Le costó despegarse de la sombra de su padre, pero bastó con verlo sobre el escenario para entender que Adanowsky es un rock star de los nuevos tiempos. Esos que disfrutan el contacto con el público y cuyo talento musical se hace patente a cada acorde que fusiona lo mejor de la tradición francesa con la potencia del punk.
De él sólo se sabía que era el hijo rockero del destacado cineasta y psico mago chileno–francés Alejandro Jodorowsky. Adan, conocido en el mundo del espectáculo como Adanowsky, llegó a Chile invitado por el festival Encuentros Internacionales de Música (EIMA), iniciativa que este año tomó la forma de un ciclo de presentaciones de artistas franceses por el país y que se extenderá durante todo el año.
Con presentaciones en Puerto Montt, Santiago, Valparaíso y Concepción, sus shows fueron la ocasión perfecta para promocionar su primer álbum llamado Étoile éternelle (Estrella eterna), lanzado el año pasado en Francia. En la capital de la región del Bío Bío, Adanowsky cerró la semana de la Francofonía con una performance en el Aula Magna de la Universidad Católica de la Santísima Concepción. Fue el epílogo perfecto de cinco días que tuvieron como eje central la obra de su padre.
Las expectativas eran enormes. La fama de su progenitor lo seguía como su sombra y era el principal foco de atención para su concierto, especialmente porque sus canciones no eran conocidas por el público chileno, ya que el disco aún no es editado en nuestro país. Sin embargo, la fuerza de su interpretación y domino escénico permitieron admirar el talento del artista.
SENCILLEZ BACK STAGE
La carrera de Adanowsky comienza en el cine. A los 12 años, interpretó al joven Fénix en “Santa Sangre” película, que su padre escribió y dirigió en 1989. Sin embargo, el propio Adanowsky confirma que es la música la disciplina que lo satisface por completo. Además, es el arte que escogió para desvincularse de la figura paterna.
En Chile casi no logró sacarse el peso que significa llevar el apellido Jodorowsky y, aunque contestó todas las preguntas de la prensa alusivas a él, afirmó que “no me molesta que me pregunten tanto por mi papá, porque sólo me ha pasado aquí”.
Los incipientes fans del músico también querían conocerlo y lo hicieron sin interrupciones. De hecho, su camarín estuvo abierto y quien quiso saludarlo lo pudo hacer. Firma de autógrafos, fotos, apretones de mano y besos no cansaron al artista que aprovechó toda posibilidad de acercarse a los penquistas y darse a conocer a la prensa.
ENCUENTRO PENQUISTA
Adanowsky sorprendió desde su aparición en el escenario. Claro que antes de ver su figura en las tablas del Aula Magna, los asistentes al concierto disfrutaron de dos joyas musicales: el cuarteto francés Gush, que acompañó a Adanowsky en la gira por Chile, y la banda nacional de rock emergente Teleradio Donoso. Los primeros lucieron el talento vocal de sus integrantes, destreza musical que prometía potenciar la presentación de Jodorowsky. Los músicos chilenos confirmaron el estatus de promesa del rock melódico cuando interpretaron su primer single “Pitica”, tema inspirado en la famosa vedette chilena de la época del ’50, Isabel “Pitica” Ubilla.
Al término de ambas presentaciones el público estaba ansioso. Entonces, desde el público, Adanowsky saltó a escena interpretando la primera de una docena de canciones, algunas en la versión original del francés y otras en español.
El público se levantó de sus asientos y la sintonía con el artista fue total. Sus sonidos eran una original fusión de la tradicional y melodiosa canción francesa (chanson francaise), con el desenfreno de los acordes característicos del punk, estilo de música preferido del músico chileno-franco-mexicano-ruso.
El espectáculo no tuvo tregua y se prolongó por una hora y media. Al finalizar, el artista, los músicos y un séquito de periodistas y organizadores del evento comieron en un restaurante de la ciudad y luego conocieron parte de la bohemia penquista. Fueron a un concurrido bar-discoteque del Barrio Estación y Adanowsky se encontró con varios de los espectadores de su concierto. No tuvo reparos en conversar con ellos, volver a posar para fotos y firmar autógrafos.
“Me gustó Concepción, la ciudad, la gente. En todo el show estuvieron muy prendidos y escucharon todas las canciones de pie, aplaudiendo. Creo que lo pasaron bien y me gustaría volver”, comentó en un singular acento que, como su música, es una refrescante mezcla de tonos de diferentes nacionalidades.