En un contexto de normalidad, de forma planificada y bien organizada, el teletrabajo se podría haber presentado como una gran oportunidad de conciliar la vida laboral y personal. Sin embargo, en el marco de la emergencia sanitaria, se nos impuso como una obligación improvisada y no como una estrategia planeada para mejorar la productividad y calidad de vida de los trabajadores, lo que ha resultado en múltiples consecuencias negativas para un gran número de personas.
Hay quienes, por su personalidad, han logrado adaptarse bien a esta nueva modalidad de trabajo, sobre todo aquellos más autónomos y que logran desenvolverse sin supervisión directa. Pero a otros este sistema les ha afectado, especialmente a quienes necesitan el contacto con otras personas fuera de su hogar, ya sea concretamente por trabajo o para mantener tiempos de ocio. Esto ya que el espacio laboral es más que solo trabajo: las bromas en la oficina, las conversaciones y reuniones son de gran valor para nuestra salud mental.
En este nuevo sistema, muchos trabajadores se han encontrado con dificultades para concentrarse en sus objetivos laborales (debido a interferencias ambientales), y con la consiguiente disminución de su productividad. También han debido lidiar con síntomas como ansiedad, estrés e, incluso, sentimientos de soledad, los que pueden conducirlos a un deterioro de su salud mental.
También se han visto afectados aquellos que no logran delimitar adecuadamente sus tiempos de trabajo en el hogar, tornando difusos los horarios, sobre exigiéndose y hasta desencadenando conflictos si conviven con otras personas.
Por ello, debemos tener claro que lo que hoy estamos viviendo no es teletrabajo como tal, sino que se trata de una situación de emergencia que por definición no es “normal”, y que no sería aconsejable perpetuar en el tiempo. Lamentablemente, en mi experiencia profesional con pacientes, he podido percatarme de que esta modalidad de trabajo es usada por muchas empresas para obtener mayores rendimientos, sin respetar los necesarios tiempos de descanso de sus colaboradores. Y dado que el desempleo está en aumento, los trabajadores soportan esta situación para no perder su fuente laboral.
Y aunque también hay empresas que se han preocupado de que el trabajo remoto no se traduzca en una sobrecarga innecesaria, cada vez son más los pacientes con teletrabajo que relatan estar agotados y con altos grados de insatisfacción laboral. Una situación que va en aumento a medida que se prolonga en el tiempo.
El mejor ejemplo está dado por las madres y padres que deben conciliar sus múltiples obligaciones laborales en modalidad remota, con cumplir con las tareas domésticas y el apoyar a sus hijos en sus clases online. Es decir, día a día se ven envueltos en un sinfín de actividades difíciles de realizar de forma armónica y eficiente, lo que deriva en una importante fuente de estrés que termina agotándolos.
Para evitar que esta situación pueda gatillar problemas mentales más serios, es fundamental extremar las medidas de autocuidado, que incluyen mantener un lugar definido para trabajar en casa, respetar los tiempos de descanso, realizar actividad física regularmente y tener un adecuado control del sueño y la alimentación.
Así, se debe comenzar con separar los espacios, preparando un lugar de trabajo adecuado, en lo posible con luz natural, y no en el dormitorio. Si no puede contar con ese espacio diferenciado, guarde lo relacionado con su trabajo al finalizar la jornada.
Intente mantener desde la mañana una rutina, que incluya ducharse, vestirse, desayunar, y durante el día establezca horarios definidos que separen el tiempo de trabajo, familia y autocuidado. Respete los horarios de comidas, sin tener el computador al lado, y mantenga una adecuada hidratación.
También es importante realizar durante el día pausas del trabajo de oficina y doméstico, y brindarse momentos de autocuidado para desarrollar alguna actividad de relajación u ocio. Lo mismo al finalizar su jornada.
Para cuidar su salud física y mental, organice una rutina de ejercicios que pueda realizar al menos 3 o 4 veces por semana y, para ayudar a disminuir el sentimiento de angustia y aislamiento, mantenga un contacto permanente con su familia y amigos.
Finalmente, a pesar de que las actuales circunstancias no son las más apropiadas, reconozcamos que el teletrabajo nos ha permitido descubrir una nueva forma de funcionar en medio de una crisis para lo que no estábamos preparados. Trate de mantenerse positivo, y tenga presente que se trata de una situación temporal que, aunque no podamos predecir cuánto se prolongará, eventualmente terminará, permitiéndonos recuperar algo de esa “normalidad” que tanto extrañamos y necesitamos.