el resto, porque ellos son referentes y sus ejemplos se irradian a la comunidad”.
-¿Compartió la decisión que tomó el técnico Jorge Sampaoli?
“No, porque estamos hablando más allá de un asunto disciplinario, sino que de un tema donde hay involucrado un delito. En consecuencia, debió haberse tomado otra decisión. A mí lo que me preocupa es el mal ejemplo, la gente de la calle dice: Si yo atropello o manejo en estado de ebriedad me meten preso”.
-Que Vidal haya ofrecido disculpas ¿no lo redime un poco de la culpa?
“En Derecho eso sería una atenuante de responsabilidad, en el sentido de que repara, entre comillas, el mal causado con unas disculpas públicas, pero no hace desaparecer la infracción”.
-¿En todo caso para él la ley sí funcionó porque fue formalizado y se acogió a una salida alternativa?
“Pero lo que ve la gente es un trato diferente de la justicia, porque la gente no hace mucho raciocinio técnico o jurídico, sino que ve lo grueso, que si ellos cometieran un acto de esta naturaleza indudablemente los resultados serían otros”.
-¿Estas situaciones aumentan la sensación de que somos un país donde la justicia sólo castiga a los más débiles?
“Esa mayor tolerancia respecto de ciertas personas es lo que yo denomino el pez gordo. Hay una sensación de que el sistema de justicia sólo atrapa mosquitos, pero no moscos grandes, porque ésos rompen la telaraña”.
-El Caso Penta y sus aristas, el Caso Caval también, son ejemplos donde están siendo investigadas personas poderosas, moscos grandes, como dice usted. ¿Valora este esfuerzo?
“Por supuesto, porque nuestro sistema legal es débil para ese tipo de situaciones. Algo contrario a lo que ha sucedido con la justicia civil, donde en casos en que ha estado involucrada gente con poder, sobre todo económico, se han dictaminado indemnizaciones bastante altas, lo que también ayuda y es positivo, porque afectan el bolsillo de esas personas, que es lo que más le interesa a esa gente”.
-Volviendo a su ejemplo, que exista esa sensación de que el sistema sólo atrapa mosquitos ¿habrá contribuido a que haya aumentado la corrupción en Chile?
“Hay que partir de la base de que en Chile siempre ha habido corrupción, lo que ocurre es que los índices históricamente habían sido muy bajos. En cambio hoy, por esta extensión de la corrupción privada que se ha conocido últimamente, da la sensación de que estamos entrando a áreas más amplias de corrupción público-privada, que es lo que preocupa”.
-Las boletas ideológicamente falsas, el uso de información privilegiada, el financiamiento ilegal de las campañas políticas, ¿a qué obedecen? ¿Mala costumbre, una “avivada” o es una actitud que está relacionada con el ejercicio del poder?
“Es todo lo que usted dice, es un conjunto de cosas, costumbres, hábitos que se empiezan a multiplicar y que son tolerados y, a veces, incluso mirados como un mérito especial, como esto de avivarse frente a la ley. La corrupción es un fenómeno multicausal, que obedece a componentes históricos, económicos, políticos, socioculturales. A esto se agrega que hoy vivimos en una sociedad materialista, de un consumismo exacerbado, donde cualquier mecanismo es aceptable o tolerable para ganar”.
La historia del platillo
-Hace bastante tiempo Jorge Schaulsohn dijo que en la Concertación se había instalado una ideología de la corrupción para usufructuar de los fondos públicos. Por esas declaraciones fue expulsado del PPD.
“Ése es otro punto, Jorge ha tenido problemas económicos y personales, por eso es que desapareció del mundo político”.
-Pero en ese tiempo él fue muy criticado por hacer esa afirmación.
“Él habló de la ideología de la corrupción y que se usaban platas del Estado para financiar la política, y eso es correcto lo que dijo en su época”.
-Si éstos eran hábitos ¿no había nadie que dijera “paremos este asunto”?
“El tiempo va cambiado algunas cosas, algunos hábitos, situaciones o malas costumbres que pasaron a ser aceptadas. Incluso el mismo Jorge Schaulsohn decía: “Cuando viene una elección, le pasamos el platillo a todos los empresarios”, y eso era una especie de entendimiento de que la cosa era así, pero ahora, cuando hay mayor transparencia, gracias en gran parte a la labor de la prensa, estos casos han pasado a tener una mayor extensión de conocimiento y otra connotación pública”.
-¿Considera que ha cambiado mucho el mundo de la política respecto de décadas pasadas?
“La diferencia es que hoy ha quedado en evidencia la mayor participación del sector privado en el ámbito de la corrupción, en su relación con la política, con los negocios, eso es lo nuevo”.
-¿Nuevo? Usted contaba que Schaulsohn reconocía que en época de campaña pasaban el platillo a todos los empresarios.
“Era un rumor, algo que se entendía. Ahora se conocen cifras, se sabe qué empresas, se tiene información de los millones que han destinado a financiar las campañas políticas, está mucho más especificado que antes. En ese sentido la transparencia es buena”.
-¿Cuál es la salida?
“Lamentablemente es una salida que llegará en el largo plazo. Las medidas reales y efectivas, como son las socioculturales y las educativas, son lentas y graduales. En consecuencia, debemos trabajar en fomentar la educación ciudadana, sobre todo entre los jóvenes, que no han recibido educación cívica de calidad. Tenemos que entregar una formación que enseñe sobre la institucionalidad del país, sobre los derechos fundamentales y sobre los valores que son protegidos y que subyacen tras las leyes, porque para asegurar su cumplimiento no sólo bastan las amenazas de sanciones”.
-¿La Agenda de Probidad y Transparencia que está promoviendo el Gobierno ayudará a combatir la corrupción?
“A mi juicio poco, porque después vienen los problemas de implementación y aplicación, y ahí se empiezan a diluir las cosas. Generalmente focalizamos este tema en las leyes. Ya ocurrió en épocas pasadas. En casos como el de Codelco o MOP-Gate se registran similares reacciones a las que se llegó luego de los escándalos conocidos últimamente en el país, donde se conformó una comisión que sugirió medidas administrativas y proyectos de ley. Para esos casos también se crearon comisiones que evacuaron propuestas anticorrupción, regulaciones legales, investigaciones, procesos judiciales que fueron bastante mediáticos, pero la corrupción persistió y aumentó, porque la receta para enfrentarla abarca muchos ámbitos. Requiere formación en ética y ciudadanía. Esta agenda puede que ayude a progresar en algo, pero, insisto, el tema pasa por la formacion de las personas. Como decía Gandhi: Sé tú los cambios que quieres ver en la sociedad”.
-Quienes hoy están involucrados en hechos de corrupción pertenecen a una generación que recibió educación cívica y una formación de elite. ¿Por qué estas enseñanzas no permearon en ellos?
“Faltó la formación moral del fuero interno de la persona. Como le digo, el elemento competencia, el materialismo, hoy son tan fuertes que han permitido que el tráfico de influencias, el ‘amiguismo’, el nepotismo, el clientelismo político para el logro personal se haya transformado en algo aceptable como medio para ganar y ha relativizado la moral en función del beneficio propio”.
-Y estos cambios que usted dice que se pueden alcanzar con una educación cívica sostenida en el tiempo, ¿los alcanzaremos a ver?
“Yo por lo menos no, usted creo que sí”.