Tenemos nueve meses para redactar una nueva constitución, tiempo que podría prorrogarse por tres meses más. Al término de este plazo, la convención se entenderá disuelta, ipso facto, háyase o no cumplido con el encargo que le fue confiado.
En todo caso, se ha ido avanzando de manera sistemática. Ya todas las comisiones se encuentran en pleno funcionamiento, los reglamentos provisorios han sido aprobados, el presupuesto, en vías de determinación, y los cronogramas especificados.
Es cierto que los espacios donde funciona la convención no son los más adecuados, que ha habido dificultades por el exceso de celo o por dudosos protocolos que han restringido la entrada a estos inmuebles, tanto a asesores como a convencionales, lo que ha entorpecido el desenvolvimiento de nuestras funciones.
Sin embargo, por sobre todos estos derroteros, está la voluntad colectiva. Está la energía y está el compromiso de la mayoría de quienes, de manera moderada y respetuosa, reconociendo la legitimidad de todos quienes fueron electos para asumir el cargo, se encuentran trabajando duramente para que esto salga adelante.
Contra todo lo que se ha querido dejar asentado, por quienes amargamente o sin ningún fundamento señalan que nada se hace o que pretendemos aprovecharnos del erario público para enriquecernos, nosotros hemos ido perfeccionado nuestra función y estamos construyendo toda una institucionalidad a partir de sus cimientos. Nada estaba regulado cuando por primera vez nos reunimos 155 personas de orígenes, ideologías, y perspectivas muchas veces no solo distintas, sino que, también, en algunos casos, completamente contrapuestas. Indudablemente, se han cometido muchos errores, pero ha sido parte del aprendizaje. Estas equivocaciones nos han permitido, a partir de la experiencia, adoptar las correcciones esenciales para seguir funcionando, superando los obstáculos que han sido consecuencia de un proceso de instalación propio de una nueva entidad pública.
A esto debemos agregar que en nada contribuyó una deficiente implementación material y técnica inicial por parte del órgano ejecutivo, quien tenía asignada la misión de facilitador, tarea que incluso desde el gobierno reconocieron, en varios aspectos, como deficiente.
En todo caso, la actitud obcecada y sesgada de algunos miembros de la convención para con sus pares, no ha contribuido en nada para hacer más eficiente y diáfano el diálogo, aunque a medida que el tiempo pasa, las posiciones y pasiones se han ido morigerando y la razonabilidad y la templanza se han ido imponiendo. La mesura ha ido ocupando un papel protagónico, desbancando a la rabia y al resentimiento.
Queda un camino largo por recorrer, en un lapso de tiempo muy breve, tomando en consideración el tamaño colosal del encargo realizado por parte de la ciudadanía, que ha sido asumido de manera responsable por parte de la gran mayoría de los convencionales, reconociendo que un fracaso como corolario o secuela de este proceso, sencillamente, no es admisible. Si bien hay visiones muy variadas acerca de muchos aspectos de fondo, hay también una gran cantidad de esperanzas análogas o con matices que pueden ser resueltos con una actitud abierta para ceder y adoptar los acuerdos que nos permitan satisfacer las inquietudes de todos y todas.
Los que integramos la convención asumimos que el producto de nuestro trabajo tendrá que ser aprobado por la ciudadanía para que llegue a ser reconocida como nuestra nueva carta fundamental, resultando indispensable la participación popular, para revestir de aún más legitimidad este proceso, de modo que todos sientan como suya esta labor, libre de toda actitud mesiánica y totalitaria, erradicando posturas excluyentes, de quienes se autoproclaman, falazmente, como representativos de las mayorías, validando la violencia, haciendo de sus pupitres verdaderas trincheras, provocando o insultando a los que consideran como adversarios.
Estamos viviendo en una dinámica histórica como nunca antes diversa, debiendo dejar que todos nos expresemos y podamos derribar los muros que han impedido el desborde absoluto de la confianza. Solo así podremos aspirar a constatar, en los balances de cada mes, cómo el recorrido que nos encontramos desenvolviendo nos augura un exitoso plebiscito de salida, con la aprobación de la propuesta de constitución que le ofrezcamos a Chile.