Cada error en la investigación sobre el deceso de la contadora puertovarina fue un golpe a la confianza y al sentimiento de justicia para ella y para su familia. Donde no hay claridad, surgen los mitos y la ficción. La serie 42 días en la oscuridad ocupa inteligentemente esos ingredientes para entregar una versión que mezcla imaginación, hechos reales, hipótesis y emblemáticos personajes que aparecen en el grueso expediente de este crimen.
Por Carola Venegas Vidal.
Un metro 58. 42 años, 48 kilos. Viviana Haeger Masse. Desaparecida… Esa información se despliega en uno de los afiches que se utilizaron en la búsqueda de la contadora de Puerto Varas, protagonista de uno de los casos policiales más enigmáticos del último tiempo en el país, y que volvió a la memoria de los chilenos en mayo del 2022, de la mano de Netflix. ¿Qué hace ese cartel pegado junto a la puerta del taller de la longeva y tierna artesana en coirón, Audomilia (Mila) Hernández, en la comuna de Hualqui?
“Es que ella es mi sobrina, bueno era. A ella la mataron. A ella le pasaron tantas cosas malas siendo una persona tan linda”, explica.
Sí. A Viviana Haeger la rodeó la muerte, pero también, los errores de un sistema que no supo coordinar pruebas, procedimientos, testigos y pericias, y que contribuyeron a convertir su historia en un ejemplo de lo que no se debe hacer en una investigación policial. Tantas vueltas de carnero tuvo el caso, que ese embrollo ha servido de inspiración para la literatura y la televisión.
Letras y pantalla
La primera serie chilena de Netflix, 42 días en la oscuridad, se inspiró en libro Usted sabe quién: notas sobre el homicidio de Viviana Haeger, escrito por el periodista Rodrigo Fluxá, quien se atrevió a conectar las historias del homicidio ocurrido en Puerto Varas en 2010. El autor también escribió parte del guion de “42 días…”. El título es el tiempo exacto que Viviana Haeger estuvo desaparecida, y si bien se aclara que la serie solo está inspirada en el caso, hay muchos puntos que se vinculan más allá de la pantalla y de la historia en televisión.
La sinopsis de la serie dice así: “Cuando Verónica desaparece, su hermana, Cecilia, comienza una carrera contra el tiempo para dar con su paradero. En su camino, deberá luchar contra la negligencia de las instituciones, los prejuicios de la sociedad y el acoso de los medios”.
Daniel Alcaíno interpreta a Mario Medina, esposo de la protagonista asesinada. “Es primera vez que se hace acá en Chile una serie que muestra el país en todo su esplendor, mostrando todo lo bello que tenemos acá, pero con un guion que va súper a contrapelo de esa belleza y se mete en el lado oscuro de los seres humanos” , explica el actor.
RESPECTO DEL CASO, AGUILERA CREE QUE
AÚN HAY VARIOS ANTECEDENTES QUE NO
SE CONOCEN. “NO HAY DUDA DE QUE LA
FISCALÍA Y LA PDI REVISARON Y ANALIZARON
MÁS DE UNA VEZ LO QUE HICIERON MAL,
PORQUE CLARAMENTE SUS ACTUACIONES
NO CONTRIBUYERON A DESPEJAR LAS DUDAS
SOBRE LO QUE PASÓ REALMENTE EN EL
HOMICIDIO, PARA MUCHOS AÚN SUICIDIO, DE
VIVIANA HAEGER
El malo de la película
Al teléfono, Mila Hernández suena afectada, llora. Los matinales están informando que José Pérez, el único condenado por el asesinato de Viviana Haeger, podría optar a la libertad condicional en octubre de este año, tras cumplir con los requisitos que establece la ley para solicitar este beneficio. “Esto es terrible, estuve hace poco en Puerto Varas y es como revivir todo, otra vez. Tengo tantos recuerdos lindos de mi sobrina. Ella era una persona transparente y buena, muy sencilla, trabajadora. Hacía unas fiestas hermosas, le gustaba compartir con la familia y reírse. La recuerdo en ropa de faena, a la par con la gente del campo… No sabe cuánto mal hacen en mostrar todo esto de nuevo. Mi cuñada (mamá de Viviana) murió pidiendo justicia, porque la familia siempre tuvo claro quién es el malo de la película”, explica con convicción.
El periodista Rodrigo Aguilera hizo un trabajo de joyería con dos reportajes publicados en revista Nos sobre el caso Haeger, en septiembre del 2012 y en enero del 2016. Datos prolijos, interpretación de ideas y fuentes que inspiraron muchos trabajos periodísticos de algunos que ni siquiera estuvieron en el lugar de los hechos. Y sí, coincide en una de las principales tesis que plantea la serie sobre los yerros que tuvo la investigación. “Aún es inexplicable que una cadena de errores investigativos, incluso hasta en la etapa de las autopsias, sean tan grotescos”, resume el periodista.
Aguilera entrevistó al marido de Viviana Haeger en dos oportunidades. “Es un personaje, sin duda. Es un hombre que no externaliza sus emociones, y eso lo muestra como una persona fría y posiblemente calculadora. De hecho, esas mismas características estaban en un informe sobre el perfil psicológico en la carpeta de investigación. Evidentemente que el caso lo marcó, pero siempre en las entrevistas se mostró calmado, queriendo que su punto de vista sobre el crimen fuera comprendido. Pero también, esa misma tranquilidad, ante un hecho tan brutal, no solo por el crimen en sí mismo, sino por todo lo que lo rodeó, llamaba y creo que sigue llamando la atención sobre él”.
Datos, datos, datos
Respecto del caso, Aguilera cree que aún hay varios antecedentes que no se conocen. “No hay duda de que la fiscalía y la PDI revisaron y analizaron más de una vez lo que hicieron mal, porque claramente sus actuaciones no contribuyeron a despejar las dudas sobre lo que pasó realmente en el homicidio, para muchos aún suicidio, de Viviana Haeger. Después de tantos años todavía las personas se preguntan si hay otro involucrado, además de José Pérez Mansilla, pues está esa sensación de que quedaron cosas por descubrir públicamente”.
-La serie 42 días… está inspirada en el libro que recoge el caso, pero reafirma muchas negligencias que al parecer sí ocurrieron en la investigación.
“Totalmente. Ahora, evidentemente, la serie le da un dramatismo distinto, asociado a las recreaciones de las escenas de lo que pasó en la vida real, pero sí es coincidente. Las locaciones tienen la atmosfera típica del sur de Chile. Además, la caracterización del marido de la protagonista es concordante con lo que uno aprecia a simple vista. Un hombre aparentemente indefenso, callado, muy ensimismado… Respecto de las negligencias, sí refleja el desorden y la desprolijidad de los equipos investigadores. Esa misma desprolijidad en el caso Haeger también se evidenció después en Temuco, con el homicidio de la psicóloga estadounidense Erica Hagan. Eso demuestra que existe una falencia en los equipos investigadores”.
EL ABOGADO AGREGA QUE LO TRISTE ES QUE
CON ESTAS FALLAS EN UNA INVESTIGACIÓN
SE PIERDE EN GRAN MEDIDA LA POSIBILIDAD
DE ESCLARECER LOS HECHOS PARA
ACERCARSE A LA VERDAD MATERIAL. “UNA
SOCIEDAD NECESITA QUE LOS ÓRGANOS
ENCARGADOS DE LA PERSECUCIÓN PENAL
Y DE LA INVESTIGACIÓN DE LOS DELITOS
CONSIGAN -AL MENOS EN LA GRAN MAYORÍA
DE LOS CASOS- DESCUBRIR LA VERDAD
DE LO OCURRIDO Y QUIÉNES SON SUS
RESPONSABLES.
Pero qué es lo que les llamó más la atención a los periodistas y a quienes seguían desde cerca esta investigación. Aguilera indica que antes de realizar las entrevistas para el primer reportaje que publicó en Revista Nos transcurrieron dos meses de investigación sobre los detalles que se conocían públicamente, pero que no habían sido confirmados por la fiscalía, la policía o los abogados defensores y querellantes. “Previamente hubo una revisión de lo que los involucrados habían señalado en la prensa y en ninguna de ellas estaban los detalles que logramos en el reportaje, incluso con fotos y dibujos de lo que estaba en imágenes en la carpeta de investigación. Me llamó la atención que ante tanta evidencia confusa y evidente negligencia nadie asumiera la responsabilidad, y los equipos investigadores prefirieran guardar silencio y no contrarrestar la información que se divulgaba. Además, desde la desaparición de Viviana Haeger se hizo visible que había un profundo quiebre entre su familia y su marido. También, que existía evidencia para confirmar el suicidio o el homicidio, lo que lo hacía aún más complejo”.
Aclarar para confiar
El abogado y exdefensor Juan Pablo Villanueva confirma que hubo una serie de errores de procedimiento en la investigación. “Efectivamente hubo muchas deficiencias. Desde ya, la búsqueda de evidencias en el domicilio de la víctima no fue exhaustiva, ya que no hay antecedentes para suponer que el cuerpo estuvo en un lugar distinto de aquel en que fue encontrado. Los detectives habían revisado el entretecho donde apareció el cuerpo, pero sin la iluminación adecuada. Los resultados de la primera autopsia fueron injustificadamente imprecisos, pues varios meses después, y tras la exhumación, se realizaron nuevas diligencias a petición de un querellante apareciendo evidencias en el cuerpo de la víctima en cuanto a que había sufrido un ataque violento, golpes en distintas zonas por parte de una persona adulta, y no solo signos de asfixia.
El abogado agrega que lo triste es que con estas fallas en una investigación se pierde en gran medida la posibilidad de esclarecer los hechos para acercarse a la verdad material. “Una sociedad necesita que los órganos encargados de la persecución penal y de la investigación de los delitos consigan -al menos en la gran mayoría de los casos- descubrir la verdad de lo ocurrido y quiénes son sus responsables. Si no, los miembros de la comunidad pierden confianza en la justicia, se decepcionan y se genera una sensación de impunidad, se emiten ‘juicios populares’, antojadizos y se cae en especulación”. Puntualiza que por lo anterior hay que entender lo valioso que es poder contar con investigaciones de calidad y persecución de los responsables, y que no es una tarea fácil, ya que nadie posee la verdad, sino que los hechos deben esclarecerse y probarse en juicio.
Presunción de inocencia
“Las personas aún reaccionamos a aspectos emocionales, unos más que otros, pero todos de alguna manera en casos tan dramáticos como este tomamos una posición. Y aquí claramente desde la duda y las preguntas sin respuestas, si uno analiza el caso se da cuenta que es atractivo para diversos tipos de públicos”, reflexiona Rodrigo Aguilera.
En estas instancias la opinión pública se forma una idea y saca conclusiones. ¿Pesa esto en el trabajo de las policías o en las decisiones de los tribunales?
Juan Pablo Villanueva explica que, en general, los litigantes y operadores del sistema no se dejan influenciar excesivamente por la opinión pública. Sin embargo, reconoce que no son entes ajenos a lo que pasa en la sociedad, y que eso hace a veces muy difícil la tarea, principalmente para los jueces.
En el caso de Viviana Haeger, dice, el hecho de haber existido un imputado que estuvo casi dos años en prisión preventiva (no condenado) y que en el juicio oral fue absuelto, muestra lo importante que es la presunción de inocencia (técnicamente, estado de inocencia). “Conforme con esa garantía nadie será condenado por un delito sin que se pruebe su responsabilidad, en un juicio público, con jueces imparciales y que cautelan la posibilidad real de defensa del acusado, y que solo lo condenarán cuando adquieran la convicción de su participación en un delito más allá de toda duda razonable. El fallo en el caso Haeger, al absolver a uno de los acusados, hace realidad esas normas de nuestro Código Procesal Penal que resguardan el debido proceso y en este caso el estado de inocencia”, destacó.
Ingredientes: morbo y verdad
Lo policial siempre es un material interesante para la gente. Las coberturas periodísticas han ido cambiando, incluso también lo ha hecho el lenguaje con el que estas se relatan, pero siempre hay factores que se cruzan: la historia, el morbo, el anhelo de encontrar la verdad, el identificarse con los protagonistas de la noticia. Rodrigo Aguilera piensa que en este caso todo eso se enlaza. “La historia desde lo periodístico es atractiva, porque aún hay aspectos que llaman la atención, y que para el público también lo son. Todavía existe mucho interés por conocer cuáles fueron las motivaciones para el crimen. Y estos dos elementos, historia y morbo, sin duda se mezclan con la verdad. Entonces, la pregunta sobre si se conoce lo que ocurrió en realidad es totalmente válida y continúa presente”, sentencia el periodista.
Juan Pablo Villanueva agrega que estos casos afectan las emociones más vitales del ser humano. “Es una historia con los componentes más singulares de lo que es humanidad: vida y muerte, libertad y cárcel, amor, familia, justicia”, explica.
El género policial siempre llamará la atención. No solo por la verdad que supuestamente se quiere alcanzar respecto del hecho, sino porque conocer, develar lo prohibido o lo oculto activa sensaciones que están intrínsecamente vinculadas con las personas y con la vida en sociedad. El caso Haeger cumple todos esos cánones, y de ahí su éxito como historia real, literaria y audiovisual.