“En la vida, encontrar un maestro es algo maravilloso”, así de conmovida se muestra Magdalena Varas Amthauer, (27) psicóloga y actriz autodidacta, que ingresó a la compañía El Oráculo el 2000, y que hoy parece haber encontrado su propio camino en este difícil arte. Y lo ha hecho a través de la mano de quien señala como su maestra, la japonesa, experta en danza Butoh, Minako Seki. Ella es la responsable de que por estos días Magdalena se sienta plena y segura con su pasión.
Minako vive en Berlín, Alemania, y hasta allá viajó Magdalena en noviembre de 2008, gracias a una invitación que la artista le formulara y a un Fondart Nacional de Pasantía que le permitió costear su estada.
“Conocí a Minako el 2005, en Santiago, en un seminario y me encantó. Llevaba unos años trabajando en teatro físico y comencé a seguirla por Argentina y Bolivia”.
Comenzó haciendo teatro clásico en el colegio, pero fue con su incorporación a la compañía El Oráculo que descubrió su interés por este arte. “Este teatro se distancia del tradicional, de texto, en el sentido que el cuerpo y la expresión cobran mucha importancia, por lo tanto la palabra ya no es el eje central”, comenta.
Algo más de un mes, en el crudo invierno alemán, le permitieron profundizar en su formación como actriz y en algo que hacía rato la inquietaba.
En el butoh se trabaja lo físico y la imaginería, por lo que es un arte muy completo. “Es muy energizante, ya que se trabaja al mismo tiempo con la transpiración, con tus ojos, las emociones, imaginándote cosas, está la mente muy viva, el cuerpo muy vivo, entonces, terminas como muy elevado”, reflexiona esta artista que compartió con un grupo de 20 profesionales de muy buen nivel. Fue la única latinoamericana que por esos días se acercó al Butoh, un tipo de danza teatro que nació en Japón a fines de los 50, como una manera de gritar al mundo el horror vivido en Hiroshima y Nagasaki. Con una estética y movimientos que son muy distintos en la danza tradicional y que en sus comienzos fue llamada la danza de la oscuridad, debido a que se inspiró en los muertos levantándose de la tierra, esta danza se mostró emocionalmente muy fuerte. Sin embargo hoy, la maestra Minako crea una línea distinta que ella llama “Butoh de la luz”. “Recoge la técnica física y se abre a otras temáticas, toma los movimientos para montar otros espectáculos, sin que la temática tenga que ser negra”, comenta Magdalena.
En el oriente la danza y el teatro están juntos, “eres un artista escénico y ellos aceptan que la danza puede ser practicada por cualquier cuerpo. Derribaron el concepto de cuerpos estilizados y bellos. Le dan derecho a las personas a expresarse y ése fue un aprendizaje muy interesante”, comenta esta actriz que aprovechó su viaje para cumplir otro sueño: visitar la India para estudiar otra danza tradicional, la Kathakali, proveniente de la zona de Kerala, y que representa pasajes de la mitología Hindú. “Quería estar en India, estudiar, quería sentir la india profunda, el tema religioso, la fervorosidad, estar cerca del teatro y sus orígenes”, confiesa y agrega que este viaje le permitió experimentar cómo las cosas se siguen haciendo de la misma manera como se hacían hace miles de años. “La riqueza del arte es la preservación, entonces es como un viaje al pasado, es como vivir en una película en sepia y descubrir el origen de todo”, fascinante para esta artista que descubrió que lo corporal definitivamente es su camino y que pretende en un futuro concretar un equipo de investigación, “hacer un teatro de laboratorio, encerrarse, probar y crear, estar harto tiempo con la disciplina, alejarse de la vida rutinaria y perfeccionarse en la técnica”. Una trabajólica del arte que ha buscado en su camino depurar su trabajo para entregarlo de la mejor manera posible.