Es la que tiene la mayor potencia instalada del país -predominando la hidroelectricidad- lo que da cuenta de su capacidad para generar energía limpia a través del recurso hídrico y de su rol primordial en el Sistema Interconectado Central. Pero las fuentes también se han diversificado mediante la incorporación de proyectos de Energías Renovables No Convencionales, cuya masificación dependerá de que se mejoren los mecanismos de incentivo y de regulación para ellos. Otra propuesta interesante de los expertos es que los proyectos inmobiliarios incorporen sistemas de generación en su construcción lo que también contribuiría en gran medida a diversificar la matriz, produciendo energía justo donde se consume.
Disponer de energía limpia, segura y económica debe ser la premisa de la administración de todo país, al menos de los denominados “en desarrollo”. Aún cuando algunas economías han optado por un rápido crecimiento, sin importar mayormente el equilibrio de su matriz energética y los impactos ambientales, la exigencia de los mercados internacionales, la presión de la ciudadanía y la consecuencia y consistencia política han facilitado que se instale en Chile la base para una adecuada discusión pública: el eficiente y real potencial de generación eléctrica.
“Vamos por el camino equivocado” decía en la década pasada -y con justa razón- Ricardo Lagos Escobar, ex presidente de la República y Enviado Especial de Naciones Unidas para el Cambio Climático, al ser consultado por la serie de centrales termoeléctricas que en ese momento se encontraban proyectadas o en evaluación de impacto ambiental, considerando, entre otras razones, el término del envío de gas natural desde Argentina y la decisiones de los titulares de proyectos de presentar esta alternativa como la más rápida y económica para satisfacer la demanda país proyectada.
Tiempo ha pasado. Varios proyectos implementados con similar número de conflictos ambientales de por medio ¿Cómo está Chile y, en particular, la Región del Biobío, enfrentado el nuevo escenario en el que el abanico de alternativas para la generación eléctrica es bastante más amplio y diverso que el de hace pocos años?
Reinventando la energía
Roberto Vera Ramos es docente del área Mecánica e investigador en Energías Renovables No Convencionales (Ernc) de la Universidad Técnica Federico Santa María, sede Concepción. “Afortunadamente en los últimos años se ha avanzado en el desarrollo de una planificación energética considerando la demanda y la generación a largo plazo. Lo destacable es haber proyectado un mayor grado de seguridad energética, mediante la incorporación de proyectos de Ernc”, explica.
El académico coincide con el Seremi de Energía para las regiones de Maule, Biobío y Araucanía, Rodrigo Torres Hermosilla, quien destaca que “ningún gobierno anterior había establecido lineamientos con el objetivo de avanzar hacia una energía más limpia, segura y económica, lo que está definido claramente en la Estrategia Nacional de Energía, lanzada en febrero de 2012”.
Torres asegura que es mediante esta estrategia que el país avanzará en el sector energético, y también en las distintas industrias y en la economía en general. “Estos lineamientos se traducen en que, a junio de 2013, el 7,1 % de la energía eléctrica que utilizamos se genera a partir de Energías Renovables No Convencionales. Además, existen programas enfocados a apoyar la implementación de energías limpias en los distintos sectores productivos del país”.
Siempre coincidiendo, aunque con un énfasis particular, Roberto Vera destaca que lograr estas premisas dependerá del incentivo y fomento que se hagan en los proyectos de baja o media envergadura, como son las mini o micro centrales hidroeléctricas, geotermia y al desarrollo de biocombustibles. “Un claro ejemplo del avance en políticas energéticas es la incorporación de la Ley 20.571”, conocida también como de Net Metering o NM.
Diversificando la matriz
El cuerpo legal al que se hace referencia es a la Ley que busca establecer el sistema de incentivos para quienes dispongan de medios de generación de Ernc o de cogeneración eficiente que puedan inyectar a la distribución. Está dirigida a pequeños generadores, clientes regulados que cuenten con medios que no superen los 100 kilowatts, y sujeto a que no afecte a la seguridad operacional de las redes de distribución. Este es un ejemplo de la posibilidad de diversificar la matriz a diversas escalas.
“Junto al Net Metering, debemos plantearnos el gran potencial que tienen las edificaciones urbanas para generar energía eléctrica a partir de paneles solares fotovoltaicos, lo que contribuiría en gran medida a diversificar la matriz energética generando energía justo donde se consume. La disminución de los costos de los sistemas fotovoltaicos y la venta de energía eléctrica de pequeños generadores hacen que esta opción sea cada vez más viable”, sostiene MaureenTrebilcock, arquitecto, MA, PhD Directora Magíster en Hábitat Sustentable y Eficiencia Energética de la Universidad del Bío- Bío.
Resulta necesario precisar que la matriz que predominó en la generación de energía en Chile fue a carbón, gas e hídrica, con una escasa participación de otras tecnologías como la energía eólica, geotérmica, mini centrales hidroeléctricas, solar y biomasa.
“Aunque existe una ley de fomento a este tipo de energías desde 2008, el impulso debe ser aún mayor para que éstas se incorporen fuertemente en la matriz. El objetivo de esa ley era llegar al 10 % a 2024, pero nuestro gobierno tiene como meta aumentar esa participación, proyecto que actualmente está en el Congreso y que aumentaría la contribución Ernc a la matriz a través de la Ley 20/25, es decir, que al 2025, un 20 por ciento de generación eléctrica sea a través de Energías Renovables No Convencionales”, comenta Rodrigo Torres.
Sin duda, que se logren mejorar los mecanismos de incentivo y regulación a los que se ven sometidos los proyectos de baja capacidad será un gran impulso a la diversificación de la matriz. “Hoy un mini-proyecto de generación de energía eléctrica a partir de biogás debe someterse al mismo proceso de evaluación que un megaproyecto energético, asumiendo costos que perjudican la viabilidad de éstos”, afirma Roberto Vera, de la Universidad Técnica Federico Santa María, sede Concepción.
La potencia de una región
La Región del Biobío es la que tiene la mayor potencia instalada del país, predominando la hidroelectricidad, lo que significa que es la que tiene la mayor capacidad de generar energía limpia a través del recurso hídrico y, por ello, tiene un rol primordial en el Sistema Interconectado Central (SIC). Además, un potencial importante en Ernc: biomasa, mini hidroeléctricas, generación eólica, geotermia y solar. Así lo asegura el Seremi Rodrigo Torres.
Y argumenta: “En cuanto a biomasa, hoy aportamos 63 por ciento de la energía que se genera para el SIC y, de la generación total del sistema, ésta comprende alrededor de 5 por ciento, lo que la ubica como la Energía Renovable No Convencional que más aporta, y en esta área nuestra región tiene un rol protagónico”.
En cuanto a las centrales mini hidroeléctricas, actualmente en la región existen dos funcionando y una decena que está aprobada ambientalmente, por lo que se espera su pronta construcción. Respecto de proyectos eólicos, se dispone de una cantidad importante de éstos aprobados, principalmente en la provincia de Arauco, de los que también se espera su pronta construcción, y al sur de Los Ángeles, donde ya se está construyendo un parque de 33MW.
“En cuanto a la geotermia, nosotros tenemos uno de los dos proyectos que están más avanzados a nivel nacional, y que está en las comunas de Quilaco y Curacautín (La Araucanía), el que esperamos esté operando prontamente. Además, hay otras seis zonas de exploración en nuestra región”, continúa Rodrigo Torres.
Si bien la energía solar ha sido fuertemente impulsada en el norte de Chile, en Biobío se está dirigiendo principalmente hacia los distintos sectores productivos, donde ésta podría facilitar el reemplazo de insumos fósiles, bajando los costos operacionales de las empresas, lo que también permite disminuir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), beneficiando al medio ambiente.
En esta misma línea, aunque en distintas escalas, tanto Maureen Trebilcock como Roberto Vera tienen sus expectativas. “En la UBB estamos trabajando en un proyecto en conjunto con la Universidad Aalto de Finlandia y la Universidad de Concepción para estudiar el potencial solar de Concepción, que apunta a contrastar las necesidades de energía en los distintos barrios con las potencialidades de generación a partir de la energía solar”, sostiene Trebilcock. A juicio de Roberto Vera, es la generación de biogás a partir de residuos agrícolas y la producción de Biodiesel a partir de aceites vegetales residuales de fritura, lo que podría aportar significativamente a incrementar la seguridad energética y economía de producción.
“Todo este potencial es nuestra mayor fortaleza, por ello, más que hablar de debilidades, considero que debemos tomar mayor conciencia del potencial que tenemos para usar las distintas energías limpias en nuestros procesos productivos, lo que permitirá reducir los costos de éstos y así mejorar la competitividad de nuestra economía local”, afirma el Seremi Rodrigo Torres. Al ser consultado, la autoridad del Maule, Biobío y Araucanía no desconoció que también se debe tomar mayor conciencia en el sector residencial, donde se puede incorporar fuertemente estas tecnologías que permiten tener energía limpia y a un bajo costo.
De lo ambiental y lo social, el gran desafío
No es de extrañar que una amplia mayoría coincida en que toda iniciativa pública o privada debe hacerse cargo de los impactos ambientales que genera. Ahora, al observar los procesos de participación ciudadana -no sólo en proyectos de generación eléctrica- es común observar que las demandas de compensación ambiental solicitadas por la comunidad están orientadas a satisfacer necesidades económicas o solicitar bienes o servicios que, si bien son de beneficio social, escapan de lo netamente ambiental. Incluso las Ernc no están ajenas a este análisis.
Oscar Parra Barrientos es profesor Emérito de la Universidad de Concepción y ex Director del Centro Eula de la misma casa de estudios, sostiene que “lo ambiental incluye al hombre como agente causante de los impactos económicos, sociales y ambientales, y también como integrante de la naturaleza; es decir, como un componente que puede recibir los impactos de manera directa o indirecta, según sean sus relaciones con otros componentes de la naturaleza. Por lo tanto, en la evaluación ambiental no es separable lo social de lo ambiental”.
El deterioro ambiental causado por la acción humana -explica Parra-, puede ser mitigable o compensable con acciones ambientales y/o económicas o sociales, lo cual debe ser definido por los actores involucrados en estas acciones, quienes de manera informada, participativa y democrática deberán definir o solicitar acciones de mitigación o de compensación de los impactos.
Para Oscar Parra, la clave está en establecer en los Estudios de Impacto Ambiental (EIA), mediante una buena línea de base, los impactos ambientales sobre el ambiente natural, el económico y el social, pero lo más relevante son los impactos en las interacciones entre estos tres componentes y factores. “Por ejemplo, un impacto de un proyecto que afecta la calidad del agua de un río que sirve de abastecimiento de agua potable para una población o sobre la calidad del aire de un área que también afecta a una comunidad. En la mayoría de los casos, esto no se hace. Es decir, sus evaluaciones se hacen sobre líneas bases desprovistas de información e interacciones, que no permiten una valorización de los impactos; no están basadas en una relación causa/efecto robusta, que a su vez permita comprender su magnitud y consecuencias sobre la calidad de vida de las poblaciones en el área de influencia del proyecto, por lo que las comunidades tienden a solicitar a los titulares que les satisfagan sus necesidades económicas o bien solicitar bienes o servicios, que mitiguen los impactos señalados. La clave está en hacer buenos Estudios de Impacto Ambiental, lo cual en Chile, en general es complejo, principalmente porque el país cuenta con una línea base ambiental muy deficitaria”.
Necesitamos energía, qué duda cabe. El asunto es que toda iniciativa se haga cargo de sus impactos ambientales, no sólo considerando medidas compensatorias, sino incorporando el concepto de convivencia sustentable, pues al ser parte de una comunidad, deberían velar no sólo por el desarrollo y crecimiento del país, de la región o de la comuna en la que están insertos, sino también de sus vecinos.