La dirigente histórica afirma que las “distorsiones fabricadas” por la pugna de poder al interior del gremio afectan aún más a un profesorado que se siente hasta más arriba del paraguas con tantas exigencias, bajos sueldos y pensiones paupérrimas. De allí que la gran demanda de los 180 mil profesores sea volver al alero del Estado y que la educación sea un bien social. Más que inspirarse en Finlandia, los profesores chilenos -los más trabajólicos del mundo- tienen, dice, que sentarse a pensar cuál es el perfil de ciudadano que quieren formar.
A la francesa Olimpia de Gouges, precursora del feminismo -aunque tal osadía le costó poner su cabeza en la guillotina-, le debe su nombre esta dirigente histórica del Colegio de Profesores, valiente como pocas, y que en los últimos días no lo ha pasado nada de bien por el conflicto que divide a su gremio. “Nunca estuve preparada para que mis pares sintieran que yo los traicionaba. Eso duele”, admite con hidalguía.
En su hogar obrero de San Fernando se leían diarios y escuchaba la radio; no se decían garabatos, la mujer se respetaba y ella gozaba de libertad y confianza. “Mis padres nunca me dijeron que no”, cuenta esta profesora de Castellano, hoy jubilada, madre y abuela que se vino de su tierra natal en 1959, justo el año en que se fundó la Radio Universidad de Concepción, donde inició sus primeras armas frente al micrófono y que llegaría a ser la directora de la radio Simón Bolívar, del PC. Ahí la sorprendió el “golpe”.
Su debut, sin embargo, a los 11 años, fue en la Radio Manuel Rodríguez. De noche grababa radioteatros o programas culturales. “En esa parte, traía mi plus; no así en estudios y tuve que cabecearme” -cuenta- para no perder la beca que durante cinco años le permitió gratuidad en sus estudios.
Olimpia Riveros Ravelo es de aquella época en que las mamás le decían a las maestras: “¡Señorita, si se porta mal, usted dele no más! Hoy es al revés -dice con pesar- y afirma quemuchas apoderadas con salud mental alterada van al colegio, reclaman y golpean a los docentes por cualquier cosa. Es, denuncia, otro de los tantos agobios laborales de los 180 mil profesores del país, de los cuales un 73 por ciento son mujeres.
Y de su pensamiento político, se reconoce como una militante de “pueblo”; no ocupa ningún cargo directivo en el PC y admite que en el gobierno de la Nueva Mayoría su partido es como la piedra en el zapato.
De su conflictivo gremio, de las demandas internas de los “profes”, de la deuda histórica, de las jubilaciones paupérrimas y de la decadencia de la educación en Chile hablamos con Olimpia Riveros Rapelo (72), quien no acaba de entender la disidencia que, desde las redes sociales, promueve el secretario general del Colegio de Profesores, Darío Vásquez Salazar, aunque en un documento oficial junto al ministro Nicolás Eyzaguirre y Jaime Gajardo Orellana, ratificara la voluntad de seguir dialogando en torno a la política nacional docente.
-Luego de un mes y medio en paro, uno se pregunta ¿el Gobierno hizo una mala lectura de las demandas o los dirigentes se entregaron sin más ni más para enojo de las bases?
No, no es así, porque están las actas de las comisiones negociadoras firmadas por dos socialistas, un comunista y dos Fuerza Social; no hay tal entrega. Eso es lo que se ha querido instalar, que Jaime Gajardo se vendió, pero no es así. Hay sí torpeza, porque los negociadores fueron los mismos asesores que estuvieron en la Concertación. Las mismas cabecitas neoliberales: Rodolfo Bonifaz y Jaime Vea. Ellos creyeron que podían manejar las cosas en el mismo esquema anterior, pero cuando hay Nueva Mayoría y una cierta apertura democrática -se habló tanto de participación- pasó que al abrir una puertecita así, la gente quiso abrirla asá. Es comprensible, había como un estancamiento. Los procesos sociales -más allá del magisterio- se van a ir complejizando en la medida que no se responda a las expectativas con que se inició este gobierno. Mucha gente creyó que esto iba a ser la panacea. Nosotros, en cambio, no; yo, por lo menos, no. Esto es apenas un pasito.
-¿Lo está pasando mal al frente de este gremio tan disperso?
Ha sido un momento muy complejo; muy sorprendente por un lado, algo no leímos oportunamente, pero también ha habido “distorsiones fabricadas” por la pugna de poder que hay al interior del gremio.
-¿Entre quiénes?
Entre los miembros del directorio nacional hay dos bandos. Como el mundo cambió a través de las redes, se ha hecho una oposición, una disidencia durante largo tiempo que da frutos ahora.
-¿Quiénes integran los bandos?
Son 11 dirigentes nacionales: cinco de la conducción encabezados por el presidente y, del otro lado, cinco también; quien dirime es Verónica Monsálvez, una antigua dirigente del Colegio, de RN, pero muy consecuente con su formación de normalista y, por tanto, tiene una irrestricta posición por la defensa de la educación pública. En ese sentido, se pone al lado de acá. Además, está sentida porque ese grupo de disidentes por Dios que ha hecho cosas feas. No ha respetado las mayorías. Todos son dirigentes históricos, ninguno es nuevo.
-¿Y por qué entonces, si todos vivieron momentos tan difíciles, hay división?
El Colegio de Profesores es un buen botín, tiene voz para decir cosas importantes de la reforma educacional. Erróneamente han supuesto que la conducción se alinea con la Nueva Mayoría de manera automática y no es así. Nosotros hemos intentado por todos los medios seguir siendo autónomos e independientes, tener voz propia, aprobar lo que haya que aprobar y rechazar lo que corresponda. Pero el sector de acá es más radical, no sé si ante la Nueva Mayoría, porque tampoco son explícitos en eso, pero han sido más bien resistentes a las reformas que incluyen varios proyectos.
Precariedad del empleo
Tras los dimes y diretes, y previo a los acuerdos alcanzados el 13 de diciembre, durante la segunda asamblea nacional, en Santiago, Olimpia Riveros repasa qué provocó el conflicto. Piensa que la respuesta tardía a la agenda corta por parte del Ministerio de Educación llevó a la presión del paro, mientras a ellos les urgía conseguir la titularidad de los profesores que trabajan a contrata, un bono de incentivo voluntario al retiro, el descongelamiento del ingreso mínimo docente (ahora entrarán ganando $636 mil pesos), fin al agobio de la evaluación docente y presiones por resultados del Simce, y una reparación a la deuda histórica, aunque los dos primeros -y tal como aprobó la primera asamblea- habrían bastado para avanzar en las conversaciones para el problema de fondo: la carrera docente.
De la titularidad de los profesores a contrata bastaba -explica- que desde el Ministerio de Educación se dijera “actualice este proyecto”que está en el Parlamento. Pero en el Gobierno no entendieron que “la estabilidad de los docentes es súper importante hoy por dos razones: en cada municipio pueden tener hasta el 20 por ciento de ‘profes’ a contrata, pero eso no se cumple y tienen 30, 50 –Concepción tiene casi el 60 por ciento de profesores a contrata y otras hasta el 80-,y eso se agravó con la Ley Lavín (20.501), de la que poco se habla. Esa ley empoderó a los directores con facultades para despedir hasta el cinco por ciento de la planta. Y, además, para formar sus propios equipos directivos de confianza. El clima laboral se deterioró a un extremo indescriptible. Para no ser despedidos, los profesores tienen que asentir: sí señor, cómo no, señor, como usted diga”, describe.
Hoy, aclara, el proyecto de la titularidad ya está en el Senado y significa que si los profesores a contrata tienen tres años continuos o cuatro discontinuos en una misma comuna -“estamos tratando de que borren en la misma comuna porque pueden estar en otras”, con 20 horas de trabajo pasan a titulares.
Les interesa que así sea -dice- porque está anunciado dentro de la reforma educacional la desmunicipalización y los “señores alcaldes pueden caer en la tentación de deshacerse de la gente que no es de su confianza. El clientelismo político es una realidad al interior del sistema educativo municipalizado, en algunas partes es más grave que en otras, pero todos los alcaldes, para cada elección, renuevan, cambian y hacen una serie de maniobras con el personal docente y administrativo”.
Del bono incentivo al retiro, proyecto que el Ministerio de Educación ingresará en diciembre al Congreso y a operar en marzo, considera un monto de $21 millones 500 para aquellos docentes con 44 y 37 horas y, “aunque mezquino, los profesores que cumplan los requisitos se irán con algo en el bolsillo; ahora se están yendo sin nada”. Del ingreso mínimo docente, el tercer punto de la discordia, dice que la hora docente que costaba $12. 245 se reajustará a partir de enero y “es lo que vamos a cambiar cuando tengamos la carrera docente. No queremos hablar más por hora, sino que de jornadas. Los profesores chilenos somos los más trabajólicos y exigidos del mundo, con un 75 por ciento de la jornada en aula en básica y media, y el resto para preparar clases, corregir materiales, diseñar estrategias y trabajar en equipo. Estamos reventados de pega”. El país más cercano en horas lectivas es Escocia (69 %) y España, con 62 %. Japón sólo destina un 31 %.
El proyecto de carrera docente –agrega- vendrá después del lucro, del copago y “nosotros estamos peleando para que podamos socializar, conocer debidamente la propuesta porque aquí el trabajo ha sido un poco cupular. Eso es otro punto de la agitación del momento”.
Deterioro programado
-A propósito de los porcentajes que cita ¿Por qué cree usted que ha decaído tanto la educación pública versus la educación particular? ¿Es sólo cuestión de recursos?
Ha decaído porque no ha habido preocupación en las políticas públicas para fortalecerla. Durante mucho tiempo la Concertación no invirtió en los colegios públicos. En Concepción es dramático. Es cosa de ver el Liceo Enrique Molina Garmendia o el Liceo Balmaceda, que terminaron vendiéndolo. Ha habido una política sistemática de hacer el trasvasije de matrículas hacia los particulares subvencionados; eso es así hasta en la quebrada del ají.
El diseño era avanzar en la privatización. La municipalización fue la primera pata y luego viene el financiamiento vía subvención y todo el apoyo para el particular subvencionando, tratándolos como si fuera educación pública. En el fondo hay una concepción de educación pública que incluye a los subvencionados y a los municipalizados. Pero resulta que los subvencionados recibieron durante largo tiempo subvención estatal, aporte de la familia y, además, pudieron seleccionar sus alumnos; eso es parte de la segregación social tremenda que tenemos.
Se fue privilegiando esa educación y hoy tenemos este fenómeno de que hay gente que dice: no, yo prefiero pagar, porque no quiero que mi niñito se eduque con estos roteques. El deterioro es programado. Esto a partir del gobierno militar y lo que hay en la Constitución: Estado subsidiario y no Estado responsable y garante de la educación como derecho.
-En los primeros años de universidad, se advierten los problemas de los alumnos egresados de la enseñanza municipal; el lenguaje oral y escrito es deficitario y uno se pregunta qué hizo ese profesor o profesora que lo tuvo en educación básica y media. ¿Hay comodidad? ¿Hay flojera? ¿Da lo mismo si el chiquillo aprende o no?
Ninguna de las tres; ese profesor fue presionado para dar más facilidades, para bajar el nivel de exigencia porque el profesor no puede… va ligado a su evaluación de desempeño; si yo tengo un número de repitencia muy alto, viene la jefa de UTP y me dice: “Repita la prueba, dé otra oportunidad”. Y, además, la formación inicial de los docentes tiene graves problemas. Hay un segmento de profesores en servicio que se formó en la llamada “regularización”; aquellos que estudiaron los días sábado o, solamente, por Internet. No es culpa de ellos, es lo que el sistema les ofreció como posibilidad de trabajo, pero su formación no tiene que ver con la universitaria que recibíamos antes. Estas personas, por lo general, tienen un puro criterio funcionario. “Hago lo mínimo que me piden”, y resulta que hoy les piden mucho. Hacen, entonces, lo que les piden pero no tienen cabeza propia para discernir que este currículum no sirve con este curso y debería usar esta otra estrategia.
Es el problema de las pruebas estandarizadas, porque piden al profesor que nivele a rajatabla a todos los niños y eso es irracional. La realidad manda, los grupos cursos son distintos. El contexto social se ignora en esta estandarización arbitraria que tiene que rendir frutos para que la Ocde esté contenta o el FMI o el Banco Mundial. Las políticas neoliberales que vienen de la dictadura, administradas por la Concertación y seguidas por Piñera, han sido responsables de que los profesores se conviertan en meros instructores y no en formadores, educadores.
-¿Y de cuándo están operando estas políticas?
Se han ido agravando. Paulatinamente el sistema se ha ido perfeccionando con esto de los incentivos que nos hacen competir en la evaluación de desempeño docente.
– Hace 50 años, la educación pública estaba al mismo nivel de la particular ¿Cuándo empezó a abrirse esta brecha en la educación? ¿Qué pasó?
Pasó con la Constitución del 80, todo un Estado subsidiario, un financiamiento distinto, antes era vía presupuesto. Si yo tenía 38, 40 ó 45 alumnos en el aula no importaba porque el establecimiento de igual manera iba a tener sus recursos. Hoy, si el alumno no llegó, la subvención se descuenta. Hay establecimientos con el agua o la luz cortada por la crisis de la municipalización y, sobre eso, la pérdida de la estabilidad laboral de los docentes, porque no hay claridad sobre nuestro rol: si somos funcionarios públicos o no.
Por eso nuestra gran demanda de carrera es volver a ser dependientes del Estado, que la educación sea un bien social y que sea garantizado por el Estado. Por ahora no se ve porque la reforma Bachelet partió por un tema que si bien es importante, va a beneficiar a las familias en el tema del copago; igual va a seguir el Estado pasándole dinero a los empresarios de la educación por esta concepción de educación pública tan amplia que se clarificó mucho en la administración Lagos.
Silencio mortal
-Una de las aspiraciones del gremio es “terminar con el agobio de la evaluación docente y de las presiones por el resultado del Simce”, ¿Por qué les molesta tanto que los evalúen?
Porque el sistema de evaluación es un negociado. No evalúa el trabajo real del docente. Uno de los aspectos que se evalúa es el auto informe. Está bien, pero cuando está en juego mi futuro laboral, difícilmente me voy a evaluar mal, ya hay un elemento que no está ayudando a que mejore mi quehacer. Si me va mal, me voy del sistema. El informe del director, que no tiene la obligación de darlo a conocer, afecta también. Ese silencio es mortal; tiene una parte que es de filmación, o sea, que la persona que licita (U.Católica), tiene que contratar a gente que vaya a filmar las clases. Usted tiene que programar tal día y en tal curso va a tener cámara. Las primeras veces era patético, las profes gastaban no sé cuánta plata en peluquería y en empapelar la sala. Y los niños decían: “¡Señorita, en esta parte usted no me tiene que preguntar eso!”, porque a veces ensayaban. Es un derroche de plata, no es formativo, no mejora la calidad de la educación. Y el cuarto elemento -el famoso Portafolios- es el peor de todos. Es un folleto que el docente tiene que contestar en un plazo determinado durante el proceso de la evaluación, demostrar su dominio de las asignaturas que le correspondan y de su quehacer pedagógico, pero conforme con una planificación determinada. Está ordenado de tal forma que hay ciertas palabras clave que usar. Si no las usan, está malo. Es otro negociado: hay que imprimir folletos, contratar gente que revise todo aquello para que después le digan si es destacado o insuficiente. Patético. Está demostrado que no sirve. Hoy es un gran misterio el tipo de evaluación que se va a construir.
-Para poder avanzar en esta evaluación, usted aprobó…
Inicialmente el Gobierno, el ministerio mezquino, ofrecía la solución inmediata de los dos primeros puntos de la agenda: titularidad y bono de retiro. Los otros los trataban mesas técnicas. Después de la presión, se logró que contestaran los cinco puntos, pero no hay una gran variación entre lo que ofrecieron primero y después. Ahora está firmado por el ministro, las mesas técnicas tienen fecha de instalación, porque el quinto punto es la deuda histórica. La asamblea recogió la primera respuesta del ministerio que fue muy torpe. Esta agenda corta tenía que haberse terminado rápido. Eran los problemas internos de los “profes” para entrar al debate de la Reforma, pero no entendieron eso. Bastaba que hubieran mandado un decreto ministerial que dijera: “No planifiquen clase a clase”, y listo. La gente se habría sentido aliviada, pero no hubo ninguna señal política para decir “profesores queremos contar con ustedes, los queremos tener bien”.
Fue una torpeza, llegamos a un punto en que no había respuesta más que a los dos primeros puntos, y –lo que ha causado tanto escándalo- se hizo vía teléfono. Se llamó al presidente para decirle: esto es lo que vamos a hacer, ponemos los dos primeros puntos y los otros en mesas técnicas. Y la asamblea nacional entendió, igual que yo, que había que destrabar esta agenda corta para pasar a los temas más trascendentes. Y aprobamos 113 contra 58. Había un compromiso en que el lunes estaba firmado el documento por el Ministerio y por el presidente. Y el lunes apareció un protocolo chanta.
-Usted siempre ha sido una mujer criteriosa y la pregunta del millón es ¿por qué votó a favor de la agenda corta si las bases pedían lo contrario?
Es que no hubo acuerdo de bases. Ahí hay un elemento súper importante. Yo fui a la asamblea nacional sin un mandato explícito y claro de las bases. Nunca hubo ese acuerdo, por lo tanto el dirigente tiene que discernir por sí mismo. Uno tenía un margen de libertad para eso.
-¿Orden de partido o estrategia del gobierno para dividirlos?
Ninguna de las anteriores. Voté porque la agenda corta tenía que ser eso. Había que salir luego del embrollo para pasar a debatir los otros temas. Por primera vez el gremio está planteando lo que tiene que ver con los docentes, las reivindicaciones de los trabajadores, que son legítimas, pero no puede ser lo único. ¿Cómo ligamos esto a la reforma, a los cambios que queremos? Yo sueño con que el gremio sea capaz de levantar una propuesta de reforma de los profesores. Pero así como estamos, cuesta pensar seriamente una propuesta, porque la del Gobierno -si bien apoyamos los principios del copago y fin a la selección- no nos convence. Los mecanismos no nos convencen.
– Usted ha dicho que son 180 mil profesores y de ellos, hay 70 mil asociados, de los cuales 50 mil son jubilados activos. O sea, la crisis de representatividad es tremenda…
El colegio representa hoy a los municipalizados. Los particulares subvencionados se rigen por el Código del Trabajo. Pero con toda la deficiencia de la organización, todavía podemos sacar la voz para hablar de reforma. Hay gente que no quiere reforma, que quiere que todo siga como está. Aquí nos pilló la máquina, como Región hemos planteado la necesidad de un gran congreso pedagógico, para debatir el proyecto país que queremos, qué tipo de alumnos queremos formar, cuál es el perfil de ciudadano. Algo se hizo el 97, pero no hemos tenido capacidad como gremio para hacer eso.
-Con esa propuesta ¿qué hay que hacer?
La fórmula no es copiar a Finlandia, España o Francia.
-Pero fue una tremenda comisión a Finlandia con ese propósito …
Eso no tiene sentido. El que estemos en la Ocde no nos hace plenamente desarrollados. Tenemos tremendas desigualdades, segregación social.
-¿Fue un viaje perdido?
No sé si perdido, pero no es el camino pretender copiar experiencias que corresponden a otras realidades. Hay que hacer el análisis de acá, con la historia de acá, con nuestro propio desarrollo. Hay que desarticular el modelo neoliberal de a poquito. Algunos quieren partir por la Constitución; eso sería sacar el tronco desde abajo. Es más difícil. Por eso creemos que es un proceso de cambios y éste no es el gobierno revolucionario que uno quisiera. Es un “gobiernito”, pero por lo menos cambia el giro.
-Gobiernito, pero está representado el PC, su pensamiento político ¿o no?
Así es; soy dirigente del gremio, soy autónoma, independiente y mi concepto de militancia de toda la vida ha sido ser dirigente social, recoger lo que la gente plantea, entender los fenómenos sociales, plantearlos en mi partido para hacer la política que mi partido requiere. No al revés, que vengan de allá y me digan esto es y tienes que hacerlo. En dictadura, por razones de seguridad, hubo que decir “amén”, pero eso es otro cuento. Mi concepto de militancia es que uno aporta para la construcción de una política.
-Y a usted que se la jugó por su gremio y por recuperar espacios democráticos en el gobierno militar, ¿le duele que sus colegas la hayan gritoneado en las manifestaciones?
Sin duda que sí. Me dolió porque en dictadura había un concepto de enemigo, de adversario. Uno podía esperar cualquier cosa del enemigo y estaba medianamente preparada, pero no estuve nunca preparada para que mis pares sintieran que yo los traicionaba. Y eso dolió. Lo reconozco. No he llorado, pero tengo la espinita.
-¿Y estaban dirigidos por este grupo disidente?
-Hay de todo: algunos que están digitalizados desde las redes, grupos que no tienen la historia del gremio y es gente muy impulsiva que quiere arreglarlo hoy día todo ya. Y también algunos elementos políticos de las dos puntas. Hay de todo, en realidad es bien complejo el universo.