Tras los incendios: Cómo la tragedia se expresa en los niños

/ 20 de Febrero de 2024

María José Millán

Académica Psicología

Universidad Andrés Bello.

 

Hace un par de semanas fuimos testigos de los terribles incendios ocurridos en la V Región, así como de sus catastróficas consecuencias: viviendas destruidas, miles de personas damnificadas y más de un centenar de víctimas fatales​. Ante este evento, uno de los más devastadores de las últimas décadas, urge observar a los niños, niñas y adolescentes que vivieron la emergencia y estar atentos a sus reacciones. No solo en esta primera etapa, sino hasta varios meses después, de modo de poder acompañarlos en este proceso, y brindarles el apoyo necesario para afrontar sus miedos y recuperar la seguridad, estabilidad y confianza perdidas.

En esta línea, es fundamental comprender qué reacciones son normales y cuáles requieren buscar ayuda especializada, o saber qué comportamientos podrían manifestar y en qué plazos, respuestas que dependerán de la edad del niño, cómo vivió la experiencia y qué impacto tuvo en su vida diaria.

Si bien es escasa la evidencia científica al respecto, al revisar es posible encontrar algunas estadísticas que permiten dimensionar a qué nos enfrentamos. Así, por ejemplo, una investigación publicada en 2022 en Chile respecto de los “Indicadores de estrés postraumático, ideación suicida, depresión, ansiedad y estrés en adolescentes afectados por incendios forestales” reveló en este segmento un alza significativa en el riesgo de sufrir depresión y ansiedad. Una cifra que llega a un 38% y un 41.3%, respectivamente, en aquellos niños y adolescentes que experimentaron de cerca estos eventos. Asimismo, más del 50% de ellos temieron por sus vidas o las de sus seres queridos, sintiéndose angustiados, incomunicados, indefensos y desvalidos.

En cuanto al plazo en que pueden evidenciarse los síntomas asociados a los trastornos adaptativos o estrés postraumático, algunas indagatorias internacionales informan su aparición incluso largo tiempo después de ocurridos los siniestros. Por ejemplo, tras los incendios en Australia, 13% experimentó pesadillas vinculadas a la catástrofe ocho meses después, y preocupación por el tema hasta dos años más tarde.

Pero, ¿qué podemos hacer para apoyar a nuestros niños, niñas y adolescentes? Lo primero es, como adultos, mostrarnos tranquilos y en calma, ya que nuestra estabilidad emocional puede tener un impacto significativo en el bienestar de los niños. Transmitir seguridad y serenidad durante momentos de crisis puede aportarles un soporte, ayudándoles a sentirse protegidos y seguros.

Otra estrategia importante es fomentar en nosotros mismos el autocuidado y la búsqueda de apoyo profesional si es necesario. Reconocer cuando nuestras propias emociones nos sobrepasan y buscar ayuda adecuada puede ser fundamental para mantenernos en pie y ser capaces de brindar el mejor apoyo posible a los niños y adolescentes que dependen de nosotros.

En su caso, para lograr un mejor pronóstico es fundamental estar atentos a sus necesidades emocionales y ofrecerles un espacio seguro para expresar sus emociones y preocupaciones. Dejémoslos hablar sobre lo que han vivido, y respondamos sus preguntas con honestidad y comprensión. Eso puede ser un paso crucial en su proceso de recuperación.

En términos prácticos, se recomienda organizar rutinas para proporcionarles seguridad y estabilidad en momentos de incertidumbre. Esto incluye mantener horarios regulares para actividades diarias, como las comidas y los juegos, y asegurar un ambiente tranquilo y confortable para el descanso. Si están en un lugar distinto a su hogar, puede ser de ayuda tener a mano un objeto significativo en su vida, como un juguete o fotos, así como saber de sus mascotas.

Diversas instituciones, como Unicef, enfatizan la importancia de dar seguimiento a su conducta en un plazo extenso. Problemas al dormir, al reincorporarse al colegio o para controlar esfínteres, así como temor excesivo a separarse de los padres, o conductas regresivas, como hacer pataletas, deben ser señales de alerta. Se recomienda abrazarlos, contenerlos, escucharlos y conversar sin presionarlos. Nunca castigarlos. Por el contrario, premiar los avances que vayan presentando.

Aunque la atención de los medios sobre lo ocurrido haya disminuido, la realidad para quienes vivieron esta lamentable experiencia tiene todavía múltiples e importantes desafíos, que demandan echar mano a todas las herramientas posibles para aliviar el daño material pero, sobre todo el emocional, atendiendo a la salud mental de los afectados.

O’Higgins 680, 4° piso, Oficina 401, Concepción, Región del Biobío, Chile.
Teléfono: (41) 2861577.

SÍGUENOS EN NUESTRAS REDES SOCIALES