Ha realizado una destacada carrera a nivel internacional, y para muchos de sus pares es uno de los actores chilenos más trascendentes de la historia, desde que en 1969 protagonizara la mítica película “El chacal de Nahueltoro”. Este año, el público masivo lo podrá conocer como Fernando Ruiz Tagle en “Reserva de familia”, nueva serie nocturna donde dará vida al patriarca de una poderosa familia dedicada al negocio del vino. En entrevista exclusiva, Nelson Villagra habla de este nuevo regreso a Chile, de cuando fue felicitado por el propio Robert de Niro, y del curioso fenómeno que transformó la tumba de Jorge del Carmen Valenzuela Torres (el asesino de Nahueltoro), en un objeto de culto y peregrinación.
Cuando recientemente anunciaron su nombre en medio de la ceremonia que TVN hizo para lanzar su programación 2012, sus colegas lo aplaudieron con admiración. Es que el estatus de figura histórica y mítica del cine, el teatro y la televisión chilena que hoy lleva consigo Nelson Villagra Garrido no es antojadizo, más bien es la culminación de una sobresaliente carrera que ya alcanza 50 años de trayectoria.
Hoy, el célebre protagonista de hitos latinoamericanos como “El Chacal de Nahueltoro” (1969) y “La última cena” (1976) está de vuelta en Chile para trabajar en “Reserva de familia”, la nueva teleserie nocturna de TVN, que narra la pugna entre dos familias vitivinícolas, los Ruiz Tagle y los Rivera. Allí, Villagra será Fernando, el patriarca del poderoso clan Ruiz Tagle, donde los celos y las luchas de poder (sobre todo con su hijo Miguel, interpretado por Francisco Melo) estarán a la orden del día.
Dirigida por María Eugenia Rencoret y adaptada de la serie española “Gran Reserva” por el guionista Pablo Illanes, la nueva serie es definida como un thriller sicológico, y promete todos los ingredientes propios del género: intrigas, suspenso y mucha escena de alcoba. Para Villagra, en tanto, ésta será su primera incursión en el género de las series nocturnas y su primera experiencia en TVN.
-Cuéntenos un poco sobre el rol que va a desempeñar en esta teleserie.
-Mi personaje es un hombre poderoso que pertenece a ese sector viñatero tradicional de Chile, que viene pegando desde los tiempos, ya sabes, del siglo XIX, y que forma parte del tronco fundacional de la clase dominante política de este país. Hoy día él es un padre de familia con mucha ambición de poder y está en permanente competencia, porque está en el mundo empresarial, que es así. Y en ese intento de competir por diversos medios con otros productores de vino, sufre una serie de problemas al interior de su familia que le perturban el deseo de generar una viña poderosa.
-La relación con Miguel, su hijo, es bastante destructiva, al parecer…
-Bueno, sí en general, con todos mis hijos, pero sobre todo con el mayor, que es quien pretende desplazarme. Y yo no estoy en condiciones de ser desplazado, y esa lucha se la voy a dar muy dura, así es que no crea él que me va a echar, así como así, a la basura.
-¿Qué referentes tomó usted para crear y diseñar este papel?
-Bueno, he leído, y no sólo a propósito de la serie, sino de antes, siempre he conocido la tradición de las familias viñateras que ha habido en Chile, que vienen pegando desde 1870 en términos muy firmes, hasta principios del siglo XX, en que se transformaron en empresas industriales de mucha tecnología hasta lo que han alcanzado hoy día, con un prestigio increíble del vino chileno en el exterior. También he tomado elementos de personajes que yo he conocido aquí en el país, como empresarios, políticos, gente del poder nuestro, que uno ha seguido a través de la historia; todas esas personas me han servido, un detalle aquí, un detalle allá. Con eso, uno va intentando construir un carácter.
-Usted señaló que esta teleserie “refleja el contraste social que vive Chile” ¿A qué se refería exactamente?
-Desgraciadamente nuestro país sigue adoleciendo todavía de una estratificación social muy fuerte, muy nítida, que resulta muy molesta sobre todo para los que venimos de afuera; nos llama la atención que todavía persistan estas diferencias sociales y económicas un poquito aberrantes, si se quiere, en un país que ya tiene condiciones hace ya mucho tiempo de haber generado un mejor bienestar para toda la gente.
El Chacal de Nahueltoro: del repudio a objeto de culto
Nacido en Chillán en 1937, Villagra comenzó tempranamente su carrera en la actuación participando, con sólo 13 años, en los radioteatros que realizaba la radio La Discusión de esa ciudad. Luego se marcharía a Santiago a estudiar teatro en la Universidad de Chile, desarrollando a partir de entonces una inquietud creativa que lo lleva, junto con otros jóvenes actores, a crear el Teatro Experimental de Chillán y a ser contratado en 1958 por el recordado Teatro de la Universidad de Concepción (TUC).
Sin embargo, su consagración definitiva vendría en 1969, cuando a la edad de 30 años protagoniza la película “El Chacal de Nahueltoro”, filme basado en un crimen real sucedido en 1960 cerca de dicha localidad, y que, bajo el estilo cinematográfico del neo realismo (muy en boga en ese entonces) recrea las circunstancias de marginalidad extrema que llevaron a que Jorge del Carmen Valenzuela Torres asesinara a sangre fría, bajo los efectos del alcohol, a su conviviente ocasional y a sus cinco hijos.
La película, dirigida por Miguel Littin, recorrió el mundo, y hasta hoy es considerada, según diversos medios especializados, uno de los 100 filmes más importantes de la cinematografía mundial. Otro hito del cine chileno realizado en esos años, también protagonizado por el actor chillanejo, fue “Tres tristes tigres”, dirigido por un joven debutante que después adquiriría fama mundial: el desaparecido cineasta Raúl Ruiz.
-Usted ha dicho que lo que más buscó al interpretar a Jorge del Carmen fue “lograr su aproximación interior”. De hecho, señaló que incluso “sintió” que Jorge “recibió en plenitud a Dios”. ¿Puede un actor llegar a saber lo que realmente sintió el personaje de carne y hueso que interpreta?
-Al trabajar con Jorge del Carmen Valenzuela y tratar de comprender su intimidad, efectivamente creí que se había arrepentido sinceramente del crimen que había cometido, y que su fe fue una manera de conectar su espiritualidad. Eso es algo que le pasa a mucha gente en este mundo, que a través de su religión encuentran su expresión espiritual. Otros lo encontramos en el arte, que es mi caso. Y efectivamente, Jorge del Carmen se fue convencido de que por fin iba a encontrar a alguien que le iba a saber perdonar (…) Claro, yo no soy creyente, pero encarnando el personaje efectivamente creí en Dios, sentí que de verdad iba a un plano superior en el que encontraría comprensión y perdón de mi pecado, porque estaba plenamente consciente que yo había pecado ante ese Dios. Cosa que es muy importante: diría que es como el alcohólico que de pronto dice “sí, yo soy alcohólico”, y debo reivindicarme. En este caso, a Jorge del Carmen le pasó lo mismo, llegó el momento en que reconoció su pecado, en el sentido religioso y, por tanto, se encomendó al perdón de Dios a través del cura Eloy Parra.
Nelson Villagra cuenta que aún mantiene contacto con Chillán, su ciudad natal, pues allí aún viven dos hermanas. Y aunque en cada uno de sus pasos por el país aprovecha de hacer una visita, reconoce que en esta ocasión se le hará más complicado, por el intenso ritmo que llevan las grabaciones. Sí recuerda una visita muy especial a San Carlos: cuando en 2004 fue a ver el nicho de Jorge del Carmen Valenzuela, su mítico alter ego mundialmente conocido.
“El lugar está llenísimo de placas de agradecimientos; la que yo puse es una placa de bronce que mandé a hacer en Santiago, y creo que dice ‘la verdad y el arrepentimiento fueron tu verdadera redención’. Un día nos pusimos de acuerdo con el alcalde y la llevé, y le pedí que por favor esto fuera algo privado… pero no fue privado, al final fue todo el pueblo de San Carlos aquella vez (ríe). Fue un acto muy bonito”, recuerda.
-Ese es un fenómeno muy especial ¿Por qué cree usted que esa tumba es hoy es un lugar de peregrinación?
-Yo tengo la impresión que la gente más humilde encuentra que Dios es demasiado poderoso para comunicarse con ella, entonces busca intermediarios. Y de pronto, este tipo de gente como Jorge del Carmen Valenzuela les ha servido de eso, es como un intermediario de tú a tú con él, para que les ayude; en este caso, a la gente de fe con Dios.
-¿Pero qué hace que una persona que en su momento fue tan repudiada como él, por el crimen séxtuple que cometió, de pronto la muerte lo transforme en un ser venerable y de peregrinaje?
-Yo creo que es un problema de la identificación que se nos provoca a todos con Jorge. Él pertenece a un sector marginal; pero, es que en un sentido más amplio, todos somos marginales… o las grandes mayorías, vaya. Y por eso creo que esa película hasta el día de hoy tiene la vigencia que tiene, porque, en el fondo, yo, respecto de ciertos sectores sociales, soy un marginal también, ¿no? Y entonces, eso me hace partícipe de pensar que es una injusticia quitarle la vida a un hombre al cual no se le dio la vida, porque realmente no es vida lo que él vivió.
-Y usted, ¿es partidario de la pena de muerte?
-La verdad de las cosas es que me resulta difícil decir tajantemente me opongo a la pena de muerte, porque hay muchos cabrones que la merecían y que la merecen.
-¿Se refiere a los acusados de violar los derechos humanos durante la dictadura militar?
-Sí.
“Mi espíritu mirista continúa presente en mi corazón”
Conocida es también la faceta política de Villagra, que durante muchos años desarrolló a la par de su carrera como actor. Ex militante del MIR, la mayoría de las películas que filmó en Chile hasta el Golpe Militar tuvieron un marcado compromiso político, como “La tierra prometida” (1972), que relata la experiencia de los campesinos durante la República socialista chilena de 1932.
Tras el golpe parte al exilio, primero París, Francia, y luego en Cuba. Allí, el chillanejo realizó uno de sus papeles más célebres, como un conde esclavista, en La última cena (dirigida por Tomás Gutiérrez Alea, en 1976). En 1979, encarnó a un torturador en la película “Prisioneros desaparecidos” de Sergio Castilla, obteniendo por este papel el Premio a Mejor Actor en el Festival de San Sebastián, en la versión de ese año. Luego de retornar a Chile en los 90, trabajó en la recordada película “Amnesia”, de Gonzalo Justiniano, además de algunas telenovelas de Canal 13. Trabajos que, no obstante, son siempre episódicos en nuestro país, pues desde hace casi 30 años Villagra reside oficialmente en Montreal, Canadá, junto a su esposa la actriz de teatro Begoña Zabala.
-¿Sabía que la Cineteca de la U. de Chile encontró un documental perdido sobre el MIR llamado “Nacimos el 65”, donde usted aparece dando un discurso?
-Me llamó un periodista días atrás y me habló del asunto. Cuando termine un poco esta situación voy a tratar de comunicarme con el sector fílmico de la Universidad de Chile, a ver si me muestran algo de ese documental.
-Se señala que ese registro incluye un discurso suyo ¿recuerda las circunstancias?
-Yo leo un poema, que alguien escribió -no recuerdo quien- a Luciano Cruz, tras su muerte. Yo leo el poema en un acto, y eso es lo que parece que está registrado en esta especie de documental.
-Pasado tanto tiempo ¿Qué queda del Nelson Villagra militante del MIR en el Nelson Villagra de hoy?
-Bueno, mira, de lo que el MIR se planteaba como programa yo sigo participando de la idea que hay que cambiar las estructuras de este país. Ahora, los métodos por los cuales hay que cambiarlas ¡para qué nos vamos a hacer los tontos! No funcionó. Y tal vez hoy día tampoco funcione. Pero, que hay que seguir peleando por una mayor justicia social y un mayor nivel de vida para toda la gente, claro que sí. O sea, desde ese punto de vista, pienso que mi espíritu mirista continúa presente en mi corazón y en mi alma, en mi concepto de la realidad social.
-¿Qué lectura hace usted de los movimientos sociales que están ocurriendo en Chile y el mundo?
-Creo que lo que está sucediendo, al parecer, es que nosotros hemos venido desarrollándonos desde hace ya siglos en un sistema piramidal del poder y de la organización social. Yo creo que lo que se está dando es una “horizontalidad”; es decir, son las bases sociales las que están empezando a generar poder. Un poco todavía anárquico, un poco sin una coherencia ideológica propiamente, y que a lo mejor al final descubrimos que no se necesita ideología propiamente tal para generar un poder de base.
-¿Y qué estaría provocando esta horizontalidad?
-Bueno, yo creo que el conocimiento a través de los medios de comunicación, sobre todo creo que Internet ha sido una gran herramienta de expansión del conocimiento y de la perspectiva crítica que hemos ido adquiriendo todos, desde el niño al adulto mayor. Creo que es una herramienta fundamental para lo que está sucediendo hoy día. El conocimiento ya no está asentado en los monopolios periodísticos, por ejemplo, la información hoy día rueda por todas partes del mundo.
-¿Es cierto que a principios de los 80, durante una exhibición de “El Chacal….” en La Habana, usted recibió las felicitaciones personales de Robert de Niro?
-Sí, sí, claro, Eso sucedió durante un festival de cine, en el que invitaron a Robert de Niro y a otro actor que nunca recuerdo cómo se llama, muy conocido, siempre hace como de personaje un poco perturbado en el cine norteamericano. Les mostraron películas latinoamericanas en EE.UU antes de traerlos a La Habana, para que se ubicaran más o menos en el tipo de cine que iban a ver. Y ellos vieron, entre otras, “El Chacal de Nahueltoro” y “La última cena”, que es una película que yo filmé justamente en Cuba. Y entonces, cuando me presentaron a De Niro y su compañero actor, les dicen “bueno, éste es el actor de ‘La última cena” (gesticula cara de sorpresa). Entonces, me miraron Robert de Niro y el otro actor, y dicen “cómo, él es, pero qué extraordinario, no se parece en nada”; “sí, sí, sí, pero también, a su vez, él es el protagonista de la otra película que ustedes vieron, ‘El chacal de Nahueltoro’”… (ahora pone cara de asombro). “El chacal de Nahueltoro, noooo…”, y se agarraron la cabeza los dos, no pudiendo creer que yo podía tener esa transformación, entre los dos personajes y mi propia persona. Entonces, los dos estaban extrañadísimos y muy sorprendidos, y me felicitaron muy sinceramente esta capacidad de transformación que yo había logrado en estos dos personajes. Para mí fue un elogio de los más importantes que me ha tocado recibir.
-Pasado tanto tiempo ¿qué recuerdos guarda hoy de su pasado en Concepción, cuando trabajaba en el TUC?
-Permíteme a través de los lectores saludar a Concepción, que es como mi segunda ciudad, pues allí fue donde yo me desarrollé artísticamente. La época del TUC fue un momento inolvidable para mí, junto a Tennyson (Ferrada), con todos los amigos de Concepción, más una serie de compañeros santiaguinos que estuvimos allí y luego nos regresamos a Santiago. Por cierto, aquí (en TVN) me toca trabajar con Lucho Alarcón y Delfina Guzmán, que fueron algunos de los tantos de esos tiempos. Así es que un gran saludo a la gente de Concepción y que ojalá sigan todos interesados en la cultura y el teatro. En los años que yo estuve, Concepción era una especie de Atenas.
-¿Qué mensaje les daría a los jóvenes que estudian teatro en Concepción y regiones y que muchas veces se desaniman por las dificultades para ejercer de forma profesional?
-Bueno, yo espero que aparte que se esfuercen por dar cada vez más calidad a su trabajo, a su vez también presionen lo más posible a los organismos correspondientes -ya sea estatales o regionales- para que apoyen realmente el trabajo teatral y cultural en general, porque es muy importante que el público, el espectador se vea reflejado (…) Sin duda hay que ganarse el financiamiento (desde el Estado) con calidad, con capacidad y con trabajo.