René Cortázar: “El Transantiago fue un desafío que valió la pena”

/ 25 de Noviembre de 2009

cortazar-31Fue comisionado con la misión imposible de hacer funcionar el Transantiago y hasta el momento ha salido airoso de este reto. En esta entrevista, su discurso ciento por ciento racional se ve invadido por las emociones cuando explica las razones que lo llevaron a aceptar el mayor desafío de su vida.
A estas alturas para el Ministro René Cortázar Sanz hablar sobre el Transantiago (TS) es como hablar sobre un hijo más. Un hijo muy esperado, pero que desde sus primeros días presentó tantas complicaciones que recién hoy, a pocos meses de cumplir tres años, se puede apostar por su sobrevivencia. Logro que a René Cortázar le ha costado sangre, sudor y hasta lágrimas, como él mismo ha reconocido.
Un trabajo que no fue fácil -“el más difícil de mi vida”, admitió- y que le significó un gasto de energía que, con la distancia del tiempo, analiza como absolutamente justificado. Su discurso racional y analítico, cambia bruscamente cuando habla de los motivos que lo llevaron a aceptar tamaña tarea. Reconoce que más allá de salir bien parado de este reto, lo que más le angustiaba era ver la desesperación de las personas. “Era un problema tremendo, un desajuste que afectaba la vida diaria de millones de usuarios del sistema y nosotros sabíamos que no les podíamos dar una solución de la noche a la mañana. En medio de toda esa tensión mi única convicción era que había que trabajar, trabajar y trabajar, no sólo para salir exitosamente de esta tarea, sino que para dar prontas soluciones a toda esa gente”.
Asumió la cartera -en reemplazo de Sergio Espejo- en el peak de la crisis, con plenos poderes para solucionar la situación y con un respaldo transversal. Desde todo el espectro político se reconoció como el mejor nombre para asumir el desafío de hacer funcionar el Transantigo. Una tarea que por donde se mirara se veía imposible.
Como respaldo, Cortázar tenía una trayectoria sobresaliente tanto en cargos de gobierno como en el ámbito privado. Economista (formado en el Instituto Tecnológico de Masachussets), académico y político DC. Fue Ministro del Trabajo y de Previsión Social durante el gobierno de Patricio Aylwin; director ejecutivo de TVN y responsable de haber dejado al canal público con cifras azules; presidente del centro de estudios Cieplan y director de D&S, Entel, Corpbanca, entre otras empresas, labores que le permitieron ser reconocido y respetado por el mundo privado.
Aunque para muchos su fama de brillante venía de mucho antes. Desde sus tiempos de estudiante de secundaria en el Verbo Divino, donde compartió aulas con personajes que hoy detentan altos cargos públicos en el gobierno y en la empresa privada. Lazos que luego afianzó en la Escuela de Economía de la UC, la ruta que seguía un número no menor de ex alumnos del Verbo Divino. Pablo -el hermano de Sebastián Piñera- José Pablo Arellano y Ricardo Ffrench- Davis son algunos de sus cercanos de aquella época.
Sin embargo, ya instalado en el Ministerio, ninguno de estos atributos o pergaminos le sirvió para salvarse de las críticas por los millones y millones que perdía el sistema. Hasta fue interpelado por el crédito que el BID entregó al Transantiago. Se le acusó de poner en peligro el prestigio del país al gestionar un crédito privado poniendo como aval al Estado.
Muchos creyeron que en esta pasada no saldría airoso. Incluso lo tildaron de kamikase. Pero se mantuvo, aunque en diciembre de 2007 presentó su renuncia al cargo -que no fue aceptada por la Presidenta- por no haber cumplido con los plazos establecidos por el Gobierno para normalizar el Transantiago. En sus hombros descansaba no sólo el futuro de este sistema de transporte público, concebido como uno de los proyectos estrella del ex presidente Ricardo Lagos, sino que también la responsabilidad de cumplir con la palabra de la Presidenta de la República con los usuarios y hasta del futuro electoral de la Concertación.
-¿Por qué se hizo cargo de una misión que aparecía como imposible? Era un cargo que por la crisis que estaba viviendo el Transantiago muchos hubiesen rechazado. ¿No tuvo dudas de aceptar?
“Ninguna. No tuve ninguna duda en aceptar, porque se trataba de una crisis muy grande, que afectaba la vida cotidiana de cinco millones de personas. Porque cuando alguien no está seguro a qué hora llegará a su casa o a qué hora llegará a su trabajo, se produce un gran desajuste.
Porque ésa era la realidad del Transantiago durante los primeros meses, había mucha incertidumbre, hasta que salimos de la crisis. Por lo tanto, cuando la Presidenta me dice: ‘mire, yo quiero pedirle la colaboración para que saque esto de la crisis en que está’, yo no lo dudé ni un minuto, aunque estaba plenamente consciente que la cosa estaba muy complicada y cuanto más la fui conociendo, más complicada me pareció”.
Y no exagera en su apreciación. Porque el 27 de marzo de 2007 -cuando asumió la cartera de Transportes y Telecomunicaciones- la crisis del Transantiago estaba en su peor momento. El número de buses en las calles era insuficiente; había problemas en los contratos con los operadores; sólo había 220 recorridos versus los 320 requeridos, no había infraestructura y, como si este panorama no bastara, durante la primera semana en el Ministerio, uno de sus asesores le comunicó que el financiamiento del sistema alcanzaba sólo para 15 días. “Teníamos que mejorar todos esos ingredientes para tener un buen plato. Pero entre esos cambios, que requerían tiempo, se producía una tremenda brecha con la urgencia social que estas fallas provocaban”, recalca. Las personas aglomeradas en los paraderos, otras tantas caminando durante horas porque no había transporte público que los llevase a sus hogares, creaban una sensación de inseguridad e incertidumbre que amenazaba con provocar estallidos sociales. “Pero nosotros (en el Ministerio) necesitamos tiempo. Arreglar el tema de los contratos suponía una negociación; había que traer los buses y eso demoraría varios meses; había que traer la tecnología, entonces esa brecha entre el tiempo que necesitábamos y la urgencia de la gente era lo que hacía más complejo el problema, en el sentido que lo que uno quería era resolver esto en pocas semanas y, sin embargo, necesitábamos meses y meses para realmente sacarlo adelante”, rememora el Secretario de Estado.
-¿Cómo enfrentaba esta situación tan angustiosa?
“Lo primero fue armar un buen equipo. Buscando a la mejor gente que uno conociera, que estuviera dispuesta a comprometerse en esto, tanto gente que ya estuviera en el Gobierno como otros que estuvieran en actividades distintas, incluso gente que siguiera en otras actividades, pero que pudiera prestar apoyo. Porque no podía pretender que un problema de esta magnitud lo resolvería solo. Y luego trabajar, trabajar y trabajar, sabiendo que valía la pena hacerlo, porque aunque hubo situaciones muy difíciles, que producían mucha ansiedad, siempre tuve en la mente que se trataba de la vida cotidiana de millones de personas y que realmente era un esfuerzo que valía la pena”.
-¿Temió alguna vez que el fracaso del Transantiago dañara su prestigio?
“Francamente creo que uno tiene que vivir la vida con los desafíos que le va presentando, si uno vive con miedo a arriesgar, entonces uno no puede vivir con libertad. Si uno se queda pegado pensando que ya hizo las cosas bien y, por lo tanto, no asume nuevos desafíos, entonces no es libre”.

“También estoy dedicado a los temas de regiones”

La peor política pública de los últimos 20 años. Así catalogaba la derecha al Transantiago. Mientras las declaraciones de la Presidenta Bachelet, donde aseguraba que su intuición le había dicho que el sistema no estaba listo para funcionar, tampoco ayudaban demasiado a la tarea de Cortázar, quien junto con rediseñar el TS daba la batalla en el Congreso para conseguir financiamiento definitivo. A eso se sumaban las críticas de las regiones que le exigían dejar de ser el ministro del Transantiago y un trato similar para sus sistemas de transporte público.
-¿Es cierto que en la decisión de posponer la licitación del transporte público del Gran Concepción hubo razones políticas? Que el Gobierno no quiso correr riesgos en una Región tan importante electoralmente para la Concertación.
“Lo que ocurrió fue que frente a una crisis de este tamaño (Transantiago) pareció poco prudente acelerar los demás procesos simultáneamente. Eso fue lo que motivó que se tomara un tiempo para poder avanzar de mejor manera en las regiones. Sacar lecciones y no repetir errores. Yo siempre digo que ‘no siempre antes es mejor que después’, y eso no solamente ha funcionado en materia de transportes. Algo similar nos ocurrió con la elección de la norma técnica de la televisión digital. Ahí también nos criticaron por no tomar una decisión rápida, como algunos pedían”.
-¿Entonces aquí no se ponderaron los costos políticos?
“No, yo creo que ningún gobierno que enfrenta una crisis, como la que tuvo con el Transantiago en un diseño de licitación, se pone a hacer simultáneamente todas las demás licitaciones en las demás regiones sin primero corregir lo que ahí tiene y sacar las lecciones”.
-La misión que le encomendó la Presidenta está muy avanzada. Consiguió el subsidio que necesita el TS y también uno para el transporte de regiones. ¿Cree que esta tarea bien hecha aumentará su capital político?
“La verdad es que yo estoy de cabeza en esto, han sido dos años y medio muy duros, de mucho trabajo, donde también ha habido mucho conflicto político. Usted entenderá que dos años y medio para sacar el financiamiento del Transantiago fue algo muy conflictivo. Y por eso es que, y se lo digo muy sinceramente, no he estado pensando en ningún momento en temas que tengan que ver con eso de la popularidad”.
-Pero Ud. es un político.
“Si estuviera haciendo cálculos de ese tipo no me habría metido a sacar adelante el Transantiago. Porque nadie podía pensar que esto no sería un trabajo conflictivo y que no iba a tener un efecto de impopularidad. Pero a mí me pidieron que entrara a resolver un problema y yo me he puesto de cabeza a hacerlo y a hacerlo de la forma más compatible posible con las otras áreas que tiene el Ministerio”.
-La impresión que le daba a la gente, sobre todo de regiones, es que durante todo este tiempo Ud. más parecía ministro del Transantiago que un ministro de Transportes.
“La verdad es que yo tuve que dedicar mucha energía al Transantiago. Pero no es lo único que he hecho, porque yo seguía trabajando con los equipos del Ministerio en el tema de regiones, aunque no aparecía públicamente en eso, porque estaba, como cara, más asociado a lo que estaba ocurriendo en Santiago, pero sí hicimos varios cambios muy importantes en materia de telecomunicaciones durante este período. El fondo para tener banda ancha en 1.500 sectores rurales del país, lo que se está haciendo en TV digital, son todas actividades que se estuvieron desarrollando durante este tiempo, pero naturalmente tenían menos cobertura de medios de comunicación y por eso las personas siguen pensando que yo lo que hago es el Transantiago, y eso no es verdad. Yo también estoy dedicado a los problemas de regiones”.

No piensa en La Moneda

De su futuro político el Ministro Cortázar no opina. Su meta es llegar a marzo de 2010 con un trabajo bien hecho, quizás por ello ha sido uno de los pocos integrantes del gabinete que no ha tenido una participación activa en la campaña de Eduardo Frei, a pesar de que en la primera incursión presidencial del actual candidato de la Concertación fue el coordinador de su programa económico, junto a Osvaldo Rosales y Juan Villarzú.
-¿Tiene planificado participar en la campaña de Eduardo Frei, como ya lo están haciendo otros ministros?
“En realidad no, aunque sí he ido a algunas actividades, como el lanzamiento de su programa de gobierno que se hizo en Santiago. Fui, fuera de horario de oficina, al anochecer”.
-¿Qué opina de las críticas que han recibido otros ministros del gabinete por hacer campaña?
“Yo no veo incompatibilidad si se hace fuera del horario de trabajo y sin usar recursos del Estado. Porque, como en mi caso, aunque estoy muy concentrado en mi trabajo, no he perdido mi calidad de ciudadano, y por eso defiendo que en mis tiempos personales tengo libertad no solamente para dar mi opinión, sino también para expresarla donde me parezca”.
-¿Pero ha evaluado la posibilidad de tener un rol, como el que por ejemplo está asumiendo Andrés Velasco en los puerta a puerta y en otras actividades?
“No tengo nada programado, pero sí he pensado colaborar cuando sea necesario”.
-¿Y la idea de una carrera presidencial no es algo que algo que lo seduzca? A fin de cuentas, todos quienes están en la cuestión pública, ocupando altos cargos, miran con interés hacia La Moneda.
“No, no es algo que me haya planteado. Nunca. Si no me cree, mire no más a lo que estoy dedicado”.

Si hay algo que le quita la calma a René Cortázar es cuando se le pregunta por las críticas que, comandadas por Manuela Gumucio (la madre de Marco Enríquez Ominami), ha recibido la elección de la norma japonesa para la TV digital. “Cortázar ve esto como un negocio más”, declaró Gumucio durante la discusión en torno al proyecto de la televisión digital.
“Qué tiene que ver el mercado con esto”, responde enfático. Y asegura que hasta hoy no ha escuchado a ningún especialista, parlamentario o político expresar alguna opinión contraria a la norma japonesa. “No he oído opiniones de expertos en contra. Sólo ha habido opiniones contrarias de personas individuales. No hay nadie que en un año electoral, donde lo natural es que se formen polémicas frente a algunas decisiones adoptadas por el Gobierno, haya objetado la decisión”.
-¿Es verdad que el proyecto de TV digital permitiría que parte del espectro radioléctrico (reservado desde hace años para las transmisiones televisivas) pueda ser utilizado por compañías de telefonía móvil?
No, están equivocados. Dentro de los 6 megahertz (MHz), que es la carretera que tiene un canal para transmitir señales de televisión, no cabe la telefonía. Eso es un error básico. Hoy me dan 6 MHz y con la TV digital me darán la misma cantidad, sólo que dentro de esa carrera ahora cabrán varias señales, lo que permitirá mayor diversidad de canales en la TV abierta, que es lo que se busca garantizar.

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