La nueva presidenta de la Fech estudia quinto año de Medicina, es anarquista –o libertaria, como ella prefiere definirse- feminista y oriunda de Concepción.
Ya desde sus primeros días como líder estudiantil dejó claro que las movilizaciones seguirán en pie y que no le harán las cosas fáciles a Michelle Bachelet. En lo que va corrido del año su voz se ha escuchado para criticar la designación de Claudia Peirano en la subsecretaría de Educación y para rechazar el golpismo en Venezuela.
Por Nicolás Sánchez/ Viviana Pelaez.
Por sus credenciales, uno podría imaginar que Melissa Sepúlveda Alvarado (23), la flamante presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, Fech, desde noviembre de 2013, es una especie de “mujer metralleta 2.0”, aunque al conocerla esta imagen queda muy alejada de su realidad. De físico más bien menudo y rostro tranquilo, mantiene siempre su tono de voz suave y relajado. En efecto, parece una atractiva chica zen, habitué del yoga, aunque lo suyo, especialmente este 2014, va por un camino muy distinto: estará, literalmente, comandando el frente de una batalla. La del movimiento estudiantil.
Estudiante de quinto año de medicina, ganó las elecciones de la Fech encabezando el colectivo Luchar que, con el 31,1 por ciento de los votos, se impuso a Crear Izquierda Amplia, que representaba la continuidad del anterior presidente, Andrés Fielbaum. De esta manera, la joven, militante del Frente de Estudiantes Libertarios (FEL), se transforma en el primer dirigente anarquista en presidir la Federación de Estudiantes de la casa de Bello después de 91 años.
Todo un logro para una chica nacida y criada en Concepción, que pasó de primero a cuarto medio con promedio 6,9 en el Colegio Almondale de San Pedro de la Paz, y que proviene de una familia de clase media. Su padre, Danilo Sepúlveda, es empresario de la construcción y jugó por Deportes Concepción; su madre, Silvia Alvarado, es técnico en computación. Una diversidad que se refleja en sus hijas: mientras Melissa es la integrante política del grupo, su hermana Denisse (27) cursa un doctorado en Bioingeniería (también en la U. de Chile), y Silvia Belén (17) juega vóleibol en el Colegio Alemán.
“Nuestros padres siempre nos dieron libertad para elegir y pensar por nosotras mismas”, recuerda hoy Melissa. Desde el 2009 que vive en Santiago, y como toda penquista y provinciana, reconoce que la adaptación no fue fácil, sobre todo por el tema del “ritmo” que viven los santiaguinos.
“La personalidad –no me quiero echar encima a los santiaguinos-, pero el tema del ritmo es una cuestión bien distinta. Incluso, como qué tan rápido caminan respecto de la gente de provincia es muy diferente. También el nivel de agresividad; acá en Santiago todo siempre es como un trato mucho más agresivo… lo que se entiende también por la forma de vida que hay acá. Además, la gente que llega está buscando por lo general un nivel de éxito profesional, ganar más plata, entonces siempre está con un nivel de estrés al límite y eso, por supuesto, determina la personalidad y el trato cotidiano”.
-Primero estuviste en el Colegio Bautista y luego en el Almondale ¿Qué evaluación haces de la experiencia educativa que tuviste en Concepción?
-Bueno, el Colegio Bautista fue una opción de mi familia y de la orientación religiosa de mis padres. Ellos son evangélicos, tal vez no muy apegados a la religión, aunque bueno, mi familia paterna adscribe. Y por esa razón yo estuve en ese colegio. En la enseñanza media me cambié al Almondale, era una buena opción por su rendimiento en la PSU y dentro de los particulares subvencionados era accesible económicamente para nosotros.
-Por ahí leí que el cambio se debió además porque en algún momento tuviste un “choque” con el tema religioso…
-Más que un choque, la decisión de no creer, que fue respetada por mis padres, fue la oportunidad de pensar por mí misma más allá de lo que me había inculcado mi familia. Y no solamente por el tema de la religión, sino que con muchos otros temas, como la posibilidad de conocer y explorar inquietudes personales, esa posibilidad siempre estuvo en mi casa.
-¿Eres agnóstica?
-Sí, en realidad soy bien respetuosa de las creencias y de las religiones… más que de las religiones de las creencias, porque también la religión y las iglesias han jugado un rol importante en el tema de la opresión tanto hacia las mujeres como en otros modelos de esclavitud y de perpetuación de las relaciones de autoridad. Yo creo que eso es necesario también mencionarlo, y sí, he tomado mi postura de no tener ninguna religión ni creer tampoco en ninguna deidad.
-Pero tampoco estás por el ateísmo, ¿o sí?
-En realidad, cómo tener certeza de algo que es fe finalmente. Yo no puedo cuestionar lo real y concreto que puede ser para mis padres, por ejemplo, tener una fe y tener un dios que estructura este mundo… no tendría cómo. Más aún, habría cosas que tal vez me hacen dudar (ríe). Pero creo que tiene que ver con la fuerza también que tiene la fe, si, al final, independiente de lo real o no que pueda ser Dios hay una cuestión no sé si energética o no energética de cuando las personas se unen y creen en algo y tienen la posibilidad de transformarlo de alguna manera… yo creo que eso existe.
Melissa Sepúlveda cuenta que sus convicciones feministas surgieron al entrar a la universidad, al igual que su acercamiento al anarquismo. “Tenía un compañero anarquista que militaba en el FEL, que siempre tuvo mucha disposición a conversar y a compartir diferentes textos y lecturas relacionados con esa corriente”, recuerda. También confiesa que le cuesta hablar del tema religioso. “Ha sido un punto central en la historia de vida de mi familia, entonces es complicado abordarlo y también ser lapidaria; el temor a tener una postura que no pueda ser bien entendida. Aquí no hay un ataque a los evangélicos, a la gente que es creyente, sino a poder revisar cómo se estructura la sociedad finalmente, y qué instituciones han jugado un rol importante en esa estructura de dominación y autoritarismo”.
-¿Por qué decidiste estudiar en Santiago en lugar de Concepción?
-Por el tema de la organización estudiantil principalmente. La Chile tenía una carga histórica importante en relación al movimiento estudiantil, yo pensaba eso. Igual después me decepcioné cuando me enfrenté a la universidad realmente, porque pensaba que estaba todo muy organizado, que había un nivel de discusión muy elevado, superior al que había en Concepción. Finalmente, hasta antes del 2011 los niveles de organización igual eran bajos, más aún en una carrera como Medicina donde el tema académico absorbe mucho a los estudiantes. Ahora hemos ido avanzando más en la facultad respecto de estos temas.
Principios “libertarios”
-Has dicho que no eres anarquista, sino más bien libertaria ¿Qué significa exactamente?
-Más que decir que eres anarquista, marxista, comunista, lo importante es cuál es el contenido de eso. Y claro, anarquista o libertaria en el sentido de que hay una serie de prácticas políticas a las que yo adscribo que tienen que ver con la horizontalidad, es decir, con entendernos como iguales a la hora de tratar en cualquier espacio, porque justamente para el mundo libertario no hay disociación entre el espacio político y lo social. La práctica política tiene que ser algo que no solamente sea de unos pocos en el Parlamento o en el Gobierno, sino un ejercicio que sea hecho por todos y todas quienes componen una sociedad. Y que esos mismos personajes sean los que están encargados de tomar el rumbo de sus vidas y de cómo se organiza la sociedad, lo que se conceptualiza en acción directa de masas, y eso tiene una forma de organizarse que comprende la democracia de una forma horizontal, que es la democracia directa. Esos son los principios libertarios que articulan una práctica política, y la cercanía con el movimiento anarquista está dada por esas prácticas y también por un movimiento histórico que ha estado presente en el movimiento obrero, en el movimiento estudiantil chileno a principios del siglo XX, que son quienes levantan esta misma federación.
-Se suele asociar al anarquismo y la conducción desde el Estado como antónimos. Sin embargo, la mayoría de las soluciones a las demandas sociales que proviene desde los actuales movimientos exige ampliar el Estado ¿Cómo concilias el anarquista con estos planteamientos?
-Hay una cuestión de comprender la realidad y la coyuntura frente a la cual nos enfrentamos. El planteamiento que ha tenido el movimiento -y específicamente la apuesta del FEL- es que hoy entendemos que quien maneja los recursos y el producto del trabajo de chilenos y chilenas es el Estado; lo que no significa que cuando uno pide una educación pública necesariamente pida fortalecer el rol del Estado frente a la orientación de la educación. El Estado tiene que hacerse cargo de la educación, porque es quien maneja los recursos. Sin embargo, hay un punto clave en la demanda del movimiento estudiantil que tiene que ver con el control comunitario, y con cómo logramos ejercer mayores niveles de control por parte de las comunidades hacia la orientación de los proyectos educativos, y que éstos vayan en función de las necesidades que tienen esas comunidades y no como lo es hoy, en función de las necesidades del mercado laboral o del mercado en general. Por ello es importante posicionarse más allá de la percepción personal que uno pueda tener, o el FEL o Luchar, respecto del Estado o a la necesidad en una sociedad futura de estructurarla bajo pilares distintos, y de reemplazar al Estado bajo otra organización.
-¿Y cómo ves el escenario político para este año, a la luz de todas las reformas que prometió el programa de gobierno de Michelle Bachelet?
-Hoy nos enfrentamos ante una coyuntura en la cual va a haber reformas y el carácter de esas reformas –si es que efectivamente son una respuesta para las demandas del movimiento estudiantil y para el movimiento social en general- va a estar determinado por la movilización y por la capacidad de presión que tengamos ante el Gobierno; y el pensar que estamos en un momento en el cual pueden cambiar las características del escenario político chileno. Y qué tan beneficioso sea para el movimiento chileno, va a estar dado por esa capacidad de presión…. que no es lo mismo hablar de gratuidad en los términos que lo plantea el programa de gobierno de Michelle Bachelet que una gratuidad que permita que la educación sea un mecanismo de seguridad social y que contribuya a la redistribución de la riqueza en Chile, que hoy está siendo robada y expropiada por los capitales nacionales y trasnacionales. No es lo mismo hablar de, por ejemplo, una reforma al Código Laboral que modifique un par de artículos o tener una capacidad de negociación colectiva efectiva para los sindicatos. Eso es lo que se está jugando hoy, y es necesario sopesarlo. Aquí nadie ha planteado desconocer el rol que juega la institucionalidad; lo que se ha puesto en cuestionamiento profundamente es por qué tenemos una institucionalidad que en ocho años de movilización estudiantil no ha sido capaz de responder a las demandas del movimiento social. Eso es lo más relevante a la hora de hacer política en función de lo que existe y, por supuesto, teniendo una orientación, una mirada. Queremos construir una sociedad futura en la cual tengamos autogestión de la riqueza y tengamos un auto-gobierno popular.
-¿Qué es el auto-gobierno popular?
-En política no existen fórmulas mágicas ni recetas que te puedan decir es esto, esto y esto lo que estructura un auto-gobierno popular. Pero sí hay cuestiones que mencionaba al principio, que son la capacidad de incidir en las decisiones políticas. Y eso hoy no existe, hay un ejercicio cada cuatro años de un voto que se deposita en una urna que tiene cero mecanismos de control, y los programas tanto presidenciales y parlamentarios pueden cumplirse o no cumplirse y da exactamente lo mismo. Además, en Chile hay un nivel de aceptación y legitimidad de ciertas demandas, como el tema de la renacionalización de los recursos, de la educación, de dignificar un sistema sanitario que no responde a las necesidades básicas de un país con tremendos ingresos como los que tiene Chile. Y esos son los puntos por los que hay que pelear hoy, y es una cuestión lógica, básica, mínima, y que nos permiten a su vez cuestionar cómo se estructura la sociedad y la necesidad de cambiar esa institucionalidad por una forma que te permita que la mayoría decida por sobre una minoría que hoy día es la que se ve fortalecida y defendida al alero de la legalidad, del Estado, y de esta seudo democracia chilena.
“La movilización es la única garantía”
-De las últimas elecciones presidenciales y parlamentarias quedó un famoso titular tuyo: “No votaría ni por Giorgio Jackson ni por Camila Vallejo”. Sin embargo, tú llegaste a la Fech por una elección ¿No es una contradicción?
-El punto no es el mecanismo ni la forma de elección: puede ser votación, puede ser en la urna, a mano alzada. La forma no es lo relevante. Lo importante es que ese sea un ejercicio de participación real y efectiva, y eso es lo que yo no veo en las elecciones parlamentarias y presidenciales. Entonces, finalmente, tiene que ver con la capacidad que tengamos de incidir en las políticas, en las decisiones, y eso es lo que no veo hoy, debido a la institucionalidad chilena y a la forma en que se hace política (…), no se trata de desconocer la institucionalidad, ni de saber que para conseguir la educación gratuita se requiere una reforma de ley y transformar la constitución, etc. Pero, desde una lectura política, creo que la única garantía para que ese proceso se dé está en el fortalecimiento del movimiento social y en la capacidad de presión que podamos tener.
-Marcel Claude, Roxana Miranda y Marco Enríquez Ominami enarbolaron varias demandas del movimiento estudiantil: educación gratuita, cambio de Constitución, e incluso, en el caso de Claude, re-nacionalización del cobre. El porcentaje electoral que representan los estudiantes potencialmente podría haber llevado a alguno de ellos a la segunda vuelta ¿Por qué no los apoyaron?
-No tiene que ver con una distancia o diferencia en el discurso. Yo creo que son saludables candidaturas como Roxana Miranda y Marcel Claude, que tenían una función más bien de amplificadoras del discurso social, no de una posibilidad real de llegar a La Moneda.
-Pero si la enorme cantidad de gente que se abstuvo hubiese votado por alguno de estos candidatos, incluyendo los estudiantes ¿no se habría transformado en una opción real su llegada a La Moneda? El poder político está finalmente en los votos…
-Yo creo que el poder político no está en los votos, porque en Chile está demostrado que el poder empresarial y el poder económico están por sobre el poder político… es una apuesta válida, pero al menos no es la que yo comparto para este periodo donde el empresariado chileno no va a ceder tan fácilmente sus privilegios (…) hoy, creo yo al menos, que la apuesta debe ir por fortalecer el movimiento social, independiente de que se vote por quien se vote, y aquí no se ha hecho ningún llamado a no votar. Es una opción personal.
-Sobre tu elección en la Fech, dijiste que fue bastante “icónica”; también, que tu triunfo se debió a la falta de impacto que ha tenido el movimiento estudiantil ¿A qué te referías exactamente?
-Sí, hay una crítica bien fuerte, al menos desde la U. de Chile, sobre la conducción que ha tenido el movimiento estudiantil estos últimos dos años, donde, si bien se ha logrado mantener el conflicto abierto y posicionar a los voceros del movimiento estudiantil mediáticamente, los estudiantes en general nos hemos quedado sin un quehacer concreto respecto de cómo avanzar en la consecución de nuestras demandas.
-Te refieres al periodo bajo la dirigencia de la Izquierda Autónoma de Gabriel Boric…
-Claro. La alternativa que hemos venido a plantear desde Luchar finalmente es la estrategia de la construcción multisectorial y poder unificar las luchas del movimiento social, entendiendo que el problema de la educación no es sólo de los estudiantes, sino que se origina en la profunda desigualdad que existe en Chile. Y eso tiene su expresión en el modelo educativo, pero también en el modelo de salud, en la forma en que se estructura el trabajo, en el centralismo que existe y que ha provocado una explosión de movimientos regionales donde se cuestiona justamente esto. Creemos que en la unidad de todos estos sectores sociales está la posibilidad de generar una movilización con la presión suficiente para avanzar en nuestras demandas.
-Gabriel Boric, cuando asumió en 2012, tuvo un discurso similar, en el sentido de que también llamó a una nueva etapa, a la cual se sumaban otros movimientos sociales y demandas más colectivas… ¿cuál es, en lo concreto, la diferencia?
-Creo que la diferencia principal está en un trabajo de años que ha venido desarrollando el sector libertario, también en conjunto con la UNE, con los trabajadores de sectores estratégicos de la producción, como son los portuarios, los trabajadores del cobre, y también con otros sindicatos aquí en Santiago. Que nos hayamos juntado con los dirigentes sindicales no es casualidad, no es algo que fue a propósito de conflictos específicos; sino que es algo que se viene desarrollando desde hace bastantes años y que permite proyectar un trabajo más serio entre las diferentes organizaciones.
“La libertad de enseñanza no puede estar por sobre el derecho a la educación”
-Que el programa de la Nueva Mayoría hable de gratuidad en la educación para el 70% de los estudiantes en un plazo de seis años; la reforma tributaria, o que los dirigentes de 2011 hoy sean diputados que se han comprometido a luchar desde el Congreso por el cumplimiento de estas promesas ¿no son triunfos del movimiento estudiantil?
-Son un resultado, sin duda. Pero ellos no son los candidatos del movimiento estudiantil porque en ninguna asamblea se decidió tener candidatos parlamentarios. Son ex dirigentes estudiantiles, sí, eso es cierto. Y sin duda, tanto que ellos hayan llegado al Parlamento, como que los candidatos presidenciales hayan estado obligados a referirse a temas como la educación gratuita, como la reforma tributaria, como las AFP, etc, esos son un resultado no sólo del movimiento estudiantil, sino que de un movimiento social que se viene gestando desde el 2005. Entonces los créditos no son de estos personajes que instalan o que hablan mediáticamente, sino que es el resultado de un proceso. Y es respetable y es una apuesta que tienen tanto las Juventudes Comunistas como Revolución Democrática, como la Izquierda Autónoma. Apuesta que yo no comparto, pero la entiendo.
-Pero más allá de quién tiene el crédito ¿que los temas del movimiento estudiantil estén en la agenda nacional no es un triunfo político de este movimiento?
-Es que vamos a ver qué pasa en 2014. Porque, por ejemplo, el Partido Comunista está al interior de la Nueva Mayoría donde las apuestas son muy heterogéneas, y donde hay representantes de la Democracia Cristiana que han dicho abiertamente que están en contra de la educación gratuita; entonces, cómo se van a conjugar visiones tan disímiles al interior de un conglomerado que va a ser finalmente la posición de la Nueva Mayoría en el Parlamento… los sectores mayoritarios siguen siendo la misma vieja Concertación que profundizó el modelo neoliberal de educación en Chile.
-Quizás se podría conceder el beneficio de la duda, al comienzo del Gobierno…
-Es que la movilización es la única garantía para nosotros: ya tuvimos la experiencia del 2006, en la cual delegamos la responsabilidad al Parlamento, que tenía en ese entonces también una composición bastante favorable a la Concertación, cuando eran Gobierno. Y sabemos lo que pasó.
-El programa de Michelle Bachelet contempla una reforma tributaria, para la cual es necesario contar con una mayoría simple; hoy, la Nueva Mayoría dispone de 68 diputados y 21 senadores. Esta reforma incluye alzas de impuestos equivalentes a un 3% del PIB para financiar la reforma educacional y programas sociales ¿no se acerca bastante a las demandas que se exigían en 2011?
-Bueno, hay que tener ojo con el tema de la reforma tributaria, donde el aumentar el impuesto a las empresas en términos concretos significa bien poco, porque siguen existiendo los mecanismos de elusión y evasión de impuestos. Para nosotros una educación gratuita que realmente sea significativa tiene que venir de la mano con una reforma tributaria que redistribuya efectivamente los recursos y las riquezas en Chile, comprendiéndola así como un mecanismo de seguridad social. Y además, la gratuidad que hoy se plantea con Michelle Bachelet, continúa y perpetúa un modelo que comprende la educación como una inversión individual y no como un derecho social que a través del impuesto a los profesionales –y no lo han vuelto a mencionar- se pretende financiar; sería disminuyendo los sueldos de las mismas familias que hoy día están endeudadas. Entonces, ya no podemos hablar solamente de educación gratuita como consigna donde caben muchas cosas… fortalecer las becas y créditos… incluso, Piñera en 2011 también prometió un 70% de gratuidad en términos de becas y créditos. Además que la demanda de los estudiantes no es solamente económica, sino que es una demanda por un modelo educativo distinto que comprenda también una sociedad distinta.
-Pero el proyecto incluye mecanismos que eviten la evasión y elusión de impuestos…
-Pero hay que ver cuáles son las posibilidades reales de implementar eso cuando Michelle Bachelet recibe en el fondo el apoyo del empresariado chileno que sabe perfectamente que las grandes fuentes de ganancias que tienen hoy son justamente los mecanismos de evasión y elusión. El papel da para mucho.
-Respecto de la oferta educacional, ¿debería existir una oferta única, gratuita y universal de colegios, institutos y universidades, o puede coexistir un modelo mixto, con instituciones privadas?
-La educación no puede ser un espacio para negocios de ningún tipo, por lo tanto tiene que estar financiada por toda la sociedad. El organismo que hoy controla la riqueza chilena es el Estado y por tanto tiene que ser financiada por el Estado, pero su objetivo finalmente tiene que estar dado por las propias comunidades tanto educativas como territoriales, definiendo cuáles son las necesidades de educación, por eso hablamos de control comunitario. Si existen o no existen proyectos particulares, esos para mí no serían escuelas, más bien serían otro tipo de institución en la cual tú te puedes formar si es que tienes alguna característica religiosa o algún proyecto en particular al cual tu familia desea adscribir. Ése no es el foco, el punto es que aquí tiene que existir una garantía en la educación, y eso es fortalecer la educación pública.
-¿Y qué opinas frente a quienes justifican la existencia de colegios particulares y subvencionados argumentando que los padres tienen derecho a disponer de alternativas al momento de optar por la educación de sus hijos?
-Creo que la libertad de enseñanza no puede estar por sobre el derecho a la educación. Yo no estoy de acuerdo con que exista un único sistema, así como tampoco estoy de acuerdo con que existan pruebas estandarizadas como la PSU y el Simce, porque no logran medir realidades tan diversas, diferentes como las que existen en el norte y en el sur de Chile.
-¿Qué mecanismo de ingreso propondrías como reemplazo a la PSU?
-Bueno, la PSU tiene que ser eliminada porque es una prueba que tiene todos los sesgos habidos y por haber, no solamente socioeconómicos, sino que de género, étnico. Es una prueba muy mal hecha, que además es muy mal predictor del rendimiento académico, como herramienta técnica es muy mala. Por otro lado, cualquier prueba estandarizada que mida conocimientos dados por los establecimientos de la enseñanza media va a tener un sesgo socioeconómico porque sabemos que el rendimiento escolar no está determinado ni siquiera por si el colegio es particular subvencionado o municipal, sino que está dado por el nivel cultural o socioeconómico de los padres del estudiante. Entonces, cualquier mecanismo único de selección va a tener esos sesgos y va a seleccionar a los estudiantes por su capacidad de pago más que por otras capacidades.
-¿Cuál va a ser la actitud y la postura del movimiento estudiantil durante este primer año del Gobierno de Michelle Bachelet? ¿Vigilante, confrontacional, disponibles al diálogo?
-Al movimiento de estudiantes lo que le interesa es ganar sus demandas. No está definido cuál va a ser la relación específica que va a tener con el Gobierno, sin embargo, la disposición al diálogo siempre ha estado. Las puertas se le han cerrado reiteradas veces y frente a eso por supuesto que nuestra respuesta siempre ha sido movilizarnos y seguir diciendo el problema está abierto, aquí no se ha solucionado nada.
-Es decir, parten de la base que hay una disposición a conversar con el ministro de la Cartera…
-Eso tiene que ser definido por los estudiantes en sus asambleas y esperamos poder discutirlo, no solamente de la voluntad de un par de dirigentes ni de presidentes de las federaciones. Pero la disposición a poder avanzar y a ser protagonistas de las transformaciones que requerimos, bajo los términos que ha planteado el movimiento estudiantil, esa disposición está y siempre ha estado.