Redescubriendo el Salto del Laja

/ 20 de Diciembre de 2012

Al iniciarse la época estival, el más emblemático hito turístico de la provincia de Biobío y uno de los más icónicos de la Región y del país comienza a recibir a miles de visitantes que disfrutan de sus tradicionales saltos, cabañas, hoteles, campings, servicios de gastronomía y paseos en lancha ofrecidos en su entorno. Sin embargo, pocos conocen o se han adentrado en la riqueza inexplorada y diversa que hay tras su tradicional fachada y que ofrece una aventura histórica, natural y deportiva, hasta ahora sumergida tras la escenografía principal.


Pocos saben que por su corazón, Pedro de Valdivia realizó sus primeras excursiones en la zona, que tras su fachada se encuentran otras tres cascadas, que cobija una reserva de flora y fauna nativa y algunas cuevas y pozones que en algunas épocas del año se transforman en piscinas naturales.
Según relata Mario Orellana en su Historia y Antropología de la Isla de La Laja, Pedro de Valdivia llegó a esta zona por el sector occidental de la llamada Isla de La Laja -territorio referido a la parte oriental de la provincia de Concepción, que denominaron así por estar rodeada de ríos- en su viaje de exploración al sur de Santiago, a fines de 1549.
Dicha isla abarcaba las tierras ubicadas entre los ríos Itata y Duqueco y, especialmente, la región de Rere.
Valdivia habría accedido a estos territorios por el río Nivequetén, hoy llamado Laja -y que significa medir a brazadas- por detrás de los saltos, antes de que el río se bifurque en dos brazos que dan origen a las cuatro cascadas en el sector. Aquí se habrían dado las condiciones de menor corriente y poca profundidad para permitir el cruce. Actualmente, allí se ubican algunos campings y terrenos privados de un hotel.
Según agrega Mario Orellana en su investigación, la Isla de La Laja “fue ocupada lentamente por los españoles y luego por los hispano-criollos, quienes al avanzar hasta los límites de ella se encontraron con los pueblos aborígenes provenientes de la cordillera y de los llanos situados al sur del río Bío Bío”. Por esta razón, se construyeron fuertes en diversos puntos y durante el período del gobernador Ángel Pereda se fortaleció la defensa del río mediante la edificación de fortines, “casas-fuertes”, ubicándose uno en el sector del Salto, al norte del río, y del que hoy parece no haber vestigios.
En el período del gobernador Manuel de Arnat y Junient se firmó, en el parlamento del Salto del Laja de 1756, una paz relativamente permanente con los aborígenes cordilleranos, que tuvo un corto período de excepción entre los años 1769 y 1771.

Siguiendo la Ruta de las Cascadas

Los antecedentes históricos otorgan una importancia patrimonial al sector y demuestran su injerencia en la génesis del desarrollo histórico- cultural de la Región del Biobío y del país, lo que no han sido suficientemente promovidos. Pero, junto con ello, existe en toda la zona un paisaje desconocido, con riquezas naturales y variedad de espacios poco explorados que permiten al visitante una verdadera aventura en contacto con la naturaleza.
Para internarse en este hermoso paisaje se puede acceder desde distintos puntos del río, a través de las diversas zonas de campings, cabañas o el hotel, generándose así una amplia gama de circuitos posibles.
Uno de los puntos de referencia para iniciar la travesía es el puente de la ex Ruta 5 Sur, lugar donde tradicionalmente los viajantes aprecian la cascada principal. A mano izquierda del viaducto está el sendero de acceso público que lleva a los pies del salto, y subiendo un poco más, se puede observar muy de cerca la caída desde su costado norte. Este sendero ofrece un cordón de puestos de artesanía.
Continuando por la orilla del brazo norte del río Laja es posible internarse para apreciar a poca distancia y casi en paralelo del salto principal una segunda cascada, un poco más baja que la primera, pero que hoy trae más agua. De hecho en una fotografía de 1904, que se encuentra en la DIBAM, se pueden apreciar ambos saltos, pues entonces no había la frondosa vegetación que hoy tapa la vista del segundo, desde la ex Ruta 5 Sur.
Es que este terreno, originado por aluviones que depositaron arenas volcánicas sobre formaciones geológicas, no era naturalmente tan fértil. Sin embargo, gracias al trabajo persistente de algunas familias vecinas, hace muchos años se introdujeron varias especies nativas como arrayanes, coihues, litre, quillayes, radales, romerillo, ulmos y algunos espinos. A ellos se sumaron especies exóticas como álamos, eucaliptos, pino oregón, pino radiata y sauces.
Rodeado de esta vegetación y fauna silvestre se puede también realizar un recorrido desde el brazo sur del río, es decir, a la derecha del puente y de la vista al salto principal. A unos cuarenta minutos se encuentra una tercera cascada, frente a la Isla Calabocillo, una de las dos que resultan de la bifurcación del río Laja. Si desde aquí se rodea la punta noroeste de la misma isla, a unos veinte minutos, se llega a la cuarta cascada, llamada El Salto Chico. En una de sus paredes laterales se forma una pequeña cueva y en su fondo una piscina natural.
Una parte importante de este recorrido para conocer los tesoros naturales ocultos del Salto del Laja debe hacerse por la orilla del río, por los campings o por los terrenos del hotel que aquí se ubican. Los operadores de turismo de la zona recalcan que la ruta debe ser guiada por expertos, pues la aventura de manera independiente implica riesgos dada la gran cantidad de acantilados existentes en el área.
Por esta razón, y para facilitar el recorrido, este verano se implementará un trekking que, a través de tres horas en su versión completa o una hora en modalidad familiar, realizará la Ruta de las Cascadas.
Con guías, medidas de seguridad apropiadas y la documentación histórica y ecológica, los visitantes podrán, a partir de este verano, realizar una caminata que mezcla la pasada por tierra y agua. Esta novedosa iniciativa de dos empresarios locales, que en adelante espera funcionar desde septiembre hasta abril, se ha propuesto revelar la aventura que se esconde entre la bifurcación del río Laja, sus dos brazos y las islas que éstos forman, accediendo desde el hotel ubicado al costado norte de la ruta.
Esta vía, aún desconocida por muchos visitantes, complementa la variada oferta que hoy tiene el Salto del Laja. Actualmente, el sector cuenta con más de cuarenta y cinco zonas de camping, unas quince empresas de cabañas, dos hoteles, unos diez restaurantes, además de paseos en lancha, locales de artesanía y una oficina de información turística, ubicada en su centro neurálgico, junto al puente.

Salvemos el Salto

Este patrimonio natural se ve amenazado por una realidad que la provincia bien conoce: la creciente disminución de su caudal, que se agudiza en verano hasta el límite de menguar casi en su totalidad la imponente fuerza de las caídas de agua, que afecta a todo el ecosistema del sector y su potencial turístico.
Por ello, desde fines del año pasado se organizó un movimiento que representa a la comunidad aledaña, a empresarios locales y a organizaciones que buscan fomentar el desarrollo del sector y defender un cauce ecológico mínimo.
Así lo explica Martín Puffe, vocero de la Comisión Salvemos el Salto, junto a José Sanzana, presidente de la Cámara de Turismo del Salto.
Las principales demandas de la organización se refieren a asegurar un caudal mínimo ecológico sustentable o un derecho de agua como destino turístico, para garantizar la actividad y la biodiversidad del lugar. “En este caso, la solución pasa por modificar un convenio del año 1958, cuando Endesa era estatal y donde se le entrega a ésta el control del Lago Laja”, indica el vocero. En palabras simples, dice, esto implicaría que Endesa acumule agua en invierno y produzca más electricidad en verano.
Un segundo punto dice relación con tener una junta de vigilancia, a fin de que exista una real fiscalización del río y en tercer lugar está el trabajo por lograr que los proyectos hidroeléctricos proyectados en la zona no afecten el caudal del río y del salto, así como tampoco modifiquen la fisonomía del sector. “Buscamos soluciones definitivas y no sólo por un verano. Si no se acatan estos tres puntos, no se va a llegar a una solución de fondo. Sabemos que esto es de largo aliento y a estas alturas del año ya asumimos que éste va a ser un verano crítico, tanto para nosotros como para los agricultores”, aseguran los representantes de la comisión.

O’Higgins 680, 4° piso, Oficina 401, Concepción, Región del Biobío, Chile.
Teléfono: (41) 2861577.

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