Gracias a Stephen Hopkins, ahora tenemos una nueva visión de Concepción. Así como la publicidad del proyecto Transantiago invitaba a sonreír con “la nueva cara” que tendría la capital, este director -que venía de una carrera discreta con películas como “Pesadilla en Elm Street V” (1989), “Depredador 2” (1990) y “Bajo sospecha” (2000)- también lo hace (en el mejor de los casos) durante los primeros cinco minutos del film “Prueba de fe”, gracias a su pintoresca visión de un Concepción caribeño, donde la mitad de la población es de color y los Carabineros, casi en jaguayanas, hablan tipo “oiga mister, no pue’e pasar, chico·. Bien chévere.
Lamentablemente, el resultado del resto del largometraje es similar al obtenido por el controvertido proyecto de transportes.
En “Prueba de fe” (también conocida como “La cosecha”), la dos veces ganadora del Oscar, Hilary Swank interpreta a Katherine, una ex misionera que tras el asesinato de su esposo e hija pierde su fe. Casi a modo de venganza, dedica su vida a desentrañar supuestos milagros para encontrarles una explicación científica. Justamente en Concepción, Katherine descubre que la milagrosa conservación del cadáver de un fraile, muerto hace cuarenta años, no fue producto de la intervención divina, sino por la filtración subterránea de los desechos tóxicos de una petrolera. Sin embargo, un verdadero caso sale a su encuentro, cuando es llamada desde Haven, un pueblo al sur de EEUU, donde la aparente reproducción de las once plagas bíblicas de Egipto causan estragos. En esta ocasión las explicaciones científicas no calzan y Katherine deberá poner a fuego sus convicciones y evitar el linchamiento de una pequeña de 12 años, a quienes todos acusan de ser diabólica y provocar los males que azotan la localidad.
Hasta aquí parece un argumento interesante. Incluso, si salvamos la parodia a Concepción, el arranque de la película es prometedor en su ritmo y su género. Salvo por un pequeño detalle: toda película que aspire a alguna categoría, sea o no sea de industria, debe plantear, además de un buen guión, actuaciones, ritmo, algún grado de innovación. Y la verdad es que “Prueba de fe” es un compendio de lugares comunes y situaciones obvias que terminarán por decepcionar prontamente al espectador medio. Todos los guiños del género se hacen presentes, pero las cámaras subjetivas y fuertes ruidos súbitos, más que asustar, terminan dejando una sensación de vacío y extravío de la película. Probablemente a algunos recordará momentos de “La profecía” (no “The omen”, un fiasco aún mayor que este), “La séptima profecía”, “Constantine” o “Estigma”. Como es clásico, hay una protagonista que sufre una transformación de sus creencias, un sacerdote que la ayudará (el gran Stephen Rea de “El juego de las lágrimas”), un desfile de zombies y una vuelta de tuerca hacia el final que intentará hacer interesante una trama ultra repetida. Los efectos especiales son logrados cuando reviven las primeras plagas (ríos de sangre, ranas, langostas), pero luego exageran hasta la parodia. O sea, la película lisa y llanamente “guatea”.
“Prueba de fe” a ratos promete un viaje sicoanalítico al interior de Katherine (la niña y las plagas serían su duelo y la pérdida de fe), una discusión ciencia versus religión (como en la buenísima “El exorcismo de Emily Rose”) o simplemente entregar mucho horror, pero no se queda en nada. Salvo las decentes interpretaciones de Swank y sus co- protagónicos David Morrissey (el profesor Doug) e Idris Elba (su asistente Ben). Mala.
TEXTO: NICOLAS SANCHEZ