Nuestro país cuenta con gran cantidad de recursos hídricos, pero debido al cambio climático, en un corto plazo, se espera que al 2050 el agua disminuya en 40 por ciento en algunas zonas del país. Los expertos advierten que la falta de precipitaciones y el déficit en la acumulación de reservas, sumado a las variaciones en el clima, tendrán graves consecuencias sociales, económicas y ambientales.
En el 2013, por primera vez, la presencia de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera superó las 400 partes por millón. La cifra duplicó en poco más de cien años los niveles existentes previo a la revolución industrial. Este aumento provocó durante las últimas tres décadas, según estudios de la Nasa y paneles de expertos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que la temperatura del planeta subiera en un grado Celcius como promedio.
Lo anterior es uno de los efectos del fenómeno que se ha denominado cambio climático que, además, ocasiona el aumento del nivel del mar, de la frecuencia y la intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos, cambios en los ecosistemas, peligro de extinción de especies animales y vegetales, sequía, efectos sobre la agricultura y el espacio forestal, e impactos sobre la salud humana, entre otros.
Pero para Chile, en particular, una de las principales consecuencias del cambio climático será la disminución de recursos hídricos, lo que se vería potenciado por las leyes de aprovechamiento de agua que por años han entregado derechos de forma gratuita y perpetua a privados -que ha fomentado la concentración de la propiedad en unos pocos actores-, lo que provocará graves consecuencias ambientales, sociales y económicas. Así lo aseguró el 2014, el Quinto Informe Intergubernamental de Expertos sobre el cambio climático, de la ONU, que señala que el agua podría disminuir en un 40 % en algunas zonas del país, de aquí al 2050.
El Presidente de la División Latinoamericana de la Asociación Internacional de Ingeniería e Investigación Hidroambiental, José Vargas Baecheler, concuerda con este estudio y asegura que la falta de agua y su actual distribución son el principal peligro que enfrenta Chile en estos momentos. Además, señala: “El agua es lo que todo ser vivo necesita para vivir. La agricultura, los recursos energéticos y las actividades industriales de nuestro país dependen de ésta”.
El experto cree que nos encontramos en un período crítico y que es momento de tomar decisiones. Y afirma: “Chile en promedio es uno de los países más ricos en agua, pero tiene una distribución absolutamente desigual producto de su situación geográfica. Por ello, de haber un plan de mitigación, éste debe concentrarse no sólo en controlar los efectos del cambio climático, sino que, sobre todo, debe centrarse en acciones que propendan a dar un mejor uso al agua”.
El cambio climático ¿mito o realidad?
Para el biólogo y Doctor en Ciencias Ambientales, Claudio Valdovinos Zarges, los cambios climáticos en los últimos cinco mil millones de años, son fenómenos que ocurren de forma natural. Pero es determinante en asegurar que “la variación que estamos viviendo en estos momentos es producida en gran parte por la actividad humana, que empezó con la industrialización”.
Valdovinos dice que hoy existen varias aristas relacionadas con el cambio climático que se van sumando. Y explica: “Las más conocidas tienen que ver con la temperatura y el régimen hídrico, pero no son las únicas. En el mundo hay efectos que se van sumando, como la acidificación del océano, lluvias menores y concentradas, y daño al bosque esponja que provoca un déficit en el almacenamiento de agua”.
Por su parte, la directora del Centro de Ciencias Ambientales EULA, Alejandra Stehr Gesche, dice que hay que ser cautelosos a la hora de hablar de cambio climático. Y señala: “Los cambios que están sucediendo en el mundo son una mezcla de algo natural e intervenciones humanas”.
Además, aseguró que Chile no tiene información histórica suficiente, por lo que “no podemos echarle la culpa de todo al cambio climático”. Lo anterior, en relación al aluvión ocurrido en el norte del país, el que la doctora en Ciencias Ambientales, asegura fue provocado por una mala planificación territorial, y no por este fenómeno.
Aun así, afirma que el cambio climático está produciendo -entre otras cosas- que aumenten las temperaturas en invierno, que el isoterma 0 suba, lo que significa que la altura a la que se congela la nieve es mayor, lo que provoca que haya menos reservas, y que el agua escurra más rápido al mar, por lo que hay menos almacenamiento de este recurso.
Por lo tanto, al haber menos agua y mayores temperaturas, lo que más se ve afectado es la cantidad de recursos hídricos disponibles. Esto es lo que provoca, según Alejandra Stehr, que, por ejemplo, existan varias comunidades de la Región del Biobío que en estos momentos están siendo abastecidas por camiones aljibes, lo que puede traer graves consecuencias para la salud.
El vicedecano de la Facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad de Concepción (UdeC), Roberto Urrutia Pérez, afirma: “El cambio climático es algo real, y en Chile nos está perjudicando principalmente por la disminución de los recursos hídricos disponibles”.
Independiente de si lo que ocurre es producido por causas naturales o humanas, el biólogo, cree que es necesario tomar medidas de adaptación, ya que el planeta está sufriendo cambios que traerán graves consecuencias sociales, económicas y ambientales.
Según Urrutia, es necesario hacer sacrificios o, en un período no muy largo, la escasez de agua será impactante. Además, señala: “Se está impidiendo la construcción de centrales hidroeléctricas en la Patagonia, pero no se dan cuenta de que están matando todo el resto de los ríos chicos, ya que como solución estos están siendo represados (sic)”.
El escenario del agua en Chile
La Tierra está cubierta en 2/3 por agua, pero de esta cifra el 97,5 % no sirve para su consumo, agricultura o la industria, ya que es salada. Solamente el 2,5 % de ésta es dulce y en su mayoría se encuentra en glaciares y napas subterráneas. Lo que nos deja con que sólo el 1 % del agua del planeta sea de fácil acceso, según la ONG ambientalista Greenpeace.
El Código de Aguas de Chile, en su artículo 5, dice: “Las aguas son bienes nacionales de uso público y se otorga a los particulares el derecho de aprovechamiento de ellas”. Además, señala que quienes cuenten con éste podrán “usar, gozar y disponer de él”.
Desde 1981 -año en que se publicó el Código- el agua se otorgó a cualquiera que la solicitara, sin cobro alguno y sin la necesidad de demostrar que realmente se utilizará. Claudio Valdovinos Zarges asegura que “Chile es el único país en el mundo donde el Estado regala el agua, y donde tras esto su nuevo propietario la puede vender”.
Explica que gracias a esta normativa “en Chile el agua es un bien privado, heredable, vendible y transable en el mercado”. Y aunque asegura que esto se veía como una ventaja que daba estabilidad a los usuarios, ahora es una amenaza que limita su uso y el interés general. “Es un clásico ejemplo de cómo el bien privado está sobre el bien común”, señala.
Por su parte, la vicedecana de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Geografía de la UdeC, Edilia Jaque Castillo, cree que el cambio climático es un factor clave en las condiciones de escasez ya percibidas en las principales cuencas del país, pero asegura que el modelo de aprovechamiento de los recursos hídricos “ha provocado una sobreexplotación del recurso, ya que las reglas así lo permiten”.
Edilia Jaque menciona que, por ejemplo, el aumento en la entrega de derechos de agua en el Lago Laja es directamente proporcional a la destrucción de su ecosistema y a que haya disminuido en un 40 % su tamaño real desde 1970.
Aun así, dice que la oferta de agua -por lo menos en la Región del Biobío- se mantiene, con las respectivas variaciones producto de la escasez, pero que la demanda ha ido en aumento. Esto se produce, según la vicedecana, porque los derechos de aprovechamiento de agua que antes no eran utilizados, ahora se están haciendo efectivos.
Código de Aguas, un canto de sirenas
Para el Doctor en Ecología de Río, Claudio Meier Vargas, el Código de Aguas chileno no se hace cargo ni de la equidad social, ni de la sustentabilidad ambiental. Y asegura que si no aplicamos reformas a éste, el cambio climático y sus consecuencias “se nos vendrán encima”.
-¿Cuál es el costo del Código de Aguas vigente para el país?
“El modelo actual es un modelo mentiroso. Fue instaurado por un grupo de personas que no tenía la más mínima idea de agua, de hidrología, de recursos hídricos, ni de ciencia atmosférica. Ellos sólo sabían de negocios y de ideas de mercado, y se enorgullecían de ser capaces de aplicar estas ideas económicas a cualquier cosa. Hoy, a pesar de que la ley dice que el agua es de todos los chilenos, esto no es así, pues con este Código el Estado asignó el agua a ciertas personas, creando el mercado del agua”.
El Doctor afirma que el Código que rige desde 1981 fue un error principalmente por dos motivos. Primero, por problemas legales y especulación, ya que asegura: “Gracias a éste, Endesa y Francisco Javier Errázuriz, se quedaron con toda el agua de Chile en un solo día”.
Y segundo, porque así como hay variabilidad climática, hay cambios en los caudales. Por lo tanto, cuando se asigna este recurso a personas que lo solicitaron para negociar y especular, se produce una sobreventa. Lo anterior se explica porque al entregar el recurso la Dirección General de Aguas mide la cantidad del líquido disponible en esos momentos, sin considerar que hay muchos que están comerciando con sus derechos.
Para Claudio Meier lo principal al momento de pensar en modificaciones a la gestión de recursos hídricos es contar con una visión integrada. El experto dice: “Las ideas de mercado hacen que hoy los individuos quieran llevar a cabo proyectos individuales, sin tomar en cuenta todos los usos del agua al gestionar los recursos hídricos”.
Además, agregó que cuando se asignan los derechos, hay muchos usos sin considerar. “Por ejemplo, nadie pensó en cuánta agua necesita el Salto del Laja, pero si éste se seca, se pierde uno de los mayores atractivos turísticos de la Región del Biobío, algo que el código actual no considera”, asegura.
Claudio Valdovinos concuerda con esto y agrega: “En Chile la institucionalidad no privilegia el bien común. Un claro ejemplo es lo que ocurre con Endesa en el Lago Laja, ellos hacen lo que quieren porque están en su derecho; pero con eso perjudican a los regantes, al medioambiente e incluso al turismo”. Además, menciona que de continuar así, en un futuro los mayores perjudicados serán los más pobres.
El investigador asegura que, en 20 años más, aumentarán los conflictos de agua -que ya existen- de no concretarse modificaciones en la normativa vigente, mientras que Claudio Meier, cree que “vamos a seguir con la tendencia actual, que es ver impactos ambientales horrorosos. Además, van a empeorar los enfrentamientos, ya que en una cuenca dos compañías eléctricas que quieran competir, se van ´a agarrar a combos cuando haya menos agua, cosa que ya está pasando con los agricultores y las hidroeléctricas desde hace tres décadas”.
Mientras el Código de Aguas de 1981 siga rigiendo en Chile y dando derechos de aprovechamiento de agua que sean negociables, transferibles y perpetuos, el escenario será cada día más complejo. Pero lo anterior podría cambiar de aprobarse la reforma al Código vigente, proyecto de ley que se encuentra en trámite en la Cámara de Diputados, y que es exigido por organizaciones ambientalistas.
Por lo tanto, aunque Chile cuenta con gran cantidad de recursos hídricos, el crecimiento de la demanda, debido al aumento de población y al uso de los derechos de aprovechamiento de agua, acompañado de las consecuencias del cambio climático, seguirán provocando un aumento en la escasez del recurso.
Sólo con nuevas políticas de distribución y aprovechamiento de este elemento vital para la existencia humana se logrará mitigar la escasez.
¿Qué es el cambio climático?
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, lo define como “un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial, y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables”.
En palabras simples, la atmósfera se ha ido saturando de CO2, producto de las emisiones humanas, lo que impide que la radiación infrarroja que calienta la Tierra se libere, provocando un aumento de la temperatura global.
Remontándose a la historia de este fenómeno, en 1824, Joseph Fourier calculó que la Tierra sería mucho más fría si careciera de atmósfera. Luego, en 1859, John Tyndall descubrió que algunos gases bloquean la radiación infrarroja. Además, sugirió que el cambio en la concentración de éstos podría generar variaciones en el clima. Y ya en 1896, Svante Arrhenius publicó el primer cálculo de calentamiento global producido por las emisiones humanas de dióxido de carbono (CO2).
Por lo anterior, se puede asegurar que la información de que la temperatura del globo terráqueo está aumentando no es novedad, pero que sus consecuencias sí lo son.
El calentamiento en el sistema climático ha provocado que la atmósfera y el océano se estén calentando, que los volúmenes de nieve y hielo hayan disminuido, que el nivel del mar se haya elevado y que las concentraciones de gases de efecto invernadero aumentaran.
La Doctora en Geografía de la Universidad Complutense de Madrid, Marta Gallardo Beltrán, explica que éste es un proceso paulatino, y que sus consecuencias no llegarán de la noche a la mañana. La investigadora enfatiza: “Hoy el objetivo es disminuir las emanaciones de CO2 y prevenir las consecuencias de este fenómeno creando políticas a la altura del problema”.