Andrea va sentada en el metro, apretujada, tan constreñida como siente su corazón. Apretujado. Sus ojos verdosos, límpidos como el agua de un lago, no miran hacia ninguna parte. Piensa que su vida es un gran descampado, árido, vacío, desierto. Por eso, desde su MP3 sólo la acompaña en el trayecto su canción favorita. Los Beatles y “All you need is love”. Incluso la canta bajito. Nadie se percata. Porque nadie la mira. Nadie la escucha en ese vagón atestado de gente gris A quién le importa un bledo que la hermosa Andrea vaya tarareando “All you need is love. All together now. Everybody”.
No es que Andrea no tenga el amor de sus padres. O de sus amigas y amigos. Todo lo que ella necesita es el amor de un hombre que la reciba como el agua pura que es. Sus relaciones sentimentales han sido un fiasco. Porque sus enamorados han sido un fiasco. Parece que en las grandes metrópolis, enfermas de egoísmo, los hombres y también cierto tipo de mujeres, no se comprometen, no se involucran. Sólo están preocupados de ascender, aunque sea pisoteando los cadáveres de sus competidores, de tener el mejor auto, el departamento más top. Amor al paso. Es lo único que buscan. Satisfacer el capricho de una noche en un pub o en una discoteque. Y al otro día, “si te he visto no me acuerdo”.
Todos necesitamos amor. No se puede concebir la vida sin amor. Ni el trabajo sin amor. No funciona. Como dice la letra de Los Beatles, estamos hambrientos de amor. Everybody. “All you need is love” es un axioma filosófico, sin duda.
Hace poco escuché una conferencia de Mauricio Purto, médico y montañista, escalador intrépido del Everest, de las Siete Cimas, de los montes Tatras, de las más altas cumbres del planeta. Dijo cosas que me impactaron. “Allá arriba, casi cerca del cielo, en la cima de montes nevados, uno se da cuenta de la prescindencia. No necesitamos nada más que cobijo y alimento. No requerimos de celulares, ni autos, ni notebooks, ni palms. Sólo cobijo y alimento”. Mauricio aseveró que el silencio de la montaña lo ha hecho pensar que abajo, en las ciudades, el mundo está enfermo de codicia y desamor. Mientras más limpia su corazón del mundo, más puro se siente él como ser humano.
¿Y qué es el cobijo, sino amor? Sentirse amado, apreciado, cobijado, arrebujado. Hacer que los demás se sientan amados, apreciados, cobijados, arrebujados. Le encuentro razón a Mauricio Purto. Todos pasamos la dureza del asfalto, indiferentes, espantando nuestra melancolía con una ajenidad absoluta por el resto. Propongo que en 2009 regalemos amor, acerquémonos al corazón que habita en los demás. Así, otros aliviarán también nuestra cansada herida. “All you need is love”. Sólo espero que todas las jóvenes Andreas del mundo se despierten algún día cantando “He loves me, yeah, yeah, yeah”.