Sonríe, te estamos grabando

/ 21 de Julio de 2017

Si antes las paredes tenían oídos, ahora tienen ojos. Todo lo que hoy se hace en lo que eran escenarios privados y pertenecientes a la intimidad puede ser blanco de una captura fotográfica o de un video. Bien lo sabe una pareja sorprendida en una oficina pública que ha dado la vuelta al mundo como testimonio de pericia del camarógrafo y torpeza de los protagonistas. Cuidar la integridad, la reputación, los espacios y, sobre todo, la pega, es la lección.

 

Por Loreto Vial.

 
Más de doscientas mil personas se metieron por la ventana de una oficina pública tomecina y vieron cómo la tarde de horas extra de una pareja de funcionarios se convertía en un nuevo revuelo municipal. Era el secreto mejor guardado de estos colegas, quienes no repararon en que una luz encendida sería el señuelo de una cámara que los capturó intimando en su lugar de trabajo. Los siguió hasta que dejaron el edificio y cada uno siguió su camino.
El video fue subido a un sitio comunal y de ahí a los medios nacionales… y al mundo.  Sólo en su fuente de origen, las imágenes tienen 197 mil reproducciones, casi mil “Me gusta” y similar número de “compartidos”.
Un hit en una comunidad pequeñita donde el municipio anota otras memorables historias de este tipo. El mismo alcalde podría decir “a quién no le ha pasado”. Se inició una investigación sumaria que podría incluso terminar en la desvinculación de alguno de los protagonistas.
El exitazo de esta película tiene dos factores que parecen sabrosos de analizar. Por un lado, la seductora pulsión de tener sexo en un espacio poco apropiado, como el sitio en que laboras, como también la conciencia de que ahora cualquier lugar por muy privado que lo creas es público. La mayoría de los chilenos anda hoy caminando con una cámara en la cartera y,  por ello, hay que saber sortear ese factor.
Francisco ha pasado casi tres décadas en un edificio donde se trabaja por turnos. Se encarga del aseo, de algunas cosas administrativas y ha visto más de lo que se observó durante los 30 segundos del video tomecino.
“Tantas cosas pasan que de repente ya no me acuerdo de los detalles. Pero sí. Yo y mis compañeros hemos visto a muchos pololeando, teniendo relaciones o cosas que me da vergüenza decir”, comenta mientras recuerda al menos dos ocasiones en que se ha despedido a personas que han transgredido las normas de la compañía. “Había un jefe que se terminó yendo porque ya era mucha la evidencia. Era un tipo pintoso, casado y trabajólico. Se encerraba en su oficina después de la hora a veces con su equipo, más o menos numeroso. A veces, lo venía a ver su esposa. Todo bien y tranquilo. Hasta que llegó una señorita a trabajar a la empresa que dejó varios heridos…”, recuerda.
Dice que de un día para otro el jefe comenzó a ser más preocupado de su horario. “Me buscaba y me decía: ‘Váyase no más Panchito, yo cierro, me voy a ir luego… no se preocupe, que está todo bien…’ Y yo me iba feliz”.
Pero empezaron a pasar cosas extrañas, y la gente comenzó a comentar. “Uno hace su pega no más, claro que veía harta cosa rara. La oficina amanecía desordenada. Un día se quebraba un cajón. Amanecía una silla rota o aparecía una prenda de mujer. Ahí me puse cachudo”, recuerda Francisco. Hasta que un día lo alertaron de que alguien rondaba el estacionamiento, y los guardias lo llamaron para que revisara el edificio. “Estaba todo apagado y bueno, revisando las oficinas llegamos en un momento inoportuno. Pillamos al jefe”.
Francisco dice que el jefe se deshizo en explicaciones, le pidió que guardara silencio pero no tuvo muchas opciones. “Es que tuve que informar no más que se encontraba con una señorita, que también trabajaba en el lugar. Y bueno, después los guardias me soltaron la papa que ya había aparecido en las cámaras de seguridad de pasillos y del ascensor en actitudes medio sospechosas”.
El jefe de Francisco se fue pronto. La amante, en tanto, presentó una demanda por acoso. Pero eso trajo “cola”, porque ante esa acusación, la esposa del protagonista un día cualquiera llegó a la oficina, la encaró y la “mechoneó bien mechoneada”. Fue algo así como el “escándalo de la semana”.
 

Marcar terreno

El sexo entre compañeros es una realidad que no puede esconderse. Hay encuestas de sitios laborales en que cerca de un 40 % de los encuestados admite haberse sentido atraído y desear tener sexo con algunos de sus compañeros. Y casi el 60 % ha fantaseado con alguno. Tanto compartimos en el día con otros en la pega que tanto roce puede ser que  acabe convirtiéndose en sexo. De hecho, las infidelidades más comunes se cometen con compañeros de oficina, principalmente, en aquellos trabajos donde hay más posibilidades de convivir y establecer relaciones.

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María de los Ángeles Navarro, sicóloga laboral.
Ése es el principal factor para impedir relaciones de todo tipo dentro de las empresas. Los conflictos que aliñan las relaciones sentimentales son lo que las compañías pretenden impedir. María de los Ángeles Navarro, sicóloga  laboral, insiste en ese punto y agrega que la mayoría de las empresas se opone a relaciones sentimentales, básicamente, por un asunto de productividad. “A veces sucede que las parejas terminan y para el que queda herido, su concentración y productividad no será igual. Algunos incluso provocan trastornos en el ambiente laboral y también se produce choque de intereses”, explica.
Tener relaciones ocultas dentro del trabajo agudiza los síntomas, pues a veces los involucrados laboran en áreas relacionadas, se producen comentarios, rumores y resultan de verdad un problema que atenta en contra del “clima”.
Si ver a sus pares en la oficina besuquearse por los rincones es incómodo para los demás, visualice cuán perturbador es saber que en esa misma mesa donde está sentado, su compañerito dio rienda suelta a su líbido.
“Creo que las relaciones sexuales dentro de una oficina es una forma de ir en contra del sistema y de marcar poder, como lo hacen los animales al marcar terreno y decir aquí mando yo. En el Código del Trabajo se explicita que cualquier acción que vaya en contra del decoro y de la higiene de los empleados puede llevar a un tema de despido. Además de contravenir la norma es derechamente pisotear la autoridad. Pero hay que reconocer que  es muy entretenido para alimentar el morbo, por eso el éxito que tienen estas historias como la que sucedió en Tomé”, comenta la sicóloga.
 

“Me enamoré como nunca”

Casi dos años duró la relación de Mariana y de un ejecutivo de la compañía donde la asignó su empresa de aseo. Lo conoció, le encantó. Aunque sabía que era un amor prácticamente imposible, las cosas se dieron. Salieron, se gustaron y comenzaron un romance. En dos años, se notaba la ondita, aunque él tenía su novia y ella su novio.
“Aún no me sano del todo. Nuestra relación se terminó después de que lo nuestro se supo, porque nos pillaron. También encontraron mensajes, llamados y tuve la mala idea de contarle a alguien dentro de la empresa. Él se terminó yendo y, bueno, yo también al tiempo salí de ese trabajo. Es difícil asumir lo que pasó porque las personas son crueles. Sé que a lo mejor no era la relación más ideal, pero yo me enamoré como nunca lo había hecho. Quizás para él fui una más, pero para mí fue muy importante”, se lamenta Mariana.
Lo más difícil fue sortear los comentarios, sentir el rumor por los pasillos y finalmente que su novio, actual marido, se enterara de todo. El peso de la vergüenza es grande y ella decidió alejarse de todo y empezar de cero.
“Es difícil recomponer la confianza en estos casos y las empresas también deberían hacer algo, ocuparse de lo que ocurre con la persona y el entorno”, enfatiza María de los Ángeles Navarro.
 

Estamos rodeados

Los protagonistas del video municipal no repararon en la existencia de una cámara externa de celular, pero ha pasado que encuentros similares han sido obtenidos de cámaras de vigilancia externa o incluso de la misma empresa. Al ritmo del romance, muchos olvidan que hay ojos observando detrás de estos aparatos y que los sensores funcionan con la energía de la luz y del calor.

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Juan Carlos Anfossi.
Las cámaras instaladas en una institución o compañía se deben ubicar en espacios comunes y su misión es, fundamentalmente, brindar seguridad y controlar la productividad. “Nosotros tenemos una legislación bastante clara, que establece qué es lo público y dónde se pueden instalar estos aparatos. En recintos privados deben ubicarse en sectores visibles y nunca ocultas. Está absolutamente prohibido tener estos sistemas donde la gente se viste”, puntualiza el experto en seguridad, Juan Carlos Anfossi.
Pero Anfossi advierte: “El ámbito privado parte por el principio de que yo quiero hacerlo privado. Si yo cierro la puerta es privado, pero si abro la puerta o prendo la luz y me pongo en vitrina doy paso a que cualquier persona pueda pasar, pueda verme. La seguridad entonces hay que cuidarla, y para ello hay que tomar los resguardos para mantenerla”. Malamente los tomecinos dejaron encendida la luz, que es una invitación a mirar la vitrina.
El campo de la seguridad electrónica es bien complejo, hay que saber abordarlo con mucha delicadeza y con una visión macro. Explica que es ilegal hacer masivo lo que capta un aparato de vigilancia, pero lo que puede grabar una persona común y corriente, incluso en lugares privados, no se puede controlar. Las leyes, dice, no van acorde con los avances de la tecnología, queda todo a criterio y al sentido común, pues no hay delito que tipifique este tipo de publicidad y todo queda en el terreno de los valores.
 

La adrenalina del golpe

El hecho de que la persona no sepa que lo están grabando es un aliciente para quien está  tras la lente. A veces no sólo en escenas de carácter sexual, sino en otras situaciones embarazosas, como rascarte partes impúdicas, con los dedos a la nariz, donde te ves ridículo o donde muestras algo secreto. Buscando imágenes para este reportaje en Internet sobre situaciones extrañas captadas por una cámara de vigilancia, hay un compilado que aparece en Youtube, sobre casos acontecidos en el extranjero, donde se puede ver de todo: desde parejas en fogosas escenas sexuales en la calle, pasando por actos heroicos de animales, hasta asaltantes que sin saber eligieron como víctimas a expertos en artes marciales, recibiendo la paliza de su vida. Pero sin duda, uno de los más inverosímiles es el video titulado Mesera Indignada, donde se ve a una empleada de una fuente de soda que, muy molesta con su cliente, antes de agregar la salchicha al hot dog decide probarla y no precisamente con la boca.
Gonzalo Sabath, realizador audiovisual, precisa que la cámara del celular es quizás el artefacto más preciado de un teléfono. Erróneamente las personas piensan que es la cantidad de pixeles la que fortalece las características de un aparato como ése, pero en realidad son otras las cosas que importan a la hora de verificar la calidad de la imagen. Es, en definitiva, el sensor el que te permite ampliar la cantidad de detalles, la calidad de los colores y, fundamentalmente, cuánto puedes ampliar una captura.
Pero en estas oportunidades, más que la calidad del video lo que importa es el contenido y la habilidad y estrategia para pasar inadvertido filmando. “Lo importante es tener la exclusiva, la adrenalina de captar algo inusual y, más que eso, hay todo un proceso posterior con compartirlo por los medios y sentir que mucha gente lo ve y está interesado en él. El like es ahora como el dinero virtual, e imágenes como la que se capturaron en televisión son un espaldarazo al ego, una conquista por saber lo que grabé”, sentencia.
Hasta que la gente no tenga conciencia de que todo lugar es un escenario, que todos estamos expuestos a ser “viralizados” en una plataforma virtual, y que cada vez más nos acercamos al estigma del “Gran Hermano”, hipervigilados e hiperexpuestos, continuaremos conociendo de estas “pilladas” que desatan, el morbo y la burla. También la vergüenza de los involucrados. Es un esquema que no va a cambiar porque lo prohibido va de la mano con la copucha, con el deseo incansable de instalar el pelambre. Ya no es necesario decir nada; ahora hay que tener la pericia para grabar y la decisión para compartir.

O’Higgins 680, 4° piso, Oficina 401, Concepción, Región del Biobío, Chile.
Teléfono: (41) 2861577.

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