Pubs y restaurantes “se tomaron” los portales de la Plaza Perú en respuesta a la demanda de muchos jóvenes que se ven atraídos por sus naturales condiciones de punto de encuentro y quieren permanecer en este lugar. Es un proceso en que la demanda por usar los espacios públicos contrasta con la precaria conciencia de que éstos son propiedad de todos y que la sociedad no puede darse el lujo de perder.
La Plaza Perú vive un fenómeno social al que hay que ponerle atención. Los tres restaurantes que a fines del año pasado se sumaron a la oferta gastronómica existente fortalecieron el barrio como uno de los puntos de encuentro más atractivos de Concepción. Hoy, las personas ya no sólo se reúnen en torno a la pileta, sino que también lo hacen alrededor de las mesas ubicadas bajo los portales de los edificios residenciales. La gente se “tomó” este espacio y en consecuencia la plaza adquirió un movimiento y un ambiente parecidos a las turísticas ciudades de Buenos Aires, Barcelona, o París.
Pero, a pesar que el lugar tiene todas las condiciones para emular a esas urbes cosmopolitas, salta a la vista que está lejos de convertirse en una de ellas. La basura en las calles, la deficiente iluminación durante la noche y la delincuencia rondan como las principales amenazas para su desarrollo. Vecinos, transeúntes, locatarios y autoridades comunales concuerdan en que es urgente intervenir el sector para prevenir su deterioro.
Un descanso en la ciudad
Las cálidas tardes veraniegas se disfrutan mejor al aire libre, donde comer o beber algo resulta un momento agradable. Si además se acompaña de una entretenida conversación el panorama es ideal y es precisamente lo que ofrecen los distintos locales de Plaza Perú.
Con un menú algo más sofisticado que la simple comida chatarra consiguieron atraer a un público objetivo compuesto principalmente por adultos jóvenes y profesionales que tienen un presupuesto con el que pueden pagar por este servicio. La oferta, en su mayoría, consiste en comida mexicana y un bar internacional que sólo tiene espacio para el shop, detalle que los separa diametralmente de las conocidas “chelerías” que se instalaron por calle Chacabuco. Así, aseguran los locatarios, pueden “filtrar” a los consumidores.
Han pasado casi seis meses desde que estos locales abrieron sus puertas y los locatarios ya sacan cuentas alegres. A diferencia de otras temporadas en que enero era un mes “muerto” para los pubs del sector, este año la afluencia de público aumentó. A esta demanda respondieron los locatarios que ampliaron el circuito gastronómico instalado en la plaza. La decisión, en todo caso, no fue fácil. Saben que la Plaza Perú es un punto atractivo para el rubro gastronómico y que en general el ambiente que hay es bueno, pero esta condición cambia cuando llega la noche. La plaza tiene poca iluminación y las sombras son un escondite para los delincuentes. “Afortunadamente, no ha pasado nada grave, en parte porque entre nosotros nos hemos organizado para iluminar con focos el pasillo del portal donde estamos”, afirmó Marcela Silva, administradora del Otto Crudos.
Además, para velar por la seguridad, locatarios y vecinos contrataron un guardia que vigila el barrio desde las ocho de la noche hasta la mañana siguiente, esfuerzo que se suma al patrullaje del Plan Cuadrante de Carabineros y el espontáneo apoyo que surge entre los cuidadores de autos.
La piedra de tope
La Plaza Perú surgió después del terremoto del ’39 para dar mayor dinamismo a la cuadrícula que une la Universidad de Concepción con el centro de la ciudad. Con el tiempo, surgieron alrededor de ella locales de venta, boliches y supermercados menores que fueron compatibles con el rol residencial de los edificios aledaños.
Estas funciones urbanas convivieron por algún tiempo, pero en la actualidad comienzan a enfrentarse. Por un lado, está la demanda por ocupar este espacio público con locales comerciales de distinta índole y como un escenario para actividades culturales y recreativas. Por el otro, los residentes están molestos por la música que se escucha hasta la medianoche, el ruido que mezcla risas, murmullos y motores de los autos que circulan y por los ebrios que en su estado destrozan el mobiliario o, como si fueran heridos de una batalla, amanecen tendidos en el pasto.
María Isabel Flores, presidenta de la junta de vecinos del sector, se ha hecho conocida por sus constantes reclamos en el municipio penquista, una lucha de la que dice estar cansada. “Nos sentimos perjudicados porque las leyes y ordenanzas que pueden controlar lo que está pasando aquí no se cumplen y nadie fiscaliza. Estamos aburridos de despertar todas las mañanas con las calles cochinas y una hediondez a orina que no se soporta”.
Otras situaciones ocurren a diario y quizás por eso al transeúnte les son desapercibidas, pero no para los residentes. La gente suele sacar a sus mascotas de paseo sin importarles que ellas hagan sus necesidades en la calle o los pastos de la plaza. Tampoco parece preocuparles que esta basura quede expuesta a metros de los que están consumiendo. El alcohol es otro protagonista. Grupos de jóvenes se sientan en los bancos de la plaza a tomar cerveza a vista y paciencia del público que transita por el lugar. En la noche, cuando los restaurantes ya han cerrado, la bohemia continúa bajo los portales. Todas estas conductas son las que amenazan la calidad del barrio, la seguridad del sector y entrampan el futuro desarrollo del lugar como destino turístico.
En el municipio afirman que los reclamos de los vecinos son acogidos y que en respuesta a sus planteamientos es que realizan una serie de medidas concretas. Carlos González, Jefe de Gabinete de la alcaldesa, mencionó que se proyectó la instalación de una cámara de seguridad con alcance de 5 kilómetros que tendrá tecnología inalámbrica lo que permitirá cambiarla de lugar y evitar que se conozca su ubicación. La autoridad espera que produzca un efecto disuasivo y de control delictivo.
La seguridad
En toda la comuna de Concepción opera el Plan Cuadrante de Seguridad Preventiva de Carabineros. La Plaza Perú tiene una dotación asignada las 24 hrs., pero locatarios y vecinos se quejan por la poca frecuencia de los patrullajes. El Mayor Jaime Peralta, de la Primera Comisaría de Concepción, explica que el plan se ejecuta en función de una gestión de recursos por georreferencia, es decir, según la estadística de denuncias se calcula la distribución de los móviles. “La situación delictual no es la misma a lo largo del día y mi responsabilidad es administrar bien los recursos en función de los horarios y los lugares donde hace falta”, enfatizó.
El Mayor Peralta aseguró que además de la ley de alcoholes, el código penal sanciona los comportamientos inadecuados en la vía pública como botar basura u orinar en la vía pública. Como cualquier norma, los Carabineros están facultados para fiscalizar y multar, pero aparece como un procedimiento imposible de practicar. “Imagínate si nos pusiéramos a fiscalizar todo esto. Estamos hablando de un comportamiento que debe educarse en la familia, como núcleo fundamental de la sociedad”, sostiene.
Precisó que Carabineros no considera a la Plaza Perú como un foco de delincuencia y que el tema de la seguridad es una tarea que todos los ciudadanos deben asumir por igual mediante una conducta preventiva; es decir, evitar generar la oportunidad para que actúe el ladrón.
¿Cómo se puede contribuir en esta tarea? La respuesta está en denunciar. Ahí otra vez el sistema choca con una pared, porque la gente no lo hace por el tiempo que implican los trámites del sistema y porque se cree que, en definitiva, no vale la pena el esfuerzo.
Una solución
Sergio Baeriswyl, Doctor en Urbanismo y Asesor Urbano de la Municipalidad de Concepción, observa la evolución que está teniendo la plaza. Su evaluación, hasta el momento, es positiva porque a pesar de no existir una intervención urbana en ella, el lugar se ha consolidado como un lugar de encuentro y recreación particularmente para la juventud. Pero, advierte, ello no significa que es un cheque en blanco.
Para que la convivencia en los espacios públicos se mantenga y no se transforme en un proceso de deterioro de la Plaza Perú es que el municipio desarrolló el proyecto de la rambla para la Diagonal Pedro Aguirre Cerda. Entre sus objetivos, la iniciativa busca descongestionar el caos vehicular y peatonal que se concentra en la circunvalación de la plaza con una nueva distribución de los espacios.
La propuesta considera restar dos de las cuatro pistas vehiculares de la calle Diagonal para ampliar la acera norte, que es más soleada (la más cerca de Chacabuco), y así facilitar el desplazamiento de autos y peatones.
Además, al dejar un mayor espacio frente a los portales, se podrá ordenar la ubicación de las mesas de los cafés y restaurantes. También se instalará un pavimento uniforme al estilo del paseo peatonal, se incluirá nuevo mobiliario, se eliminarán algunos estacionamientos y se reordenará el paisajismo de la plaza. Todo está pensado para aliviar el sector y mantener su carácter mixto residencial y urbano. “La rambla es muy buena porque consigue el objetivo de descomprir la concentración de las actividades de la plaza y porque permite que los locales proyecten sus mesas sobre las veredas como una forma de “ocupar” el espacio público”.
Y aunque esta ocupación no les guste a los residentes, Baeriswyl sostiene que está comprobado que es una eficiente medida de control de la delincuencia, el caos y el deterioro. “Cuando el uso privado se proyecta al espacio público ocurre un fenómeno de apropiación que inhibe la ocurrencia de delitos. El delincuente ve que es un lugar ocupado por la gente, resguardado por ellos y, por ende, se va porque no encuentra la oportunidad que busca”.
La rambla de la Diagonal es un proyecto Bicentenario y su ejecución depende de la aprobación de fondos regionales. Se espera que las obras de la primera etapa comiencen a ejecutarse a fines de este año.
Hacia una ciudad amigable
La arquitecto Claudia Hempel, Secretaria Académica de la Facultad de Arquitectura, Geografía y Urbanismo de la Universidad de Concepción, trabajó 10 años en el equipo de la oficina de Asesoría Urbana del municipio penquista y estuvo involucrada en el diseño del proyecto de la rambla para la Diagonal Pedro Aguirre Cerda. En este cargo, supo del serio dilema por el que pasó la autoridad para –conciliar el uso comercial y de encuentro social de la Plaza Perú con su rol de barrio residencial. Ella sostiene que la intervención de Plaza Perú es urgente porque ésta ya no da abasto para responder la gran demanda por ocupar los espacios públicos.
Plantea que existe una especie de “karma” en la ciudad que se manifiesta en que los distintos proyectos de mejoramiento urbano que se han planteado no se desarrollan completamente. Ya sea por fondos o por gestión, estos quedan a medias. El Parque Rivera Norte y la Plaza Bicentenario son claros ejemplo. Ambas iniciativas están absolutamente alejadas de la ciudad y, en consecuencia, no convocan a nadie.
En cambio, Plaza Perú tiene una ubicación estratégica y por lo tanto va a seguir funcionando como punto de reunión. Confirma la urgente necesidad de ordenar los flujos y la distribución de los espacios en la plaza, pero plantea que los ciudadanos tienen un compromiso pendiente que asumir. “Basta transitar por la Plaza Perú para darse cuenta que hay una demanda por ocupar este espacio que es real y masiva. Pero, también es evidente que la gente, en su rol de usuarios de los espacios públicos, no sabe cuidarlos”.
Bancas rotas, basura en los pasillos de los portales y en las cunetas son el aspecto negativo que literalmente “ensucia” el potencial urbano, turístico y de destino amigable que posee el barrio. Mantener la Plaza Perú como un destino gastronómico y de reunión social es una prueba que debemos asumir como sociedad. Superar este desafío depende del correcto ejercicio de la autoridad, pero también de que seamos capaces de desarrollar una mayor conciencia de que los espacios públicos son propios y que conservarlos es un beneficio para todos.