Se hizo famoso comentando por TVN un día completo las causas y efectos del megatsunami que arrasó Japón hace un mes. Las conclusiones de sus investigaciones sirvieron de base al Gobierno para sus actuales políticas de mitigación de tsunamis en el Biobío.
Es Marcelo Lagos, el científico nacional de moda, en entrevista exclusiva para Revista Nos. “La mayoría de las personas sabe como reaccionar en este tipo de emergencias. Otro cuento es cómo, como país, nos ocupamos de tener comunidades costeras preparadas, de fortalecer sistemas de alerta, tener enfoques transversales”.
El geógrafo Marcelo Lagos López almuerza, respira y sueña con tsunamis. O mejor dicho, con olas, una pasión que lo acompaña desde su infancia en Arica, donde aprendió a surfear y creció escuchando los relatos de su madre sobre el fatídico maremoto que en 1877 dejó restos de barcos sobre las calles. Es doctor en Ciencias Ambientales de la UdeC y actualmente es el director del laboratorio de Investigación de Tsunamis de la UC. Por más de 15 años ha investigado y publicado artículos en revistas científicas nacionales e internacionales sobre temas relacionados con su especialidad, los procesos naturales extremos y su interacción con asentamientos humanos.
“Tienes que espacializar el peligro, y para eso empleas la modelación numérica, pero los resultados tienes que validarlos ¿Cómo lo haces? Con antecedentes históricos, con evidencias geológicas de tsunamis pasados, con testimonios de sobrevivientes. Por ejemplo, entrevistamos a gente que vivió el tsunami de 1960 en el sur de Chile. Ese testimonio vale oro, vale mucho más que un modelo numérico por más complejo que sea, porque es una experiencia de vida”, cuenta sobre su especialidad. Se empieza a entusiasmar y se explaya: “Una vez que tienes definidos los escenarios de peligro traducidos en un mapa, empiezas a evaluar la vulnerabilidad, que está condicionada por muchos factores”.
-La gente quiere saber del tema, pero también está asustada. Con lo sacudido que ha estado el mundo durante los últimos años no resulta extraño…
-Sí… yo creo que, entre comillas, puede ser un poco de eso. Pero hoy sabemos que la gente en Chile habla de área de ruptura, diferencia con claridad la escala de Mercalli de la de Richter, habla del plano de falla, la zona que rompió, etc (…) yo le sacaría el condimento alarmista, sino por el contrario: del momento en que hubo un terremoto 8.8° y un tsunami que tuvo alturas de olas excepcionales, cercanas a los 30 metros, con un promedio de siete u ocho metros, y que solamente cobra la vida de 156 personas con 35 desaparecidos por inmersión… claramente te evidencia que la gente tiene absoluta claridad sobre qué hacer. A lo mejor no un 100%, pero sí un porcentaje relevante sabe cómo reaccionar en este tipo de emergencias. Otro cuento es cómo, como país, nos ocupamos de tener comunidades costeras preparadas, de fortalecer nuestros sistemas de alerta temprana, la educación, de tener enfoques transversales y no sectoriales. En Chile la gente tiene un gen: sabe cómo reaccionar en caso de grandes terremotos con tsunamis.
El trabajo en terreno también es una constante para Lagos y su equipo: tras el terremoto del 27/F estuvo en el sur del país realizando cortes de subsuelo, actividad que durante febrero de 2011 realizó en la península de Miura, en las costas de Japón. “Nosotros hacemos excavaciones, las identificamos y sabemos diferenciar si esas capas son de tsunamis, de tormentas, de marejadas o de huracán. Una vez que tenemos el corte lo llevamos al laboratorio, analizamos sus capas y tomamos muestras. Luego tenemos las fechas, interpretamos y reconstruimos la prehistoria sísmica del lugar. Es un verdadero código de barras”, explica.
Otra área de su trabajo son asesorías y estudios para diversas instituciones estatales y privadas. Por estos días, junto a la Onemi revisa el tema de las señaléticas para tsunamis, los criterios para localizarlas y el diseño que tendrán. “Hay muchos pendientes, porque hay que partir de la base que por décadas la gestión del riesgo de desastre en Chile no fue tema”, sentencia.
Como buen académico, Lagos habla rápido, harto y se interrumpe para mostrar una serie de gráficos y fotografías de alta resolución del desastre en las costas de Japón obtenidas desde Google Earth. Explica una serie de colores que parcelan un mapa que muestra los tsunamis registrados desde el año 600 hasta el siglo XXI: un tsunami rojo fue muy grande, destructivo; mientras uno azul, si bien fue importante, corresponde a una magnitud menor.
“En Japón, durante los últimos 300 años, desde el 1700 a la fecha, todas las intensidades de los tsunamis en las costas han estado en sus niveles más bajos: azules, verdes. No hay ningún evento importante, salvo el de 869. O sea, transcurrieron 1131 años para otro evento de ese nivel. No se deben subestimar las zonas de subducción, la naturaleza cada día nos enseña que lo improbable es totalmente distinto de lo imposible”, filosofa.
-¿Qué ocurrió con Dichato y Tubul? ¿Por qué fueron zonas tancastigadas por el tsunami del 27/F?
-Yo sacaría el concepto de que se castigó a la gente… en la práctica sacaría todo lo catastrofista de esto, porque en rigor lo que pasó fue que no deberíamos haber estado ocupando esos espacios. Y eso pasa porque particularmente en Dichato, Tubul, Llico en el Golfo de Arauco, son localidades que están emplazadas en desembocaduras de ríos, de canales. Particularmente Dichato es una bahía muy confinada, estrecha, que hace que toda onda, sea cual sea, se amplifique, crezca y sea más peligrosa de lo común. Por ejemplo, ahora para el tsunami de 2011 proveniente de Japón, en Dichato nuevamente el mar se desbordó y entró con todo. No fue tan grande como el de 2010, pero claramente fue un precedente de que Dichato por defecto es un lugar predilecto para los tsunamis. Y eso ocurre en todo tipo de ambientes. Si miras las costas de Tohoku (Japón) son todos Dichatos y Coliumos, y es por eso que fue tan destructivo. Gran parte de la costa norte de Honshu son bahías confinadas, cerradas, estrechos canales, etc; pero, a diferencia de Chile, con planicies gigantescas donde efectivamente el tsunami logró penetrar kilómetros y kilómetros, cosa que no pasa en Chile: nuestra gente tiene lugares elevados para correr, y eso marca la diferencia.
-A modo didáctico, establezcamos parámetros que nos ayuden a identificar el potencial de daño que puede ocasionar un tsunami.
-Los principales factores hidrodinámicos asesinos de un tsunami son la velocidad de la corriente -que se expresa en metros por segundos- y la profundidad de inundación, que es cuánta agua existe sobre el terreno, independiente de la distancia a la costa. Yo puedo estar a cuarenta kilómetros de la costa, y el agua me puede entrar a las rodillas, es decir, 50 centímetros. Pero esos 50 cm, llevados al nivel del mar son 10 metros, porque estoy distante. Por ejemplo, acá en Santiago de Chile estamos en la cota 550 metros. Si un tsunami de acá me llega a la cintura, aquí va a tener un metro de profundidad de inundación; pero si lo llevo a nivel medio del mar, son 551 metros de ola. En un tsunami con una velocidad de 1,5 metros por segundo tú puedes perder el equilibrio y caer. Una profundidad de inundación superior a los 50 centímetros, o sea, sobre las rodillas, ya pone dificultad para escapar. De 50 centímetros a dos metros me está cubriendo la cabeza, y necesito agarrarme de algo, sustentarme, quizás nadar. Sobre los dos metros el riesgo vital es total, porque me arrastra, me lleva por los escombros. Por lo tanto, entre menos profundo, el tsunami es más lento; entre más profundo, es más rápido.
-¿Qué lugares de la costa chilena son más vulnerables para sufrir un alto grado de destrucción por causa de un tsunami?
-Por décadas, sino por siempre, en Chile el tema tsunami ha sido un tema huérfano, particularmente bajo la óptica de la planificación urbana y un uso responsable del suelo en el borde costero. Sin embargo, a partir del 2010 las cosas están cambiando, y claramente el peso específico que están teniendo los estudios de peligro de tsunami, y la proposición de medidas de mitigación estructurales de futuros eventos son una realidad. Se están haciendo cosas en Dichato, en Constitución, y van a pasar cosas en Llico, en Tubul, en Talcahuano. Sin embargo, los tsunamis tienen lugares predilectos, y es lógico pensar -no hay que ser experto para explicarlo- que las zonas bajas siempre son las más atractivas para los tsunamis: las desembocaduras de ríos, las bahías cerradas. Por ejemplo, la bahía de Concepción y esa forma que tiene que hace que todo tsunami generalmente se amplifique en su bahía producto de un fenómeno llamado resonancia, que es cuando el comportamiento del oleaje coincide con el tsunami, lo que produce una ola más grande.
Si me preguntas dónde, diría que cada centímetro de Chile está expuesto permanentemente a la amenaza de tsunami, y el tema es qué hacemos para evitar que futuros eventos sean destructivos. Porque hay que partir de la base que el hecho de que exista amenaza de tsunami no quiere decir que no podamos vivir en el borde, sino que tenemos que aprender cómo vivir permanentemente con ese tipo de amenaza.
“Tengo el deber de educar”
El Minvu encargó en 2010 a las universidades Católica y de Valparaíso un estudio consistente en 25 planes maestros para el borde costero, del cual Marcelo Lagos fue uno los principales investigadores. La primera parte cubrió las principales localidades afectadas como Constitución, Dichato, Talcahuano, Llico y Tubul. “Lo que se hizo fue definir escenarios de peligro de tsunamis más grandes que el experimentado el 27 de febrero de 2010 para que los planificadores urbanos puedan tener un input para proponer medidas estructurales de atenuación de futuros eventos. Nosotros definimos un escenario, validamos sus resultados y le entregamos al Minvu una serie de parámetros hidrodinámicos (…) con esta información, cuando yo tengo que proponer qué hago acá, los arquitectos, los planificadores urbanos, los geógrafos urbanos, tienen un input para tomar una decisión informada”.
-¿Cuál es el camino para seguir en materia de políticas de prevención y mitigación?
-Tenemos que crear una nueva institucionalidad que permita de forma transversal y no sectorial abordar la gestión del riesgo de desastre como una tarea de todos. Del Gobierno y del sector privado, pero también desde la parvularia hasta el astrónomo, el constructor, el periodista, todos tenemos una cuota de responsabilidad (…) porque somos un país que rápidamente olvida, y no podemos quedarnos dormidos. Lamentablemente estamos atrasados, porque en cualquier momento vendrá otro evento. Eso siempre va a ser así.
-¿Qué te parecen las medidas de mitigación de tsunamis propuestas para estas cinco localidades? Entre otras, se ha mencionado expropiar terrenos en Dichato, Talcahuano y Constitución para construir muros, realizar levantamientos de tierras y plantar árboles que detengan la fuerza de las olas…
-Es que la verdad es que depende todo del tsunami (…) Hay diferentes formas de disminuir los niveles de exposición. Existen medidas estructurales y medidas no estructurales. Las primeras pueden ser muros de diversas características, rompe-olas, bosques de mitigación, parques inundables o, sencillamente, bajar las densidades de habitantes del borde, sacar a la gente de lugares que son muy expuestos, etc. Las medidas no estructurales pueden ser cosas como señaléticas anti-tsunamis, los simulacros, la educación de la comunidad, que sepan cuáles son las zonas seguras, cuánto tiempo demoran en llegar, que frecuentemente están haciendo simulacros y simulaciones. En la práctica es una forma combinada, pero es un trabajo permanente. Chile no tiene una historia de medidas estructurales, pero sí un pasado parcelado de experiencias de medidas no estructurales, en el norte de Chile se hacen simulacros de tsunamis, muchas localidades costeras tienen señaléticas, todas de diferente color, pero las tienen.
-Parece que el norte hace rato que se puso las pilas en este tema, a diferencia del sur.
-Sí… pero porque gran parte del norte desde hace décadas está esperando un gran evento, sin embargo en la zona central de Chile, que fue afectada por el tsunami del 2010, no sabían que venía un evento, no era tema, nadie hablaba de eso.
-Y eso que la comunidad científica lo advirtió en su momento. Tú mismo diste un charla en Talcahuano sobre el tema en 2009 ¿Es cierto que cuando volviste el año siguiente, alguien se acercó a ti y te llamó profeta?
-Sí, me dijeron, en buena onda. Lamentablemente eso nos hace sentir más culpables, porque algo está fallando. Tenemos un problema de diálogo entre la ciencia, el tomador de decisiones y la comunidad. Podemos generar los mejores artículos científicos, podemos tener los mejores instrumentos para evaluar eventos de gran magnitud, pero si esa información no llega a quienes toman decisiones, si la comunidad que está expuesta a ese tipo de peligros no se apropia de ese conocimiento ¿de qué sirven todos estos esfuerzos? Y esto se conecta de alguna forma con la ventana mediática que estoy explotando ahora. Porque en la práctica alguien podría decir “a Lagos le interesa salir en la tele”. Esa no es la lectura que yo hago, hay un costo gigantesco de sobreexponerse. Lo que estoy haciendo es que hace rato me di cuenta que mis artículos científicos los leen los geocientíficos, pero realmente los que están ahí, en la costa esperando los tsunamis no tienen idea de las cosas que están pasando. Tengo un deber como geocientífico de educar. Y si la televisión me da esa ventana la voy a aprovechar.
-El tema de las expropiaciones ha generado polémica y la resistencia de algunos vecinos de Dichato ¿hubo lugares que tú y tu equipo recomendaron deshabitar?
-No, esa decisión es política, es del Gobierno. Nosotros evaluamos el peligro y esa información la toman los urbanistas, que en este caso trabajan en el Gobierno, trabajan en las costas de la Octava Región. En la Octava Región el Plan de Reconstrucción del Borde Costero de 18 comunas (PRBC18), y en la práctica ellos, con la información que les entregamos, proponen medidas de mitigación. Pero no es que nosotros digamos, aquí, en este laboratorio, “se expropia aquí, se saca allá”. Ellos nos dicen “miren queremos proponer un bosque acá, queremos proponer estructura palafíticas (sic) acá, queremos rellenar Tubul hasta la cota tres metros, queremos rellenar Dichato hasta la cota cinco metros, queremos entubar el canal”. Frente a todos esos elementos que potencialmente atenuarían un evento, nosotros lo que hacemos en el laboratorio es evaluar y simular un Dichato con los escenarios. Matemáticamente ponemos el muro; matemáticamente simulamos un bosque, y vemos cómo un tsunami más grande que el 2010 impactaría, y vemos cuánto inunda, cuánto no inunda, y cuánto disminuyen los parámetros asesinos de un tsunami.
-¿Pero cuáles son los lugares que ustedes consideran como los más riesgosos para la población en este momento?
-Todos los asentamientos humanos costeros que en el pasado han sido inundados volverán a ser inundados. Ni siquiera necesito un modelo numérico para decírtelo. La historia nos recuerda que estos eventos son absolutamente recurrentes. El tema es cuánto ponderamos en Chile nuestra historia, cuántas son las lecciones aprendidas que hemos rescatado de eventos del pasado. Te invito a que averigües cuántas veces se ha conmemorado en la bahía de Concepción el gran terremoto y tsunami de 1835 que barrió con toda la bahía. O el de 1751, que implicó la relocalización de Penco en la actual Concepción. Es más, el detalle del tsunami y del terremoto de 1835 no lo escribió cualquier persona, lo detalló Darwin ¿cuántas plazas en Concepción y Talcahuano conmemoran a Darwin? ¿Qué pasa los 20 de febrero de cada año en Concepción, alguien se acuerda que ese fue el día que desapareció gran parte de la bahía?
-¿Te consta que existan presiones inmobiliarias o de otros grupos privados para privatizar las expropiaciones en Dichato?
-No tengo ningún antecedente, no he escuchado absolutamente nada. Es más, no puede ser, porque nosotros tenemos la Ley de Urbanismo y Construcciones que hoy tiene una re-interpretación que es muy adecuada para estos casos (…) Antes, eso no existía, ponías a todos adentro de la zona (de inundación) y a nadie le importaba, la oficina de la Onemi en Iquique estaba en zona de inundación. Eso fue lo primero que ahora movieron, la dejaron más arriba. Realmente hoy es una preocupación qué tipo de usos de suelo se permiten en una zona peligrosa. Y eso implica que si se quisiera construir un mall en el borde costero va a tener que cumplir con estándares. Ahora, lo más probable es que quien diga eso ni siquiera sea la gente, sino que los empresarios que tienen intereses en el borde. Porque la gente que realmente experimentó lo que pasó en Dichato o en Constitución, y que de sus casas solamente quedó el cimiento, está absolutamente consciente de que por nada del mundo vuelve a ese lugar. Independiente de que quieran ser compensadas justamente.
-El empresario Felipe Cubillos declaró que “Con ese criterio, entonces no construyamos nada en la costa (…) el Estado tiene la misión de cuidar a los niños, pero no a los adultos. Los adultos tienen la libertad para tomar sus propias decisiones”…
-Bueno, que observe sencillamente la realidad de Hawai: Hawai es una isla que factura millones por turismo, hotelería, y no tiene nada en el borde. Vienen de vuelta, totalmente.
-Si la energía acumulada entre placas hoy está en el norte ¿no se debió iniciar primero, un estudio para el borde costero de la Primera Región, que es donde se pronostica un megaterremoto, y priorizar así el dónde va a ser, y no donde ya fue?
-Hay que partir de una base. Estamos hablando de 160 mil millones de pesos destinados a los planes de reconstrucción sustentables para las ciudades que fueron barridas por el tsunami. Los PRES son algunos planes puntuales que existen para Constitución, Dichato, etc ¿Y qué hace tan especial a Arica, Iquique, y por qué no Puerto Montt, Valdivia? El tema de fondo es que no es fácil sacar a la gente que está viviendo en su casa, feliz, sólida, en Iquique, versus en Constitución donde no hay nada, todo fue pulverizado, y la evidencia es tan tangible y contundente que claramente hay que intervenir. En países desarrollados como EE.UU. ya existen los planes de reconstrucción. Te dicen ¿Usted quiere en esta zona peligrosa? Ok, viva, pero cuando venga el tsunami, esto va a pasar: acá va a haber un parque. Y aparte, tendrá que pagar un seguro que será muy alto, porque estará en una zona muy peligrosa. Esos son vacíos, cosas que no tenemos. Sea cual sea el criterio que se utilice para reconstruir el borde costero de localidades que fueron muy afectadas por el tsunami de 2010, ese criterio tiene que ser universal para todo Chile (…) Lo que va a pasar en Iquique cuando venga el tsunami en un peor escenario como el de 1877 es que gran parte del borde costero será barrido. Te garantizo que van a haber consecuencias, y las medidas que mencionamos como parques inundables, también van a ser un tema común en el norte de Chile. O sea, ¿Cuándo en Chile se ha hecho algo antes? ¿Cuánto aprendimos del último tsunami de 1960? Pasaron 50 años y en rigor no aprendimos ¡Nada! Fue un tsunami gigantesco que cobró la vida de más de 1.000 personas en el centro-sur de Chile, y Puerto Saavedra sigue ubicado ahí. No aprendimos nada.
El terremoto que se incuba en el sur
-En TVN dijiste que Osorno es una potencial zona del país donde podría ocurrir un terremoto, puesto que existiría “acumulación de energía” ¿En base a qué antecedentes señalaste esto? ¿Es la misma falla que detonó la liberación de energía del 27 de febrero?
-Sí, hay ciertas señales que nos permiten entender cuando viene un gran terremoto, y generalmente se asocian a qué tan trabadas están las placas (…) Si está más trabada yo puedo inferir más estrés. Y, el segmento sur de Chile donde está la máxima zona de estrés o de tasa de bloqueo es el de las costas de la Región de Los Lagos. Basado en este modelo (Nota de la R: Muestra el monitor, mapas y manchas de colores) que es un trabajo que pronto se publicará. Está aprobado: esa es una zona donde podría haber un terremoto, totalmente.
-¿Independiente a que sea la misma falla que ocasionó el terremoto del 27 de febrero?
-Claro. Estas mega-fallas de subducción que generan estos grandes terremotos vienen desde Centroamérica. Qué pasa, que independiente que sea la misma falla, tiene segmentos distintos, segmentos que rompen de forma distinta. En este caso, este segmento que es el centro-sur de Chile, rompió en 1960 entre el Golfo de Arauco y la península de Taitao, y ahora todo indica que se está incubando acá un futuro terremoto.
-¿Es cierto que para que suceda otro terremoto de magnitud 8,8° en la misma zona que se liberó la energía el pasado 27/F deberán pasar más de 100 años?
-Sí, la verdad es que en el segmento que rompió el 27 de febrero de 2010, que va más menos desde las cercanías de Pichilemu hasta el Golfo de Arauco, es muy poco probable que ocurra un evento de magnitud similar al que se experimentó ese 27 de febrero. Sin embargo, lo más probable es que Chile va a tener futuros terremotos en el norte, quizás en la zona central de Chile. Y los tsunamis generados van a llegar también a las costas del centro-sur de Chile. Hoy día llegó un tsunami japonés, pequeño, pero que fue evidente en ciertos lugares de las costas del centro-sur de Chile. Por lo tanto, no se puede bajar la guardia.
-¿Uso de energía nuclear?
No soy experto en energía nuclear, pastelero a tus pasteles. Ahora, es una discusión de muy largo plazo. Porque primero debemos solucionar los problemas pendientes que tenemos en función del borde costero (asentamientos capaces de soportar el impacto de futuros tsunamis; un rayado de cancha en términos de normativas y exigencias para ocupar el borde costero de manera sustentable). Entonces recién podremos pensar o discutir sobre alguna energía alternativa que permita atenuar el impacto. Antes, yo creo que sería incluso irresponsable ocuparnos de eso.