Leerles cuentos, jugar con ellos, conversarles, pedirles que nombren los objetos y motivarlos a usar su voz, aunque aún no puedan pronunciar correctamente, es parte de lo que la fonoaudióloga Ángela Nappe recomienda para incentivar el desarrollo del habla en los niños.
Son muchos los padres que se preocupan porque sus pequeños no hablan bien, tienen un vocabulario reducido, una estructura gramatical limitada o se les complica mantener una conversación. Los especialistas piden no angustiarse (pero sí ocuparse), pues los problemas de retraso en el desarrollo del habla son comunes, y la mayoría tiene solución con una correcta motivación en casa y la ayuda de un fonoaudiólogo, de ser necesario. De hecho, según cifras de la Unidad de Estadística del ministerio de Educación esta condición de trastorno del lenguaje ha crecido en los últimos años, estimándose que más del 90 % de los niños que ingresan a educación especial parvularia lo hacen por esta razón. Pero, ¿qué es el trastorno de lenguaje? La fonoaudióloga Ángela Nappe explica que es “la dificultad persistente que presenta un niño en la adquisición y uso del lenguaje en cualquiera de sus modalidades (hablado, escrito o incluso por lengua de señas), lo que se debe a deficiencias de la comprensión o la producción del lenguaje”.
¿Qué sería lo “normal”?
Partamos aclarando que cada niño tiene ritmos distintos en el desarrollo del habla. Sin embargo, existen hitos y tiempos aproximados para adquirir ciertas habilidades linguísticas. “Entre los 12 y los 18 meses de vida aparecen las primeras palabras, y las estructuras y el funcionamiento de los órganos que permiten articular van desarrollándose y complejizándose. Por eso las primeras palabras son incompletas y sin la articulación de todos los sonidos que la conforman”, detalla la fonoaudióloga.
En ese periodo, los niños se comunican usando gestos, señalizaciones y su voz, todo en conjunto. Y aunque aún no pueden articular correctamente es fundamental motivarlos a que usen su voz, pues necesitan escucharse a sí mismos, aprender a controlar sus sonidos, y descubrir que su voz puede manipular el entorno.
A los 2 años, el niño puede pronunciar todas las vocales y varias consonantes, y es capaz de decir dos palabras juntas, mientras que a los 3 ya puede emitir frases de más palabras, aunque sin nexos. “Sus oraciones suelen tener estructuras de sujeto-verbo-objeto, pues solo usa palabras de semántica más concreta. Entonces podríamos escucharlo decir cosas como: niño quiere pan (…) También sigue instrucciones sin apoyo gestual, identifica partes de su cuerpo, comienza a utilizar el “yo” y el “mío”, y a usar preguntas como qué o dónde”.
Señales de alerta
Si bien los niños se desarrollan a distinto ritmo, la fonoaudióloga da pautas de qué situaciones deberían preocupar a los padres:
-Si está en edad de hablar, pero solo apunta con el dedo o solo se comunica con gestos.
-Si según su edad no está diciendo los fonemas que le corresponden.
-Si tiene 2 o 3 años y se comunica con palabras sueltas, su vocabulario es reducido o se restringe principalmente a sonidos.
-Si parece entender lo que se le dice, pero no habla.
-Si no le gusta jugar con sus pares o su familia. “El juego es el hábitat natural de los niños y es la mejor forma de adquirir nuevos aprendizajes. Además, tiene mucho de simbolismo, al igual que el lenguaje y, por supuesto, carácter social: enseña a respetar normas, y a usar expresiones faciales y corporales, favoreciendo el desarrollo del lenguaje no verbal, que es tan importante como el oral al emitir un mensaje”.
-Si no responde cuando lo llamo, cuando le doy la espalda, o si debo hablar muy fuerte para que reaccione.
-Por último, es importante estar atento a su modo de respirar, observando si lo hace con la boca abierta. “Al respirar por la nariz el aire se entibia, se filtra y se humedece para llegar limpio a los pulmones, lo que favorece una correcta oxigenación cerebral. Eso no se logra al hacerlo por la boca, lo que podría provocar dificultades en el aprendizaje, en la conducta y en el rendimiento académico”.
Cómo ayudarlo en casa
El habla se aprende en la medida que lo escuchamos, observamos y vivimos. Por eso, la mejor forma de potenciar un correcto desarrollo del lenguaje en los niños es crear entornos comunicativos y aprovechar cualquier instancia para invitarlos a hablar. “Es ideal no entregar de inmediato un juguete si el niño solo lo señala. Es mejor preguntarle: ¿qué quieres?, o darle opciones: ¿quieres el azul o el rojo?, motivándolo a dar una respuesta verbal y no solo gestual”.
También se pueden aprovechar las rutinas diarias -que entregan estructura, hábito y que enseñan pasos a seguir- para generar instancias de comunicación. “En ellas encontramos diferentes formas de comunicarnos: al saludarnos hablamos mirándonos a los ojos, en el momento del baño indicamos y nombramos las partes del cuerpo; al comer, percibimos diferentes sabores o texturas, y al jugar adoptamos distintos roles, tomamos turnos, y comprendemos y asimilamos el entorno”.
La profesional también recomienda leer cuentos con los niños. Ello potencia el lenguaje oral, ayuda a reconocer y expresar emociones, y fomenta la resolución de problemas y el desarrollo de habilidades lingüísticas que, luego, serán importantes en el aprendizaje lecto-escritor.
Sin embargo, es tajante al enfatizar la importancia de un diagnóstico temprano. “Cuando se observan conductas que preocupan, buscar ayuda de forma oportuna es una obligación como padres, de modo de evitar un daño mayor a algo tan hermoso y necesario como la comunicación”.