La célebre Walkiria del recordado Jappening con Ja está de vuelta, pero lejos de la pantalla grande. Luego de permanecer 16 años en EE.UU trabajando como productora de “Sábado Gigante” latino, la showoman enfoca sus nuevos proyectos en enseñar a los más jóvenes todo lo experimentado y aprendido en sus 45 años de trayectoria artística. Y para ello, cuenta con diversos proyectos en carpeta: la inauguración de la sede chilena de su escuela artística MDA complementada con seminarios -workshops- de perfeccionamiento y campamentos artísticos dirigidos a los más pequeños. Todo, coronado con una gran competencia inter regiones dirigida a los talentos juveniles ¿Queda espacio para un regreso al Jappening? Se ve difícil, aunque no imposible.
Maitén Montenegro es menudita y muy empática, de aquellas personas que ayudan rápidamente a dejar cualquier formalismo de lado. La conversación fluye de forma espontánea y sus palabras -entonadas a rato con acento caribeño- desbordan entusiasmo por sus nuevos proyectos que, básicamente, se pueden resumir en tres palabras: sembrar nuevos talentos. Es que para esta destacada actriz, cantante, comediante y productora artística de televisión, la única forma de profesionalizar y crear una real industria del espectáculo en Chile es apuntar hacia la formación de nuevas generaciones desde la infancia. Esa es su cruzada.
Volvió en 2006 al país, tras un intenso periodo en EE.UU. Aunque califica su último año como “sabático y dedicado a su persona”, se dejó tiempo para volver a la TV como directora durante cuatro meses del reallity “Fama” y jurado del programa “Locos por el baile”, ambos de Canal 13. También trabajó capacitando creativa y emocionalmente a los empleados de un banco. Una rutina relajada, si se compara con el ritmo que tuvo en sus años en la Cadena Univisión, a la que renunció para plantear su batalla desde otros campos de acción más libres y más necesarios. “Yo estuve 16 años en EE.UU haciendo televisión, en un mercado tan fuerte como es la televisión allá, 16 años de aprender también mucho, pero de una presión que hace la televisión que es enorme. Trabajas 12 ó 14 horas diarias siempre, porque es un trabajo sin horario. Entonces, ahora este tiempo es distinto, porque es libre, me puedo sacar la mugre cuatro días, puedo estar tranquila, voy a la hora que quiero, es nuestra propia empresa, no tengo que responder a mil condicionantes”.
Partió al gran país del norte en 1990 junto a Jorge Radic, su segundo esposo, y su entonces pequeña hija Catalina. Hacía dos años que había dejado los escenarios y buscaba nuevos horizontes. Hasta que llegó el ofrecimiento de Don Francisco para irse con él a Miami. “Me siento ganadora, todo lo logrado en EE.UU en aprendizaje fue por mí, por mis capacidades; no que ella, la del Jappening, no que el Maijope Show, no que era la gran showoman, nada”, dice con orgullo. Fue durante esos años en que, paralelo a su trabajo en “Sábado Gigante”, fundó su escuela MDA (sigla de Música, Danza y Actuación) y desarrolló sus experiencias de desarrollo vocacional como los campamentos artísticos y workshops. Y donde floreció el talento para el baile de su propia hija Catalina, cuyo currículum ya incluye a sus 20 años haber bailado en ceremonias de Grammys Latinos y MTV Americanos y actuaciones con artistas de la talla de Shakira. “Mi hija es fruto de eso, de audiciones, de casting, de bailar contra cuatrocientos pa’ quedar en el trabajo, sin importar tu nombre, tu apellido, sino el hecho de haberlo podido hacer bien. De eso necesita Chile: que la gente compita más. Que compita consiga misma. Que se saque de la cabeza la idea de que si pierde es malo”, reflexiona Maitén.
-Cuéntanos un poco de qué se trata la escuela que quieres inaugurar en Chile.
-En este momento me pillas aquí a pasos de dos cosas: crear el MDA Studios que va a partir en marzo como un lugar de desarrollo integral artístico desde niños muy pequeños a jóvenes y crear la competencia de talentos artísticos a nivel de colegios. Organizar un evento artístico regional que tenga una final el año que viene en un lugar determinado. Estoy trabajando, tengo el patrocinio del Ministerio de Cultura, del Ministerio de Educación, de gente que cree que soy seria, y que interviene consolidando el trabajo extra-programático de los colegios en el arte. Esto lo hice en EE.UU durante cuatro años, se llama “Kids for kids competition”, y son competencias de talento artístico, pero grupales; tú comprometes tu colegio, tu academia de baile. Y sólo pretende eso, competir, compararte, conocer a otros, ver cómo lo estás haciendo. Quiero hacerlo con cuatro regiones por ahora, porque hay que crear un sistema, tengo que viajar a las regiones, hay que hacer una labor y abrir un punto. Se haría este año para tener la final el año que viene, en el verano.
La artista se extiende sobre el MDA. Explica que no se trata de una academia tradicional que ofrezca “diplomas o cartones”, ya que más bien se enfoca a entregar una capacitación permanente al alumno que puede partir desde los cinco años, y “no tiene fin”. La academia lleva 12 años en EE.UU, y algunos de sus alumnos ya están haciendo cine y televisión para importantes productoras en Nueva York e Inglaterra. “Me siento súper orgullosa de eso, pero también me siento muy orgullosa de los que no están; de los que se dieron cuenta que no era para ellos”, asegura. “MDA sigue funcionando en EE.UU. Idílicamente mi idea es crear el puente, que pudieran ir de aquí a hacer cosas allá como una experiencia, no a hacerse famosos, sino que a vivir una experiencia internacional”.
-La carencia de roce internacional delata lo incipiente que es el ambiente artístico chileno. Por ejemplo, tu hija Catalina tiene 20 años y ya tiene un CV impresionante; hace poco conversamos con la cantante Francisca Valenzuela, que también se crió en EE.UU y tiene la misma edad de Catalina. Mostraba una formación y claridad difícil de ver por estos pagos…
-Creo que Chile trabaja muy para adentro. Una de las cosas que está perjudicando la internacionalización de los artistas es que se trabaja para Chile no más. No tiene en su mente la idea de ser internacional. La televisión es sólo para los chilenos, le tiene que gustar sólo a los chilenos, todo es tan exclusivo. Sin ser peyorativa, somos un poquito pueblerinos. Es como vivir en una calle donde todos los vecinos se conocen, donde no hay peligros porque la avenida no es muy grande y no pasa metro, no pasa nada. Es como eso ah, está protegido, entonces la gente corre pocos riesgos, se atreve muy poco.
Lo que no se vio del Jappening
Si alguien en Chile tiene propiedad y derecho a opinar sobre televisión y el espectáculo nacional, esa es Maitén Montenegro. Hija del destacado actor Raúl Vásquez (que ganó el Premio al mejor Actor en el Festival de Naciones de París a comienzos de los ‘60) Sus 45 años de trayectoria hablan por sí solos, desde sus inicios como cantante juvenil y miembro del Maijope Show en la Nueva Ola, hasta su participación como creadora del mítico Jappening con Ja a fines de los 70, cuando junto a sus socios Eduardo Ravani, Jorge Pedreros, Fernando Alarcón y Gloria Benavides llegaron a alcanzar 82 puntos de rating en jornadas dominicales que se extendían por cinco horas.
-Los cuatro años en el Jappening coincidieron con los cuatro años más difíciles de tu vida, como se ha publicado por ahí.
-(Piensa)…Sí. Son difíciles porque en el fondo tienes que pensar que por primera vez llegaba el éxito de una forma arrolladora en mi vida. O sea, estelar completo. O sea, 82 puntos de rating, personajes queridos recordados por la gente, gente hablando como tú, hablando como la Susana Cecilia, es un golpe para ti como artista, independiente a tu divorcio, a la política, a todo lo que está pasando, es una cosa muy fuerte asimilar un éxito así. Después de eso súmale un divorcio que es tremendo evento en tu vida como mujer. Luego súmale que este éxito te hace ser responsable, como un elefante arriba de la espalda, de no fallar. Luego, éramos generadores de las mismas ideas, no es que llegaran cinco guionistas y nos pasaran las ideas y nosotros las aprendiéramos. No, éramos un elenco, generábamos las ideas. Cinco personalidades seriamente fuertes como individuos. Fue muy difícil, pero fue también un gran aprendizaje.
– Duraste poco, el 81 partiste del Jappening…
-No, yo no me fui de ninguna parte. Nosotros nos disolvimos el año 80 porque nos despidió Televisión Nacional. El Jappening termina en el momento en que Televisión Nacional termina nuestro contrato. Una medida poco inteligente que fue tomada porque habíamos bajado a 60 puntos y era considerado como un fracaso la vaina. Pero además también teníamos un desgaste público, de medios. Esto mismo haría que fuera casi imposible el Jappening hoy, porque somos personas muy “cada uno”. Después a “La Oficina” la invitaron a participar, y unos fueron, otros no, y yo sentía que si no éramos los cinco, no era el Jappening. Y entonces había que abocarse a otros proyectos. Luego el Jappening sigue su historia y no le quito su mérito a todos los elencos que hayamos tenido después, pero estamos hablando de los creadores y fundadores de una idea.
-El Japenning es asociado con cierta simpatía por el régimen militar ¿te persiguió ese mote en los años que fuiste parte de él o tiempo después?
Hasta ese momento nunca me había preocupado porque honestamente estaba pensando en crear cosas. Yo creo que nada de lo que tú puedes recordar hoy en el Jappening hablaba de política, apuntando a favorecer una tendencia. Yo no me eximo de la oportunidad de haber sido famosa en la época de la dictadura, pero te digo, realmente, siempre necesité crear y aportar ideas para tener trabajo, ese fue mi modus operandi siempre, y nunca hice cosas políticas para tener trabajo. Luego mi compromiso con la franja del NO, cuando participé, obedeció a una resultante muy personal que no tenía nada que ver con la política. Y aunque parezca loco tenía que ver con la creatividad, que es la razón por la cual yo me salí de la televisión ahora también. Entonces, de repente me empecé a dar cuenta que era requete contra fome hacer humor, no se podía esto o lo otro; no se podía decir libertad, no se podía tanta cosa que al final uno era un latoso porque no se podía jugar.
Nunca pensé que la política fuera tan determinante para mí, porque siempre necesité llevar un proyecto y una idea para que me contrataran. No me alcancé a dar cuenta hasta conocer a Jorge (Rendic, su segundo marido), cuando tuvimos el teatro El Galpón de Los Leones (1988), y le dimos la posibilidad a Los Prisioneros de hacer un recital. Yo los conocí ahí, y empecé a darme cuenta de este mundo underground que estaba fuera de la televisión, porque la televisión había sido mi mundo por tantos años.
-En retrospectiva ¿no sientes que la letra del himno del Jappening “…ríe cuando todos estén tristes” resultaba demasiado irónica con el momento político que vivía el país? Eran los años más duros de la dictadura militar….
-Yo creo que todo depende del cristal con que se mire. Nunca me olvidaré que llegó un momento en que estábamos todos tan traumatizados con el gobierno militarista de Pinochet que al final tenía la culpa de todo. Yo creo que si temblaba le echábamos la culpa. O sea, todos nos podemos poner quisquillosos de todo, y yo creo que la canción Jorge (Pedreros) la construyó como el gran creador que es, como una idea, como un deseo que lo interpretaba, y punto. A lo mejor si él tenía algo oculto bajo la manga yo nunca lo supe, jajaja.
-Entiendo que este año vuelve “La Oficina” como un sitcom de Megavisión, producido por Roos Films. Sin embargo tú no participarás, ¿por qué?
-Fui al regreso del Jappening como un aporte a la Teletón, que junta cosas que no se juntan hace tiempo. Son aportes, hitos que uno hace, pero de ninguna manera estaba pensando que íbamos a volver a ser Jappening de nuevo. Sí, fue rico comprobar que nos iba tan bien, que nos quiso tanta la gente en ese momento. Creo que la Teletón logró algo real: juntar a Espinita, Zañartu, a Walkiria, a Canitrot. Pero nada supera al recuerdo y a la idealización a través del tiempo, y hacer un nuevo Jappening sería una irresponsabilidad.
-¿No te ofrecieron ser parte del Sitcom después?
-No, nunca más volvimos a hablar. Quedamos de juntarnos a comer, pero nosotros somos unos patanes en eso. Lo dejamos ahí, no supimos más y ya no nos vimos de nuevo. Pero fue lindo vivirlo y rico también los 58 puntos de rating.
-¿Descartarías totalmente volver al Jappening?
-Yo nunca digo a nada que no, pero las cosas tienen que tomar una forma real. Mira, estoy marcada por los 16 años en EE.UU. Si yo estuviera allá y una cadena estuviera interesada en el Jappening, los abogados de la cadena se contactarían con los dueños de la marca, harían primero el llamado de atención para ver si pueden tenerla primero y después la licencia, y después llamarían a los integrantes y les ofrecerían un team de libretistas para poder desarrollar la idea ¡Pero no estoy en Estados Unidos! jajaja.
No hay rayado de cancha
-Durante mucho tiempo el humor no tuvo mayor presencia en la televisión chilena. Hoy ha vuelto de la mano de programas como el Club de la Comedia o la SCA. Ellos aplican el concepto gringo de Stand Up Comedy, el humor de los Café Concert, aunque partieron con una propuesta que revivía el espíritu aficionado ¿Los has visto, qué te parecen?
-Creo que tienen que pulir muchas cosas, tienen la materia prima, tienen el talento natural, tienen la condición y las ganas. Llegan en un momento en que el humor de denuncia y cotidiano, de observación, es super llegador, y ahora tienen que pulirse. El humor tiene un trabajo también de mecánica, de técnica, una progresión, un desarrollo, un remate, entonces, la comedia de café concert es un chiste que dura 15 o 20 minutos, entonces imagínate, tiene que tener muchos matices para lograr el remate. La historia tiene una progresión y un desarrollo dramático.
-¿Existe un comediante que actualmente te llame la atención en Chile?
-Kramer. Lo dirigí a él con la Natalia Cuevas para una especie de musical en la Teletón hace unos dos años o más. Me pareció súper dúctil, encontré que tiene mucha facilidad de voz, todo. Me parece tremendo talento.
-Ustedes en el Japenning original hacían un humor bastante blanco. Hoy no es tan así y la TV apuesta más por el doble sentido, por el morbo, por hacer humor ridiculizando gente…
-Creo que acá hay tan pocas leyes con respecto a tantas cosas, que es por eso que se permite la gente jugar con tanto. No te digo que en EE.UU no se juegue, pero tú sabes que te expones a una denuncia, que tienes que enfrentar un juicio, que tienes que responder a la parte legal cuando te metes a bromear ¿Quieres bromear con todo? Tienes que tener mucha plata para bromear con todo, responder a demandas. Eso es lo que no sé si en Chile hay, porque si no la farándula también tendría cuidado por cómo habla, de cuánto se mete en un terreno, porque les pueden suspender el programa, cerrar la cadena. Eso tiene que ver con tu sentido común, con tu ética y tu respeto. Aquí no hay rayado de cancha.
Maitén Montenegro: “Hacer un nuevo Jappening sería una irresponsabilidad”
NOS / 25 de Febrero de 2008