Las cifras de inflación continúan siendo la principal fuente de sorpresas para autoridades y agentes del mercado. Si bien esta situación no es nueva, creemos que existen elementos adicionales que justificarían el hecho que el Banco Central retome tanto un sesgo contractivo como nuevas alzas de TPM en el transcurso del año. A pesar que prácticamente todos los canales del mecanismo de transmisión de la política monetaria han estado operando (desaceleración en el crédito, aumento de las tasas de interés de largo plazo y precios de los activos financieros), son las expectativas inflacionarias y los posibles efectos de segunda vuelta los que explicarían la necesidad de una política más restrictiva.
Las razones de un mayor endurecimiento en la política monetaria son varias: primero que todo debemos considerar que una cosa es tener una sorpresa en el IPC cuando estamos dentro del rango meta y otra muy distinta es vivir esta situación cuando la inflación triplica la meta de 3,0%, lo cual hace indispensable que el Banco Central sea más reactivo a los shocks de oferta respecto de lo que históricamente ha sido. Junto a lo anterior, recientes lecturas desagregadas del IPC evidencian que se han concretado efectos de segunda vuelta sobre otros precios: la inflación de bienes no transables anotó una variación anual que se encuentra creciendo a tasas de dos dígitos, los costos laborales unitarios han evidenciado alzas continuas sobre 4,5% (el promedio de los últimos tres años es 1,5%) y la compensación inflacionaria a plazos superiores a 2 años se ha ubicado persistentemente sobre el 4%. Si a esto sumamos la depreciación del peso chileno como consecuencia de la intervención del Banco Central, a las presiones de inflación doméstica ahora se deben agregar las provenientes de bienes importados.
En este escenario, el Banco Central sorprendió al mercado con un aumento de 50 bps en la TPM en la reunión de junio (lo cual constituye el mayor incremento desde que se inició el proceso de alzas de la tasa de instancia en 2004), dejando entrever que hoy definitivamente estamos ante una política monetaria más reactiva ante sorpresas de precios. Ante esto, creemos que existe un espacio para que el Banco Central aumente la TPM sobre 7,25% en el transcurso del segundo semestre, si es que los precios de los alimentos continúan su tendencia alcista y continúa la compra adicional de divisas por parte del Central. Asimismo, si es que el precio del petróleo continúa incrementos a niveles de US$150 / barril, podríamos ver una tasa de referencia en un valor aún mayor.