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Así retrata en su novela el chileno Carlos Franz al pintor alemán Mauricio Rugendas, reconocido por sus paisajes latinoamericanos durante la primera mitad del siglo XIX. Rugendas, un aventurero por excelencia, estuvo viajando dos décadas por Latinoamérica. Visitó Brasil, Haití, México, Perú y Chile. En ese periodo está ambientada la novela que tiene como eje el tórrido romance vivido entre el intelectual germano y Carmen Arriagada, una mujer casada de la aristocracia criolla. Pronto a publicarse su versión en japonés, se espera que la obra llegue a públicos alejados de Latinoamérica. Actulmente, el escritor se encuentra trabajando en una próxima novela.
Por Natalia Messer
Durante este año se publicará la versión en japonés de Si me vieras con tus ojos, la novela de Carlos Franz Thorud sobre el amor prohibido de Johann Moritz Rugendas con una aristócrata talquina ocurrido a mediados del siglo XIX en Chile.
En ella, el autor mezcla ficción con hechos históricos, adentrándose en la vida del pintor y dibujante alemán que pasó un poco más de una década en Chile retratando paisajes y la diversidad del continente latinoamericano.
También traducida al alemán, la novela de Franz, publicada a fines de 2015, fue ganadora del Premio Bienal de Novela Vargas Llosa en 2016, importante reconocimiento que se concede en el ámbito de habla hispana. Un equivalente en español del Booker Prize anglosajón.
Franz es autor de novelas como Santiago Cero (1990; Premio latinoamericano de novela CICLA, en 1988); El lugar donde estuvo el Paraíso (1996), El desierto (2005; Premio Internacional de Novela del diario La Nación de Buenos Aires); y Almuerzo de vampiros (2007; Premio Consejo Nacional del Libro de Chile), además de las más de 600 crónicas, artículos y ensayos literarios, publicados en diferentes diarios y revistas.
Con la llegada a Japón de Si te vieras con mis ojos, se busca abarcar nuevos públicos con esta historia de amor, pero también, dar reconocimiento a Rugendas, que produjo más de tres mil piezas artísticas mientras recorrió Latinoamérica.
Comienza la historia
Johann Moritz Rugendas arribó a América del Sur en 1821 como parte de la expedición científica del barón Grigori Ivanovitch Langsdorff.
A Chile llegó en julio de 1834 y se mantuvo en el país hasta 1845, año en que retornó a Alemania para ser el pintor oficial de la corte de los reyes Luis I y Maximiliano II de Baviera.
En el periodo en que permaneció en Chile fue prolífico en la producción de pinturas costumbristas, retratos de criollos e indígenas, escenas históricas, como la Llegada del Presidente Joaquín Prieto a la Pampilla para la Fiesta Nacional de 1837. Asimismo, colaboró con el naturalista francés Claudio Gay en la ilustración de dibujos de flora y fauna y para el Atlas de la Historia Física y Política de Chile.
Un capítulo interesante de su aventura por nuestro país, y la inspiración para la novela de Carlos Franz, fue su relación amorosa con Carmen Arriagada. El pintor conoció a la aristócrata en 1835, en Talca, en una tertulia organizada en la casa de la cantante y compositora de música de salón Isidora Zegers.
Rugendas y Arriagada mantuvieron una intensa comunicación epistolar por casi 16 años. Esas cartas se conservan y exhiben en el Museo Histórico O’Higginiano y de Bellas Artes de Talca.
-¿Por qué le interesó la figura de Mauricio Rugendas?
“Nadie había novelado antes el amor clandestino de este pintor en Chile. (…) La mirada europea y romántica de Rugendas ‘choca’ con la realidad de una Latinoamérica naciente y caótica.
Al comienzo, él pretende ser un pintor naturalista científico al servicio de Alexander von Humboldt. Pero luego, su ojo y su pincel se liberan y pinta las impresiones que registra su sensibilidad. Esa liberación me pareció fascinante. En mi novela ese choque y esa liberación tienen un punto culminante en su amor tormentoso con Carmen”.
-¿Qué se sabe de esa relación amorosa?
“Fue una relación clandestina. Que no salió a la luz hasta que se descubrieron las cartas que Carmen le escribió. Estas aparecieron en Alemania, en un desván, a mediados del siglo XX. No sabemos qué habría ocurrido si esos amantes hubieran sido descubiertos. Pero no habría sido algo demasiado inusual. Las costumbres de esa época eran más libres de lo que imaginamos. Latinoamérica vivía una anarquía. Muchas mujeres de ese tiempo eran tanto o más impetuosas y liberales que los hombres. Lo que ocurre es que la historia oficial tendió a borrar sus huellas para tapar el ‘escándalo’. Pero quedaron pistas. Además, hay que recordar que hablamos del período romántico con su culto del exceso”.
-¿Cuándo comenzó a investigar sobre el artista?
“Mi interés en Rugendas como protagonista para una novela sobre la pasión y el amor nació a mediados de los 90, cuando mi madre me regaló una biografía suya, escrita por Tomás Lago. Entonces supe que había encontrado un argumento para ese tema. El amor clandestino de Carmen y Rugendas me proporcionaba el conflicto amoroso perfecto. Pero aquel triángulo adúltero resultaba demasiado convencional”.
Rugendas y Arriagada mantuvieron una intensa comunicación epistolar por casi 16 años. Esas cartas se conservan y exhiben en el Museo Histórico O’Higginiano y de Bellas Artes de Talca.
-¿Y qué elemento se necesitaba para que esta no fuera una historia convencional?
“Años después descubrí que el naturalista inglés, Charles Darwin, coincidió con Rugendas en Valparaíso en 1834 y que seguramente se conocieron. Entonces, se me ocurrió introducir a Darwin en el argumento y así romper la forma estereotipada del triángulo adúltero, convirtiéndolo en un ‘cuadrado amoroso’.
La lucha entre el pintor romántico (Rugendas), el joven científico racionalista (Darwin) y el marido de Carmen, todos compitiendo por el amor de ella me permitieron representar conflictos más complejos y originales: el dilema entre el amor racional, el amor pasión y el amor institución. La escritura fue un proceso largo. Pasé unos veinte años tomando notas e investigando. Y luego tardé unos tres años en escribir la novela”.
-¿Qué tan difícil es para un escritor mezclar hechos históricos con la ficción, como el involucrar a Charles Darwin en este “cuadrado amoroso”?
“Lo más difícil es olvidar lo investigado para escribir con libertad. Pero esa indagación previa es necesaria para conocer los vacíos que deja la historia y que la imaginación puede llenar. Por ejemplo, la vida de Darwin es una de las existencias mejor documentadas del siglo XIX. Sabemos prácticamente todo sobre él. Sin embargo, en mis investigaciones descubrí que uno de los pocos períodos oscuros en su vida fue un mes que pasó enfermo en Valparaíso. Tampoco se sabe bien si esa enfermedad fue la misma que lo persiguió durante toda su vida. Ese vacío en la biografía de Darwin lo llené inventándole una historia de amor en Chile. Por supuesto, me tomé otras licencias. Pero es legítimo porque la novela tiene licencia para mentir”.
-¿Por qué la obra se titula Si te vieras con mis ojos?
“Ese título sintetiza la forma y el contenido del libro. La novela es narrada usando un punto de vista inusual. La narradora emplea un tú, la segunda persona del singular. Con esta apuesta estética busqué combinar en un solo discurso las voces de los dos amantes. Mi objetivo era encarnar en el propio estilo de mi obra esa ansia de los amantes que desearían ser un yo y un tú reunidos en una sola persona”.
-¿Qué tan conocida es la obra de Rugendas en Chile y en Latinoamérica?
“Su obra es conocida y apreciada en Latinoamérica. Hay colecciones importantes de sus pinturas en México, Brasil, Argentina, y Chile. Pero, por supuesto, cada país hace énfasis en las que retratan su territorio. Esa misma dispersión ha impedido que se aprecie mejor el valor único de sus pinturas: su mirada abarcó toda Latinoamérica, sus paisajes y sus gentes. Ese problema de dispersión podría solucionarse en Alemania donde miles de cuadros y dibujos de Rugendas permanecen guarda dos, exhibiéndose solo de vez en cuando. En Alemania debería existir un Museo Rugendas dedicado al conjunto de su obra latinoamericana. Un lugar ideal para ese museo sería su ciudad natal, Augsburgo”.
-Usted dejó el ejercicio de la abogacía para dedicarse de lleno a la literatura. ¿Siempre le interesaron las letras?, ¿cuándo inició su gusto por la literatura?
“Desde muy niño fui un lector apasionado. Mis padres eran buenos lectores. Mi madre, en particular, era actriz de teatro y sabía muchos parlamentos de obras clásicas y poemas que recitaba de memoria con mucha elocuencia. Todo eso influyó en mi vocación, por supuesto. Luego, a mis doce años, un profesor de colegio me animó a escribir cuentos y los elogió. Desde entonces concebí el deseo de ser escritor”.
-¿Cuál es el fruto de su inspiración al momento de crear estas historias?
“La vida y la literatura son las grandes inspiradoras. Cuando digo la vida no me refiero a mis aventuras o peripecias biográficas. Para mí lo más interesante es la experiencia emocional y sensible. Yo solo puedo escribir novelas sobre temas con los cuales sienta una relación emotiva, temas que me duelan y me comprometan personalmente. Mi otra fuente de inspiración es la literatura. Para mí, la buena literatura es una fuente directa de experiencia. Óscar Wilde afirmó: ‘Una de las mayores tragedias de mi vida ha sido la muerte de Lucien de Rubempré [el personaje de Balzac]’. De igual modo, y aunque en mi vida no me han faltado grandes dolores y alegrías reales, algunas de mis experiencias más intensas las he tenido leyendo novelas, cuentos y poesía”.
-¿En qué proyectos se encuentra trabajando actualmente?
“Estoy escribiendo, con mi lentitud habitual, una nueva novela. Será muy distinta a Si te vieras con mis ojos. Pero todos mis libros son muy diferentes entre sí. No me gusta repetirme. Lo considero demasiado cómodo. A mí me gusta que cada libro sea una exploración en lo desconocido. Así yo mismo me sorprendo con lo que encuentro. Y de ese modo espero que el lector se sorprenda también”.