En entrevista exclusiva para Revista Nos, el actual Director General de la Policía de Investigaciones de Chile recuerda sus orígenes en Talcahuano –donde fue hincha de Naval- y sus inicios como detective. También revive los complicados meses que vivió la institución a fines de 2012 durante el escándalo generado por una supuesta red de corrupción en su interior, y anuncia algunas de las medidas que considera urgente aplicar para modernizar la institución.
Marcos Antonio Vásquez Meza (57), actual Director General de la Policía de Investigaciones de Chile (PDI), es de la zona, chorero, y se preocupa de recordarlo, orgulloso, a lo largo de esta entrevista. Nació en Talcahuano el 31 de diciembre de 1955, y pasó su infancia y juventud estudiando en el Liceo Fiscal de la ciudad, que en esos años se llamaba Almirante Espina.
“Ahora es el A-21. Después del terremoto, todos los recuerdos que estaban ahí se fueron. Tengo entendido que se va a construir nuevamente. La mayoría de mi curso era bien cercano a las matemáticas, porque tuvimos un profesor que era extraordinario. Muchos años después fue rector del Colegio de Arauco, se llamaba Mario Latorre. Con mis ex compañeros aún nos juntamos, hacemos reuniones todos los años, y ahí volvemos a ser los de antes”, recuerda la máxima autoridad de Investigaciones.
Confiesa que en esos años fue un niño más bien “ordenadito”, aunque nunca a un nivel que lo calificara como mateo. Por ejemplo, si bien le encantaba estudiar Historia, nunca “le quitó el sueño” sacar el primer lugar del curso. Lo suyo, más bien, era la lectura, un hábito que heredó de su padre. “Siempre he leído mucho, diferentes estilos, menos ciencia ficción, no me gusta, a pesar de que el concepto ha cambiado. Por ejemplo, también soy muy asiduo al cine, y cuando vi La naranja mecánica fue algo impensado; si los jóvenes la ven ahora, en estos tiempos, no les da nada”.
-¿Y se imaginó rehabilitando criminales con el método que se muestra en la Naranja Mecánica?
-(Ríe), No, no, para nada. Dicen los expertos que la violencia no se puede combatir con más violencia, a pesar que ahí no era algo físico, sino algo sicológico, lo que es peor.
También le gustaban los deportes, siendo su favorito el básquetbol, de larga data y tradición en la Región. Con el tiempo, esta afición daría paso al fútbol, donde le gusta ocupar un rol más bien de contención. “Por mi estatura me dijeron que podía jugar atrás, pero siempre he jugado más o menos al medio. A pesar de que no tengo pinta de futbolista… no soy bueno, pero tampoco soy malo, ah. Algo de idea tengo, jeje”, se defiende. “Casi todo el tiempo que estuve en Santiago mantuve mi juego de baby fútbol del día sábado con un grupo de amigos, de siete a ocho, sagrado. Mis amigos siguen jugando, yo, ahora no puedo (por un tratamiento a la rodilla)… Y también siempre he practicado deportes al aire libre”, cuenta.
-Hablando de fútbol, lo iba a felicitar por el triunfo de Huachipato como campeón del torneo de clausura del fútbol chileno; sin embargo, a última hora me entero que usted era de Naval…
-(Ríe). No, no era de Naval, yo soy de Naval. Mis primeros partidos de fútbol profesional los vi en el Estadio El Morro. Me acuerdo del cañoncito de Naval, de todo eso. Y después, cuando dejó de pertenecer a la Armada, Naval dejó de ser lo que era. Porque no sé si usted sabe, pero Naval jugó con Santos en el Morro, y representó a Chile en el exterior muchas veces. Era un equipo donde jugaron bastantes jugadores de renombre, buenos arqueros, seleccionados nacionales. Pero, en todo caso, estoy feliz por Huachipato, vibré lo mismo porque el vínculo que tengo con la Octava Región, especialmente con Talcahuano y Concepción, es muy profundo.
-Después a Naval no le fue muy bien, se fue a tercera y se transformó en los Náuticos, si no me equivoco…
-No, después se formó otro equipo, Deportes Talcahuano, luego los Náuticos, y ahora volvieron a ser Naval. Nada vuelve a ser lo mismo, pero a lo mejor convocando a gente que ya no está en Talcahuano –yo tengo compañeros de curso y amigos acá en Santiago que nos acordamos de Naval- de alguna manera podríamos ayudar al club para que pueda salir adelante. No sé, es que ahora todo pasa por sociedades y cosas de las que uno no conoce muy bien su dinámica. Yo veo fútbol por televisión y cuando uno lo ve a través de la televisión ve la jugada nomás, no ve el planteamiento. Me gustaría entender el fútbol como lo hacen los entrenadores, pero yo creo que para eso hay que ir al estadio… Porque si uno ve un partido de fútbol en la cancha, sabe la función que están ejerciendo jugadores que no están en la jugada. Entonces, a lo mejor un jugador no toma mucho la pelota, pero hace un juego que permite a otro desarrollar el suyo.
Marcos Vásquez egresa en 1978 de la Escuela de Investigaciones Policiales Presidente Arturo Alessandri Palma. Posteriormente realizó una serie de especializaciones y cursos, que incluyen un Diplomado en 2007 de Alta dirección y gestión institucional en la Universidad Alberto Hurtado, sede Santiago. Durante su carrera policial ha cumplido labores principalmente en la Región del Biobío, en ciudades como Chillán, Talcahuano y Concepción. También en Antofagasta y Santiago.
El 26 de junio de 2009, con 32 años de servicio, es nombrado Director General de la Policía de Investigaciones de Chile por la ex Presidenta Michelle Bachelet, tras la renuncia del Director General de aquel entonces, Arturo Herrera Verdugo.
-Cuéntenos un poco sobre su vocación ¿De niño soñó con ser policía?
-No, la verdad es que no. Hay circunstancias en la vida que a veces uno no se espera, y no sabía mucho lo que era la institución, tomé conocimiento a través de un amigo. Cuando yo entré, era muy distinta de lo que es hoy en día. Yo soy de la segunda promoción que fue interna, donde ya se salía como detective, pero en calidad de oficial. Antes era una escuela técnica, después pasó a ser la academia Arturo Alessandri Palma, yo ahí postulé e ingresé siendo muy joven. A los 20 años, ya era detective.
-¿Y qué opinaba su familia, usted tenía o tuvo parientes cercanos en la institución?
-No, para nada. Mi papá falleció cuando yo era aún un niño y mi mamá no sabía mucho del tema, pero era una alternativa. Por supuesto que hay un margen (de postulantes) que entra porque cree tener vocación de servidor público, pero el perfil del detective tratamos de verlo en la postulación, mediante un examen sicológico, y definitivamente después, en el trabajo operativo. Y aunque pudiera parecer poco común, los detectives no necesariamente tienen las condiciones para trabajar en todas las áreas, pero como tenemos muchas (áreas), brigadas especializadas, delitos económicos, narcóticos, cibercrimen, entonces, ahí los vamos tratando de ubicar en lo que creemos que mejor se desempeñarían
-Y me imagino que no todos están hechos para enfrentarse cara a cara con delincuentes o pandillas en las calles…
-Claro. Hay cosas que se van aprendiendo, porque aquí hay todo un proceso de inducción donde se les va tratando de mostrar en teoría cómo se debe actuar, pero otra cosa es la práctica. O sea, no hay nadie que pueda decir “ah, yo soy valiente, y voy nomás, independiente de lo que pueda ocurrir”. Todos los seres humanos sentimos miedo, la adrenalina se nos sube a full, sobre todo cuando estamos ante lo desconocido (…) en “una entrega” podemos ver la fachada de un edificio o de un lugar, pero no siempre sabemos cómo está dispuesto todo dentro de ese recinto. Sobre todo en el trabajo antinarcóticos, donde pasan muchas cosas en que hay que tomar decisiones en el minuto. Aquí en Chile, en los 80 años de existencia que vamos a cumplir, tenemos 51 mártires, lo que comparado con otros países es muy poco, afortunadamente. Porque, en general, el delincuente chileno no es mata-policías, su fin no es ése; el fin es evitar que los detengan, pero no atacar indiscriminadamente. Claro que en los últimos años se ha visto un poco más de violencia en algunas actuaciones pero, de todas maneras, conforme a los datos históricos que conocemos y a las comparaciones que hacemos con otros países, los índices son bajos.
-Tras recibirse como detective realiza un breve paso por Santiago y luego regresa al sur, donde se desempeña en Chillán y Concepción ¿qué fue lo que más aprendió en esos años?
-Uno como detective trabaja mucho. Nosotros tenemos una hora de llegada, que llamamos “lista”, pero nunca sabemos a qué hora nos vamos. Cuando joven, con todo el vigor, uno no se preocupa… pero Chile es largo, más de cinco mil kilómetros, y el norte, el centro y el sur son muy distintos, incluso en sectores de mar y montaña es diferente. Entonces, los delitos que ocurren en los puertos son muy distintos a los que ocurren hacia el interior. Los delitos que yo conocí en el año en que estuve en Santiago, eran muy diferentes a los que vi después cuando me fui a Chillán. Ahí tuve la oportunidad de ver la comisión de delitos -por ejemplo, homicidios- en el campo, mucho incesto, mucha cosa que a uno le toca fuerte. Trabajé en Cauquenes, donde también vi homicidios brutales.
-En la Región del Biobío y zonas cercanas hay un historial de delitos relacionados con la pedofilia, de hecho.
-Eso tiene relación con que, en ese tiempo por lo menos, había menos gente (en lugares rurales). A mí me llamaron mucho la atención casos que no los voy a comentar para ser publicados (…) y que sucedían en lugares donde no había acceso a más personas: alrededores de pueblos, donde vive gente que en ese tiempo ni siquiera iba al colegio porque estaba muy lejos… hablo de los ´80. Entonces, se da la oportunidad para que se cometan ese tipo de delitos. Pero eso yo lo encontré sumamente fuerte, pocas veces lo he contado, porque uno cuando se enfrenta a una persona que te cuenta eso, no sabes qué decirle, como detective, ¿qué consejo le das? Además, yo era muy joven, me impresionó mucho. Lo conversé con gente de mayor carrera, y me decían que tenía que acostumbrarme a todo.
-Existe el mito o la imagen de que los detectives, por todos los crímenes y situaciones sórdidas que les toca enfrentar en su trabajo, pierden muy pronto toda inocencia y terminan asumiendo una visión más bien oscura de la vida ¿Qué tan cierto es eso?
-Ese es uno de los graves problemas que tenemos los detectives: somos muy aprensivos, sobre todo con nuestras familias, por todo lo que nos toca ver. Como vemos que suceden cosas hasta en las mejores familias, independiente del estrato social, uno cuida mucho de que eso no le suceda a los de uno, porque algo así afecta para toda la vida. Yo tengo dos hijos: un niño y una niña, y siempre fui muy aprensivo; ahora, afortunadamente ya son grandes, pasaron las etapas duras, así que lo que les pase a ellos pueden asimilarlo bien. Pero en esta profesión uno tiene la oportunidad de conocer cosas que el resto no ve (…) Estuve muchos años en Concepción, pasé por todas las jefaturas que hay allá, por lo tanto conozco muy bien a la gente de Concepción. De hecho, detuve a muchos penquistas en mi carrera policial que se deben acordar de mí…
-¿Algunos con perfil público hoy?
-Claro, de todo. Bueno, yo no voy a decir que eran gente mala, si no que había situaciones puntuales. Yo siempre digo: Santiago es la ciudad más grande de Chile, hay cerca de siete millones de habitantes, así que la mayoría puede pasar anónimamente, pero Concepción al final viene siendo como un pueblo, todos nos conocemos (…) Uno conoce en las investigaciones cosas que pasan con la gente, y después con algunos te encuentras como apoderado del colegio, en la playa, en restoranes… y uno tiene que actuar profesionalmente.
-¿Mantiene lazos afectivos o familiares en la zona?
-Si, yo tengo mi casa en Concepción y mi hogar en Santiago en este momento, porque mi familia está acá. Pero mantengo lazos intactos. Voy regularmente, pero como uno más, no voy en comisión de servicio ni mucho menos, no visito cuarteles (…) Allá están mis raíces, están mis amigos. Soy una persona normal en ese sentido, me junto con ellos, nos comemos un asado, compartimos un poco, y yo me quito un poco Santiago de encima. Y luego vuelvo acá, a la vorágine (…) Y como el tiempo se me hace muy corto, las veces que viajo me refugio en mi casa a descansar, porque es la única parte donde lo hago plenamente, en mi sillón… Nunca pasan más de dos meses sin que viaje.
Caso red de corrupción
En octubre de 2012 un gran escándalo remeció a la Policía de Investigaciones: el miércoles 17 fueron detenidos y formalizados por el fiscal jefe de Pudahuel, Emiliano Arias, diez funcionarios pertenecientes a la Brigada de Investigación Criminal (Bicrim) de esa comuna. Junto a cuatro civiles, fueron acusados de pertenecer a una red de corrupción que habría cometido una serie de ilícitos que incluían, entre otros, arrestos y allanamientos ilegales, apremios físicos y extorsión, junto a “quitadas” de droga, dinero y especies. Con el pasar de los días, cuatro carabineros se sumarían al grupo de acusados.
Los hechos irregulares quedaron al descubierto tras una larga investigación iniciada en marzo del año pasado por el fiscal Arias. Según los antecedentes, durante un supuesto operativo antidrogas realizado en Pudahuel, uno de los detectives (Fabián Arévalo) fue apuñalado por Paula Gamboa Muñoz, quien pensó que estaba siendo víctima de una quitada de droga. Por su acción, la mujer fue imputada por homicidio frustrado contra un policía.
Entre las medidas inmediatas que aplicó la PDI estuvo la baja de los diez funcionarios investigados. También se establecieron responsabilidades jerárquicas, pues se llamó a retiro al jefe de la Región Metropolitana y al responsable de la Prefectura Occidente, además de remover al jefe de la Bicrim y al encargado operativo de esta sección.
De acuerdo con las versiones de prensa, la indagatoria del fiscal Arias habría constatado un modus operandi establecido por los detectives para presentar falsamente los hechos a la justicia, consistente en una serie de supuestas llamadas anónimas y uso de agentes encubiertos inexistentes que habrían permitido realizar numerosos procedimientos antidrogas viciados. Posteriormente, la defensa de los detectives presentó al 8° Juzgado de Garantía una denuncia contra el fiscal por “adulteración de prueba”. Al fiscal, además, se le acusa de haber sobreseído a Paula Gamboa por otro caso de tráfico en 2011, al no presentar la acusación en el plazo legal. A la fecha, Gamboa es la principal denunciante y testigo protegido de la investigación por red de corrupción que lleva la Fiscalía Occidente contra la PDI y Carabineros.
-Sobre este caso, en su momento usted señaló: “No puedo abandonar el barco” ¿qué sintió en ese momento, qué pensamientos tuvo?
-Me enteré de lo que iba a ocurrir el día anterior y, por supuesto, sin tener mayores antecedentes que los que me hicieron ver ese día, y sin tiempo para poder formarme una idea de lo que podría ocurrir. Pero quiero que quede una cosa clara, que lo dije en varias oportunidades: las instituciones tienen que funcionar. Nosotros, como Policía de Investigaciones, hemos dado muestras desde hace mucho, que somos capaces de dar a conocer las situaciones complicadas que nos ocurren, como les ocurre a todas las policías del mundo, porque no hay nada que sea cero: siempre hay posibilidad que ocurran cosas, de cualquier naturaleza, sobre todo en las organizaciones policiales. Pero en este caso en particular, digo que las instituciones tienen que funcionar porque hay una investigación en curso que lleva el Ministerio Público, hay una carpeta de por medio a la cual tienen acceso sólo los intervinientes. Yo, como director, y, nosotros, como policías, no tenemos acceso a esa carpeta; por lo tanto, detalles de lo que está ocurriendo o de lo que podría haber pasado, no tengo. Pero lo que sí puedo decir es que los motivos por los cuales fueron formalizados y quedaron en prisión esos detectives, dice relación con situaciones de delitos que deben antes que nada ser probados, en primer lugar, y segundo, con malas prácticas para lograr un objetivo.
-¿Cuál es el límite para esas malas prácticas?
-Cualquier mala práctica -independiente del fin que se quiera lograr- la institución no la va a permitir, no lo ha permitido y siempre estamos pendientes de que aquello no ocurra. Pero, en definitiva, nosotros estamos apegados a la legislación, porque no puede ser de otra manera. Somos los que buscamos y entregamos las pruebas al Ministerio Público o a los tribunales para que puedan hacer justicia, y en este caso en particular estamos cooperando con todo lo que está a nuestro alcance para que se logre esclarecer el caso (…) Y respecto de lo que usted me pregunta, respecto a cómo me sentí… por supuesto que, como director, representante de más de once mil funcionarios, aparte de sentirme complicado, viene una serie de situaciones que a uno lo hacen pensar rápidamente en cómo evitar que nuestra gente se desmotive. Porque la gente, claro, cuando ve estas situaciones y no tiene la información, no sabe a qué atenerse. Entonces hay que, inmediatamente a través de los medios con que cuento -que son los oficiales generales del alto mando y los prefectos y los jefes regionales-, llegar a la gente que hace un buen trabajo todos los días, y que nos permite ser consideradas una de las instituciones más confiables del sector de control y justicia, y reafirmarles que lo sigan haciendo.
-¿Cree en la inocencia de esos detectives respecto a estos cargos?
-No me puedo adelantar. Tampoco puedo opinar respecto a lo que dice el fiscal. Pero todas las cosas se tienen que probar, es un derecho de todo chileno, y luego analizar las responsabilidades individuales de los funcionarios que aparecen en este caso. Porque estamos hablando de diez funcionarios, que tienen distinta graduación, unos mandan, otros tienen que obedecer, hay diferentes roles (…) Pero, independiente del trámite judicial propiamente tal, nosotros también estamos haciendo un sumario administrativo para determinar las faltas que están reguladas en nuestro Reglamento de Disciplina. Porque en el instante en que nosotros tomamos conocimiento de la comisión de un delito, tenemos que denunciarlo obligadamente (…) aquí se trata también de que como Director pueda tener la libertad, cuando finalice este sumario, de tomar las decisiones finales con los elementos que disponga en ese momento, y no contaminarme con detalles que van ocurriendo en el transcurso. Y si se determina lo que dice la posición del Ministerio Público, se va a aplicar todo lo que corresponda.
-Honestamente, y desde su opinión, ¿Es muy burocrático el procedimiento habitual que se utiliza junto a la Fiscalía de Flagrancia (establecido por el art. 25 de la Ley 20.000)?
-Te voy a responder con algo que siempre digo: nuestras leyes pueden ser malas, regulares o buenas, pero son las que tenemos. Y como detectives debemos atenernos a esas leyes. La ley que se refiere específicamente al combate del tráfico es una ley bastante moderna, pues en Chile se ha tenido la preocupación de cambiarla, y permite tener mejores elementos para combatir el tráfico de drogas que está asociado al resto de la comisión de otros delitos. Y contempla medidas intrusivas, que a nosotros nos permiten involucrarnos en ese mundo y obtener buenos resultados. De hecho, como Policía de Investigaciones, incautamos sobre el 65% de la droga que se incauta en Chile; además, como PDI, el 2012 decomisamos casi 14 toneladas de las diferentes drogas, que si las pasamos a dosis, son como 150 millones de ellas, y si las pasamos a dinero hablamos de una cifra superior al presupuesto que tenemos nosotros. Pero el trámite que se hace para actuar en estos casos se puede hacer de varias maneras: cuando estamos en presencia de flagrancia, la ley nos permite actuar, pero siempre respetando los derechos de las personas. Y nosotros también somos pioneros en lo que dice relación con los derechos humanos pues es un tema que se incluye en la malla curricular de la Escuela; de hecho, tenemos una jefatura nacional de Derechos Humanos. Partimos hace muchos años con este tema. Aquí, el fin no justifica los medios, tenemos que desarrollar las operaciones conforme a lo que dicte la ley. Ahora, bien, todo es perfectible.
-Volviendo a la investigación por la red de corrupción: usted mismo admitió en su momento que la investigación destapada en octubre de 2012 “lo sorprendió”; en tanto, cuando se detuvo a los cuatro funcionarios de Carabineros, fue producto de una investigación interna que llevaba la DIPOLCAR de esa institución ¿No queda la sensación que, en el caso de Carabineros, el tema fue descubierto por ellos mismos, mientras que la PDI fue sorprendida?
-(Serio) Mire, con respecto a eso, ya se lo respondí hace rato. Nosotros nos apegamos a lo que dice la ley. No podría ser de otra manera, y vamos a seguir así. La ley dice que el Ministerio Público puede investigar con Carabineros o con nosotros. Nosotros no tenemos injerencia en lo que ellos determinan, porque ellos dirigen la investigación; nosotros aportamos los insumos o antecedentes para que ellos puedan lograr el objetivo que se persigue conforme al caso. Lo dije en esa oportunidad, y lo reafirmo, si nosotros hubiésemos tenido la investigación, se habría aclarado mucho antes y quizás las cosas serían distintas. Pero no fue así. Yo no puedo obligar al Ministerio Público ni al fiscal a que tome una determinación en ese sentido. Pero, independiente de aquello, tenga por seguro que, no solamente en este caso, sino que en cualquier otro, cuando nosotros tomamos conocimiento de que un miembro de nuestra institución comete un delito, inmediatamente lo damos a conocer.
-A fines de octubre, la Fiscalía Occidente realizó una investigación administrativa interna por la presentación, fuera de plazo, de una acusación en contra de Paula Gamboa, la narcotraficante testigo clave, la cual debió ser realizada por el fiscal adjunto de Pudahuel, Rodrigo Garrido. Ello determinó que, tras unos meses de prisión preventiva, la causa sobreseyera y la mujer quedara libre ¿Qué le parece que finalmente el Ministerio Público haya decidido no acusar a esta testigo protegida de los cargos de narcotráfico y homicidio frustrado? ¿Se la está protegiendo, como sostuvo la defensa de los detectives acusados?
-Mire, le voy a contestar con una afirmación: nosotros como institución permanente del Estado, que tomamos nuestras decisiones, siempre encontramos muy adecuado y prudente que otras instituciones no nos digan lo que tenemos que hacer. En base a lo mismo, yo no me voy a pronunciar sobre lo que hacen otras instituciones. Nosotros, como Policía de Investigaciones, respetamos a todas las instituciones del país y a los chilenos, y nos debemos a ellos. Somos servidores públicos, y tenemos que enfrentar tanto las cosas que nos salen bien como las que nos salen mal, porque esa es la única manera de seguir teniendo la confianza de la gente. Y la gente confía en nosotros, de acuerdo con lo que dicen las encuestas. Como policías, nosotros hablamos con nuestras acciones, por los resultados que estamos obteniendo. Y por supuesto que eso nos permite estar bien posicionados en Chile, y yo creo que mucho mejor posicionados en el extranjero (…) Trabajamos para minimizar las situaciones conflictivas o que tengan relación con hechos que afecten la probidad o con corrupción… pero los casos específicos que tenemos son ínfimos.
-El fiscal Sabas Chahuán sugirió en su momento un traspaso de la institución, del Ministerio del Interior –del cual depende ahora- al Ministerio Público ¿cuál es la diferencia sustancial que aporta este cambio? Entiendo que a usted no le gusta mucho esta propuesta…
-No es que no me guste, lo que pasa es que es totalmente inviable. Somos una institución de casi 80 años, y aquí los que saben más de investigación de delitos somos nosotros, los detectives. Estudiamos para eso. Ahora, con respecto a esos dichos, el mismo fiscal me dijo que él nunca había dicho eso. Después, incluso, salió una declaración donde él dice que nunca quiso decir eso y que fue malinterpretado. Pero, una Policía no se hace de la noche a la mañana, la experiencia se obtiene a través de los años, y no sólo de cosas buenas, también de las malas. Nosotros tenemos un plan de modernización que se va actualizando cada cierto tiempo para proyectarnos hacia el futuro, nos fijamos metas, y vamos midiendo nuestra gestión, porque la única manera de poder mejorar es saber dónde estamos fallando. Aunque, claro, nosotros nos medimos solos porque no hay otra policía investigativa en Chile. Carabineros también puede investigar, porque así lo dice la ley; ésta dice que el Ministerio Público puede investigar con Carabineros, con nosotros o con ambos. Porque, además, nosotros solamente estamos presentes en un 32% ó 33% de las comunas del país, aunque nuestra idea es ojalá tener la capacidad para desplegarnos a todo el país y cubrir más investigaciones.
-¿Y han tratado ese tema con el Ministerio del Interior?
-Claro. Tenemos presentada una nueva Ley de Planta, pensada de aquí a diez años (…) Es que creemos -al igual que la mayoría en Chile- que de aquí a diez años vamos a ser un país desarrollado. Por lo tanto, se necesitará también una policía civil investigativa desarrollada. Y en eso estamos trabajando. Tenemos el apoyo de la autoridad administrativa y también el apoyo transversal de diputados y senadores.
-¿Pero estamos hablando de una certeza, de un compromiso real de apoyo al proyecto?
-El anteproyecto nosotros ya lo presentamos y está siguiendo su curso para que en algún momento sea ley. Porque nuestra Ley de Planta viene del año 98, y Chile ha crecido, ya no es el mismo, necesitamos más gente para nuevas áreas. Siempre están apareciendo nuevos delitos: nosotros acabamos de crear una brigada contra la trata de personas, por ejemplo, porque salió una ley contra la trata de personas, entonces hay que adecuarse a los nuevos tiempos. Ojalá adelantarse, tener la gente capacitada para ello. Por eso, nuestras ideas hacia el futuro son la capacitación, la innovación continua y estar siempre dando cuenta de lo que hacemos.
-¿Qué medidas está tomando y tomará para dar una mayor garantía de que no ocurrirán más casos de corrupción a futuro?
-Inmediatamente (destapada la investigación por corrupción) se habló con todos los jefes de las unidades de Santiago respecto a los procedimientos; también con los jefes de regiones, todos los prefectos; y aquí en Santiago se mandó a todos los oficiales generales a las distintas unidades, a conversar con cada uno de los detectives, mirándoles a la cara, dándoles a conocer lo que había ocurrido, y reiterándoles que en todo momento tienen que aplicar los procedimientos que están en los protocolos institucionales para no tener problemas (…) Yo anuncié algunas cosas que ya se han llevado a cabo: por ejemplo, revisamos todos los casos; se revisó el perfil de todos los jefes de la Bicrim de Santiago, porque tiene mucho que ver también el conocimiento operativo de los jefes para poder detectar a tiempo situaciones de este tipo. No estoy condenando a nadie, insisto, soy respetuoso de las leyes y esto, así como tuvo un principio, tiene que tener un final. Lo único que digo es que, independiente del final que tenga, ojala se dé a conocer como corresponde.