Los desafíos de la agricultura son múltiples, sobre todo para esta Región, dice el representante gremial. Pero enfatiza que el tema debe obligatoriamente convertirse en una política de Estado y no de gobierno. Y también se da el tiempo para hablar del doloroso capítulo de su vida cuando fue designado gobernador de Biobío y tuvo que renunciar a los tres días. Asegura que el episodio está superado, pero no cerrado.
Dice que es agricultor de profesión, y que nunca ha vivido en la ciudad. Y aunque nació en Ovalle, ciudad en la que se radicó su padre tras emigrar de Alemania -después de la Segunda Guerra Mundial- para trabajar en un campo de olivos, José Miguel Stegmeier Schmidlin (56 años, casado) se siente oriundo de Los Ángeles, desde que llegó, a los cuatro meses de vida.
De mirada cálida, caminar pausado y con una infinita paciencia para explicar los temas, a este histórico dirigente gremial se le mezclan fácilmente el representante agrícola regional y nacional que es, con el político que lleva dentro. Y es que Stegmeier no olvida ese 19 de marzo de 2010, cuando se le solicitó la renuncia al cargo de gobernador -en el que había sido designado tres días antes- por estar supuestamente vinculado a delitos de lavado de dinero con Colonia Dignidad. Todavía no entiende, y se sigue preguntando -asume- por qué se hizo esa denuncia que nunca logró acreditarse.
Pero hoy la página ya está dada vuelta, y habla como un férreo defensor del legado del gobierno anterior, todavía le dice respetuosamente Presidente Piñera, nunca ex. Y si bien reconoce que hubo tareas que se hicieron a medias o que, derechamente, no se hicieron, las justifica diciendo que “faltó tiempo para gobernar”.
Por lo que sí aboga este empresario agrícola, lechero y forestal es porque se generen políticas de Estado para el agro, y que no se cambien de un gobierno a otro como, acusa, ha ocurrido en la actual administración.
“Perros de cola parada”
-¿Qué le pareció el gobierno de Sebastián Piñera?
Fue un excelente gobierno. Fue uno de los mejores que ha tenido este país, y no lo estoy diciendo porque tenga una visión ideológica cercana al Presidente Piñera, sino que lo digo desde el punto de vista de los resultados. Sobre todo después de un terremoto tremendo. Nosotros jamás pensamos que era posible que en octubre de 2010 ya tuviéramos todos nuestros sistemas de riego funcionando.
-¿Pero hubo cosas, sobre todo con el agro, en que falló o faltó?
Faltó, faltó.
-¿No se no siente defraudado? ¿Esperaba más de su propio sector?
No, defraudado del gobierno no. Sí lo estoy de la acción de los partidos políticos. Los partidos políticos, más que los parlamentarios, fallaron en cómo apoyaron al gobierno y cómo se comportaron durante la administración del Presidente Piñera.
-¿Fueron desleales?
No sé si desleales, pero sí desordenados. No asumieron que eran gobierno. La Alianza estaba acostumbrada a ser oposición y muchos siguieron en esa dinámica. Ahí se generó todo un espectáculo, para mi punto de vista, bastante vergonzoso. Yo creo que al gobierno del Presidente Piñera como que le faltó más tiempo para ir concretando.
-¿Usted volvería a votar por él el 2017?
Sin duda, porque creo que desde el punto de vista de la gestión, que es lo que nos interesa a los gremios, fue bastante acertado. Probablemente el manejo político fue malo, pero más que culpa de él, yo le echo la culpa a los partidos. Había un dirigente gremial nuestro que decía que en el sector de la centro derecha, ya sea en lo gremial o en lo político, somos todos perros de cola parada. Y los perros de cola parada son dominantes, se destruyen entre ellos. Entonces cuesta mucho en el mundo nuestro funcionar dentro de una jerarquía.
-¿Qué hubiese hecho usted como gobernador?
Yo tenía grandes motivaciones, porque creo que el cargo de gobernador es bastante particular. Un gobernador puede sentarse en su sillón y echarse para atrás. Pero también puede ser tremendamente activo en la coordinación con los municipios, en ayudar a sacar proyectos adelante, en ver que los servicios públicos estén realmente en terreno, en que exista una dinámica potente hacia la ciudadanía.
-¿Cerró ese capítulo?
Lo cerré entre comillas, porque hasta el día de hoy estoy medio dolido. Fue muy injusto. Efectivamente tuve esa relación con los alemanes de Dignidad, desde una visión más de amistad, pero jamás una relación con los negocios.
-O sea usted cree que se exageró en su momento…
Se exageró. Yo no se de dónde salió todo esto. Para mí es una tremenda incógnita de porqué se publicó esto, con qué motivo, porque no creo que a un periodista se le haya ocurrido liquidar a este alemancito.
-Internamente, ¿fue muy duro?
Sin duda que fue duro.
-¿Y de dónde vinieron los apoyos? ¿O se quedó solo?
El apoyo vino desde el gremio, de mi familia sin duda, y también de muchos amigos políticos que me ayudaron.
-¿Alguien le dio la espalda?
No, la espalda yo creo que no.
-Pero en La Moneda le cerraron la puerta a los tres días, ni titubearon en sacarlo.
Yo no quise ir más a La Moneda. Después volví como dirigente con el ministro Mayol, pero nunca pedí explicaciones porque no quería molestar.
-¿Conversó este tema con el Presidente Piñera?
Sí, si lo conversamos. El Presidente tuvo una gran delicadeza conmigo en también sufrir lo que me pasó a mí. El Presidente se portó bien.
-¿Volvería a aceptar un cargo?
No sé, con lo que me pasó, no sé. Todo depende de cómo se vayan dando las dinámicas. Yo siempre he tenido una vocación por servir y ahí puede que esté el espacio para uno. El punto es que esos espacios nazcan de forma natural, que no sea algo impuesto ni forzado.
-¿Siente que después de esto quedó “marcado”?
Yo sentí mucho apoyo. En general no he recibido críticas, prácticamente de nadie. Tal vez por mis declaraciones y por la liviandad con la que trato mi relación con los alemanes. Ni siquiera de la gente de la Concertación, que me apoyaron y me trataron muy humanamente.
-A cinco años de ese episodio, ¿sigue afirmando que no sabía de los delitos que se cometían en Colonia Dignidad?
La verdad es que cuando uno descubre que algunos de sus amigos tienen problemas, se decepciona. Pero es que tampoco tú eres amigo de una colonia, ni de un dirigente de la colonia. Uno tiene amistades personales, de gente que está ahí, que también ha sufrido, que se ha dado cuenta que el mundo de ellos es bastante complejo de compararlo con el mundo externo. No puedo decir que me arrepiento de haber sido amigo, de lo que sí me arrepiento fue que nunca detecté problemas tan complejos como los que se han descubierto.
-¿Usted nunca fue parte de una operación de lavado de dinero, de algún ilícito?
No. Si era imposible comprometerse en algún tipo de negocios. Ellos eran muy cerrados en ese tema.
Convenio perverso
-Entrando en temas agrícolas, ¿por qué nos hemos quedado en los segundos o terceros lugares después de las regiones de O’Higgins o Maule en desarrollo agroalimentario, por ejemplo?
Porque estamos en planes de desarrollo, estamos creciendo. La expectativa de crecimiento es tremenda. Ñuble y Biobío son las que tienen más proyección.
-¿Pero ir más lento que las otras es culpa de quién?
No es que vaya más lento, sino que recién ahora está entrando en esa dinámica, entró más tarde que en la zona central, por características climáticas, por variedades de frutas. En definitiva, la zona está tomando vuelo hoy día y eso le permite tener ventaja. Lo habitual es que cuando uno parte, le mete más tecnología de punta, y eso está pasando acá, sobre todo en el tema frutícola. Estamos metiendo la última tecnología en riego, en modalidades de huerto, en sistemas de cosecha y eso permite que tengamos un desarrollo mayor que otras zonas del país, ya pensando en el largo plazo.
-Aunque también existe una sensación de que los agricultores de Biobío son muy tradicionalistas y adversos al cambio.
En la Región hay distintas realidades. Probablemente hay un sector que está menos moderno, cercano a la cordillera puede ser, o en sectores muy puntuales, pero tanto en Biobío como en Ñuble están muy tecnificados, sobre todo en riego.
-En el tema de la sequía, ¿hacen una especie de mea culpa como sector por no ser más proactivos en la acumulación de agua para tiempos malos, como estos cuatro años consecutivos de sequía?
Como sector privado hemos hecho un fuerte esfuerzo por armar toda una red de regadíos y canales. Estamos hablando de más de 100 años. El que ha fallado es el Estado, el que nos tiene con dos grandes complicaciones. Uno es el Lago Laja. El Convenio 58, que fue un convenio del Estado con el Estado, cuando Endesa era estatal, lo que generó fue un muy mal convenio para el manejo a posteriori. Nació mal porque se le generó una distorsión tremenda cuando se le incluyó la central El Toro, que no estaba en el original, estaba solamente contemplada en la salida habitual del lago, y El Toro cambió todo el enfoque respecto del manejo del lago, por lo tanto el convenio no era ad hoc. Nosotros lo hemos catalogado como un convenio perverso.
-¿Y eso pasó a vista y paciencia de todos?
Eso se hizo el año 1966. Después, en los 80′ Endesa se privatizó, pero la central El Toro fue la gran distorsionadora del manejo del lago. Y hoy decimos que es un convenio perverso, porque está premiando a la generación de energía con un lago, mientras más bajo, mejor, porque Endesa tiene un problema serio si el lago está más lleno. Mientras más lleno, se le va mucha más agua de filtración, entonces no puede aprovechar bien. Y eso hay que corregirlo. Nosotros tenemos que premiar el llenado del lago, generar incentivos hacia Endesa. Y tenemos que discutir cuál será la formula, pero con ese objetivo. Y lo otro, que cuando tengamos el lago en franca recuperación, aquí hay que matar tres pájaros de un tiro. Tenemos que generar electricidad, tenemos que regar y tenemos que tener los Saltos del Laja con suficiente agua para el turismo. La extracción desde el lago debiera ser hecha en los meses de primavera-verano y no durante el otoño e invierno, ahí debiéramos dejar que se recuperara.
-¿Usted, particularmente, cuánto tiempo lleva diciendo esto?
El gremio, y yo en particular, más de 20 años.
-¿Y qué pasó, nadie los ha escuchado?
Es un diálogo de sordos con las autoridades y con Endesa. Yo creo que la primera vez que nos empezaron a tomar más en serio fue durante el último año del gobierno del Presidente Piñera. Él vino a Biobío y trató el tema, pero no logró solucionarlo. Pero ya esto se traspasó a las actuales autoridades y lo han tomado con bastante fuerza. Quiero destacar la acción que está tomando la seremi de Energía, la señora Carola Venegas, respecto de este tema. Ella ha sido fundamental para que armemos una mesa y podamos conversar.
-¿Y tanto poder tiene Endesa, como para no poder cambiar nada en todo este tiempo, o es tan débil el Estado?
No, yo creo que el Estado ha sido cómplice de Endesa. Además, estamos en un gran problema nacional, que es de falta de energía. Efectivamente el Lago Laja sigue siendo importantísimo en la generación de energía, no sólo por abastecer, sino para actuar en momentos críticos. La central El Toro es muy rápida para reaccionar cuando hay baja en otras centrales. Es una suerte de tapón de seguridad para el Sistema Interconectado Central.
-¿Y ahí entonces se olvidan de la agricultura?
Nosotros no queremos que ninguno pierda, por eso que proponemos un cambio al convenio para que propenda a que el Lago se vaya llenando y nos dé seguridad a todos. A Chile, en cuanto al abastecimiento de energía, y a la Región, para el desarrollo de la agricultura y del turismo.
-Uno de los compromisos de campaña de Sebastián Piñera fue revisar este convenio, pero no pasó mucho.
Pasó, pero no se avanzó mucho. Le faltaron meses.
-Lo hizo el último año, tal vez lo podría haber hecho el primero.
Claro, cuando ya se vio el gran problema que venía, que era que el lago efectivamente se estaba secando, el Presidente Piñera así lo apreció, se dio cuenta e intervino. Faltaron un par de meses más para que Endesa reaccionara, pero creo que esto es una continuidad. Nosotros pensamos que en estos temas tan importantes como el agua, como la energía, más que políticas de gobierno, tienen que ser temas de Estado, y creemos que hoy esto se está tocando como tal, tal vez con algunos componentes que aún faltan, porque hay ideologías de por medio.
-Pero siendo sinceros, el problema del lago Laja no partió el 2013…
No. Pero gatilló el problema de verdad, porque Endesa o la Dirección de Obras Hidráulicas (DOH) explicaba que el lago estaba con agua, pero la crisis la hizo el verano recién pasado. Francamente, nosotros con angustia vimos que se estaba secando, y ahí intervino el Presidente Piñera, con una visión bastante clara de lo que estaba pasando, aunque insisto, yo creo que a él le faltó más tiempo para que Endesa reaccionara. Endesa esperó el cambio de gobierno, y ahí se sintió más preocupado.
Actores pasivos
-Queda la sensación de que los agricultores en Biobío son muy pasivos si uno los compara con agricultores del Maule u O’Higgins, donde cortan carreteras, hacen paros…
Probablemente somos más dialogantes, más de buscar respaldos basados en estudios, en formulaciones que sean más con algún grado de certidumbre. Nosotros ya estamos hace más de 20 años respaldándonos con estudios u observaciones que han hecho en el mundo académico, con respecto a lo que estaba sucediendo ahí. Lo advertimos, lo advertimos y lo advertimos, y tratamos de sentarnos en mesas de negociaciones, lo logramos en algunas ocasiones, y no fuimos considerados por Endesa y se retiraba de estas mesas, el Estado, o la DOH nunca tuvo la responsabilidad de generar un lugar de encuentro para poder conversar todos estos temas. Pero hemos hecho una labor bastante pertinaz en hablar del tema por todos los conductos regulares.
-¿Les faltó gritar más?
Cuando nos dimos cuenta que esto se estaba perdiendo, armamos un comité, donde los agricultores estamos insertos, y esto nació fundamentalmente desde la ciudadanía. El Comité de Aguas para el Laja lo integran el comercio, las juntas de vecinos, la cámara de turismo, otros gremios, más todos los canalistas. Esto significa que la ciudadanía se comprometió. Esta es la forma en que yo creo que tienen que hacerse las cosas. Y ahí, con reuniones cada 15 días, queremos establecer tres cosas que nos preocupan. Uno, generar certeza de que la próxima temporada de riego, 2014-2015, se pueda satisfacer sin ningún tipo de problema. La segunda es que logremos modificar el convenio, en el sentido de propender a tener un lago con más agua, y la tercera, generar una junta de vigilancia en que estemos incorporados todos los actores que tenemos que ver con los derechos de agua para poder hacer un buen manejo de todo el sistema, lago y río.
-¿Sienten que desde el Estado se le ha dado poco peso a la agricultura del Biobío, comparado, por ejemplo, con el sector pesquero o incluso el forestal?
Lo que pasa es que hay una visión que es más de Concepción, que es una urbe muy lejana al mundo agrícola, incluso más lejana que lo que está Santiago del mundo agrícola. Si uno mira Ñuble, Arauco y Biobío, uno ve que la agricultura es la que mueve todo. Y ahí la relevancia existe, está. Las autoridades pueden ser un poco más “globalistas” en ver a la Región y no tan sectoriales. Pero yo me he dado cuenta de que existe una buena acogida. A este país sí le falta una mirada más integrada respecto de lo que es la agricultura, no sólo verla como un sector productivo, sino también como un tema cultural y social.
-Otro de los compromisos del ex presidente Piñera, incluso durante su campaña, fue crear una unidad especial al interior de la Fiscalía Nacional Económica (FNE) para el mundo agrícola, pero al parecer no ha funcionado como se esperaba.
El Presidente Piñera creó un departamento al interior de la FNE. Lo que pasa es que cuando uno tiene una denuncia respecto de una distorsión que se produce, ya sea interna o externa, la Fiscalía o la Comisión Antidistorsiones tiene que actuar de una manera mucho más rápida. Tiene que prever antes que ocurran los hechos más graves. Y el Presidente creó un fiscal, pero el sistema se mantuvo igual. Primero hay que hacer la denuncia, hay que comprobar si existen daños, y eso es un proceso larguísimo.
-O sea, cambió sólo un poco la forma, pero no cambió el fondo.
Es decir, puso al fiscal, pero quedó la misma forma de hacer las denuncias. Y no se logró avanzar mucho más en eso. Pero sí logró enviar algunos proyectos de ley que no fueron tratados ni aprobados, sobre todo en el Ministerio de Agricultura que involucrara los alimentos, era mucho más fácil que en esta materia tuviera más agilidad, porque estaría el Ministerio detrás de esto. Y eso tampoco se logró. Efectivamente, faltaron más cosas que hacer durante el gobierno del Presidente Piñera, pero la intención de ir avanzando estaba. Lamentablemente, los énfasis no se pusieron adecuadamente. Pero insisto, esto debe ser tratado como una política de Estado. Yo quisiera que aquellas propuestas que hizo el Presidente Piñera, o la Presidenta Bachelet antes, o el Presidente Lagos o Frei o Aylwin, no vayan perdiendo continuidad con respecto al mundo agrícola.
-Pero que esos énfasis no se pusieran cuesta entenderlo. Ustedes tenían un senador que era secretario general de un partido de gobierno, representación parlamentaria y ministros que venían del agro, ¿qué pasó?, ¿Por qué no se avanzó un poco más rápido?
Yo pienso que íbamos avanzando. Insisto, probablemente en el tema de la Fiscalía no fue suficiente el avance, nosotros como gremio presentamos un proyecto para hacer una Fiscalía más ágil, tribunales especializados, eso está todo presentado, lo que pasó es que se cortaron todos estos proyectos en seco. Lo que hemos hecho con las nuevas autoridades es que ojalá esos proyectos se repongan, que probablemente se les hagan algunas modificaciones, pero que pensemos en el largo plazo, en que la agricultura necesita un ministerio más potente, de herramientas más potentes en el tema antidumping, antidistorsiones, requiere de inversiones mucho más potentes en el riego y en las comunicaciones en el sector rural.
-Y usted que sabe de política, ¿qué cree que va a ocurrir durante estos cuatro años?
A ver, por ejemplo, uno de los temas que tiene que ser del Estado son los embalses. El gobierno anterior planteó el proyecto de construir 16 embalses en los próximos 15 años, eso ya era una política de Estado. No escuchamos la continuidad de esa política de parte de la Presidenta el 21 de mayo. Ella habló de varios embalses pequeños, pero no de los grandes embalses que requerimos. Esperamos que eso lo tome este Gobierno, y el siguiente, y el siguiente. Y eso tiene que pasar en otras áreas como educación, salud.
-Ahora, cuando se dice embalse, se genera una protesta casi de manera espontánea, ¿cree que un gobierno se quiera arriesgar a eso 16 veces?
Lo que pasa es que cuando se habla de grandes embalses, se tiene que hacer todos los estudios de impacto, por eso son políticas de largo plazo, todos los acercamientos a la comunidad donde se va a construir. Y que todos se convenzan de la conveniencia de ese proyecto.
Run run se fue pa’l norte
-Otro de los grandes problemas que ha atravesado la agricultura es la escasez de mano de obra, ¿qué pasó? ¿Cómo se llegó a este grado de falta de trabajadores?
Lo que pasa es que nosotros como país hemos tenido un crecimiento importante. Y no solamente en la agricultura, ha crecido en los servicios, y en la minería. Yo diría que la minería ha sido el gran distorsionador de lo que es el empleo. Desde Biobío hay muchas zonas, de la cordillera, del valle, pueblos chicos, pueblos grandes, que han entregado mucho capital humano a la minería. Y eso provoca dos fenómenos. Uno, que hay un dueño de casa que consigue un buen trabajo y con ese ingreso, la familia satisface sus necesidades, entonces pasa que la mujer o su hija, opta por no trabajar. Y ahí se ha producido una, entre comillas, baja del empleo femenino, aparece una tremenda cesantía en mujeres.
-Lo que no necesariamente se refleja en pobreza, al menos en la provincia de Biobío…
Ni en pobreza, ni en consumo, porque el consumo sigue estando al alza. Entonces, nuestra explicación es que hay muchas mujeres, e incluso hijos, que se han ido quedando en la casa porque el papá satisface las necesidades. Lo segundo es que hay un tema de productividad, que es bajo. Y no por un tema de desidia o flojera del trabajador, sino que le falta capacitación. De saber hacer claramente un trabajo con eficiencia, tanto en las maquinarias como trabajos físicos. Nosotros podríamos perfectamente con mucho menos gente hacer lo mismo si los capacitáramos correctamente. Y ya se está avanzando en eso, con la formación y reconocimientos de oficios. Hoy la cantidad de recursos en ese ámbito es enorme, y eso nos da esperanza de que logremos avanzar.
-¿Pero qué tanta culpa tuvieron las mismas empresas agrícolas en no hacer atractivo el sector para sus trabajadores?
Lo que pasa es que no podemos competir con la minería respecto de las remuneraciones. Nuestra rentabilidad no nos da. Lo que sí hemos hecho es un tremendo esfuerzo en la calidad laboral, en que sobre todo el hábitat donde trabajan sea mucho más benigno que antes. Trabajar en el campo tiene una cosa que se complica, que es justamente que se trabaja a la intemperie. La lluvia, el sol, el calor, son factores que influyen directamente en ese trabajador y es inevitable, por más que uno tenga los equipos necesarios para protegerse de ellos∫. Y probablemente para una señora es mucho más atractivo estar en una tienda, que estar en el huerto cosechando fruta. Pero yo creo que hemos logrado ir mecanizando nuestra agricultura, y esa va a ser la salida. Ir mecanizando para poder lograr cosechar nuestras cosas.
-¿Y cuánto se ha avanzado en la mecanización?
En el ámbito de los cultivos tradicionales, muy fuerte. Antes, por ejemplo, la remolacha se cosechaba toda a mano, hoy día todo se hace mecanizado. En la fruta es más complejo, porque la de mayor precio en el mercado es siempre la que se cosecha a mano, sobre todos los berries.
-No quedan ustedes entonces con la idea de que se hubiese podido hacer un poco más para que la gente no se fuera al norte.
Sí, siempre se puede hacer más. Lo que pasa, insisto, es que nuestra rentabilidad no tiene nada que ver con las mineras.
-Uno de los temas del que se ha hablado harto es instalar a Chile como una potencia agroalimentaria, ¿se ha avanzando en ese sentido?
Chile ya es una potencia en el impacto del mercado. Nosotros en la uva ya somos de los mayores exportadores, en la manzana, en los nectarines, en la palta, en los arándanos, somos de los principales exportadores mundiales.
-Pero de los ejemplos que me da, salvo los berries, Biobío no es potencia ni en manzanas, nectarines, paltas…
Bueno, nosotros tenemos manzanas igual, somos potencia en semilleros de contraestación. No es un tema del volumen total producido, porque el nivel de producción de uva de Estados Unidos, por ejemplo, es mucho mayor que la chilena, pero ellos no exportan tanto como nosotros. Ahí ganamos nosotros, desde el punto de vista de exportación. La necesidad de alimentación en el mundo va a hacer crecer sí o sí el rubro alimentario, y Chile tiene muchas ventajas.
-¿Qué pasa en el tema de la leche?
Está bien complejo, porque las plantas no están pagando el precio justo que determina el mercado. Curiosamente, Chile es de los países con peor precio pagado al productor. Nosotros habitualmente estamos en los niveles más altos, y ahí ya era complejo producir leche. Y ahora estamos en los más bajos. Yo espero que las plantas reaccionen, las multinacionales tienen que darse cuenta que sin abastecimiento interno, esas plantas se van a cerrar.
-¿Por qué están pagando tan mal?
Porque se están aprovechando de una situación no más. Están mejorando sus balances, tan simple como eso. No es una sobreoferta, nosotros estamos con capacidad de crecer, y las plantas podrían absorber toda esa oferta nueva, porque hoy día el mercado del lácteo está abierto al mundo.
-¿Y no debería ingresar la FNE, por ejemplo, incluso por una especie de colusión?
Sí, estamos planteando hacer una demanda. La Fedeleche está haciendo eso, está juntando todos los antecedentes, porque la verdad es que consideramos que es muy injusto lo que está pasando.