Fortalece el sistema inmunológico, participa de procesos metabólicos, cerebrales, cardiovasculares y, sobre todo, ayuda a nuestro cuerpo a absorber y retener el calcio en los huesos. Sin embargo, a pesar de que podemos obtenerla con solo tomar sol, a nivel mundial se observa una grave deficiencia de esta vitamina, la que se ha visto agravada en este periodo en que, por los confinamientos, no salimos de casa.
En septiembre se conocieron los resultados de un estudio liderado por el INTA y la Escuela de Nutrición y Dietética de la U. Finis Terrae realizado durante 2019, que daba a conocer el preocupante déficit de vitamina D que presentaban los niños en Chile.
La investigación, que consideró a escolares y preescolares de Santiago, Concepción y Antofagasta, mostró que más del 78 % de ellos evidenciaba bajos niveles de esta vitamina, hoy ampliamente estudiada por su posible aporte en la prevención del Covid-19, tal como lo señalaron recientes investigaciones, que descubrieron una relación directa entre la deficiencia de vitamina D y un mayor riesgo de padecer coronavirus.
Pero más allá de esta carencia en los niños, según lo conversado en una edición especial del ciclo de conversaciones E-Talk, realizada por la Fundación de Encuentros del Futuro, cerca del 40 % de la población chilena presenta un déficit de vitamina D. Una situación que, producto de la pandemia y los confinamientos en casa, iría en alza, generando profundos impactos en la salud.
¿Qué es la vitamina D?
“La vitamina D, o calciferol, es una vitamina liposoluble que interviene en la regulación de numerosos procesos fisiológicos a nivel esquelético (óseo y dental) y extra esquelético, como en lo muscular, cerebral, cardiovascular, metabólico, inmunológico y pulmonar”, detalla la nutricionista Camila Constanzo, dando cuenta de sus múltiples funciones y numerosos beneficios.
Así, señala, la vitamina D (también llamada antirraquítica) ayuda a mantener la salud ósea, contribuyendo a la absorción y retención de calcio, encargado de formar y mantener huesos fuertes; fortalece el sistema inmune y colabora en funciones neuromusculares. “Su déficit se ha asociado a mayor riesgo de inflamación, neurodegeneración, resistencia a la insulina, enfermedades cardiovasculares y depresión. Además, a medida que envejecemos, esta vitamina juega un papel clave en la mantención de las capacidades cognitivas, evita la osteoporosis e, incluso, ayuda a prevenir algunos tipos de cánceres”, informa.
El sol, la mayor fuente de vitamina D
Podemos obtener esta vitamina de dos formas. La primera es a través de alimentos grasos, como hígado, vísceras, yema de huevo, leche o pescados azules (sardina, atún, salmón, caballa, trucha, jurel o aceite de hígado de bacalao), aunque el contenido de vitamina D de fuentes dietarias es variable y, generalmente, insuficiente.
Por ello, la mejor manera de obtener la dosis adecuada es a través de la síntesis endógena que se genera tras exponerse directamente al sol, lo que proporciona hasta un 90 % del requerimiento diario de esta vitamina. “Lo ideal es tomar sol unos 10 a 20 minutos diarios, en horarios de baja radiación, por ejemplo, entre las 9 y las 12 del día, exponiendo zonas grandes del cuerpo, como brazos o piernas. Y esto sin usar bloqueador solar, pues incide negativamente en la síntesis endógena de la vitamina”, aconseja la nutricionista.
Aclara, en todo caso, que se trata de una recomendación estándar, pues la producción de vitamina D va a depender de factores como la ubicación geográfica, color de piel y época del año, entre otros.
“La deficiencia de vitamina D es altamente prevalente a nivel mundial, y afecta mayormente a bebés, adolescentes y a adultos mayores, así como a gente de piel oscura, o personas con trastornos alimentarios, con ingesta inadecuada o desbalanceada de alimentos, con síndromes de mala absorción intestinal o con algunos trastornos genéticos o endocrinos”, informa.
Desgraciadamente, producto de la pandemia, que tiene a mucha gente confinada en su casa, las personas han estado menos expuestas a la luz solar, provocando que el déficit de esta vitamina se acentúe. Y ¡ojo!, que tomar sol a través del cristal de la ventana no ayuda a este objetivo, pues el vidrio ejerce una potente función de filtro que no deja pasar la cantidad suficiente de rayos UV para lograr sintetizar la vitamina D.
Así, en algunos casos, en que mediante exámenes sanguíneos se haya determinado una real deficiencia de esta vitamina, se puede optar a complementar la alimentación -que debe ser sana y balanceada- con algún suplemento, dice la nutricionista Camila Constanzo. “La ingesta de vitamina D debe ser un tratamiento indicado por un profesional de la salud, con dosis que serán específicas para cada persona. Esto para evitar intoxicaciones producto de una suplementación inadecuada de Vitamina D, que pueden derivar en síntomas como confusión, polidipsia, poliuria, vómitos y debilidad muscular, entre otros cuadros más graves”, enfatiza.