De nuestra biblioteca: Por Mauricio Gándara | Enero de 2004
Petronio Romo, uno de los íconos de la radiodifusión chilena, atraviesa por un difícil momento. Duramente golpeado por la muerte de su mujer, Silvia Brown, el otrora insigne locutor estrella y publicista libra una batalla personal por volver a los estudios de audio. Un regreso que parece obligado para una voz imperecedera que llevó a los programas y a la publicidad radial a una nueva dimensión.
Con la mirada fija y lejana, acompañado por un montón de recuerdos y sus inseparables gatos, Petronio Romo, el hombre cuya voz marca un hito en la radiodifusión chilena por más de 50 años, busca fuerzas para reponerse de un golpe tan brutal que pudo lograr algo que ni el tiempo ni la tecnología pudieron hacer: silenciarlo.
Devastado aún por la reciente muerte de su compañera inseparable por largas décadas, la también famosa mujer de radio, Silvia Moreno (más conocida como Silvia Brown), Petronio intenta volver tras el micrófono para continuar caminando junto a su pasión de toda la vida, la radio.
Hablar de Romo implica necesariamente referirse a programas y a avisos publicitarios. Y es que en un rubro donde lo que realmente vale es la voz, y no el nombre o el aspecto físico, es más fácil ubicarle como el creador y locutor de las aún vigentes “Brevenotas”, la cortina de “El Informador” o el comercial de Piretanyl, que Radio Bío Bío transmite para todo Chile; la voz en off del Festival de Viña del Mar en la época cuya señal se emitía por Televisión Nacional de Chile o la locución de La tierra en que vivimos, entre tantos otros. Pero la trayectoria de Petronio Romo en la radio y la publicidad en Chile es mucho más larga. Es histórica. Sus orígenes se remontan a fines de la década de los ‘40 y abarca una impresionante cantidad de diversos trabajos para radioemisoras, canales de televisión y agencias de publicidad que conocieron su talento, en una época donde muchos trabajaban por amor al arte.
Hombre multifacético, Romo participó también en teatro, cine y en espectáculos multitudinarios como las fiestas de la primavera, recordándose su participación en el famoso “platillo volador” del cerro San Cristóbal del año 1950, durante una memorable versión de la Fiesta de la primavera. Fue, además, pionero en la organización sindical de los locutores nacionales y ganó cuanto premio se instauró, destacando especialmente el Caupolicán.
Sin embargo, los últimos tiempos no han sido buenos para él. Refugiado en su casa del barrio Bellavista, en Santiago, Petronio no es un tipo particularmente dado a las entrevistas. Menos ahora que su estado de ánimo no es el mejor y ya no resulta tan locuaz como antaño. Seguramente se sentiría más cómodo si tuviera a su lado a su mujer, la “brauncita”, como le llama cariñosamente, otra figura señera de la radiodifusión chilena. “Estoy de luto, sabe. No me siento muy bien”, explica. “Estuve 50 años casado. Tengo dos hijos del primer matrimonio y del segundo un hijastro que es un hijo más. Me ha tocado un período muy duro, sabe. Primero me enfermé y luego sufrí la muerte de Silvia. Ella fue una de las mujeres chilenas que tuvo licencia como radiocontrolador de radio. Una mujer de carácter muy especial”.
-¿Trabajaron juntos?
Claro. Nos conocimos en Santiago cuando estaba en la Nuevo Mundo y siempre trabajamos juntos. Escribimos cientos de libretos de las “Brevenotas”, un trabajo mancomunado junto a Silvia, porque entre los dos buscábamos material de diarios, revistas y teletipos para seleccionar y armar las notas. En los estudios de Bío Bío madrugábamos grabando este espacio. Ella seleccionaba la música que se emitía en programas donde yo participaba, como El reportero radiopolicial, El profesor Rosamel, Tango y melodías o Presentación de variedades.
-Pero usted comenzó en esto mucho antes…
Así es, empecé en la Radio Cóndor, de Concepción. Había un concurso de locutores y nos presentamos junto a un amigo, Gastón Reyes. A pesar de ser santiaguino, yo ya vivía en Concepción. Mi madre se había ido a vivir para allá junto a mis tres hermanos luego de su separación con mi padre. Decía que le había gustado el clima. Comencé en 1945 en la Radio Cóndor, hasta que me echaron.
-¿Cómo así?
Resulta que en ese tiempo en los radioteatros se usaban unos libritos que se vendían de casa por casa. Había que dar vuelta página por página a medida que iba avanzando la obra. Yo di vuelta dos hojas que estaban un poco pegadas, saltándome sin quererlo una. Entonces, en vez de declararme a una dama, lo hice a un soldado romano. Naturalmente me echaron inmediatamente.
-¿Y luego?
De esa radio me fui a la radio Simón Bolivar. Allí estuve bastante tiempo hasta que me vine a la Radio Cooperativa, pero luego me trasladé a Mc Cann Erickson y radio Minería. Luego, estuve junto a Raúl Matas en Radio Corporación y más tarde me fui a la Mediomundo. Allí pude escribir mis propios libretos. He hecho de todo, he sido locutor de noticias, un trabajo muy esclavizante por cierto, porque implica levantarse muy temprano y estar atentísimo. Luego trabajé en radio O’Higgins y Radio Magallanes. Allí hicimos muchos programas logrando incluso la primera sintonía en Santiago.
Debe tener muchas anécdotas…
Uff… Recuerdo que en una oportunidad en radio Minería el gerente me prohibió salirme del libreto en los avisos. No debía adornarlos. Sucede que existía uno de los “potes de crema Ponds”, pero el libreto estaba mal escrito y decía “poto de crema Ponds”: El gerente había insistido, por lo tanto leí tal como estaba. Imagínese los reclamos después.
Bío Bío, la radio, presenta…
A pesar de haber trabajado en muchos lugares, para Petronio Romo Radio Bío Bío representa algo especial. Amigo de Nibaldo Mosciatti Moena, fundador de la actual red de 32 radios repartidas en todo el país, contribuyó decisivamente a forjar el estilo característico que explica el éxito de Bío Bío. Programas, noticias y avisos contaron con la voz especial de Romo, y marcaron una época en la radiodifusión chilena.
¿Cómo llegó a Radio Bío Bío?
Yo ya conocía a Nibaldo Mosciatti, éramos muy amigos desde la época del colegio. Él ya había empezado con la radio El Carbón, de Lota, y yo le grababa avisos desde Santiago.
-¿Cómo fueron esos años?, ¿Se imaginó que iniciaban un proyecto radial que con los años iba a tener presencia en todo Chile?
No, en ese tiempo teníamos que sacar adelante las tres radios que tenía Nibaldo: El Carbón, Talcahuano y Bío Bío.
-¿Y cómo fue que construyeron esa identidad tan propia de la radio Bío Bío?
Eso se fue determinando poco a poco, a medida que hacíamos cosas nuevas que no existían en otras radios. Por ejemplo, se transmitían los radioteatros de todo Chile, se adquirían. Había estaciones que nos copiaban por el aire. Innovamos. Por ejemplo, a comienzos de la década del ‘60 yo hacía un programa policial donde hacía todas las voces. Luego hice un programa llamado El profesor Rosamel, el cual era un yerbatero. En definitiva, Bío Bío siempre fue primera sintonía desde que apareció, porque las radios de provincia eran muy quedadas, no tenían nada distinto entre ellas, no innovaban. Por cierto, ¿todavía hay Brevenotas? Deben haberse acabado.
¿Y qué hay de sus frases radiales? Aún se escuchan…
Las frases no se dieron por arte de magia. Fueron el fruto de largos estudios hasta encontrar las más adecuadas. Por ejemplo, “El hombre que no es informado…” surgió luego de dos o tres años transmitiendo boletines, quisimos resumir a la gente la importancia de estar informados.
¿Y los famosos avisos de Piretanyl?
Yo los armé, porque soy publicista. La idea fue dar a conocer el nombre del producto, segmentándolo por sílabas. Luego, una vez que la gente ya lo conocía se les fueron agregando otros elementos.
¿Qué le pareció cuando la Radio decidió expandirse a todo Chile?
Bueno, con Nibaldo siempre conversábamos qué hacer. No se equivocaron. La Bío Bío en Santiago es muy buena, entrega la información en forma muy oportuna gracias a su buen equipo de prensa.
Voces que valen oro
A diferencia de sus colegas actuales, a Petronio Romo cuesta imaginárselo arriba de un elegante Mercedez Benz o un vehículo todo terreno de lujo. Su bien más preciado es el estudio de radio que conserva en el patio de su casa, donde guarda cuidadosamente antiguos equipos, cintas y micrófonos que alguna vez fueron de última generación y que ahora son piezas de museo. “Funcionan muy bien”, aclara rápidamente.
-¿Qué piensa de los locutores actuales?, ¿Le parece bien que no sólo sean famosos por sus voces, sino que también aparezcan físicamente en televisión? Ahí tiene el caso de Patricio Frez…
Es lo lógico, tiene que suceder. Existen los medios como para hacerlo y está bien que los aprovechen.
-¿Y con cuál de los locutores actuales se queda?
Solís (Fernando) es excelente. Y lo llamo sólo por el apellido, porque antiguamente el nombre era tácito, lo que importaba era su voz: fíjese que siempre nos hemos reconocido así, Silva, Matas, Romo, Bañados… a propósito, Bañados es otro que encuentro muy bueno.
-Además ahora pueden ganar bastante dinero…
Eso sí, ahora se hacen pagar como debe ser. En los tiempos míos mucha gente trabajaba gratis.
-Por “amor al arte”…
Sí, por amor al arte, por entretención.
-Y a usted, Petronio, ¿le faltó un sentido más comercial?
No, para nada. Si yo también gané plata. Todas las cositas que tengo me las dio la radio. No puedo quejarme de nada, ni siquiera de cuando me echaron en alguna oportunidad, como en la Cóndor o en la Cooperativa.
-¿Arrepentido de no haber cobrado más?
Bueno, si usted lo pone en esos términos… mmmm, tal vez (ríe). Pero tengo la tranquilidad de mirar para atrás y saber que aproveché las oportunidades que me dio la radio.
A DIFERENCIA DE SUS COLEGAS ACTUALES, A PETRONIO ROMO CUESTA IMAGINÁRSELO ARRIBA DE UN ELEGANTE MERCEDEZ BENZ O UN VEHÍCULO TODO TERRENO DE LUJO. SU BIEN MÁS PRECIADO ES EL ESTUDIO DE RADIO QUE CONSERVA EN EL PATIO DE SU CASA, DONDE GUARDA CUIDADOSAMENTE ANTIGUOS EQUIPOS, CINTAS Y MICRÓFONOS QUE ALGUNA VEZ FUERON DE ÚLTIMA GENERACIÓN Y QUE AHORA SON PIEZAS DE MUSEO. “FUNCIONAN MUY BIEN”, ACLARA RÁPIDAMENTE.
-Aún es tiempo para volver a trabajar…
Bueno, tengo la intención de volver pronto, pero no será por dinero.
-¿Le gusta la televisión?
No, le falta una patita. Está cojeando mucho. Faltan contenidos.
-¿Y la publicidad?
Uff, ha progresado mucho. Los avances en calidad son muy evidentes, así como también la tecnología en todo lo referente a las comunicaciones.
-Para qué le pregunto por la radio…
Trabajar en radio tiene mucho de entusiasmo. Para llegar a ser reconocido es necesario estar bien preparado y no dejar de estar informado y pendiente de lo que puede pasar. Pero, sobre todo, es necesario mucho cariño por lo que se está realizando.
-¿Piensa volver?
Si, por cierto. Cuando me recupere de este mal momento anímico, volveré, porque este trabajo requiere estar bien en todo sentido, además de informado de las cosas.
-¿A la Bío Bío?
Sí, es lo más seguro. Es mi radio desde hace muchos años. La siento como una hija. La familia Mosciatti se ha portado muy bien conmigo. Pero ha pasado una y otra cosa y no he podido hacerlo. Primero estuve enfermo y luego murió mi señora, “la brauncita” (emocionado)… en fin, pero aún hay tiempo.
BREVENOTAS
“Sé que mi trayectoria es importante y que he sido un aporte, pero me doy cuenta recién ahora, cuando estoy semirretirado”.
“¿Si alguna vez descansé?… Nunca salía de vacaciones, sólo a veces me arrancaba a la playa. Es que el trabajo no era tal, era una entretención, entonces siempre estaba bien descansado”.
“¿Orgulloso? Fíjese que yo soy lo más modesto que hay. Nunca me di cuenta de que mis cosas tenían un real valor, todo lo que hice lo vi pensando en cosas nuevas. Fíjese que no me siento muy orgulloso de que la gente reconozca mi voz en frases que, como usted dice, han marcado un hito. Al contrario, estoy profundamente agradecido de la radiofonía, porque me ha dado la vida, años llenos de satisfacciones, gracias a los trabajos en diferentes radios”.