Si bien destaca el posicionamiento que ellas han alcanzado en la sociedad, la psicóloga organizacional resalta la potencialidad que genera el complemento de ambos géneros para enfrentar desafíos complejos en variados ámbitos.
“Hoy las mujeres podemos mirar con orgullo y sin soberbia todo lo que hemos avanzado para estar presentes en espacios más democráticos, en los que estuvimos invisibilizadas por mucho tiempo”, explica Carla Boggioni, psicóloga de la USS, con un magíster en España y un diplomado en la U. Adolfo Ibáñez sobre Felicidad Laboral. Hoy radicada en Concepción, desarrolla una exitosa carrera de asesorías y capacitación en gestión de personas a empresas de diversos tamaños y sectores productivos.
Para la profesional, es muy importante valorar el rol que cumplen las mujeres en la sociedad, especialmente en cargos u ocupaciones donde se toman importantes decisiones. “Tenemos una Presidenta saliente que cumplió su segundo periodo, lo que contribuyó al posicionamiento del género en espacios de poder, avanzando hacia estilos de liderazgo distintos y complementarios”, destaca.
En cuanto a los procesos, sostiene que los géneros también presentan diferencias, que no son ni mejores ni peores, sino que “distintas”: “El valor para la mujer es el proceso mientras que para el hombre es el resultado. Son visiones y formas de trabajar que no se contraponen, sino más bien se complementan en favor de las metas, por ejemplo, dentro de una organización”.
Por otra parte, explica Carla Boggioni, directora hace seis años de CB Desarrollo Estratégico de Personas (www.cbdesarrollopersonas.cl), que las mujeres generan un nivel de cercanía entre los integrantes de un equipo de trabajo y entre éstos y su líder, que permite enfrentar de mejor manera las situaciones de tensión o estrés organizacional, rasgo transversalmente presente en la actualidad, especialmente en el ámbito laboral. “Ésta es una gran propuesta de valor, que tiene que ver con la empatía que somos capaces de desarrollar, inculcar y aportar a los grupos de trabajo que lideramos o en los que participamos. Somos más sensibles y, por ende, más capaces de decodificar señales o códigos no verbales que pueden ser claves en determinadas situaciones. Ello tiene mucho que ver con lo que denominamos la intuición, que nos sirve para generar importantes vínculos de confianza”, agrega.
Sobre los desafíos que ellas enfrentan para seguir ocupando roles de relevancia en la sociedad es enfática: “Siento que los dones que tenemos deben estar puestos al servicio de los demás, para crear lugares de trabajo mucho más humanizados. Ahí me conecto con el tema de la felicidad laboral, con espacios más regulados y eso, siento, me motiva para seguir trabajando y aportando, porque todavía queda mucho por construir para seguir estando presentes en sectores donde podemos hacer efectivos aportes”, finaliza.