Con las mascarillas como un must, y pasando a veces varias horas con la nariz atrapada en un mismo espacio con la boca, muchos han descubierto en este periodo que tienen mal aliento. Su principal causa es una deficiente higiene bucal, algo que el odontólogo Daniel Otero nos enseña a mejorar.
En los últimos meses, las mascarillas se han convertido en importantes aliados en la lucha contra el COVID-19. Y si bien nadie cuestiona su importancia a la hora de protegernos del contagio, su uso prolongado también ha generado algunas consecuencias indeseadas, como marcas e irritaciones en la piel.
Pero más allá de los problemas dermatológicos, usarlas también ha generado un efecto inesperado: muchos se han dado cuenta de que sufren de mal aliento, algo que antes solo notaba la gente a su alrededor. “Las mascarillas han ayudado a revelar qué es lo que está pasando en tu boca”, enfatiza el odontólogo Daniel Otero, especialista en Rehabilitación Oral, quien explica que el mal aliento, o halitosis, puede tener múltiples causas, y que la más común es una deficiente higiene bucal.
Le consulto si, entonces, el mal olor no vendría de la mascarilla. “Podría ser, en caso de que la uses a diario o nunca la laves. Si la ocupas todo el día, las gotitas de saliva podrían comenzar a descomponerse, y en la mascarilla podría comenzar a juntarse humedad, lo que sería un caldo de cultivo para bacterias y que podría potenciar el mal olor (…) Hay que ver la mascarilla como cualquier otra prenda, que te la cambias y la lavas”.
Como segunda causa de la halitosis, el profesional menciona la periodontitis, que es una infección bacteriana, crónica, de los tejidos que circundan al diente, desde la encía hacia la inserción de la raíz en el hueso. “Cuando el ligamento periodontal se infecta, genera muy mal olor, y solo puede ser tratado por un odontólogo, que hará una limpieza por debajo de la encía y recetará una terapia antibiótica específica”.
También podrían estar incidiendo en el mal olor de la boca otros problemas dentales, como restos de raíces en mal estado, caries abiertas o restauraciones con problemas. Asimismo, podría deberse al uso de algunos medicamentos, fumar, otras afecciones en la boca, garganta o nariz; consumir alimentos como ajo o cebolla, y el reflujo gástrico.
¿Cómo incide la higiene bucal en el mal aliento?
Si tu técnica de cepillado es incorrecta, si no te lavas los dientes con la frecuencia adecuada, si tu cepillo ya se puso “chascón” y sigues usándolo, si no usas seda dental a diario o si, sencillamente, no te lavas los dientes, estamos hablando de una mala higiene bucal.
“En la boca hay millones de bacterias que tienen la capacidad de colonizar las superficies dentales, paso a paso. Si tienes una buena higiene dental, siempre vas a estar en la primera etapa, con bacterias que llegaron hasta tus dientes pero que no generan nada malo”, explica Otero.
Sin embargo -prosigue-, a medida que pasan los días, si la persona no se lava los dientes a esa flora se le van agregando otro tipo de bacterias, que se alimentan de los carbohidratos o azúcares que consume. “Comienzan a generar ácidos, que bajan el pH, ocasionando caries y halitosis. Es como con cualquier comida, que sabemos que se echó a perder porque está ácida. Bueno, esa acidez muchas veces es el mal olor de la boca”.
Claves para una buena higiene bucal
-Lavarse los dientes al menos 3 veces al día. “Con calma, y ojalá frente al espejo para ir observando dónde falta pasar el cepillo”.
-Tener una buena técnica de cepillado. “Hoy no es excusa decir que no sabes. Si no quieres ir al dentista, hasta en YouTube puedes encontrar videos para aprender a lavarte correctamente”.
-Usar un cepillo suave, de cabezal pequeño y mango recto, para que sea más fácil de manipular, y cambiarlo cuando sus cerdas no estén rectas. “Muchos prefieren cepillos duros, pero son muy abrasivos; generan daño en los dientes y, sobre todo, en las encías. Para remover los restos de alimentos y la placa bacteriana, que es una sustancia blanda, basta con un cepillo y un cepillado suaves”.
-Usar seda dental a diario. “Puede prescindirse sin problemas del enjuague bucal e, incluso, de la pasta de dientes, pero la seda dental es básica para una buena higiene bucal”.
-También son útiles los limpiadores de lengua, muy efectivos para remover la abundante placa bacteriana de esa zona. “En esto son mejores que el cepillo. Además, se pueden lavar y hasta hervir, así que son muy higiénicos”.
-Finalmente, también es importante reducir la ingesta de carbohidratos o azúcares o, al menos, su frecuencia de consumo. “No es lo mismo comer un kilo de dulces en dos sentadas, que 50 gramos cada 15 minutos, porque eso va a alimentar de forma constante la placa bacteriana. En cambio, si te comes todo de una vez y luego te lavas los dientes, los azúcares estarán menos tiempo disponibles para la placa bacteriana, generando menos posibilidades de caries y de mal aliento”.