Te amo a ti, a ti y a ti también

/ 23 de Junio de 2017

Eso es lo que defiende el poliamor, que exista la posibilidad de amar a más de una persona a la vez mediante la construcción de relaciones sexoafectivas donde no hay ni infieles ni engañados, porque todas las partes conocen, aceptan y les parece bien esta situación. Se trata de un concepto nuevo, pero que ha emergido con fuerza sobre todo entre jóvenes que lo ven como una alternativa tan “válida y ética”  -se apuran en agregar-  como para el resto es la monogamia tradicional. Postulan que en las poli relaciones no hay mentiras, ni celos ni tampoco la idea de posesión sobre el otro. En el país están unidos mayoritariamente a través del grupo de Facebook Poliamor Chile. Desde esa plataforma, sus 1.131 participantes están dispuestos a mostrar que en el amor todo puede ser diferente.

Por Pamela Rivero Jiménez.

 
Lo primero que aparece en la web al escribir la palabra poliamor es que se trata de un neologismo. Aquella aproximación ya ofrece una pista de que es un vocablo nuevo. Un concepto reciente, que todavía no es reconocido por la Real Academia Española, pero que a juzgar por los 623 mil resultados que entrega Google, solamente para la expresión en español, se infiere que ha tenido una rápida masificación.
El poliamor comenzó a “sonar” con fuerza en Chile recién a partir del 2016. Los grandes responsables de esta propagación fueron tres jóvenes -dos mujeres y un hombre- que a comienzos de ese año aparecieron en televisión mostrando su peculiar relación amorosa, justamente, de a tres. Durante las dos semanas siguientes a la emisión del programa, el concepto poliamor se había buscado más en Chile que en cualquier otra parte del mundo.
Aunque mediática, fue la manera que escogieron para salir del clóset del poliamor y así dar a conocer a todo el país su propuesta para el emparejamiento tradicional, donde se permite amar a más de una persona a la vez, pero siempre y cuando todas las partes conozcan y acepten voluntariamente la situación. Porque de eso se trata el poliamor, de no negar la posibilidad de que alguien, aunque enamorado de una persona, pueda sentirse atraído emocional y sexualmente por un tercero, sin que aquello afecte la relación. Bajo esa premisa, los involucrados en el poliamor estructuran sus relaciones basándose en lo que cada uno esté dispuesto a aceptar: un  trío donde todos estén relacionados o donde sólo uno de ellos esté involucrado con dos, o donde cada parte de la pareja tenga sus “polinovios”. Todo está permitido, pero con el consenso de las partes. Si se hace a espaldas de los demás, la situación muta a infidelidad.
El mediático trío poliamoroso se separó hace un tiempo. ”Por razones absolutamente ajenas a nuestra forma de relacionarnos”, aclara Lucas Blaset (28), uno de los protagonistas de esa historia y actual candidato a diputado por Valparaíso del partido Amplitud, quien, dice, se interesó por el tema aproximadamente en el 2008, después de terminar una relación monogámica, fiel, de tres años, con una ex pareja bastante celosa.
Empezó a leer libros, revistas, a ver películas (Vicky Cristina Barcelona, escrita y dirigida por Woody Allen, lo marcó) y todo lo que había sobre la  idea de un amor “más libre”  y que tiempo después asoció al concepto de poliamor.
Por cosas del destino, recuerda, había tenido experiencias eróticas con dos chicas al mismo tiempo que le resultaron no sólo placenteras, sino que lo llevaron a plantearse la alternativa de traspasar esa práctica también a lo emocional. “Uno de estos encuentros perduró por bastante más que una noche y fue una experiencia muy grata, entretenida y plena”, asegura. Con ese recuerdo en mente, “rayó” con la idea varios años, incluso escribió columnas de opinión sobre esta posibilidad de ampliar el concepto del amor más allá de lo que se concibe como pareja tradicional. Pero se demoró en hallar a alguien que sintonizara con sus pretensiones poliamorosas. Hasta que la encontró. Con ella formó una pareja, y al cabo de unos meses de relación, apareció una tercera integrante para compartir con ellos sus tiempos, sus espacios, sus encuentros y su cama. “Nos gustó, le gustamos y nos aventuramos en una magnífica relación de a tres”, relata Blaset.
-¿El sueño del pibe? “Tal vez desde afuera se vio así. Pero esta relación tuvo que ver con que yo sentía que podía amar a más de una persona, siempre y cuando esas dos personas se amasen entre ellas. Y por mi condición de heterosexual tenían que ser dos chicas bisexuales. No fue fácil encontrarlas”, explica. Y eso pasa, añade, porque si bien en teoría la opción del poliamor se puede acomodar a los gustos y pretensiones de muchos, llevarlo a la práctica requiere de un trabajo individual importante para saber qué quiere cada uno y, luego, una preparación emocional, “porque te involucrarás en relaciones donde habrá sentimientos, preocupaciones y emociones no sólo con una sino con dos personas”.
Su relación poliamorosa duró un poco más de tres meses, pero hasta hoy la recuerda como la mejor experiencia emocional de su vida.
-¿Fuiste feliz? “Muy feliz, me hubiese encantado mantener esa relación, y  me encantaría volver a tener una relación de ese tipo. Me hizo feliz compartir con dos personas que admiraba mucho, con vidas e intereses distintos, lo que hacía que en ningún momento la relación se tornara monótona”.
El caso de Lucas Blaset no es el único en el país. En Facebook se creó el grupo Poliamor Chile, que ya tiene 1.131 miembros que comparten sus ideales y su creencia de que en el amor puede haber alternativas tan válidas, dicen, como lo que hoy se conoce como relación convencional.
En esa plataforma comentan experiencias, comparten información sobre el tema y responden las dudas de los poliamorosos novatos que aún sufren de problemas por celos o porque no entienden cómo se fijan las reglas claras en las parejas.
 

Nada que ver con El Sultán

Al pensar en el poliamor, rápidamente viene  a la memoria la vida que llevaba Suleiman, el sultán cuya vida conoció Chile a través de la teleserie homónima. El líder del poderoso imperio otomano vivía en su corte con sus esposas y concubinas, quienes le daban hijos, atenciones y visitas nocturnas según fuera su preferencia. Pero los poliamorosos advierten que no se debe confundir los conceptos, y que la poligamia en que vivía el sultán dista bastante de la relación que ellos propician.

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Lucas Blaset apareció junto a sus “polinovias” en el programa Ciento, de TVN, para mostrar la relación de a tres que habían construìdo. Aunque la relación acabó, dice que fue la mejor experiencia emocional de su vida.
La sicóloga Laura Leal, especialista en salud sexual de las mujeres, aclara esa diferencia: “Mientras en el poliamor la relación múltiple se da por acuerdo libre entre los miembros, en la poligamia la unión se produce por una norma cultural, basada en la costumbre o la religión”, expresa.
Matices importantes hace también con la infidelidad. “En el poliamor las reglas están explícitas y los participantes de la relación aceptan las condiciones que han sido conversadas y consensuadas. Así, todos se relacionan de la misma manera. No hay amantes, tampoco infieles o engañados, porque todas las partes conocen, aceptan y les parece bien esta situación”, sostiene Laura Leal.
Para buscar los orígenes del término, varios textos en Internet remiten al concepto del amor libre y a su noción de que las relaciones amorosas no deben ser reguladas ni por instituciones ni por la sociedad. “La relación del poliamor con esa propuesta tiene que ver con la idea de que no podemos ser dueños de nadie y que nadie puede ser dueño de nosotros”, enfatiza la sicóloga Laura Leal. Debido a ello, los poliamorosos entablan relaciones donde la regla básica es que no hay juramentos “para toda la vida”. “Postulan que esto puede darse, y que si ocurre es genial; pero también que si no sucede, las partes tienen derecho a comunicarlo y que se dé paso a una amistad cariñosa. Y lo hacen de esa manera porque no configuran el amor desde la posesión ni desde el mito romántico de que ese amor debe ser para siempre”, añade.
En los círculos poliamorosos también circula la historia de William Moulton Marston como uno de los primeros exponentes de esta alternativa  a la monogamia. Sicólogo de profesión, hizo valiosos  aportes a este campo, pero también fue autor de historietas. La más famosa de ellas, La Mujer Maravilla. Moulton fue poliamoroso. Durante gran parte de su vida compartió el mismo techo con su esposa, sicóloga como él, y con una exestudiante suya, con la anuencia de ambas. Con las dos tuvo hijos y, según el mito,  tomó características de ambas mujeres para dar forma a la personalidad de la superheroína. La historia cuenta que tras su muerte, ellas habrían seguido viviendo juntas y ayudándose en la crianza de sus hijos.
 

“No somos de otro planeta”

Pero no hay que retroceder tanto en la historia para hallar a alguien que entregue detalles de su experiencia en el poliamor. En Concepción está Javiera Briones. Tiene 22 años,  estudia sociología y se declara feminista.
Junto a su pololo de más de un año profesan el poliamor. ”En todo este tiempo hemos estado solos como pareja, después también ambos con otros en relaciones paralelas, luego esas personas nos han pateado, hemos vuelto a estar solamente los dos, y hace muy poco él me contó que está conociendo a una chica”, detalla Javiera a manera de brevísimo resumen de cómo han llevado su peculiar relación.
-Y los celos, cómo se manejan. ¿No asusta la idea de que aparezca una persona que ponga en peligro la relación?    
“No. Esas dudas están hace rato disipadas. Si te pones a hilar fino descubres que los celos provienen de inseguridades sobre tu cuerpo, sobre lo que tú eres en general. De hecho lo encuentro más valioso, porque al final cuando esa persona se mantiene a tu lado a pesar de que tiene chipe libre, lo hace porque realmente quiere estar contigo”.
Javiera dice ser poliamorosa desde la médula.  Y así se lo hizo ver a su pololo al inicio de la relación. Él aceptó esa condición y juntos han recorrido los vericuetos que presenta el camino de quienes eligen esta opción. “No es fácil”,  reconoce, porque exige una comunicación absolutamente fluida y verdadera con los otros, para que no haya malos entendidos”.
-¿Cuál fue el acuerdo al que llegaron?
-“Que cada uno de nosotros puede relacionarse de la forma que quiera. Si fluye que llegue otra persona a su vida, bien; si llega alguien a la mía también. Lo importante es que cuando aparece, se debe comunicar al otro. Y también al tercero o tercera en cuestión, porque no imponemos nada que el otro no quiera”.
-¿No te molesta compartirlo?
“Es que tampoco lo comparto, porque él no es mío, sino que estamos en una relación donde él se comparte conmigo y donde valoramos la posibilidad de conocer a otras personas que son igual de maravillosas que tu pareja. Y ahí está la gracia y la diferencia, que no ves como algo malo que te pueda atraer otra persona, entonces no mientes, no engañas, sino que lo asumes y lo aceptas, ya sea cuando te toca  ti o cuando le toca al otro”.
-¿Y habrá  amor en todas las relaciones poliamorosas? 
“La vivencia del poliamor tiene una dimensión afectiva y eso lo diferencia de los swinging, de los tríos y de otras forman que se sustentan sólo en el aspecto erótico. Claro, a veces uno inicia algo por pura atracción. Pero la base está en involucrar sentimientos. Lo otro ya es libertinaje que, aunque válido para algunas personas, no responde al concepto del poliamor, donde hay respeto, sentimientos y honestidad entre las partes.
 -Qué pasa con la sexualidad, ¿cómo se maneja el tema?  
“Hay mucha gente que asocia el poliamor a la promiscuidad, porque no saben que nuestras relaciones se sustentan en estructuras estables. No somos de amores de una noche. Además, en el tema de la sexualidad tenemos que ser bastante éticos en la forma en que demostramos nuestro afecto y obviamente para no llenarnos de enfermedades”.
-Tú entiendes que tu forma de relacionarte en el amor es incomprendida por la sociedad.
“Claro. Sé que no es fácil, sobre todo para que la gente de otras generaciones que ve a la monogamia como la única alternativa válida. De la misma manera, yo no creo en esa forma de relacionarse tan cerrada y opto por algo distinto que, para mí, también es ético. Y si cuento mi historia es porque me interesa que otras personas vean que funciona, que se puede lograr con trabajo, que no somos de otro planeta; que yo soy una persona normal, que hago actividades normales, que voy a la universidad, pero que me diferencio de la mayoría, simplemente, porque asumí que puedo querer a más de una persona a la vez”.
 


 
NOCIONES SOBRE EL POLIAMOR
Constanza es la creadora de la página Secretos de la pandora.cl.
  Estudió Periodismo y ya se encuentra en la etapa final de su carrera. Desde su web trata temas sobre sexualidad y relaciones amorosas, entre ellos, el poliamor. Una idea con la que no sólo “comulga”, sino que también lleva a la práctica desde hace tiempo. “Soy naturalmente así, pero sólo después de muchos años de deconstrucción puedo decir que ahora me manejo de esa manera y que puedo generar vínculos emocionales, sexuales y afectivos con varias personas”, aclara de partida.
-¿Deconstrucción? Entonces, un  poliamoroso ¿se hace?
“Pienso que nace pero también se hace. Yo no creo en las teorías que buscan los orígenes del poliamor en la biología, o símiles en el reino animal para Sin título-1justificarlo. Yo creo que estamos en una sociedad donde nos afecta mucho la cultura; entonces hay personas que se sienten muy libres o se sienten poliamorosas pero nunca lo aceptan o nunca expresan esa forma de amor, porque la cultura  los reprime. Para dar el paso debes tener un pensamiento crítico para cuestionarte a ti mismo o tu comportamiento desde lo más básico y cotidiano. Sólo así puedes salir del clóset poliamoroso”.
-¿Todos podemos convertirnos en poliamorosos?
“No cualquiera, porque es desgastante prepararse emocionalmente. No es que me pueda meter con cualquiera, no es algo tan simple porque involucras emociones, preocupaciones, afectos, y eso requiere de mucha energía, de mucho trabajo, de mucho conocimiento de uno mismo y de lo que uno quiere. Lo que yo siempre recalco es que una persona debe saber lo que quiere y sólo ahí partir a buscar”.
-Una eventual familia basada en el poliamor ¿podría ser un buen entorno para criar un niño, por ejemplo?
“Sí, totalmente, creo que si hay algo que hemos tenido siglos para aprender es que la familia tradicional no necesariamente es la mejor opción, siempre se dice que hay que tener cuidado con los niños, pero en realidad ellos no tienen prejuicios, esos los instalan los adultos con sus propias formas de vida. Un niño que se cría en un ambiente poliamoroso va  a tender a relacionarse con las personas de otra forma, con respeto, sin jerarquías necesariamente y siempre a partir de sí mismo, no va a ser ni homofóbico ni va a discriminar al resto, porque fue criado según otra vivencia del amor”. 

O’Higgins 680, 4° piso, Oficina 401, Concepción, Región del Biobío, Chile.
Teléfono: (41) 2861577.

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