Aunque mantienen sus fachadas, se trata de cáscaras de materiales pobres que no alcanzan a honrar el pasado de ambos espacios construidos durante las primeras décadas del siglo XX. Dos multitiendas vaciaron su riqueza interior entre los años 2005 y 2007, y hoy sólo queda el recuerdo de sus mejores épocas, ligadas a la historia de la burguesía y al comercio penquista.
Las primeras décadas del siglo XX vieron nacer, en dos esquinas penquistas de la actual calle Barros Arana, hermosos edificios que marcarían la historia y definirían el estilo de una de las principales avenidas de Concepción.
Fueron el Palacio Hirmas, ubicado en Barros Arana esquina de Colo Colo, construído en 1925 y diseñado por Edgardo Figueroa e Ismael de la Barra, edificio destinado desde su nacimiento a albergar, en el primer nivel, numerosas tiendas y negocios de Concepción y en la segunda planta, la residencia familiar.Años antes se levantó en la misma calle (Barros Arana), pero en su esquina con Castellón, la Casa Urrejola, construida como una casa de alto por parte de Pedro del Río Zañartu para su segunda esposa, Carmen Urrejola, en 1917. Pedro del Río nunca alcanzó a verla terminada, pues murió solo un año después de iniciada la construcción.
Hoy, aquellas esquinas siguen vigentes, pero de aquellos magnos edificios -el Palacio Hirmas con claro estilo neoclásico y la Casa Urrejola haciendo gala del Art Nouveau- sólo quedan las fachadas o, más bien, cáscaras fabricadas en baja calidad luego de que las multitiendas del retail intervinieran los espacios, los vaciaran y sólo dejaran su cara externa.
Y las visiones son opuestas. Mientras algunos rechazan estas potentes intervenciones, otros valoran que al menos se mantengan las fachadas, transformándose en un testimonio de los diseños originales, los mismos que hace un siglo moldearon una de las calles más características del centro de Concepción.
Tertulias y artistas
Fue en 1917 cuando Pedro del Río Zañartu, cumpliendo los gustos de su segunda esposa, Carmen Urrejola, pide construir una casa de alto en uno de los solares de Barros Arana con Castellón. La construyó Onofre Montané, el mismo arquitecto responsable del Liceo Enrique Molina, inaugurado dos años antes. Esta casa, cuenta el historiador Alejandro Mihovilovich, está íntimamente ligada a la historia de Pedro del Río Zañartu y su familia y, por consiguiente, a la de la burguesía penquista de la época. Una clase social que viajaba mucho a Europa y traía desde el Viejo Continente desde tendencias constructivas hasta objetos de arte y de uso cotidiano.Así es como nace la gran construcción Art Nouveau, lo que se expresaba en sus motivos florales en frisos y ventanas pequeñas, a modo de ojos de buey, con marcos artesanales.
Por otro lado, manifestó el historiador, la vida social de la elite de la época estaba relegada a los hombres, por lo que las mujeres se dedicaban a reunirse en sus casas, y Carmen Urrejola no fue la excepción. Ella desarrolló numerosas tertulias en su vivienda, hasta el día de su muerte, en 1932.
Pero cabe mencionar que no era sólo una casa, sino un conjunto de viviendas con locales comerciales en la primera planta y las habitaciones arriba, lo que se sumaba a otras dos casas de arriendo por calle Castellón, formando una propiedad con distintas unidades.Éstas, durante su historia albergaron diferentes locales comerciales, como la Peletería Leizgold, la Casa Villa, el lavaseco Henry y el restaurant Pipón, destacando una tienda de antigüedades durante la década de los ´90.
Aunque, en la visión del arquitecto e historiador Luis Darmendrail, uno de sus usos más dignos fue cuando un grupo de artistas la ocupó durante 2005. “Era espectacular, porque el salón fue transformado en una galería de arte, y el edificio se utilizó al servicio de esta disciplina, incluso expusieron ahí artistas como Luis Almendra”, recuerda.
Múltiples usos
Al igual que la Casa Urrejola, el Palacio Hirmas también tuvo numerosos usos en su estructura. En sus inicios, estuvo allí la Farmacia Weasson, que acompañó al edificio desde sus inicios, en 1925, hasta mediados de 1960, cuando se instaló el Supermercado Concepción, uno de los primeros comercios de este tipo en la ciudad.
Otros locales que albergó el palacio fueron la boutique Modas Adria o la Casa Oneto, nombre por el que aún es conocido esta edificación de corte neoclásico. Se sumaron la Casa Spano y el Teatro Roxy, siendo también utilizado como hogar universitario en sus múltiples cuartos.
Una de sus mayores características, según su diseño original, era una piscina interior y también una cúpula ubicada justo en la esquina. Ésta se pierde luego del terremoto de 1960, que dejó el edificio a mal traer y con graves da ños en su estructura. Cabe mencionar que ya desde el terremoto de 1939 la construcción había sufrido intervenciones y reforzamientos.
Su mayor intervención ocurrió en 2005, cuando se instala la tienda Johnsons en el lugar, retail que quita todo el interior y lo transforma en función de sus ventas. Al mismo tiempo, decide recuperar la fachada y sus arquitectos pidieron a Alejandro Mihovilovich algunas fotografías antiguas para emular la construcción original, lo que el historiador destaca como una reminiscencia, al menos, de los tiempos idos. No obstante, Darmendrail critica lo que llamó un vaciado sin piedad del patrimonio local.
El vaciado
Este vaciado se inició en 2005 en el Palacio Hirmas, con la incorporación por parte de la multitienda de una cúpula de plástico, junto a otros elementos de diseño y detalles ornamentales.
Y aunque la empresa se jactaba de su aporte a la ciudad, en este intento de restauración se utilizaron materiales pobres, lo que sumado a un ahuecamiento total de su estructura, terminó debilitándola. Todo aquello quedó en evidencia luego del terremoto de 2010, cuando la fachada de la tienda cayó como una piel, revelando el uso de materiales tan precarios como yeso-cartón y plumavit. Eso se vino a sumar a un incendio que sufrió durante 2006.
Ese mismo año, la multitienda Hitesocupó el lugar de la Casa Urrejola, haciendo el mismo proceso de vaciado. Pero, además, adicionó un nuevo volumen en la parte superior, vidriado y con un gran letrero de la tienda. Una intervención realizada aún cuando el sitio es Monumento Histórico Nacional desde 1995.
“En el Palacio Hirmas había una interesante oportunidad de aprovechar sus salones amplios, rescatar y restaurar, incluso como una galería. Eso también se pudo haber hecho en la Casa Urrejola, un trabajo serio y con asesoría experta en patrimonio, pero resultaron malas construcciones y malas decisiones sin asesoría.En resumen, son oportunidades farreadas por el retail”, cerró Darmendrail.